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ZEN PARA PEATONES


David Bustos Muñoz


UNO SE HACE INMUNE A LOS LADRILLOS DE LOS SENTIMIENTOS

Por eso los caballos pastan en la lejana infancia
para nutrir sus estómagos con la hierba del artificio:
La superstición de la coherencia y su mala caligrafía:
La alcantarilla y los atrofiados pulmones. El aire.

Pero uno se hace inmune a los ladrillos de los sentimientos.
Los medidores de luz en la exactitud de la cifra:
el consumo de píldoras para el amor
el corte en trámite, el aumento de sitios para solitarios
en proporción inversa al lenguaje con que sabemos.

-El sexo iluminador de los amantes y su evidente estado de cuenta-

Es así como caen los dígitos de la emoción
cuentas que se acumulan como todo
y todo
es una maravillosa estafa.

 


ESTADO DE CUENTA

Vendimos el alma y un par de cachivaches más
al sistema financiero que según la tasa de interés
deberíamos inseminar en nombre de la comarca
dios y la universidad privada.

Recuerdo las motocicletas cromadas
que llegaron a la aldea pre-garrotazo
podíamos ver nuestro rostro ovalado en su reflejo.
Saltábamos de los árboles y nos íbamos por las ramas
con el pelo chuzo y los mocos colgando
mezcla de guitarras eléctricas
y roncos tubos de escape perforados.
Sin entender mucho qué pasaba, pero igual sacando el rollo.

Nadie supo siquiera cuando le choreamos la estrella al Che
deseábamos fundar nuestra propia carretera
donde todos tuvieran la preferencia
algo así como una casa larga con patio frente al mar
con parejas haciendo el amor al borde del camino
y un libro de Rodolfo Hinostroza en la mochila
una bitácora envuelta en una bolsa de nylon
bastaría -y esta vez sí que bastaría-
para que revisitáramos todas esas postales
que manchadas de vino colgamos con esmero
en la juntura agrietada de los muebles de la casa.

Sin embargo no nos dio para tanto
la alcancía del chanchito de Pomaire
fue brutalmente saqueada por manos castrenses
que extremaron nuestro afán militante de estar arriba de la pelota.
La brisa tributaria conmovió el peso muerto de nuestros cuerpos
rematándolo a precio de huevo por el débito
de un sin número de cuotas impagas que poco a poco
se apoderaron de la callosidad del espíritu.

Así fuimos concesionando los sueños
así los peajes nos fueron cercando
tramo por tramo hasta perderlo todo.
Ahora excedo las 12 horas diarias en la práctica
y memoria del lavado incesante de tazas que se apilan
detrás del muestrario de un permanente café con piernas.




TRAVEL CHANNEL

La antena quebrada con que sintonizamos las estrellas
es un brazo que rodea tu cadera.
Piernas pesadas y robustas que me dejan recostado en el
.............. costado de tu tripa.
A veces lanzamos la ropa al suelo y encendemos
.............. largos cigarrillos
abrimos un poco la ventana, donde infladas cortinas dan a luz
entre dos telas delgadas, así nos apropiamos del territorio
tras fumar lo que sería algo esencial de nuestros cuerpos.
Botones rosados que en mi lengua suelen dibujar la saliva
con que se inicia todo diálogo
una apertura deliciosa y cansina
un toque en el contrabajo de éstas nuestras cuerdas.

¿Cuánto hemos ganado con estas improvisaciones?
En el otro dormitorio mi mamá cambia de canal.
Ella supone que ese crujido de tablas se trata de nosotros.
No se nos ocurriría andar en pelotas por el departamento.
No se nos ocurriría ser tan felices.




ESTUDIOS CONTRAPUNTISTICOS PARA AMBAS MANOS

"Lo único que en la música persiste y prolifera
es el proceso mismo de composición"

Gerardo Gandini

Un pianista insomne busca restos de un accidente aéreo.
Son siempre pasos en la nieve:
impresiones o partituras en una superficie blanca y desierta.
Allí se encierra el estallido: trozos de maletas ardiendo,
............. astillas y turbinas.
Cosas que sobran después de la catástrofe.
El pianista insomne cierra los ojos
y busca con sus dedos el ángulo preciso del instante
la cuerda tensa del brillo.

