"Porque si bien esta 
            imagen que han construido es de tristeza, 
            también de placer es"
          Diamela Eltit, Lumpérica.
          1. Aspectos preliminares.
            
            Un elemento característico de la narrativa de Eltit es la innovación 
            por medio de la reconversión de conceptos, tópicos, 
            símbolos y esquemas desde la perspectiva social hasta el estilo 
            literario. Eltit toma los modelos predominantes impuestos y, como 
            dice a mi parecer muy acertadamente Raquel Olea(1) 
            , los des-ordena. Se produce un des-ordenamiento de estructuras sociales, 
            re-significación  de 
            conceptos, re-ordenamiento de géneros sexuales. Enfrentar la 
            literatura de Eltit implica, por lo tanto, revestirse del nuevo entorno 
            significativo y estético que ha creado la autora. El lector 
            es quien se inscribe en el lenguaje del discurso literario y no lo 
            contrario.
de 
            conceptos, re-ordenamiento de géneros sexuales. Enfrentar la 
            literatura de Eltit implica, por lo tanto, revestirse del nuevo entorno 
            significativo y estético que ha creado la autora. El lector 
            es quien se inscribe en el lenguaje del discurso literario y no lo 
            contrario. 
            
            Desde la perspectiva comercial, una propuesta tan innovadora es atrevida. 
            En tales condiciones, comprendemos que la aceptación del mercado 
            para con la autora no fue, en principio, tan amplia como la calidad 
            de su obra merece. Olea atribuye tal situación, más 
            que a la recepción del lector, a los sectores oficialistas 
            de la cultura. La estudiosa identifica dos polos culturales hegemónicos 
            en la década de los ochenta que no habrían sabido aceptar 
            la nueva propuesta. El primero, formado por la crítica literaria 
            oficialista que se inscribe dentro de los parámetros de las 
            estructuras tradicionales, y que se habría limitado a definir 
            a la literatura de Eltit como críptica. El segundo, proveniente 
            de la izquierda oficialista que, aun sin ser mediática, impone 
            cánones culturales y rechaza lo que está fuera de su 
            posición de resistencia contra la dictadura, por no tocar los 
            tópicos a ellos inherentes.
          El nuevo orden literario de ruptura semántica nace de rechazo 
            al orden establecido: poderes institucionales, estructuras sociales 
            y sobre todo el posicionamiento de la mujer. Por medio de la transgresión 
            de modelos se quiere gestar otros nuevos. Des-armar. Romper el esquema 
            del establishment cuyo centro es la ciudad; poder inaprensible 
            contra el que litiga la narradora. 
            
            La trama transcurre entre el actuar de Francisca que tras la desaparición 
            de Manuel, litiga por no ser consumida por una ciudad que hará 
            prevalecer una jerarquía tácitamente aceptada. El espacio 
            urbano plasma su carácter coercitivo en Ana y Sergio, seres 
            ya consumidos y des-almados.
           
          2. El nuevo T
            ................. e
            ..................x
            ..................t
            ..................o
           Francisca intenta contar su historia de permanente crisis a través 
            de sus encuentros con Manuel, Sergio y Ana. El receptor y el productor 
            de la narración es el cuerpo. La novela es un cuerpo físico 
            que debe ser descifrado por el lector, al igual que el cuerpo de Francisca: 
            debe descifrarse la dimensión física de la dentidad. 
            
            
            El cuerpo es el que remite el caótico espacio por medio de 
            las palabras. Pero el caos es inconmensurable y absoluto, de ahí 
            la incapacidad del signo de captarlo y del cuerpo de aprenderlo:
           
            "No habría forma de detallar 
              lo que fueron esos días, porque esos días no pueden 
              ser contenidos por las palabras. No existe la menor manera de explicar 
              cómo se empiezan a desbandar los signos. Era sutil y violento 
              a la vez. Estaba adentro de mi cabeza y estaba sólo en el 
              espacio exterior."
          
           El escribir es un acto de salvación limitado, pues no hay 
            salvación. La narradora se ve complicada ante la imposibilidad 
            de expresar un estado de mundo que la acongoja en su absolutidad. 
          
           
            "Inicié el angustioso viaje tras 
              mis propias pistas abriendo un jeroglífico por los extramuros 
              de mi mente. Suspendí los temas que podrían haberme 
              aportado mayores beneficios para dejarme caer en una historia cuya 
              forma era, en extremo, peligrosa."
          
           El acto confesional se desacredita a sí mismo: "duermo, 
            sueño, miento mucho". Ante la vigilancia silenciosa de 
            la que Francisca es la única víctima que percibe. La 
            ruptura del canon estético es un acto de des-borde y des-orden 
            ante el agobio. 
            
