José Ángel Cuevas
 
 





José Angel Cuevas

El tránsito y la suspensión

Por Roberto Merino



Adiós muchedumbres
José Angel Cuevas
Editorial América del Sur / Santiago de Chile, 1979

 



El problema, el interés crítico que genera la producción poética de José Angel Cuevas, hace finalmente inútil la exculpación que éste inserta en la presentación de Adiós muchedumbres - su último libro, en el sentido de "no pertenecer a vanguardia ni postvanguardia alguna". La advertencia acaso habría que dejársela a impresos que delaten una mayor necesidad de la complacencia del lector para su mínima sobrevida.

En gran parte de los textos de Adiós muchedumbres (que es mayoritariamente una antología de otros libros del autor), el extravío y el exilio a los que el sujeto que escribe se expone en el estricto plano de Santiago, están en una correspondencia estratégica con su pertenencia y su permanencia en esta ciudad.

La nostalgia (ese pesado y latigudo material) ha sido trabajada por Cuevas con formulaciones muy precisas, casi desnudas. Aunque por ese lado podría emparentarse esta poesía con la de los llamados poetas láricos -de los años sesenta y sus inmediaciones-, justamente el caso es muy distinto. Estos últimos acusaron en su momento la asfixia de Bizancio sin especificar qué les impedía retornar a sus tierras de añoranza y dejar de experimentar el displacer. Por otra parte, si bien la poesía de Cuevas es ineludiblemente política y el 11 de septiembre de 1973 la cruza como una trizadura, tampoco hay proximidad con cierta poética del exilio que recetó cantar desmesuradamente a una Itaca proscrita por decreto.

El trabajo textual de José Angel Cuevas se distancia de esas tendencias en la medida que también prescinde de los gestos retóricos tan necesarios a ellas. Al parecer, la fragilidad del sujeto en tránsito y la fragilidad de sus propias referencias crean una poesía de anotaciones: fechas, recintos, direcciones, frases atrapadas accidentalmente por la memoria, apuntes de lo visto y oído en la agenda de un sujeto que recorre los espacios urbanos sin ninguna pretensión de protagonismo romántico, observador camuflado en las terceras filas, mimetizado en la trastienda, flaneur de bulevares tercermundistas, voyeur del cuerpo sórdido de una ciudad en perpetua expansión, testigo de fe de su striptease.

El derrumbe y la dispersión de ilusiones generacionales (a medida que avanzaba la reconstrucción nacional en los albores del régimen militar) es el peso gravitacional que mueve el péndulo de esta escritura. La caminata del sujeto por las calles es nada más que una cara de su suspensión: la vida va más rápido y siempre parece suceder en otro tiempo o lugar. De ahí a la compulsión por dejar constancia precisa del sitio exacto de los sucesos hay un paso, un riguroso principio de necesidad: "El 12 de julio de 1972 (como se recordará) / a las 10:30 de l a noche empezó a nevar sobre Santiago / este suscrito esperaba micro en la esquina de Avda. Matta y Portugal".

 


E n revista APSI. 3 de julio de 1989








Uno entre la muchedumbre

Por Edmundo Moure

El escepticismo contemporáneo suele ser ya habitual como tópico literario. La crisis de las ideologías y el cuestionamiento del dios del progreso y su pretencioso mesías la técnica , han destacado la duda como elemento comun de la creación estética.

La poesía de José Angel Cuevas contiene estos elementos, morigerados por el desenfado de un humor que se manifiesta como cuestionamiento irónico de un mundo cuya circunstancia no correspondió a los sueños del poeta, que él sigue identificando como el colectivo anhelo de una realidad más humana.

Adiós muchedumbres es una breve antología de sus cinco breves libros, anteriormente editados en formatos artesanales o precarios folletos; humildes medios con que los poetas chilenos intentan romper las ominosas barreras del silencio. Se encuentran aquí los mejores poemas de Efectos personales y dominios públicos, Contravidas, Introducción a Santiago, Canciones rock para chilenos y Cantos amorosos y patrióticos...

Curiosa actitud ésta, asumida por creadores en plena madurez del oficio: así Naín Nómez y el propio José Angel Cuevas, de antologar sus textos como si estuviesen realizando, a la manera de los veteranos escribas, el proceso de recapitulación de su crepúsculo escritural...

El autor incorpora giros coloquiales con natural soltura, sin recurrir al manido expediente de caricaturescas imitaciones de la poesía sajona, tan al uso de pretendidos vanguardistas criollos. Porque José Angel Cuevas maneja y domina intuitivamente el lenguaje de la tribu, y aun cuando introduce vocablos foráneos, les otorga su inconfundible sello personal.

El ritmo poemático -que a ratos nos deja sin aliento- es una suerte de sostenido deambular por múltiples vericuetos de la ciudad de Santiago, hecha mito y contradictoria entre la ira y la ternura, en contrapunto que revela la escisión del hombre urbano, aún no liberado de sus raíces rurales, que ama y odia a ese monstruo gris donde anhela establecer una morada menos permeable a los desafectos de la áspera convivencia social, a la vez que busca el cobijo hogareño de la grey aldeana

El poeta encarna, por antonomasia, la generación dispersa que él mismo bautizara como "Los veteranos del 70"; hombres signados por el efímero sueño socialista, aquel breve cauce que pareció liberar un cúmulo de arbitrariedades y resolver atávicos traumas, herencia de las ciegas clases dominantes... Pero la vida continúa para José Angel Cuevas como un camino inacabable, sin estaciones predeterminadas, sin metas al estilo de un pragmatismo adocenado, porque "... el mundo sigue para todos / la vida no termina aún / y el hombre cree que perfectamente podría / retomar la iniciativa / procurar otros enemigos / volver a creer en algo nuevamente".

Los atributos que evidencia este poeta son la honesta sencillez y la verdad desnuda en su voz creadora, original, emotiva e irónica, de profundos lazos existenciales que trasuntan una vocación de esperanza jamás avasallada.

 

En El Fortín Mapocho, 9 de julio de 1989.
Santiago de Chile


 

 
 


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letras.mysite.com , proyecto patrimonio, JOSE ANGEL CUEVAS: "El tránsito y la suspensión" por Roberto Merino, en APSI, 3 de julio de 1989.

"Uno entre la muchedumbre", por Edmundo Moure, en Fortín Mapocho, 9 de julio de 1989.





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