El pacto
Mi padre menciona
una escena
común con los parroquianos: hombres de lengua tosca,
lúgubres y pendencieros, y la Toña apoyada en el mostrador,
tomando cerveza.
Una canción folclórica en la radio.
Trajín. Algunos relinchos.
Cuánta mirada perdida, aunque
en las mesas
haya servilletas rojas y figuras de origami: grullas, mariposas.
Hablan en voz baja, un idioma áspero;
no los conmueve
la flor de loto,
la tecnología
ni el plumaje del colibrí.
Como si supieran que el silencio
y lo oscuro tienen un pacto
donde la vida es una cláusula abusiva.
(de Toska, inédito)
Absolución
1
Una radio a pilas encendida sobre la barra.
Tras una cortina de humo,
dos mujeres beben de una garrafa.
Contra una pared, un joven triste dibuja
algo en una servilleta, con delicadeza,
como si estuviera bordando un paño a croché.
A medio filo, cinco parroquianos, balbuceantes,
debaten con viveza, y de sus gestos pareciera
desprenderse que la vida moderna
no les satisface del todo.
Mudo, sin inquietarse,
desde su mesa escucha la radio,
noticias de un mundo sin riendas:
catástrofes, violaciones, colusiones, crímenes,
avisos publicitarios, una dama linajuda gana la lotería.
Abre su cuaderno y escribe:
este seguir en el muro
que en la cima tiene trozos afilados de botellas.
2
Los días, la promesa de los meses por venir
(quizás todos los meses que quedan),
la misma rutina y su arpegio lento.
Como si fuera una letanía.
Pero en su cuello no cuelga la medalla de la derrota.
(de Toska, inédito)
Inventario para alguien demasiado vivo
Aturdimiento y luz: el primer rayo de sol en una cantina.
¿Lo has visto?
O recuperar un festivo retorno –un olor, un paisaje, un gemido–
o deleitarse con la simple comodidad
de ser un extraño.
Asumir: los recuerdos lastiman y se borran.
O se extravían,
como los archivos de estafadores linajudos,
en las más recónditas esquinas.
Pero resistir, resistir las agujas de la memoria.
El placer se va apagando. El deseo
es una embestida. Muestra tus agallas:
desenfunda y dispara.
Hacerle caso a Horacio ¿Para qué hacer tan grandes proyectos
si la vida es tan breve?
Anotar: las palomas no ensucian las estatuas.
Romper filas y celebrar: la provocación es oxígeno.
Si te apetece, encerrar el vacío en un haikú,
perturbar a la razón,
vaciar el cráneo y usar los ojos.
Quitarse la soga, huir de templos y salones.
Descorrer la niebla que empaña los brezales.
Amortizar cada golpe de hacha,
cada gesto de arte que no brilla ni sofoca.
Ser más viento que piedra,
enfocar.
Tatuarse en las venas que la vida es una preparación
para algo que nunca sucede.
(de Toska, inédito)
Finta
La pena suele permanecer como pólvora al acecho
hasta que encuentra el instante
y los ingredientes precisos para su detonación,
los sueños se convierten en polvo
y el polvo en lodo,
y todo lo que alguna vez fuiste o perseguías
parece la versión jibarizada de tus tejidos y huesos,
una burla del tiempo,
una broma cruel,
una parodia de mal gusto,
y te percibes recortado
como fumando sin ojos en una espesura de flores secas y púas.
Te puedes quedar,
pero se sale de allí bailando,
al aire libre,
con hombres y mujeres sueltos,
niños,
barriles de cerveza
y alguien tocando el acordeón;
no hay otra manera.
Ojalá un río.
(de Toska, inédito)
El linaje en declive
Era la hora en que los candelabros iluminaban el salón cuando
entró por la puerta el frutero con su canasto,
un chato curtido por la tibieza del norte
y el frío del sur, sabedor de la tierra,
pero sin tener la más mínima idea del jaleo en la ciudad.
Nos contó que por fin había encontrado
un queso que no se deshacía en el aire,
un vinagre que sabía a historia
y hasta un tomate tan rojo como un cuadro de Rothko.
Ahí estábamos, siete aristócratas al borde de la cornisa,
sin hacer más que mover papeles
y mirar cuadros que ya no decían nada,
pero nos dejamos atrapar por el milagro
de un bocado que pudiera devolvérnoslo todo,
o al menos el chispazo de un pasado que reclamábamos.
Y allí, entre sillones de terciopelo y copas finísimas,
apareció Elio, el escribano,
que todavía creía en los libros de reyes
y en los ojos de mujeres que nunca existieron.
Qué curioso, ¿no, Elio?
Vernos todos ahí, perdidos en el fragor
de los blasones y jinetas que no pudimos retener,
de lo que fuimos y ya no pesa.
La charla se fue apagando
y no sé si fue la noche o la resaca de las ilusiones rajadas,
pero se sintió como si todo se fuera diluyendo,
como un mito que pierde su forma con el paso de los siglos.
De sopetón, sin avisar, pero con gesto linajudo,
el frutero se largó sin decir nada,
y nos quedamos, Elio, mirando la puerta
por donde se fue,
como fantasmas en nuestra propia casa,
sin siquiera un puto mayordomo que apagara las velas.
(de Toska, inédito)
Augenblick
Quedarse o salir.
Cargar un bulto o plantar una lavanda.
Una luz pública,
o la distancia de las estrellas.
Cada cual con lo suyo.
A fin de cuentas,
estamos hechos de partículas,
somos chispazos,
todos igual de pequeños.
Algo así como un guiño de ojo.
En ese guiño lloramos y reímos y nos ahogamos.
Algunos enceguecidos al sol,
otros petrificados en el invierno de la desgracia.
El pincel de El Greco aspira a ser más que carne;
el de Bacon, la carne en su verdad brutal.
Mientras suena el estribillo a lo lejos:
Los que comen carne de fugu
son idiotas,
y los que no la comen,
también son idiotas.
(de Toska, inédito)
Paseo para maratonistas
Nadie se ha muerto porque el cielo le caiga encima.
Sin miedo, entonces, pon tus ojos en un telescopio
y zambúllete en esa inmensidad.
Dejarás, en parte,
de estar en un cuerpo, de pertenecer a este lugar.
Existirás en un espacio distinto,
sin peso, gobernado por el silencio,
donde la vida humana no tiene significado.
Comprenderás que todo lo cercano
está demasiado lejos a la vez,
pero en una zona anterior a la sangre
en la que habitan otras preguntas.
No te distraigas,
sumérgete,
bucea y retiene todo lo que percibas,
todo lo que veas,
en ese banquete celestial.
Captarás que esa tumba y espejo
que todavía se burla y expande
tiene otra melodía, otra cadencia.
Perplejo, si haces caso,
probablemente salgas a caminar.
(de Paseo para maratonistas, Buenos Aires Poetry, 2023)
Cirugía artesanal
En pabellones, monumentos,
ruinas
o a campo abierto,
a este lado de la mampara
o del otro,
detrás de cada poema,
vigilante,
hay otro poema,
esperando ser bordado
por la aguja del ruido y el silencio:
. . . . . .un bisturí.
(de Paseo para maratonistas, Buenos Aires Poetry, 2023)