            La escritura, aquí un ente limitado, sólo dice lo que 
            puede decir. El resto lo expresa el silencio. Existe una realidad 
            que se intenta eludir
           
            "…mientras Manuel luchaba por devolverme 
              una realidad que se volvía insoportable cada vez que abría 
              los ojos"
              
          
          3. Mundo narrativo: urbe y tensión.
            
            La ciudad en Vaca sagrada es un espacio envolvente, absoluto 
            y agresivo. Los personajes se ven atrapados en espacio estrecho e 
            ineludible. La trama transcurre en una densidad que proviene del recuerdo 
            doloroso e inaprensible provocado por una fuerza soterrada que, sin 
            prejuicio de su silencio, es simiente del discurso.
            
            La posición de la urbe como ente absoluto produce una atmósfera 
            de persecución y de predestinación. Los personajes están 
            atrapados por un hado innominado: peligros que acechan y que no están 
            del todo claros. Una tensión trágica traspasa el aire 
            y los personajes parecen estar condenados a un estado de caos que 
            aumenta la crisis interna y la inseguridad.
            
            Los personajes se desenvuelven en un medio básicamente hostil 
            y los percibimos en una constante persecución. Como la fuerza 
            es en apariencia invisible, se es partícipe de una paranoia 
            colectiva. Los individuos están siempre alerta y en estado 
            de tensión. "La muerte se agarraba de los lugares menos 
            esperables. La muerte no estaba visible por ninguna parte".
           La separación de Francisca y Manuel y el encarcelamiento 
            de éste en el Sur, es la declaración de agresividad 
            urbana que desde entonces va en aumento:
           
            "Más tarde, mientras caminábamos 
              por la ciudad -debo decir que la ciudad ya estaba increíblemente 
              tensa-, Manuel me anunció que volvería al Sur."
          
          El Sur, espacio idílico del imaginario nacional, es trastocado, 
            re-significado; no hay ningún lugar que se salve. La urbe, 
            en una onda expansiva, abarca todos los rincones del cosmos narrativo. 
            La urbanidad es absoluta y envuelve todo: espacios y personajes. 
            
            Tras la separación de Manuel, la ciudad se constituirá 
            en un antagonista que ha manifestado su agresividad a Francisca abiertamente:
           
            "Atravesando esa noche me separé 
              de él en una esquina que a mi memoria le resulta totalmente 
              enemiga." 
          
           Junto con la sensación de abandono que desde ahora será 
            permanente, aparece un nuevo hombre en la vida de Francisca, Sergio. 
            Las condiciones de su aparición son particularmente angustiosas. 
            "La sensación de muerte se acababa de instalar en la ciudad."	
            
            
            La presencia de la urbe se distingue su actuar en cuatro espacios: 
            calle, bar, trabajo y salón de baile. Cada uno tiene su particular 
            implicancia. 
          
            a) La calle es transición, el movimiento hacia las nuevas 
            posibilidades, la conexión de los espacios y el lugar de la 
            exposición. Aquí es donde la ciudad se hace más 
            omnipotente. Sólo se está en la calle por necesidad 
            imperiosa de movimiento. La expectativa agresiva aquí adquiere 
            potencial. Es acá donde la narradora se siente más perseguida. 
            En síntesis, la calle es la configuración de lo inhóspito 
            y peligroso. "Es la violencia instalada en la ciudad" (2).
           
            "Alguien me seguía. Supe claramente 
              que un hombre me seguía mientras caminaba por la avenida. 
              Ya había oscurecido y me encontré avanzando en las 
              calles sólo acompañada por la música que de 
              dejaba oír desde el interior de las casas. En ese tránsito 
              lo descubrí. El ruido de sus pasos me alarmó y, cuando 
              me di vuelta, percibí su figura a una cierta distancia. Imágenes 
              de muerte y de ceguera se desencadenaron en medio de un terror difícil 
              de expresar."
          
          b) El bar es el expendio de alcohol donde los personajes van 
            a afirmar su marginalidad. Notemos la imagen de decadencia:
           
            "Una tarde desperté en el suelo 
              de un baño de un bar manchada por mis propios vómitos."
          
          Pero la marginalidad no se sustenta en la en la tipificación 
            de la vida nocturna sino más bien en la oposición a 
            los centros de poder.
          c) La urbe controla a los cuerpos por medio de los medios de producción. 
            El trabajo es donde se está obligado a participar para 
            sobrevivir y mantener viva la corporalidad. Es un yugo que Francisca 
            quiere eludir pues implica la absorción del sistema y, esencialmente, 
            es el medio de control de la institucionalidad. El personaje depende 
            del trabajo y no lo contrario. Se manifiesta una precariedad al no 
            existir la opción. Se sobrevive en tanto se es parte de la 
            urbe si se trabaja. Francisca declara: "resistí porque 
            fui urbana".
            
