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PARLOTEO DE SOMBRA O LA ESCRITURA
EN BUSTRÓFEDON
(1)


Por María Inés Zaldivar
Publicado en AÉREA Nº 8, Santiago, Buenos Aires, 2005

 

Luego de la lectura de Parloteo de sombra (2004)(2) , el nuevo poemario de Damaris Calderón, quisiera reflexionar acerca de este inquietante y bello texto. Una primera consideración que me parece importante señalar, es que estamos frente a un poemario que, ya antes de ser leído, se impone como objeto. La artesanía de su confección, su color, textura, papel, aplicaciones, sus gratuitas páginas con una que otra frase en medio de amplias ilustraciones nos dan cuenta de un poemario diferente, que ha reemplazado la imprenta por la pluma, la máquina por la mano.

En su interior, el texto funciona en otro registro. Para empezar tres epígrafes y una dedicatoria: en el primero la presencia Shakespeare, que a través de Macbeth anuncia: "...un cuento narrado por un idiota"; en el segundo, la cita de Ciorán: "La muerte es demasiado exacta; todas las razones se encuentran de su lado" y, el tercero, un haikú de Toko(3) : "Los poemas a la muerte/ son un engaño./ La muerte es la muerte"; por último, la dedicatoria a la amiga que ya no está, María Eugenia Escobar. Como puede apreciarse, este primer pórtico del libro habitado por las cuatro personas mencionadas, crea un tono que destila cierta humanidad de sabiduría dolorosa, y da paso a la voz de José Kozer quien en su texto introductorio, "Manoteos de sombra" nos augura que este poemario es: "Una poesía verdadera que construye, entre los edificios de todos lo poetas, un edificio llamado, no Damaris Calderón, sino Parloteo de sombra"(4).

La lectura que recorrerá este edificio llamado Parloteo de sombra, edificado por la pluma de Damaris Calderón se inicia, entonces, ya marcada por la voz de un narrador deficiente por su idiotez que nos hablará de la muerte. Y, aunque entre "Cementerio de Colón/ Spoon River", el primer poema, y "Santiago Humberstone", el último, hay un recorrido que va tejiendo una red de difuntos que se van confundiendo con los vivos, y el tema de la muerte es lo que aparece más evidente, acogeré la sabiduría japonesa de Toko, cuando afirma que la Innombrable no es susceptible de ser representada. Por ello desviaré la lectura hacia un enfrentamiento menos "mortal", e intentaré indagar acerca del espacio en que se produce este parloteo, para identificar algo del recorrido que realiza la hablante por este espacio para, por último, vislumbrar cuál sería su destino final.


I ¿Dónde se conversa? o el Parloteo en ciudades y cementerios

Como decía anteriormente, entre "Cementerio de Colón/ Spoon River", el primer poema, y "Santiago Humberstone", el último, hay un marco, o unos cimientos, si acudimos a la imagen de edificio apuntalada por Kozer, que configuran los ejes estructurales del poemario. Solo como una salvedad de paso esta vez, pues el tema ameritaría por sí mismo un largo estudio, me parece pertinente registrar que ambos textos están vinculando el mundo anglo con el hispano: Matanzas en Cuba con el medio oeste estadounidense, y Atacama en Chile con lo británico, respectivamente.

En "Cementerio de Colón/ Spoon River", se textualiza el lugar de origen de la hablante (autora). En esta conversación en la penumbra, pueblo natal y camposanto se dibujan y algo se murmura a lo largo de las páginas a los lectores, pero sucede que las palabras, al contrario de cualquier parloteo, cháchara, o copucheo (como diríamos en chileno), no brotan automáticamente de esa especie de stock de banalidades acumuladas para compartir con las amistades, sino que es un parloteo que emana del doloroso ejercicio de hacer hablar al silencio, de hacer hablar a eso que desea mantenerse en el secreto: "¿Con qué lengua/ repleta/ de mudez/ vas a nombrar/ (si nombras)/ tu ciudad,/ las ciudades" (21).

