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El verdadero juego de la literatura como propaganda

Por Carlos Labbé
Publicado en http://www.eldesconcierto.cl/ 25 de Abril de 2018


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1. Elija usted: la fragilidad agobiante de este tiempo nuestro no se debe sólo a que no existe otra manera de sobrevivir materialmente –digamos, de comer y tener un techo, ni hablar de integrar de manera distinta una familia o cualquier otro tipo de grupo– fuera del capitalismo salvaje y descontrolado, es decir, del sacrificio cotidiano en pos de un sueldo escueto y de la búsqueda del contrato como precaria ilusión de que una enfermedad, un accidente o una vejez no signifique un descalabro, no.

La fragilidad agobiante está dada, aun peor, por la ausencia de lo que antiguamente se llamaba solidaridad, lo común, y sobre todo por el enfrentamiento violento, a todo nivel de realidades, entre quienes actúan por la convicción de que a cada acto le corresponde una consecuencia y quienes actúan por la convicción de que no hay más que caos, entropía –dígale como quiera– y que, si a río revuelto, ganancia de pescadores, lo mejor es convencer abiertamente a todo el mundo de que entremos al agua y la agitemos para crear la mayor cantidad posible de corrientes, chao pescao. Usted se ha pasado la vida trabajando duro, no ha obtenido el reconocimiento monetario ni simbólico que cree merecer, hasta que se encuentra frente a un dirigente político que colaboró abiertamente con la dictadura, a quien todo indica que será el próximo presidente, y resulta que a él le gusta mucho lo que usted hace: ¿trabajaría entonces en esa campaña para luego asumir un cargo de gobierno para su propio beneficio y el de los suyos, de su grupo que nunca ha podido acceder al poder, aun si toda la vida ustedes estuvieron en contra de ese dirigente y de la dictadura?

Si la respuesta es no, pase al párrafo 2.

Si la respuesta es sí, al párrafo 3.

2. Elija usted: la fragilidad agobiante de este tiempo, el cansancio de la jornada laboral de diez horas diarias, las deudas sobre deudas y la rutina del ciclo de trabajo, fin de semana y feriados, le impiden pensar con claridad en este tipo de cuestiones. Un domingo se le acerca una persona de confianza y le ofrece todo el dinero que alguien puede necesitar para vivir sin ataduras morales, sólo si es capaz de ir a la casa del vecino, que resulta ser un antiguo informante triple tanto de la Unidad Popular como de la dictadura y de la Concertación, encubierto hoy como viejo jubilado del Estado con tres familias allegadas y docencia pública, con el objetivo de ajusticiarlo en plena noche, cualquier día de la semana en invierno, cuando esté solo. Entra usted sigilosamente a las cuatro de la mañana, pero el viejito está despierto, leyendo una novela. Antes de que lo mate, le cuenta una versión distinta de la historia. Llora. Le expone sinceramente todo lo que ha hecho durante estos treinta y cinco años para redimirse. Se humilla ante usted. La justicia, dice el viejo, consiste en la responsabilidad y el respeto de una persona ante otra persona, no ante una abstracción manejada por los poderes fácticos que es la opinión pública. ¿Lo mataría entonces?

Si la respuesta es no, pase al párrafo 4.

Si la respuesta es sí, al párrafo 3.

3. Elija usted: ¿existe la Justicia si la justicia para uno implica la injusticia para muchos, o si la justicia para muchos implica el ajusticiamiento de unos pocos? ¿Tiene algún sentido actuar, pensar, escribir, leer y actuar siguiendo una necesidad de justicia, de respeto y de responsabilidad social si, al planteárselo, aparece siempre y nada más que una contradicción? ¿Es posible que elijamos vivir justamente en un país construido sobre la base de una matanza sobre otra matanza, de un despojo sobre despojo, de una impunidad sobre una impunidad ––queda a su arbitrio si ese país es Chile, Bolivia, Perú, Argentina, Brasil, Honduras, México, España, Francia, Irlanda, Alemania, Rusia, Palestina, Egipto, Sudán, Sudáfrica, Estados Unidos, India, Japón o China?

Si la respuesta es sí, pase al párrafo 4.

Si la respuesta es no, al párrafo 5.

4. Elija usted, entonces: ¿qué novela estaba leyendo aquel viejo vecino en su insomnio? ¿Acaso la novela  Naked Earth, escrita por Eileen Chang a pedido de la CIA para desacreditar la revolución cultural china, y que sin embargo resultó ser una obra maestra del realismo socialista? ¿Acaso la novela  La oscura vida radiante, escrita por Manuel Rojas en plena Unidad Popular para abogar por la incorporación del anarquismo a la revolución chilena y que sin embargo resultó ser una obra maestra de la autoficción? ¿Acaso alguna de las menores novelas de Cayetano Brulé, escritas para vivir de la literatura best seller por Roberto Ampuero, ex militante comunista en Cuba y activista del socialismo en Chile y Alemania del Este, quien sin embargo resulta ser ahora el canciller de un gobierno capitalista neoliberal regido por colaboradores de la dictadura antimarxista y antisocialista de Pinochet?

Pase al párrafo 5.

5. ¿Es realmente posible una elección? ¿Qué sería entonces democracia?

 

 

 

Imagen:  The Album, de Peter Ravn´s. – 2013. Oil on canvas 50 x 60



 

 

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El verdadero juego de la literatura como propaganda
Por Carlos Labbé
Publicado en http://www.eldesconcierto.cl/ 25 de Abril de 2018