            El aceptar el estatus laboral impuesto implica la muerte del alma, 
            volverse completamente cuerpo: 
           
            "Una vez más me había 
              equivocado levantando un bastardo sueño laboral. Entendí 
              la soledad que me esperaba y la obligación de aceptar un 
              rígido salario que me acompañaría hasta mi 
              fin. Un final mezquino por la mezquina paga que merecía el 
              asalariado oficio de mi mano. Un cuerpo asalariado escondido tras 
              la fuga de mi mano. Había vendido todo lo que tenía 
              para encontrarme con las trabajadoras, pero las trabajadoras estaban 
              terriblemente infiltradas, dependiendo de un salario nostálgico, 
              la paga restringida de sus cuerpos que debían danzar hasta 
              morir, regalando los bordes, las facciones, el odio primitivo de 
              los rasgos. Una palabra anárquica era mi paga, un gemido 
              nocturno, una demanda inútil."
          
          d) El salón de baile es el lugar de contacto comunitario 
            que está cambiado -travestido- de su verdadera finalidad; se 
            trata del centro de reunión de la insurrección. Un grupo 
            de mujeres, indistintas en su excesivo maquillaje y marcadas por tatuajes 
            que se perciben como marca de serie -marcas ganaderas-, organiza una 
            resistencia para lograr mejoras su situación habitacional 
          e) El domicilio es espacio de intimidad donde los cuerpos 
            desarrollan su interacción básicamente sexual. La ciudad 
            es menos agresiva acá pues no logra entrar. Las mujeres que 
            planean una demanda habitacional declaran el conflicto claustrofóbico: 
            el domicilio pierde terreno en favor de la ciudad: "¿Cómo 
            viviremos si nuestros cuerpos chocan contra las paredes?, ¿cómo 
            será posible seguir viviendo así?". La precariedad 
            de los personajes aumenta.
            
            Sabemos que la obra literaria es lo que dice, pero también 
            lo que calla. En la urbe narrativa existe una fuerza antagónica 
            contra la cual los personajes no son capaces de litigar. El cosmos 
            apunta hacia el orden de la estructura. La situación queda 
            manifiesta particularmente en torno al tópico del trabajo ya 
            mencionado. 
            
            El cosmos se ha regido siempre por la cultura patriarcal. Ser mujer 
            y revelarse resulta peligroso. El litigar contra el cosmos deviene 
            en la autodestrucción
          
            4. El cuerpo: deseo, sangre y creación textual.
          Los personajes, que son básicamente cuerpos, son accionados 
            por la fuerza del deseo. Cada cuerpo se descubre en el deseo de explorar 
            al otro. La posibilidad de interactuar con otros es una alternativa 
            para sobrevivir al accionar coercitivo de la ciudad:
           
            "Allí me obligué a sentirme 
              en cada instante seducida, porque era preciso aferrarme a algo que 
              borrara de mí la perversión desatada en esos tiempos."
          
           A través del cuerpo se puede lograr un des-orden del estatuto 
            del caos. La potencialidad del placer materializa al deseo como un 
            ente trasgresor pues no sucumbe a la ciudad. El acto mismo de desear 
            le da al sujeto fuerza suficiente para hacer frente al peligro y resistir 
            las embestidas de ese poder. La mujer se traslada así en la 
            novela de un extremo a otro. Ya no es objeto del deseo, sino un objeto 
            deseante.
            
            El cambio en la posición de la mujer transgrede el canon moral 
            burgués pues "habla de su cuerpo caliente y lleva adelante 
            la iniciativa en el acto de apropiación del cuerpo ajeno" 
            (3).
            
            Por medio de la corporalidad, cada ser se descubre a sí mismo 
            toda vez que descubre a los demás sujetos como seres que son 
            esencialmente cuerpo. La sobredimensión corporal nace de la 
            esencialidad del ser, cuyo atributo y medio de interacción 
            es la materia.
            
            El cuerpo es espacio de experimentación que des-arma identidades. 
            En un ámbito donde todo es particularmente tangible, renuente 
            a lo metafísico. El cuerpo que se desplaza en el territorio 
            urbano adquiere una connotación particular. Francisca cuenta 
            desde la perspectiva de su cuerpo, siempre sangrante mientras no se 
            somete a la ciudad. 
            
            Siempre dentro del propósito de abolir el ideario cultural 
            impuesto, el cuerpo de la mujer adquiere nueva autonomía. La 
            resignificación del cuerpo femenino pasa en Vaca sagrada por 
            el sangramiento y el deseo. 
            