Hablar de la ciudad en que se vivió, ya con solo nombrarla enmudece la lengua. La enmudece pues hace aflorar lealtades, culpas, sentimientos contradictorios: "Tres veces te negué,/ Spoon River, Matanzas/ de mi nacimiento. Intenté elevarme sobre ti,/ me avergoncé/ aguas/ del San Juan provinciano" (21). El regreso al lugar de origen trae por consiguiente, junto con la intensidad del reencuentro y los mea culpa por la ausencia, las contradicciones emocionales permanentes que surgen, tanto de la compulsión por arraigarse, como al mismo tiempo de la necesidad de liberarse de la tierra que nos vio nacer, pues "Esos dedos salientes/ (los cortamos)/ [ya que son] demasiado pesados/ para cargarlos/ en un ataúd."25-6).

Pero en este Parloteo de sombra, contactarse con la lejana presencia de la tierra natal pone de manifiesto también la experiencia vivida en todas aquellas tierras en las que se vivió a través de la vida, pues en este caso nombrar "tu ciudad" no solo es, en estricto rigor, "tu ciudad", sino también el adentrarse en otras tierras y en otras aguas. Aguas tanto como las del Mapocho, el Sena, el Aconcagua, el Nilo, el Almendares, o la zanja para refrescar el "Verano pobre", como las aguas del San Juan que baña el Jagüey(5) de Lorenzo García Vega. Y también son los diversos Santiagos, el de "Compostela/ de la Gloria/ de Chile/ de Cuba" (37); o por qué no Las cruces, "Un pueblito costero" en donde se da "al mar lo que es del mar/ a las gaviotas /la carroña/ [y] el horror de ser hombres/ mirando el sol de frente/ con naturalidad" (53). O bien rumbo al Norte Grande chileno, en las extensiones desérticas de Atacama, descubrir algún oasis para encontrase con el "Señor Principal de Pica", que con su "calavera emplumada/ [y] camisón de colores"(61) dentro de la vasija de barro, preside con su "Parloteo de sombra", la totalidad del poemario; o adentrarse en las ruinas de Tiwanaco en "Pintados" con su único habitante, o en las tierras de "El muerto ilustre" con su cabeza aristocráticamente deformada en medio de un barranco de Los Andes, dejando entre paréntesis la constancia de que "(Las deformaciones craneanas no disminuyen/ la inteligencia del difunto)"(63). Y cambiando de continente, es también Osaka, la "Venecia comercial" del poema "La máscara japonesa" (73), para terminar con dos, si pudiesen llamarse ciudades: una flotante, "La balsa de la Medusa" de Gericault, que en realidad es rasante, pues se dirige a "jinetes que compiten/ corren/ hacia una línea que no se discierne/ el Derby de Epson/ la Capilla Sixtina/ la cabeza loca de esa mujer/ Caravaggio", espacio que está habitado, en palabras del poema: por "un manojo de larvas de hombres", y que multiplica "el horror en un autorretrato" (75); y finalmente la otra ciudad fantasmal, que cierra el poemario con la voz de "Santiago Humberstone", imagino que deambulando por esas salitreras abandonadas en el norte chileno, contándole al viento, la historia de su vida:

Yo, James T.,
cuyo nombre desaparece
bajo la formidable leyenda y las casas huachas,
extiendo mis raíces dieciséis metros bajo la tierra
y no encuentro agua.
El desierto y la muerte recobran su señorío.
(79)

El recuento de lugares convocados en el poemario reafirma la primera pregunta de la hablante: "¿Con qué lengua/ repleta/ de mudez/ vas a nombrar/ (si nombras)/ tu ciudad,/ las ciudades"(21) ¿Cómo articular una lengua que encuentre las palabras para hacer hablar este silencio?. Este silencio territorial que habla de agua y tierra, de sol y viento, de presencia y olvido, de apego y desapego o, más exactamente, de vida y muerte. Es por ello que más que palabras articuladas para explicar el universo recorrido, la hablante expresa brevemente: "Dan ganas de llorar como caballo" "En la muerte/ en la vida/ tres vueltas en redondo/ frente a las honras fúnebres"(69).

