Proyecto Patrimonio - 2007 | index | Diamela Eltit | Autores |

 


 

"Jamás el fuego nunca", de Diamela Eltit
Obituario para una esperanza muerta

Por Javier Edwards
Revista de Libros de El Mercurio. Domingo 15 de julio de 2007




Diamela Eltit ha llegado a escribir una obra monumental, de esas que resultan ineludibles como piezas esenciales de la historia literaria de un país, de un tiempo, y que constituyen un elemento clave para el entendimiento cabal de un proceso en el que todos hemos estado de alguna manera inmersos, la mayor parte del tiempo con una comprensión debilitada. Y ha escrito textos duros, hermosamente crípticos, estableciendo un camino hacia una palabra cada vez más abierta, más amigable y generosa. Así, el arco que siguen los escritos de Eltit, desde Lumpérica (1983) a Jamás el fuego nunca supone el proceso de una escritura guiada por su propia necesidad de desarrollo y maduración, en un viaje textual en el que el discurso se va ampliando como una invitación a una lectura dolorosa, pero indispensable.

El poder, sus estructuras, las formas en que se presenta y aquellas bajo las que se disfraza: los órdenes de instalación y marginalización social; los lazos de familia; la posición de los géneros: hombre, mujer; la razón y la locura; la justicia y su simulación; las estratagemas discursivas están presentes en sus textos, de una u otra forma, como una descripción, un desenmascaramiento, una denuncia. Así también ocurre, en esta nueva novela, cuyo título se apodera de parte de un enigmático verso del peruano César Vallejo, verso que después se convierte en significativo epígrafe: "Jamás el fuego nunca/ jugó mejor su rol de frío muerto", para un texto que narra la crónica de una pasión, de un fuego que nació bajo el sino del fracaso, que ya en el momento de su máxima expresión vital, acarreaba la muerte, como una bandera engañosa pero inevitable.

Jamás el fuego nunca es el relato, traspasado el umbral de la muerte, de un proyecto revolucionario de izquierda derrotado. Los protagonistas, una mujer (que relata, dialoga) y su compañero, están instalados en un tiempo que ya no es su tiempo, el nuevo siglo, el nuevo milenio y, desde él, revisan la futilidad de su aventura: "Cien años ya y pese a saber que todo fue consumado en un pasado remoto, en otro siglo y, más aún, en otro milenio, mil años en realidad, allí está el reciente siglo anterior o los mil años decrépitos, insidiosos, que se ríen con un horrible gesto para ostentar su estela de desgracia". Desgracia del proyecto frustrado, pero también del mundo que no logró experimentar el cambio. Están, además, instalados en el espacio asfixiante y reducido de una pieza, de una cama, y unos cuerpos envejecidos, enfermos, a su manera muriendo. Todo bajo una atmósfera fantasmal, estéticamente adecuada al objeto del relato, a los códigos metafóricos con los cuales representa la estructura biológica de cuerpos e ideologías, su composición celular, en el proceso mismo de la decadencia.

Como siempre, en Jamás el fuego nunca la escritura de Diamela Eltit es impecable e implacable. A través de una prosa que no teme ni la belleza formal ni el esperpento o lo grotesco, la escritora arma un relato de una efectividad impresionante, a través del cual escribe una suerte de obituario definitivo para una experiencia compartida, un fracaso en el que cohabitó toda una generación que creyó en un proyecto social y revolucionario ahora definitivamente fallecido. El texto está escrito en "... un día de un siglo distinto, de una época carente de marcas, un siglo que no nos pertenece y que, sin embargo, estamos obligados a experimentar...", y plagado de símbolos de muerte y decadencia, de esos rituales humanos mediante los que aprendemos a convivir con éstas. A través de esa atmósfera de réquiem, en la lucidez simbólica de su declaración, en aquella parte del texto que no se ha explicitado y se mantiene en el silencio de lo no escrito, pareciera alojarse la esperanza que puede arrojar la incógnita que deja el reconocimiento del término definitivo del proyecto. La lectura de Jamás el fuego nunca es una experiencia que no debe eludirse, por la inteligencia del verbo, por la estética de la palabra; una novela que agregará nuevos adeptos a la escritura de Eltit y que los lanzará a bucear en la multiplicidad de mensajes presentes en su obra anterior.

JAMÁS EL FUEGO NUNCA
Diamela Eltit
Seix Barral,
Santiago, 2007, 168 páginas.


 

 

 

Proyecto Patrimonio— Año 2007 
A Página Principal
| A Archivo Diamela Eltit | A Archivo de Autores |

www.letras.mysite.com: Página chilena al servicio de la cultura
dirigida por Luis Martinez Solorza
e-mail: letras.s5.com@gmail.com
Obituario para una esperanza muerta.
"Jamás el fuego nunca", de Diamela Eltit.
Por Javier Edwards.
Revista de Libros de El Mercurio
Domingo 15 de julio de 2007.