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Después de las ballenas

A propósito de un Encuentro de Escritores Patagónicos

Por Carmen Pares


Comencé a ir a los encuentros en Argentina de la mano de Soledad Davies, cuando participé en dos de los dos que hizo en Comodoro Rivadavia; luego vino Esquel y ahora Madryn; antes aún uno en Bariloche al que decidí a última hora no ir para internarme aún más al sur, detrás de una peligrosa poesía que no tiene mucho que ver con literatura y más con alcohol y el egocentrismo de la soledad propia. En diciembre de 2005 conocí a unos bellos hombres en Coyhaique, a los que dediqué una prosa rosa, encabezada por mi admiración hacia Raúl Artola; con él, Rubén Gómez, Cristián Aliaga, Andrés Cursaro, Julio Leithe y Jorge Spíndola a quien en su cara dije Fome, ebria de fatua felicidad y nomenclatura. De la mano de un gran ausente, asistí gustosa al Primer Encuentro de Escritores Patagónicos en Coyhaique: Walter García Moreno, Antonia Torres, Oscar Barrientos Bradasic, entre los poetas que recuerdo más patentemente. Antes ya viajaba por algunos libros y nombres de autores patagónicos en la biblioteca de José Mansilla, con quien en amplias tardes y por algunos años me introduje en esta literatura, única en su especie, más que con ningún otro autor en este AIKE. Para mí ése es el encuentro que marca un hito opcional, el de sept. de 2003 cuando encabezando la Colección Pionera, 10 inéditos autores editándose a sí mismos, marcamos presencia armónicamente quizá por primera y única vez en nuestra corta vida organizacional.

Pero, Chile, con su larga, angosta y apretada geografía, hace desfallecer a los poetas en tránsito como a soldados en la guerra o peonetas anémicos descargando oro. Chile, que tiene dos lingotes de oro en la bodega y veinte mil harapientos en las letras, más 500 críticos y estudiosos que viven como moscas o gusanos de dos cadáveres exquisitos y algunos otros que todavía no se enfrían. Chile, una línea de dinamita que se prende en Arica y se apaga en Punta Arenas y viceversa y en Santiago es que se mojan todas nuestras mechas, capital del molde poético, universidad de las exégesis y la delincuencia de obra y el tráfico de influencia.

Por eso Germán Carrasco vive en Buenos Aires y no ahí, y Nicanor Parra, un poeta fundamental en el mundo si fuéramos norteamericanos, no vive ahí. Por eso Raúl Zurita vive ahí y se enfermó o lo enfermaron los imbuncheros de siempre, aunque viva o crea que vive cercano al bosque; ninguno de esos poetas con bloqueador solar será capaz de reconocerle a Zurita nada, así como a Mistral nada, así como a la muerte enorme de Lihn nada, así como a Bombal nada, nada, nada. Hay varios “letrados” repartidos en las comunas de Santiago que viven de estos y otros nombres, escribiendo libros para asegurar la eternidad de nuestros bostezos.

Poetas de Argentina, no sé con exactitud qué papel es el que juega Iván Carrasco cuando viene a estas ciudades sureñas que tienen más nafta que universidades, más alcohol que libros. Sé que es serio, que los escuchó prácticamente a todos y todas sin moverse de su asiento, que es gentil como chileno. No sé si contextualiza o se ríe en el recreo y se pone delicado y ácido sin remedio en las conclusiones, no sé si está aburrido o grotescamente desengañado de nuestra chilena literatura o si le encanta y la siente superior. No sé si hay que decir eso de poetas bisagras, no sé si Raúl Mansilla tiene más música que dolor en su Papapapa… y sí sé que Vamos Grandes de Spíndola fue un buenísimo poema, un hito ¿generacional?. Bisagras es ¿doble dialecto, ritmo, nacionalidad; una ventana abierta a ambos países? ¿Y que no era eso mismo Patagonia? Y al rato no sé si lo de Candia en el Fogón da poema o es un simpático relato de amigos y así con unos cuantos. ¿Es poético estar 3, 4 hasta 5 veces en la programación o en el escenario? Poético es cambiar una única presentación hecha de palabras silenciosamente escritas pensando en que en la sala hay un no vidente -que cursi- un ciego, y leérsela a él en exclusiva. Poética e inalcanzable fue cada una de las ballenas. La ausencia de un público, la amabilidad distinguida del poeta que organiza. La sencillez de Graciela Cros y la simpatía desembarazada de gravedad de Iván Carrasco, un distinguido del sur, que hace ya años pica la piedra sureña del mundo en busca de la figura. En vuestro suspendido ánimo de perplejo a no importa, lo voy a decir por si no quedó claro, Poetas de Argentina: en ustedes Patagonia y la tierra poética, al menos la mía, mi ciudadanía, mi sur y norte, mi donde quiero estar en la palabra y el trabajo y los días, en lo que creo, donde me siento en casa; donde quisiera se reflejara un poco ese Chile de la mecha mojada.

GRANDE ESTOS ENCUENTROS, SIGAMOS E INCLUYAMOS, SISTEMATICEMOS Y PUBLIQUEMOS LO MEJOR DE CADA EVENTO. ESO HARÁ PROSPERAR LA BIBLIOGRAFÍA PATAGÓNICA: LAS REVISTAS, LAS EDITORIALES; SUS LIBROS DE POESÍA, SUS NOVELAS, LOS CUENTOS, LOS ENSAYOS, LAS IMÁGENES DEL SUR.

 

 

 

 

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