Porque no nos olvidemos que inicialmente en Parloteo de sombra accedemos a las ciudades de los vivos a través del Cementerio Colón en La Habana, de allí a Matanzas, y luego al universo anteriormente mencionado. Este gesto escritural difumina la línea divisoria entre el mundo de los vivos y el de los muertos, en otras palabras, a la Rulfo, homologa la vida de la ciudad con la de los cementerios por lo que, al hablar de la ciudad natal que se deja o de las que se adoptan a lo largo de la vida, se está hablando tanto de las de los vivos como de la de los muertos. Este gesto de considerar el espacio del cementerio como la otra ciudad, incluso quizá más permanente que la de los vivos, incorpora una tradición ancestral ampliamente recogida por la literatura en hispanoamérica. Lewis Mumford, en un estudio clásico acerca de las ciudades afirma que el origen de éstas tiene que ver con el paso de las culturas nómades (cazadores y recolectores), a las sedentarias (dedicadas a la agricultura), y que esto se da principalmente por el asentamiento del grupo humano alrededor de los cementerios donde "vivían" sus antepasados(6). Es interesante también recordar, tal como investigan y escriben Pierre Duby y Regine Pernoud que una de las labores de las mujeres en el siglo XII en la Europa medieval, tenía que ver con el cuidado de los miembros de la familia fallecidos, que habitaban en mausoleos, dentro de la misma casa. Según Duby, había una preocupación por mantener viva su memoria a través de la palabra, recordando sus nombres, sus virtudes, sus proezas y el papel que habían jugado en la historia de la familia. Incluso relata que: "Ocurría a veces que estas palabras que conmemoraban a los ancestros quedaban escritas, y un género particular empezó a tomar cuerpo"(9). (7)

Desde el Cementerio Colón, la voz de la hablante nos contará acerca de los habitantes de su pueblo, Matanzas, al igual como en los epitafios de Spoon River, por boca de Edgar Lee Masters nos contaron de los habitantes de ese otro pueblo en el medio oeste estadounidense(8). Pero a diferencia del sarcasmo y mordacidad con que esos epitafios develaban la vida de los habitantes del pueblo norteamericano, la hablante de Matanzas responde con un contrapunto:

En este pueblo
sin una historia sórdida
no me construiré una lápida
ni el epitafio
que patentice mi mortalidad.

No.
Ni un solo chiste para mi propia mueca.

Cuatro yardas de tierra
y esos dedos salientes
entre la hilaridad del césped,
Edgar Lee Masters.

Si los espacios presentados en Parloteo de sombra están habitados por humanos, tanto vivos como muertos (como en Comala), y el espacio del cementerio es validado como la otra ciudad, Matanzas es la ciudad donde se nace, pero es también la ciudad dónde se muere. Pienso que de esta coyuntura surge una de las interrogantes centrales que arroja el poemario: ¿se añora para morir el mismo lugar dónde se nació?; es decir, se quiere volver allí como "Lorenzo/ García Vega/ (el muerto/ más grande del pueblo)" y regresar -"sin aspavientos-/ en un carrito de supermercado/ tirado por Gombrovicz/ y la noche." (23), ¿o bien se prefiere correr el riesgo de Santiago Humberstone que vuelve, no a su lugar de origen Escocia, sino al lugar donde "llegué a hacer la América" (76) y al que entregó su vida, pero que al volver y extender sus raíces a dieciséis metros bajo la tierra y no encontró agua, pues el desierto y la muerte fueron mucho más poderosos que toda su autoridad y sus creaciones?

II El camino de Santiago ¿Cómo se transita?

La hablante del poemario es trashumante, y aunque la tierra natal es el lugar que se añora en la distancia "Cómo volver allí, como volver. /Ánimas/ Trocadero/ Zanja/ Amargura/ entran como plomo en la sangre."(41), se vive lejos, con el dolor del desarraigo, pero aquilatando la contradictoria libertad de "El danzante" que se atrevió a cruzar el río:

Levántense mis huesos.
............... Como vara
de Moisés se separan
el Antes y el Después
y todo queda
............... -zarza-
fusionado en Esto:
crisálida, cascajo, escupitajo,
putilla del rubor
helado, escapo
a férrea ley:
devoro el agua, el pez,
me sobrevivo.
Estoy muerto.
Estoy vivo.
Soy un rey.

La hablante que parlotea en la sombra, es una viajera bifronte, cuya mirada se dirige a un doble horizonte, el de la partida y el de la llegada, pero de una partida y llegada que se extiende a La Partida y a La Llegada, léase vida y muerte. De la partida añora, por ejemplo en "Mi Dios qué bellos éramos", al igual que César Vallejo, a la familia (en este caso literaria) ya dispersa y desparecida:

Carlos
Omar
Sigfredo
Ángel.
(Aguedita, Nativa, Miguel).

