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SOBREVIVIR EN LA POESÍA

por Antonio Salgado,
Punto Final, Santiago, número 338, 19 de marzo de 1995, p. 18.



Afirmando que "el poeta / sólo es secretario general / de sí mismo" comienza Ernesto Guajardo su primer libro, Nosotros, los sobrevivientes (Mosquito, 1994). Poeta de interesante trayectoria a pesar de no cumplir veintiocho años todavía, Guajardo discurre en sus versos en torno al oficio poético y el compromiso social; al amor y sobre todo a la memoria trágica de los días de la dictadura.

Poesía descarnada, casi felizmente desprovista de adjetivaciones y alardes retóricos llega directamente al lector, captando del exterior, de la realidad ajena más que del espacio íntimo, el material que densifica y hace significativamente poético.

Influencias de Ernesto Cardenal y de Leonel Rugama son perceptibles, asimiladas en un lenguaje con rasgos propios. "Desde entonces" es un poema de la memoria que alude a la tristeza y la soledad producidas por la ruptura del mundo de la infancia por el golpe militar, que alcanza considerable hondura.

En el poema que titula el libro, el poeta cuestiona su calidad de sobreviviente a menos que se pregunte "las causas de nuestra buena fortuna, / o de nuestras correspondientes cobardías" para concluir que los sobrevivientes con como archipiélagos errantes "seres en busca de un navío, / en busca de un continente."

Versos cortos: "resistir / es no morir / aunque se muera", cercanos al epigrama, muestran destreza y penetración. Hay otros con fuerte carga de sátira, como los que dedica a la transición: "si ustedes quisieran / podríamos dejar esto hasta aquí; / no es necesario que estemos tan serios, / tan desconocidos / -extremos de la tierra parecemos- / no veo la razón, / si aún estamos todos manos arriba / por qué no sonreímos, / o alguien cuenta un chiste, / por lo menos.

 

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VÍBORA DE DOS LENGUAS

por Marcelo Novoa
El Mercurio de Valparaíso, 16 de diciembre de 1994

Nosotros, los sobrevivientes de Ernesto Guajardo (Mosquito Editores, 1994) transita derroteros más revolucionarios y por lo mismo, saturados de voces tutelares. Poesía testimonial, contingente, pero sin proselitismos ideológicos. Nos vienen a la memoria poetas mártires como Roque Dalton o Javier Heraud. Estos son otros tiempos, pensamos, incluso el poeta es más joven de lo esperable para tales compromisos. Allí reside su virtud -cierta distancia desencantada del partido- aunque no se resuelva a abandonar del todo a la incierta subcultura de la "izquierda chilena". Aunque se siente viviendo una sobrevida con los versos contados.

"De verdad,/ no entiendo/ cuando escribimos/ 'las campanas que vuelan por el viento'/ si sabemos/ que no vuelan las campanas/ a lo más/ oscilan/ moviéndose/ como el péndulo de un reloj/ antiguo/ en una casa obscura/ con abundante polvo en los sillones/ y un extraño sonido entre las puertas/ o como el cuerpo del ahorcado/ que a través de la ventana/ me observa". ("Incluso en este poema", pág. 12). Relecturas del pasado y experiencias futuras ampliarán la profundidad de sus interrogantes. Estamos seguros que a este libro inaugural le seguirán los (anti)naturales contradicciones de fin de milenio. Pulsiones que conducen a la poesía.


 

 


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Ernesto Guajardo: Sobrevivir en la poesía.
Por Antonio Salgado.
Revista Punto Final,
Santiago Nº338,
19 de marzo de 1995. pág. 18
Víbora de dos lenguas. Por Marcelo Novoa.
El Mercurio de Valparaíso, 16 de Diciembre de 1994.