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PRÓLOGO A «LA TRILLA»
(Selección de la obra poética de Chiri Moyano; Santiago: Anagénesis, 2025)


Por Carlos Henrickson

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Una de las más viejas pulsiones del pensamiento poético es la aspiración de fundir el arte con la vida. Dicho esto desde una metrópoli y desde nuestra escritura que se desea moderna hasta exagerar la nota, resuena como una utopía imposible, la intentona frustrada de generaciones de bohemios que, como nos enseña la civilización a la que pertenecemos —ya a punto de caer—, solo debían mirar hacia adelante y pensar en sí mismos como portavoces de sentimientos únicos.

 

Chiri Moyano


La vida inseparable de la poesía, sin ostentaciones: son las señas que nos da la obra poética de Cristian Chiri Moyano. Desde el trayecto —siempre caminado, a la altura del suelo— del personaje cavilante y solitario hasta la conmoción de lo colectivo, Moyano ha logrado mantener y consolidar una voz consistente e indispensable en el ámbito literario de la región de Valparaíso.

Nuestro autor ha sabido ejercer una diferencia dentro de un territorio escritural que sabe presentar obstáculos a sus autores. La provincia de Valparaíso ejerce una hegemonía poderosa sobre todo “el interior” y el “litoral central”, subsumiendo y gravitando sobre toda una historia de labor literaria consistente. Quebrada de Alvarado, el lar de Moyano desde su nacimiento en 1974, a 55 kilómetros de la capital regional y perteneciente a la comuna de Olmué, colinda, de hecho, con la Región Metropolitana a través de la Cuesta La Dormida; vale decir, se trata de un territorio “de orilla” que no ha dejado de generar y adoptar entre sus cerros voces poderosas (Hugo Goldsack, Irma Astorga, Renán Ponce y Axa Lillo). Es desde aquí que la trayectoria de nuestro autor se proyecta, efectuando numerosos viajes por Argentina, Bolivia y Ecuador (país en que escribe la mayor parte de su segundo libro Taciturno, de 1999), ejerciendo su oficio de escritor y artesano —y podríamos decir que es hacia donde acaba dirigiéndose inevitablemente su obra.

La trayectoria de Moyano ha sabido escaparse decididamente de cualquier molde: parte importante de su escritura le debe más a los grandes referentes vanguardistas chilenos —Huidobro, los De Rokha, Rosamel del Valle, Teófilo Cid— o a la iconoclasta ironía parriana, que a los autores tradicionalmente vinculados a la poética campesina o al verso en décimas. Esto hace que su elogio de la vida natural y las labores del suelo, aparezca depurado en forma y estilo en su escritura más reciente, con una parquedad y síntesis que le acercan a la escritura oriental. Su camino lo dirige hacia una expresividad precisa de la palabra poética, que no duda en elegir la palabra justa, por sobre el término decorativo o altisonante. A este respecto, no es infidencia decir que la relación real de Moyano con la vida campesina, le lleva a una formulación que no mitifica ni sacraliza una “vida natural” (ya sabemos que la raíz del concepto de lo sagrado tiene que ver con la separación, el alejamiento), y sumado a esto, su trabajo de investigación sobre la historia de su comuna y sobre los oficios campesinos le ha entregado un imaginario y un lenguaje que busca traer a presencia la dimensión real de esa cotidianidad sin descuidar la presencia ahí del Milagro, el reflejo de lo enorme en lo pequeño que es característica de toda poética moderna.

En esta trilla saltará a la vista la variedad de registros de Chiri Moyano: desde el verso largo hasta ejercicios consistentes de concisión, desde la emoción a flor de piel hasta la contemplación concentrada, desde un ácido humor hasta la melancolía, desde la expresión áspera y contingente hasta el registro impresionista de la naturaleza. Es por eso que la selección ha querido ser amplia, sabiendo que “el” lector no es uno, sino muchos, y que la escritura poética no se basa en una norma general, sino en el hecho siempre renovado de la relación de cada poema con quien lo lee.

 

 


          

 

COMO UN CABO DE VELA EN UNA BOTELLA

. . . . . . . . . . . . . . . A Eduardo Moyano Castillo, mi padre

Barba de coirón en rocío, como nido
. . . . . de pájaro despeinado por el viento.

Pasos de terciopelo de gato, como campanas de agua
. . . . . caminando por los tejares de invierno.

Y harapos de palos que recoge y después bota la mar
. . . . . como un cabo de vela en una botella.

 


MUDANZA

Hoy x la mañana
. . . . . de mudanza se fueron las hormigas
se llevaron las uñas de mis dedos
se llevaron mis galletas de agua
. . . .. . . . . . . . . . . . .. y mis últimos poemas.


Se fueron;
. . . . . se fueron sin despedirse
. . . . . se fueron arrancando de la corriente del niño
y acá me dejaron . . .solo
. . . . . como una pulga aplastada entre dos uñas.

 


TODO COCIDO A LEÑA... TODO HECHO A MANO

. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . A Bertina Castillo

Casa de barro,
mata de calabaza,
huevos de casa,
tortillas con chicharrones,
todo cocido a leña... todo hecho a mano.

Agua de manantial,
crianzas de gallinas, patos y gansos,
chicha en cacho,
charqui con ajo chancado en el mortero
. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . de trigo.

Ají cachocabra,
huertos caseros,
yerbas medicinales,
queso de cabeza,
olla de greda con cuchara de palo,
yerbamate con leche de vaca,
horno de barro
y parrones por todo alrededor de la casa.

Casa de barro.





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