Yo vi perderse a una generación. (35)(9)

Y por cierto se recuerda a Raquel, la madre, la que "va por agua/ sin piedra de fundamento"(24), con la que se pueden ver "Dos girasoles sobre el asfalto", pues "Su mano borra todo sucio paisaje", y a la que "siempre regreso, pequeño afluente,/ buscando un poco de sosiego/ como se le da al enfermo/ una cucharada de sopa." (45)

Una serie de marcas en el poemario ponen de relieve, no solo las añoranzas hacia lo pasado y las complejas bondades de la libertad del desarraigo, sino el cómo se vive esta itinerancia, qué sucede en el paso a paso que recorre el camino. En otras palabras, en este Parloteo de sombra, aparte de la tensión entre el binomio partida - regreso, o sea entre cuna y sepultura, la vida peregrina se experimenta de una determinada manera, reconoce una dinámica que considero indispensable desentrañar, pues imagino que otra pregunta central que debe hacerse todo peregrino en su caminar, es si vale la pena apegarse a la tierra que va pisando, y si se arriesga a echar raíces en ella. En este notable poemario de Damaris Calderón, consideraré la aparición de los diversos personajes presentes en el texto, como una de las respuestas implícitas.

Veamos: ya en los epígrafes está Cioran(10), que como sabemos nace en Rumania (1911), pero emigra a Francia a los 24 años y allí muere en 1995. En un fragmento de Breviario de podredumbre éste afirma:

Me seducen las distancias lejanas, el inmenso vacío que proyecto sobre el mundo. Crece en mí una sensación de vaciedad; se infiltra en mi cuerpo como un fluido ligero e impalpable. En su avance, como una dilación hasta el infinito, siento la presencia misteriosa de los sentimientos más contradictorios que ha acogido jamás el alma humana. Soy feliz e infeliz a la vez. Estoy exaltado y deprimido, desbordado por el placer y la desesperación en la más contradictoria de las armonías. Estoy tan alegre y tan triste que en mis lágrimas se reflejan el cielo y la tierra al mismo tiempo. Aunque sea solamente por la alegría de mi tristeza, querría que no hubiera más muerte en esta Tierra.

También están presentes en el poemario Wittgenstein(11) y Gombrowicz. Del primero, según la hablante: "La fiera de Wittgenstein, de Dios,/ escribe/ -ara-/ el mismo surco"(22-23), destaco que nació en Viena, que a partir de los 23 años se fue a Inglaterra y estudió en Cambridge, luego se va a vivir solo a Noruega, fue profesor en Austria, jardinero en un convento de Viena, para finalmente volver a enseñar en Cambridge, adquirir la nacionalidad inglesa en 1938 y morir allí en 1951. El segundo Witold Gombrowicz(12) , hoy por hoy famoso escritor, fue emigrante polaco que así cuenta su llegada a Argentina en 1939:

De pronto me encontraba en la Argentina, completamente solo, incomunicado, perdido, extraviado, anónimo. Estaba un poco excitado y algo asustado. Pero al mismo tiempo celebraba con pasión entusiasta aquel golpe que me había despedazado y expulsado de lo que hasta ahora había sido mi camino ¿la guerra? ¿el exterminio de Polonia? ¿el destino de los míos, de la familia? ¿mi propio destino? [...] Desde el primer momento amé la catástrofe que odiaba, la que también terminó por destruirme. En mi naturaleza estaba celebrarla como la oportunidad sublime de intimar con lo vulgar en la oscuridad."

Junto con los escritores antes mencionados, también están los cubanos: José Kozer, poeta ampliamente conocido en la actualidad, que nace en La Habana el 40 y emigra a USA el 60, donde aún permanece; otro que, "A la sombra/ de los jagüeyes/ (no ceibas)/ Lorenzo/ García Vega/ vuelve/ amarrado a otras bestias" (22), es el poeta coterráneo, nacido en Jagüey Grande, comuna de Matanzas en 1926, que emigra a Nueva York en 1970, y luego a Miami.(13) Y, para cerrar el círculo, también está, en boca de la hablante:

Yo,
José Lezama Lima,
(14)
el gran embaucador,
el provinciano,
hice nevar en el país sin estaciones,
alcancé el tokonoma
sin otro ácido que la poesía.
(72)

Al igual que todos los mencionados anteriormente, Lezama Lima es un gran viajero, pero, a diferencia de los demás, da cuenta del mundo sin haber salido de su casa familiar en La Habana vieja. Este viajero inmóvil, "el gran embaucador provinciano", escaló las más altas cumbres, a punta de pura poesía.

