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CATANDO EL TEATRO CHILENO


Por Crichard González Díaz

Sucede que me encanta el Teatro, me seduce hasta la saciedad el tener acceso a un sueño de forma real, y no tener que dormir y caer en un profundo trance para acceder a un paralelo mundo, con personajes que no han sido parte habitual de nuestras vidas o si lo han sido se presentan en situaciones y estadios diferentes a los que estamos habituados a verlos.

Desde esta perspectiva me surgen inquietudes que se renuevan cada vez que termina una obra o me piden la opinión sobre alguna en particular: ¿qué es en sí el teatro?, ¿qué y como es el ejercicio de la dramaturgia?, por citar algunas, y para poder llegar a una conclusión sensata no puedo sino diferenciar los actos directivos, de actuación, de escrituración, de puesta en escena y darle el justo valor (muy subjetivo por lo demás) a cada ítem, tarea compleja, toda vez que he encontrado una enorme disparidad entre las opiniones de quienes creen que el dramaturgo y su creación es mas importante que una buena dirección o bien que una buena actuación soslaya un guión pobre o una discreta dirección, como también las dos grandes escuelas históricas en conflicto los que dan valor a letra y los que bogan por la escena como gestor supremo del teatro.

Para aclarar conceptos la doctrina nos proporciona definiciones básicas acerca del género dramático y clarifica errores de los cuales somos presa habitualmente, un ejemplo es el de confundir el drama con una obra dolorosa con llantos y decepciones sentimentales, siendo que es un género mucho más amplio que contiene subgéneros (ver recuadros)

Diferencias entre la obra dramática y la teatral:

Obra Dramática
Tiene personajes
Tiene lectores
Está escrita
Es una obra literaria

Obra Teatral
Tiene actores
Tiene espectadores
Está representada
Es un espectáculo artístico

Genero dramático y Subgéneros dramáticos:

1. Genero dramático
El género dramático es aquel que representa algún episodio o conflicto de la vida de los seres humanos por medio del diálogo de los personajes. El autor cede su voz a los personajes que exponen o desarrollan el conflicto ante los espectadores, haciendo que ejerzan de intermediarios.

2. Subgéneros dramáticos:
Existen tres subgéneros dramáticos básicos :
A. Tragedia : Dramatiza conflictos graves que nacen de las grandes pasiones que dominan a los protagonistas, víctimas de las mismas. Suele presentar un final fatal.
B. Comedia : Su contenido suele ser amable y divertido, busca la risa en el espectador. El final es, normalmente, feliz y, los actores representan personajes corrientes.
C. Drama : Mezcla situaciones cómicas con otras trágicas. Los personajes luchan contra situaciones adversas que no aceptan, a diferencia de lo que ocurre en la tragedia, y que suelen causarles daño. El final puede ser feliz o desdichado.

Después de repasar antecedentes como estos, pienso en nuestro teatro. Si está inquieto por modificar estos cánones, si en esta oportunidad globalizante se propone generar nuevos movimientos en nivel de doctrina, acción y no sólo como experimento por única vez.

Lo hizo Vicente Huidobro con el creacionismo literario y sus obras de teatro ("Gilles de Raiz" 1932, "En la Luna",1934) o en los antecedentes del teatro nacional chileno desde antes del gobierno del Frente Popular, en los años 40, donde se generó un importante movimiento en las tablas de Chile. Este apuntaba a modernizar el ejercicio teatral, según la estética cualificativa, acorde principalmente con sus equivalencias desde Europa, anhelando y consiguiendo en gran parte un gran dominio de las nuevas y sonoras nuevas técnicas de expresión del viejo continente, inglesas principalmente.

En este mismo sentido, numerosos son los obstáculos que el teatro nacional ha debido superar para innovar y adecuarse al avance de las otras manifestaciones culturales; dos ejemplos en la compleja etapa de los 60 y 70. En primer término, directores de gran talla como Agustin Siré o Pedro Orthus con montajes espectaculares y puestas en escena notables, se perfiló a un director de corte autoritario que no permitía la intervención de los demás miembros del elenco para llevar a cabo el trabajo teatral. Lo no explícito, lo solapado, lo poco osado por la realidad social mundial y los tiempos fue una característica de la moral teatral de los máximos exponentes del teatro nacional, que de ninguna forma constituye un desmedro a las obras presentadas, solo un hermetismo que impidió la mixtura necesaria para el crecimiento en calidad y cantidad de los trabajos.

En segundo término, como bien apunta Pamela Luzanto, “la crisis de autores”, porque fueron siendo desplazados al no responder a las necesidades sociales de ese momento. Muchos dramaturgos comienzan a asumir nuevos roles; se transforman en directores, actores, e inician un trabajo más comunitario, de intercambio de experiencias.