 


OTRA PERSPECTIVA DE LA BIOLOGÍA

Estuve observando una flor por un lapso de tiempo.
Nada parecía cambiar. Buda se sentaba días completos, dicen
que alcanzó la iluminación viendo el excremento de una vaca
durante una larga estadía en la inercia, nada para delante
nada para atrás.

Inventamos la máquina para viajar al espacio que admitamos
no es poca cosa, yo cuando pequeño también construí la mía,
cuarenta inyecciones en el estómago, me había mordido la
decadencia de un clavo, que por lo demás estaba estático
hace años en una tabla que podía ser el universo.
Jesús, Buda, Bruce Lee, Lennon, todos maestros de algo
(si somos justos con mi propia escala de valores, pero mi
escala viajaba mucho en ese entonces al espacio vacío, que
con mis asociaciones completaba). En algún convite debo
haber extraviado las cartas de navegación, simples manuscritos
arrugados por las aguas del inconsciente.
Después fui un paladar adolorido (catador de formas tristes)
un muchacho que portaba una linterna en pleno día
y vagaba por plazas y mercados.
Todas estas ideas se pasean por mi cabeza a esta hora,
mientras la luz neón, la luz de los vagabundos, se atraganta
por tus piernas. Mi conciencia relativa es de escasa
información, no sé qué pasa en el fondo de las cosas.
Campos sensoriales totalmente medibles -me digo-
desde una órbita de cifras y propuestas exactas,
actos fallidos que otro (que puedo ser yo mismo)
con su lámpara al hombro ve, el conocido juego
de los espejos, uno frente al otro ad infinitum.
Y entonces contemplo con verdadero asombro
la humedad de tu espíritu
cuando tus piernas totalmente abiertas
me ofrecen otra perspectiva de la biología.

 


LE ABRIÓ LAS PIERNAS Y MIRÓ FIJAMENTE EN SU ALMA CON ASOMBRO.

La luz neón se filtra por las cortinas, los pliegues y repliegues
de tu alma, un terciopelo lila o ciertos puntos de fuga, piernas
como tijeras entrecortando el aire o el papel de dos actores
en medio de un escenario demasiado conocido, la conjugación
de los egos en la deliciosa condena, el tránsito hacia una vía
poco concurrida, pasos peatonales -te digo- escaleras
que trepan el cuerpo, peldaños culposos que se desvanecen
por gracia de no sé que lectura budista.
A media máquina
a medio morir saltando
a medida del cuerpo giramos en la lavadora automática
de la conciencia, ropas deshilachadas y alertas ambientales
en el engranaje del corazón -Nadie puede ser yo, pero yo
puedo ser todos-

Un pedazo de cristal al sol
un guiño de la muerte
cierto salvajismo reposado en los órganos sexuales
de los que se aman, con el manual del Tantra, libros
que nadie conoce, donde tribus Sufis hacen el amor tendidos
en la hierba espectral a miles de años luz de la bomba atómica.
Pero si quieres podemos intentarlo:
la hierba verde y aireada son estas sábanas que huelen
............... a tabaco.
El archipiélago de nubes en el cielo son estos posters
de Lennon y Yoko Ono.
Y el mantra, una palabrita que robaremos
de las etiquetas de nuestras ropas.
Entonces, respiremos hondo y pronunciemos
el idioma estelar de las ampolletas:
OM AH HUM VAJRA GURU PADMA SIDDHI
HUM u OM MANI PADME HUM.

 


ZEN PARA PEATONES
David Bustos Muñoz
Octubre de 2004

 

David Bustos nació en Santiago en 1972. Ha publicado Nadie Lee del Otro Lado (Mosquito: La Estocada Sorpresiva, 2001). Sus poemas integran las selecciones Panorama de la Nueva Poesía Chilena: Al Tiro (Vox, Argentina, 2001), Antología de La Poesía Joven Chilena (Universitaria, 2003) y próximamente Cantares (Lom, 2004), además de revistas como Rocinante y La Estafeta del Viento (Casa de América, Madrid). Ha recibido las becas de la Fundación Pablo Neruda en 2001 y del Consejo Nacional del Libro para escritores nóveles en 2003.
Actualmente realiza trabajos como guionista.

 

 


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Zen para peatones.
David Bustos Muñoz.
Ediciones del Temple, 2004.