Afirmaba que en esta galería de personajes de Parloteo de sombra podría vislumbrarse una primera respuesta, aunque parcial, de cómo se vive el peregrinaje, de si el caminar de la hablante siempre añora la tierra del origen, o bien si busca echar raíces en la tierra que va pisando. Mi respuesta provisoria es que la trashumancia en el poemario es ambivalente, pues tanto el desplazamiento de unos personajes como el sedentarismo del otro, Lezama Lima, nos muestran que el viaje, con sus arraigos y desarraigos, está tensionado tanto por el adentro del viajero como por el afuera de lo viajado. Dicho en otros términos: meta y camino están tanto dentro del peregrino como sobre el camino que recorre, pues esta situación ambigua conforma un modo de sentir y de vivir. Recordemos que Ciorán afirma: "Me seducen las distancias lejanas, el inmenso vacío que proyecto sobre el mundo", y que desea "vivir en la más contradictoria de las armonías".

Ahondando en la búsqueda de una respuesta, acudamos al poema "Riberas del Mapocho", donde la hablante se pregunta, al igual que Heráclito: "¿el camino de bajada es el mismo? / [....] Y las lajas de las piedras repiten/ que el camino de bajada es el mismo"(31). Pareciera, entonces, que la ambivalencia entre arraigo y desarraigo y la tensión que ésta genera, se mantiene en el cómo se vive el día a día y este binomio, más que ligarse al origen y el destino del caminante, va de la mano de la posibilidad o imposibilidad de enraizarse en las cosas, en las personas, en las ciudades. En definitiva, tiene que ver más bien con la fugacidad de la vida que siempre se está escurriendo, ya sea en el país natal o en el de adopción, ya sea en el camino de bajada o en el de subida, pues "el camino de Santiago/ nos ha tomado toda la vida"(38), como se afirma en "Maneras de no acceder a Santiago". En este mismo texto la hablante explicita aún más su mirada:

Peregrino de Enmaus
camino en círculos.
Si abro la mano
la moneda del taumaturgo,
un paisaje trizado aparece
(37)

Cabría preguntarse también, si la viajera de este Parloteo de sombra piensa que ¿"Hay que coser (Kozer)/ el paño del país" (24), si vale la pena intentar recomponer el paisaje trizado que se guarda en la mano. Pero en "Vendrán días peores" se explicita la conciencia de su imposibilidad: "el sol rompe en migajas el país natal" (42). Podría uno preguntarse, entonces, ¿es elegíaco el recuerdo de lo perdido, de lo pasado?, ¿se recuerda en el día a día con añoranza el mundo del origen?, ¿calzaría este Parloteo de sombra, bajo el antiguo tópico del Ubi sunt? Creo que la respuesta a esta pregunta es, al menos dudosa, pues lo perdido del pasado no es más alcanzable que lo que se está viviendo en el presente. Prueba de ello es que la hablante recuerda con añoranza su pueblo natal, a su madre a su familia, pero al mismo tiempo no quiere terminar bajo una lápida con epitafio en el Cementerio de Colón para patentizar su mortalidad, como tampoco quiere estar encerrada en la "Celdilla de la abeja/ de la mano/ [que es] -panal de muerte-", sino que prefiere ser "Bocanada" (29), y respirar luz.

Podría apuntar más bien que el tono elegíaco por lo perdido es ambivalente, pues se despliega al binomio completo: tanto a lo que se vivió en el pasado como a lo que se vive en el presente, porque ambas situaciones están marcadas por el arraigo y el desarraigo, por la posibilidad e imposibilidad de la posesión, que es una realidad permanente, como el camino de Santiago, que dura toda la vida y en el que "Tocar la piedra/ avanzar/ no procurará ningún sosiego". (38)

III El destino del viajero, el camino en Bustrófedon

Para terminar quisiera responder a una última pregunta: ¿cuál es el destino de esta viajera? Respondo: un camino en bustrófedon, tanto para la escritura, como para la vida.

