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CORPUS CHRISTI

David Bustos


Ignacio Valenzuela Pohrecky, fue unos de los asesinados en la llamada Operación Albania (15 junio 1987) . Digo uno, porque fueron 12 los rodriguístas caídos, el primero de todos Ignacio (a las 12:30 de la mañana) asesinado cobardemente por la espalda en la calle Alhue, comuna de Las Condes; luego, vendría San Miguel, Villa Olímpica y finalmente la calle Pedro Donoso en la comuna de Recoleta.

Hace varios años por casualidad compré el libro que escribió la madre de Ignacio sobre él, un bello libro, emoción y conmoción articulados desde el cuajo de la pérdida. Un libro bio-testimonial con todas las de la ley, que rescata con emergencia la memoria (primeros auxilios de una madre que se esmera por revivir a su hijo asesinado). Lo mismo sentí cuando leí Un canto Truncado de Joan Jara, donde asistimos como lectores a un acto de compromiso litúrgico con el recuerdo, donde la figura del personaje tiene un alto contenido simbólico que además permite una suerte de representación de lo no dicho, lo obliterado por la cultura oficial, como dice Nelly Richard "El compromiso con el recuerdo es la clave central de las elaboraciones simbólicas de los familiares de las víctimas".

Este tipo de elaboraciones (libros testimoniales) que se engarzan con una tradición adyacente a la literatura que proviene de epistolarios, desde las correspondencias de Pedro de Valdivia o Hernán Cortés hasta Las cartas de Petición, formidablemente organizadas por Leonidas Morales, son testimonios de circunstancia que forman imaginarios, elaboran símbolos, relieves o fallas tectónicas, si se quiere, de una situación más que irregular. La dictadura con todas sus letras, con banda sonora y medio ambiente. Libros finalmente, que se acercan a lo que Raymond Williams llama lo más difícil de captar en un período, es decir el sentido y las cualidades de la vida de un momento y lugares determinados: la forma y los modos en que las acciones se combinaron en una manera de pensar y de vivir.

Este tipo de escritura, entonces tiene una correlación más de directa de lo que se piensa con las grandes obras de la poesía política chilena de estos últimos 30 años (Canto a su amor desaparecido, La vida nueva, La Ciudad, Vírgenes del sol inn cabaret, La bandera de Chile, Cantos de gallo al amanecer, Lobos y ovejas, etc) que confeccionan correlaciones lingüísticas, sintácticas o testimoniales dentro de un periodo histórico, donde el sistema de representación y legalidad son derechamente un desastre. En la poesía política se construye un espacio de creación y experiencia , un proceso de elaboración dentro de una cultura asfixiada, sea este de resistencia o constatación de lesiones (politraumatismo histórico). Dentro de esta estantería de libros de poesía política está Para matar este tiempo de Esteban Navarro, escrito en sólo dos semanas en plena dictadura y por lo tanto en un espacio de ruptura y resistencia.

La historia ahora se cierra, Esteban Navarro seudónimo de Guillermo Riedeman estuvo hace poco en la exhumación de los restos del joven Ignacio Valenzuela y presenta este poema escrito con la artesanía de quien empuña las lágrimas. Un poema de carne y hueso, ante el cual nosotros sólo debemos guardar un riguroso silencio y no olvidar.

 

 

 

SI NO HAN VISTO

Si no han visto exhumar un cadáver
No han visto nada si no han visto romper
El tapón de cemento que cubre el nicho
Y arrastrar hacia afuera el ataúd no
Han visto nada y deberían
Tiran de la urna la madera se ve
En buen estado de conservación un poco
Húmeda manchada pero compacta entera
Dejan la urna en el suelo que es una calle
De cemento y tierra entre dos largos muros
De nichos y ataúdes y cuerpos en descomposición
Si no han visto abrir esa urna si no han visto
Algo que parece vapor saliendo desde la urna
Como si el cuerpo allí dentro aun respirara
Y luego los hombres se inclinan de nuevo
Sobre el cuerpo o los restos del cuerpo
Igual como se inclinaron otros hacia veinte
Años pero aquellos eran los asesinos estos
Son los protectores del vapor de lo que queda
Se inclinan y sacan un trapo de colores
Que no es un simple trapo sino una bandera
Del frente patriótico manuel rodríguez
En perfecto estado esos colores no destiñen
Para luego tomar la tela que cubre el fondo
De la urna desde los extremos y recogerla
Hacia el centro suavemente para no herir
De nuevo al malherido
Y levantan de ese modo los restos mientras
Sigue saliendo vapor y los depositan
En un ataúd nuevo que será
Su madera definitiva si no han visto esto
Si no han visto exhumar el cadáver los restos
Del cuerpo de quien sonríe para siempre
En las fotografías que quiso
No han visto nada de la vida ni de la muerte
Luego doblan aquel trapo que no es
Un trapo sino la vieja bandera
Del frente patriótico y la dejan sobre
Los restos del cuerpo para abrigarlo
Entonces la urna nueva es sellada y sobre
Los hombros de algunos amigos la trasladan
Y hay milicianos que saludan y pañoletas rojas
Y palabras estas últimas innecesarias si se tienen
Los ojos abiertos y una tumba nueva con un grabado
Sobre la lápida la imagen de un caballo
Al galope y el nombre completo de ignacio.

Guillermo Riedeman


Victima: Ignacio Valenzuela Pohorecky
- Asesinos: Hugo Salas Wenzel, Alvaro Corbalán, Iván Quiroz, Krantz, Bauer Donoso, Rodrigo Pérez Martínez y Jorge Vargas Bories.



 

 

 

 

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