            La sangre derramada por el hombre siempre se ha tolerado más 
            que en la mujer. El hombre, en su calidad tipológica del ser 
            violento, es afecto al sangramiento sin caer en lo grotesco. La mujer, 
            ser que es por naturaleza sangrante, ha sido vedada de ser susceptible 
            a la hemorragia. En muchas culturas el periodo menstrual ha sido visto 
            como algo negativo. La concepción occidental esconde eufemísticamente 
            los ciclos femeninos con conceptos como enfermedad o indisposición. 
            La menstruación deviene en un acto desagradable, sucio. La 
            mujer siempre sangra, pero no se debe saber que sangra. Eltit sustenta 
            otra concepción del cuerpo. Trastoca la situación oponiendo 
            la realidad a la de su protagonista, que es un ser sangrante: "Dijo 
            que no quería nada conmigo, si yo estaba con sangre". 
            
            
            Francisca es un ser sangrante y rompe con la tipología. La 
            sangre deriva en un proceso de creación textual -"Sangro, 
            miento mucho"- que va unida íntimamente con el deseo y 
            placer. Cuando la protagonista deja de sangrar -deja de ser-, se incorpora 
            a la sociedad y a la institucionalidad. Abandona su ser sangrante 
            para volverse un sujeto social.
            
            La sangre no es aquí un ente doloroso o por el cual se escape 
            la vida, si no un elemento de placer que es evasión de la urbe; 
            la creación textual -la mentira- son procesos accionados por 
            el placer y la sangre, y que escapan de la urbanidad como ente agresivo 
            de poder:
           
            "Era ahí entre la sangre, cuando 
              tocábamos el punto más preciso de la turbulencia genital, 
              confundidos entre amenazadores flujos que nos mecían alterando 
              nuestros sentidos.
              
              Jamás hablábamos de la sangre. Simplemente la esperábamos 
              para generar la confusión de nuestros cuerpos. Fundidos en 
              la sangre, las palabras de volvían genocidas".
          
           El tema es recurrente: 
           
            "Afiebrada, sudorosa, deseante, alucinaba 
              finos cortes que atravesaban la carne. La sangre que expulsaba era 
              la única respuesta. La sangre manchando mis piernas. En esas 
              noches dejaba que la sangre corriera por mis piernas, corriera por 
              mis piernas entre días rigurosos. Ah, esas noches con la 
              sangre deslizándose por mis tobillos, el empeine, el pie, 
              el piso, las sábanas mojadas en mis sueños. 
              
              Ante la ausencia de dolor, la imagen de mi sangre reparaba a una 
              multitud en vuelo que parecía tocada por una prisa inimaginable. 
              Debía presentar la sangre para evitar mi propio ajusticiamiento. 
              Tenía que inventarlo todo en esas noches ágrafas, 
              descubrir la muerte transitando por mi cuerpo en una travesía 
              continua. Terminaba empapada en mi propia sangre para no olvidar 
              lo que era la sangre. Y no me estaba muriendo, pero sangraba. Manuel 
              estaba detenido en el Sur y mi sangre conseguía suspender 
              su muerte".
          
           La sangre es el ente de suspensión de la realidad, de la 
            creación textual y del deseo. La palabra de la mujer, como 
            la sangre, "se ve obligada a operar desde la sombra, toda vez 
            que ella no es considerada verdad auténtica"(4) .
           La narración fragmentaria y el rechazo del signo directo 
            denotan el grave estado de crisis de Francisca. En riesgo por la perspectiva 
            de consumo de su personalidad por la institucionalidad, la protagonista 
            des-arma toda estructura semántica, pera constituirse por medio 
            de un lenguaje que es más indicio que signo. Hay un algo indecible 
            debido al caos: interno, externo, permanente. La ruptura se convierte 
            en la manifestación más legítima cuando los medios 
            existentes son insuficientes. 
           
           
          NOTAS
          
           (1) 
            El cuerpo-mujer: Un corte de lectura en la narrativa de Diamela Eltit", 
            Nº42 (Agos.1993); 165-172
            
            (2) Luz Ángela Martínez, 
            "La dimensión espacial en "Vaca sagrada" de 
            Diamela Eltit: la urbe narrativa" en Revista Chilena de Literatura, 
            Nº49 (Nov.1996), p. 75.
          (3) 
            Dino Plaza, "Vaca sagrada: la propuesta de Diamela Eltit" 
            en Revista Chilena de Literatura, n° 58 (Nov. 2001), p. 65. 
            
            (4) Plaza, op. cit., p. 70.