Como explicaba al inicio, bustrófedon era un tipo de escritura que giraba como los surcos hechos con bueyes, en la que se escribía de izquierda a derecha y de derecha a izquierda, en líneas alternadas. En otras palabras, supone un movimiento permanente de volver al punto inicial, y luego volver a regresar y así sucesivamente. Pero se regresa a contrapelo de la escritura convencional y, por lo mismo, lo más difícil resulta retornar al lugar de origen, como los salmones subiendo cascadas. Podemos decir que el salmón cumple su Gestalt cuando logra subir y desovar en el mismo lugar que nació y, si sobreviven sus alevines, vuelven a bajar y así sucesivamente. Es interesante hacer notar en este punto del recorrido, que esta escritura en bustrófedon también liga al poemario de Damaris Calderón con otro insigne escritor cubano recién fallecido (que también vivió de arraigos y desarraigos como todas las personas antes mencionados) que no logró morir donde nació. Me refiero a Guillermo Cabrera Infante (Gibara, 1929 -2005, Londres), pues en su gran novela Tres tristes tigres (1967), él también había recogido este difícil trazado de bueyes y lápiz, a través del personaje Bustrófedon, que aparece destacado en el capítulo titulado "Rompecabeza".

La escritura de Damaris Calderón en Parloteo de sombra reconoce este mismo gesto de arar- escribir, contra la corriente, e incluso lo explicita en el primer poema del libro, aunque cambiando el acento de la palabra:

Escribe
-ara-
el mismo surco
(bustrofedón bustrofedón)
de derecha a izquierda
de izquierda a derecha
siempre
en sentido contrario. (23)

El poemario es escritura en bustrófedon, puesto que es un texto que va del presente al origen, en camino de subida, con dolor y con esfuerzo, lleno de interrogantes y contradicciones como en "Santiago Humberstone" dónde se pregunta si vale la pena echar raíces cuando finalmente "El desierto y la muerte recobran su señorío" (79). Pero aunque está signado con dudas, preguntas, contradicciones que, tal como afirma la poeta argentina Basilia Papastamatiú(15), "hacen al lector aventurarse en un territorio impreciso, enfrentándose al hecho ineludible de encontrarse ante La Gran Broma o El Gran Drama", pienso que la presencia de este nuevo poemario es testimonio de haber remontado el río. Pues si somos congruentes con la afirmación de que lo único cierto, lo único que se tiene es el presente, a pesar de toda su carga contradictoria, pienso que la existencia de Parloteo de sombra y de la comunidad que lo confeccionó, que es una comunidad de vivos, no de muertos, se está testimoniando que la autora logró desovar en su lugar de origen. Más aún, considero, por una parte, que la identidad y el contexto de producción de este objeto rescribe el texto que lo contiene y lo convierte, de un monólogo en solitario escrito en la lejanía, en un diálogo con sus seres más cercanos y queridos, y me aventuro a afirmar también, que esta comunidad matancera, consciente o inconscientemente, siempre estuvo implícita en la proceso de la escritura de la autora. Por otra parte, pienso que la confluencia de autora y proceso de escritura, y receptores implícitos y proceso de elaboración del objeto, se constituye en un nuevo espacio de habitación, en un nuevo territorio, que no es propiamente ninguna de las ciudades señaladas en el texto, ni tampoco ninguno de sus cementerios.

Es entonces paradojal que este poemario signado por la muerte, ya antes de su inicio a través de sus primeras páginas, sea un objeto que obliga a su texto a hablar de la vida, que lo rescriba, a causa de una hablante que vuelve, contra la corriente, a su lugar de origen.

Decía que esta escritura en bustrófedon es válida tanto para el libro como para la vida humana porque, además de lo anteriormente dicho, este viaje de ida y venida que no cesa es el gesto con que la hablante enfrenta la muerte, una muerte concebida como un permanente tránsito: "Ser brizna de hierba/ que una mano se lleve/ a la boca" (28).