La función del actor cobra importancia especialmente en la expresión corporal que se une a la puesta en escena para dar vida a los talleres de experimentación teatral que recibían la influencia de los grupos radicales norteamericanos (década del 60) que cambiaron el modo tradicional de concebir el teatro. Se otorgó supremacía al actor en su voz y movimientos; también, se privilegió el actor de la puesta en escena y la representación misma por sobre el texto o las palabras escritas, lo que trajo como consecuencia la anulación del dramaturgo.

Existe una suerte de limbo, que cual virus, esperaba salir de su estado de latencia para tocarnos a todos una década mas tarde; y es que el proceso de la creación colectiva toma forma, constituyendo un ejercicio en el cual cada miembro de una compañía, hacia su aporte a la “creación directa” de la obra, sus primeros albores principalmente caminaron de la mano del legendario ICTUS, como el Teatro de la Universidad de Chile, Universidad Católica en sus Talleres de Creación Teatral (TCT) y de Experimentación Teatral (TET); independientes, como Mimos de Noisvander, Teatro del Errante, Aleph y El Túnel y por supuesto mas de una infaltable agrupación vecinal o colegial pujante que no paso a la trascendencia masiva.

Después de este largo proceso nos encontramos con los potentes resultados de este trayecto, en la década de los ochenta donde la voz del teatro cobra una fuerza iracunda ante el complejo e injusto proceso político y los autores se atreven (revisar cuadro), se inmiscuyen en nuestra historia y hacen puentes directos a nuestra realidad en esos años, como lo es La pérgola de las Flores o la universal Negra Ester, ambas de Andrés Pérez.

Algunos Directores en los años 80
Andrés Pérez: "El desquite", "La pérgola de las flores", "La Negra Ester".
Ramón Griffero: "Cinema Utopía", "Extasis", "Río Abajo", "Almuerzo de mediodía".
Alfredo Castro: "La manzana de Adán", "Historias de la sangre", "El rey Lear".
El grupo La Troppa y Juan Carlos Zagal: "Pinocchio", "Viaje al centro de la tierra", "Gemelos".

Hoy la proliferación de escuelas de teatro obliga a que exista una mayor demanda de obras para representar, por lo que autores del mundo literario (narrativo – poético) comienzan teniendo un affaire con la dramaturgia y terminan haciéndola una compañera infalible, ejemplos son muchos como también lo son las compañías que noveles e independientes y con mucho profesionalismo representan y adaptan obras acordes a nuestro tiempo como lo hizo el gran obrero del arte Andrés Pavéz en la obra Las Críadas de Jean Jenette, junto a Macarena Honorato, o la compañía de teatro A la mala donde Patricio Valderrama, Rodrigo Ortega y David Soto hacen coherente con nuestros tiempos las obras de Shakespeare y Moliêre recientemente presentada en FITAM; también La Patogallina con EL Húsar de la Muerte haciendo el mismo ejercicio basado en la película muda del mismo nombre y antecedente primero del cine chileno.

Creo firmemente que mientras exista una preocupación crítica y no conformista en la dinámica teatral, existirá la posibilidad de un desarrollo cierto tanto de escritores dispuestos a invertir sus letras en proyectos de tablas, como asimismo jóvenes como Geraldine Becerra que aun en el colegio compatibiliza sus estudios con la Academia Juvenil de Teatro, y a toda costa seguirá el camino de la actuación.

Por eso y por ahora me quedo con el buen trato de un Bukowsky en Una mala noche de la Cía.Teatro, o O-Culto con Claudia Barrios dirigiendo y una soberbia actuación de Rodrigo Peralta. El teatro de terror y suspenso de Rebeca Tellez, investigando y haciendo de guía para este no muy trabajado tema, con el magnífico Ramón Griffero, que ya fusionó el rol de director y actor y no nos deja de sorprender como en la reciente Éxtasis o La Senda de la Santidad; por que no, con la extraña propuesta de Letras en escena del colectivo 244E de Enero pasado en el anfiteatro del MNBA, con Una fiesta para Boris de la Compañia Sindicato Matanza con un muy buen trabajo, Jugo de Sandía de la Compañía Teatro de la mala infancia y también con la adaptación hermosa de 7 pecados capitales de Bertold Brecht por la compañía Teatrofónico, con la eterna lucha de Andrés Pavéz por llevar desde la calle la entrega teatral a las personas, (debe estar haciendo lo mismo actuando junto a su amigo Andrés Pérez en algún lugar de la eternidad) y son muchas otras las compañías, escritores, actores, obras, que tienen en común que son estrenos de no hace mucho tiempo, realmente profesionales que lidian exitosos con la falta de recursos y supliendo necesidades con formas estéticas sublimes, gracias a todos ellos por hacer que olvide por un instante las reglas de la historia y su doctrina y solo disfrutar de un sueño sobre tablas sin necesidad de cerrar los ojos y pedir permiso a Morfeo para poder soñar.

 
 

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