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CINCO SEGUNDOS DE MONTALBETTI, A VER QUÉ HACEMOS


Por Dora Moro

Mario Montalbetti es un poeta preocupado por lo que sucede en Perú con la poesía, por lo que transita en Internet, por lo que los jóvenes realizan y no es difícil advertirlo en su trabajo pues aunque su generación debió ya de absorber las raíces de la postmodernidad, no todos lo han hecho como él. La voz de Montalbetti es discursiva, bañada por los beats y los ingleses como T.s. Elliot, formula preguntas que no responde, pero las exhibe a veces con sarcasmo, expone miseria, lleva lo cotidiano a un nivel sorpresivo como en El peruano perfecto: ¿Quién es este hombre?/ ¿Qué hace este hombre(…)/¿Por qué afila los cuchillos en lugar de gozar del sol o beber un vaso de agua fría bajo el cobertizo?

Originalidad es la sensación que despierta Montalbetti con sus Cinco Segundos de Horizonte (Lima 2005) poesía diferente a la "acostumbrada", al poema descriptivo aunque fotografíe, al poema efectista aunque indudablemente provoque una reacción, lo que Mario ejecuta en cada poema es un sistema, un código en el que si el lector logra insertarse una sola vez, difícilmente abandonará la interactividad con el autor.

Montalbetti no tiene polvo en sus versos, no tiene rezagos de sesentero inconforme, actualiza las formas, no las recicla, si no que, deshebra estructuras y las muestra hilo por hilo para conformar una trama vista a zoom en cada poema; Aplica el lenguaje de una manera efectiva y joven sin rebuscamientos, nos muestra ese diálogo interno que se genera en lo cotidiano del descanso, en lo flecha de la contemplación o en lo inquieto del stress.

En los poemas de Montalbetti es palpable el instante, la congelación del sentimiento, como si varias cámaras realizaran el efecto Bullet Time y en el interior del personaje o en el discurso del poema, se moviera una conciencia parlante, mientras alrededor todo está quieto. Retórica que mantiene al lector expectante y sumido en la gimnasia mental de quien habla en cada poema.

Aliteración se antepone, luego la concreción, la síntesis. El lenguaje de los poemas parece fácil en su narrativa pero los referentes psicológicos, el riesgo en la sintaxis que expone la idea, la volición de un contraste semántico y hasta cronológico me atrevería a decir, logran redondearle al lector la percepción total del texto. Mario retuerce el curso del poema para luego extenderlo en el plano de la página y alisarlo con las manos de manera sencilla, como si después de un proceso labioroso, surgiera el poema mostrándonos "aquí no ha pasado nada" y todo queda en su sitio, como dice Bachelard. Los adjetivos se desplazan para dar movimiento, los artículos sólo en caso indispensable, los conectores o conjunciones son ganchos que engarzan trucos, fórmulas, pócimas y hasta venenos que Montalbetti riega en la hoja como parte de sus rituales filológicos. Métodos personales, estructuras minuciosas pero de apariencia simple como una maquinaria oculta a la que por fuera se le opera con un simple botón.

Un ave. Un mar. Un video al límite, cinco/segundos de horizonte y a ver qué haces. Las pausas como en pentagrama, definidas por puntos viscerales, deliberadamente funestos, terminantes. El apareo de palabras-fierro con palabras flexibles que logran un discurso rapaz. El uso de interrogantes en Cinco Minutos de Horizonte, Considerado por la crítica peruana como uno de los mejores libros de 2005, logra que los textos adquieran un bajo fondo en el que se esconden intenciones que, para el lector acostumbrado a la poesía, saltaran a la luz en la primera lectura y lograrán una reflexión, una demanda, una denuncia y una crítica por la que Montalbetti nos lleva de la mano. No poesía filosófica, si filológica, actualmente radica en Arizona enseñando …

La poesía de Montalbetti no está pegada al hueso de ningún concepto, en cada poema se despliegan temas, avisos distintos. Pareciera de pronto que la semántica ejerce un revuelo desordenado y con esto se logra una salida y una entrada como en el zoom ya mencionado.

Primero coloca una escena, un dónde, cuando, cómo y nos sumerge de pronto en un pozo de emociones o sentimientos que cuestionan la condición humana. Vuelve a la escena, a lo visual, a un paraje donde se estaciona cada color, cada objeto con razón y objetivo. De una estrofa a otra se van sucediendo imágenes claras, porque la claridad, no muy obvia, de Montalbetti es una de sus cualidades. Se logra unidad, por medio de estas sucesiones, de esta laboriosa urdimbre de nuevo y clásico, de imagen y sonido, de ritmo y corte, la unidad se impone a manera de bloque. Sí, denominaría la estructura Montalbettiana como de bloque, son como estrofas que se van sucediendo dentro de una tensión no muy rígida pero si constante. Cada recurrencia nos remite al principio o al mood de cada poema y por esto la poesía de Montalbetti es una que se recuerda, que se extrae de sus páginas para inyectarse en algún sitio de nuestro cuerpo, en el cerebro, si, pero de seguro en una pierna, en una articulación, en algún ganglio en donde lastime o incomode hasta recordarnos que el horizonte tiene siempre lágrimas por telones.

 

 


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