 

 

 

 

NOTAS

(1) Escritura utilizada por los griegos entre el año 800 y 700 a. C., que copiaron de los fenicios. En esta escritura, se escribía de izquierda a derecha y de derecha a izquierda, en líneas alternadas, a semejanza de la arada que se hace con los bueyes para hacer los surcos.

(2) Esta edición del poemario a cargo de Laura Ruiz, diseñada y con dibujos de Rolando Estévez, más un extenso equipo de realización, tal como reza en el texto, fue publicada en Cuba, el verano del 2004 y "consta de doscientos ejemplares iluminados a mano, numerados y totalmente manufacturados por las Ediciones Vigía de Matanzas en su colección Del san Juan". Se explicita también que: "Para su confección se usaron papeles de diversos gramajes y texturas, así como retazos de tela blanca."

(3) Toko (1710 - 1795), poeta japonés de haikus. Tanto este poema como su autor están incluidos en Poetas japoneses a la muerte Escritos por monjes zen y poetas de Haiku en el umbral de la muerte. Libro antologado, prologado y comentado por Yoel Hoffmann. Barcelona: DVD Ediciones, 2002.

(4) Todo lo anterior aparece en el libro sin numeración de páginas, y el inicio de los poemas en la página 21.

(5) El Municipio de Jagüey Grande es uno de los veintidós municipios en la provincia de Matanzas. Se encuentra al sur de la provincia. Su territorio cubre una extensión de 132 kilómetros cuadrados. Al este limita con el municipio de Manguito; al norte con el de Agramonte; al oeste con el de Pedro Betancourt; y al sur con la provincia de Las Villas.

(6) Lewis Mumford (1895-1990), filósofo social, historiador y urbanista estadounidense. Escribió dos docenas de libros y un millar de artículos, impulsó la Regional Planning Association of America, filmó documentales y enseñó en diversas instituciones; siempre en torno a la ciudad, con toda la complejidad de sus contextos históricos, geográficos, tecnológicos y filosóficos, practicando una crítica urbana y arquitectónica de alcance cultural más que académico. El texto aludido es The city in history, publicado inicialmente en 1961.

(7) Georges Duby, Mujeres del siglo XII Recordando el linaje femenino. Santiago de Chile: Editorial Andrés Bello, 1996.

(8) La Antología de Spoon River es una corrosiva y sarcástica recolección de epitafios que dialogan entre sí, y que tienen la gran virtud de ser un espejo de la vida y el sentir del midwest norteamericano; son un reflejo de sus valores y contradicciones en medio de los efectos de la vida moderna. En el libro, los habitantes de Spoon River adquieren una sinceridad particular, sinceridad que puede ser expresada por quienes ya no tienen las ataduras formales y sociales de un ser vivo. Lee Masters logró crear esa sinceridad, esa compleja franqueza llena de humor negro e ironía en el discurso poético, característica que quizá ha hecho de esta obra una de las piezas claves de la poesía en lengua inglesa del siglo XX.

(9) Los nombres mencionados en el poema corresponden a poetas de la generación del 80 en Cuba, compañeros de Damaris Calderón: Carlos Augusto Alfonso, (La Habana, 1963), autor del cuaderno El segundo aire (1987), Premio David de poesía de 1986.
Omar Pérez, autor en poesía de: ¿Oíste hablar del gato de pelea? (1999) y en ensayo de La perseverancia de un hombre oscuro (2000).
Sigfredo Ariel (Santa Clara, 1962), ha publicado los poemarios Algunos pocos conocidos (Premio David 1987), El cielo imaginario (1996), Las primeras itálicas (1997), Hotel Central (1998), Los peces & la vida tropical (2000) y Manos de obra (2002), Premio Nicolás Guillén. Es además realizador de radio y productor discográfico, oficio en el cual se ha embarcado en el rescate de la música tradicional cubana.
Ángel Escobar (Guantánamo (1957-1997), Obtuvo el premio David de Poesía con su libro Viejas palabras de uso (1978), al que siguieron otros siete poemarios, premios y reconocimientos y una recopilación de relatos como Cuéntame lo que pasa. Sus poemarios son: Epílogo famoso (1985), La vía pública (1987) Allegro de sonata (1987), Malos pasos (1991), Todavía (1991), Abuso de confianza (1992 y 1994), El examen no ha terminado (1997), La sombra del decir (1997). Sabemos que vivió dos años en Chile.

(10) Ciorán nace en Rumania en 1911, pero que emigra a Francia a los 24 años, en 1935 y allí muere en 1995.

(11) Ludwig Wittgenstein nació en Viena en 1889, hijo de un próspero industrial del acero, creció junto a sus siete hermanos, en un ambiente rico en estímulos culturales y artísticos. A partir de 1912 siguió estudios en Cambridge bajo la dirección de Bertrand Russell. Para poder concentrarse mejor en sus estudios, se fue a vivir en soledad a Noruega. Allí le sorprendió el estallido de la Primera Guerra Mundial y se alistó como artillero en el ejército austro-húngaro. Tras repartir buena parte de la considerable herencia paterna entre sus hermanas y un grupo de artistas e intelectuales (Rainer Maria Rilke, entre ellos), llevó una vida austera y retirada, primero como maestro de escuela en Austria y después como jardinero en un convento de Viena entre los años 1920 y 1929.

(12) Witold Gombrowicz (Maloszyci, Polonia, 1904 - Vence, Francia, 1969). Junto con Joyce y Kafka, algunos lo consideran como uno de los escritores vanguardistas más interesantes del siglo XX. Hijo de un rico abogado y terrateniente, estudió en una escuela católica y se licenció en Derecho en la Universidad de Varsovia. Residió en París durante tres años y en 1929 volvió a Polonia, donde frecuentó las tertulias literarias. En esta época se publican sus primeras obras: una colección de cuentos Memorias de la inmadurez o Bakakai (1933), la obra de teatro La princesa Yvona de Borgoña (1938), y las novelas Ferdydurke (1937) y Los Hechizados (1939). La Segunda Guerra Mundial le sorprende en Argentina y decide quedarse allí, donde vive pobremente veinticuatro años. En esa época escribe buena parte de sus mejores obras, como la pieza teatral El matrimonio (1953), su Diario argentino (1957) y las novelas Trasatlántico (1953), Pornografía (1960) y Cosmos (1965). En Polonia es víctima de la censura y sólo es levantada durante un breve período entre 1957 y 1958. Por esta razón tarda en ser un autor conocido en Occidente. Regresó a Francia en 1964, y falleció en Vence en 1969.

El año de publicación de Parloteo de sombra, se celebró el centenario del nacimiento de Gombrowicz.

(13) Lorenzo García Vega nació en 1926. Poeta, narrador y crítico. Nace Jagüey Grande y llega a La Habana siendo adolescente y se relacionó con el Grupo Orígenes. En 1945 concluyó el Bachillerato en el Instituto de La Habana. Con la obra Espirales del Cuje obtuvo en 1952 el Premio Nacional de Literatura. En 1954 se graduó de Doctor en Derecho en la Universidad de La Habana y en 1961 obtuvo el título de Doctor en Filosofía y Letras. Fue responsable de publicaciones en la Comisión Nacional Cubana de la UNESCO y Subdirector del Centro de investigaciones literarias del Consejo Nacional de Cultura. Trabajó en el Instituto Cubano del Libro y colaboró en la elaboración del Diccionario de la Literatura Cubana. En 1968 se estableció en la ciudad de Nueva York y luego en Miami, Estados Unidos.

(14) Nace el 19 de diciembre de 1910 en el Campamento de Columbia, en las proximidades de La Habana, donde su padre era coronel. Ya en la capital, participa en los alzamientos estudiantiles contra la dictadura de Machado y se matricula en Derecho. Desde 1929 hasta su muerte, vivirá primero con su anciana madre y, más tarde, con su esposa en una casa de la parte vieja de la ciudad, tolerado a duras penas por el régimen, y sólo abandonará la isla durante dos breves estancias en México y Jamaica. Poeta, ensayista y novelista, patriarca invisible de las letras cubanas.

(15) Basilia Papastamatiú es una poeta argentina radicada en Cuba desde hace varias décadas, que expresa lo citado en la contratapa del libro Duro de roer (1999) de Damaris Calderón, pero que me parece perfectamente aplicable para Parloteo de sombra.

 

 

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"Parloteo de sombra" o la escritura en Bustrofedon.
Por María Inés Zaldivar.
Publicado en AÉREA N°8, Santiago, Buenos Aires, 2005.