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Bruno Serrano Navarro

Por Ernesto González Barnert

 

Bruno Serrano Navarro (Valdivia, 1982). Es hijo de los poetas Bruno Serrano y Heddy Navarro.  Y como ellos: Poeta, con sus méritos y abismos propios. Y que ha dado con una escritura interesante, llamativa por esa capitalización poética que logra con un lenguaje pictórico-sexual. Por esa poética visualista en que confluyen los sentidos, sueños, colores e intuiciones, el amor y su ausencia , la calle, lo privado. Un poeta para leer y oír con atención, un poeta joven abriéndose paso con buenas artes.

- ¿Cómo llegaste a la poesía?
- Sinceramente terminé de llegar por vomitar una pena concreta. Todavía recuerdo que era eso, según yo, una especie de papiro con varias pesadillas que llevaba acumuladas hace demasiado tiempo. El asunto es que cuando tenía como 17 vagué y vagué muy triste, con una sensación de parto y de suicidio,  hasta que me senté en una escalinata por  ahí y terminé escribiendo, más bien garabateando, con esa letra media ideográfica que tengo, sobre unas hojas de cuaderno. Era algo que llamé “mi carta de los infiernos”, (¿se nota la influencia?) una especie de viaje mítico donde el personaje multisexuado se invaginaba hacia sus muertes anteriores y encontraba y asesinaba uno a uno los arcanos, o sea la poesía por ira, o sea los arquetipos para Jung, hasta morir y despertar sucesivamente en su búsqueda del antiquísimo sol, algo así como el Dios brutal o el espacio de lo que en ese momento llamé “la sospecha de antaño”.  Esa era más o menos el esqueleto. Pero ya no lo es.

- ¿Qué ha significado para ti la Poesía?
- La gran pregunta, quizás demasiada amplia para evitar caer en lugares comunes; pero diría que ella ha sido como la peor y mas guapa de las amantes, la más hostil, un tótem callejeado, a veces mirar un desolladero a través de la rendija, o sentarse sobre la mochila en un camino de Metri, así muy bucólico y borracho de luz; o sea  una bitácora que involucra lo onírico y que te alimenta Esa es una mirada posible sólo por que en esos momentos llevabas un libro, o sea un otro contigo que te cacheteaba y luego te besaba. Fue lo que me pasó con Así Hablaba Zarathustra. Esa es la primera fascinación, aunque siempre cargada de sensaciones que he terminado por creer atávicas; entonces empecé a husmear en mucha mitología, el Apocalipsis, los griegos, la antigua sumeria, los veliche, la astrología andina, etc.

Quizás por eso esa primera fijación de escribir sobre recuerdos de sueños y después de meterme con cartas del tarot y cosas por el estilo. En un plano concreto la poesía me ha traído movimiento, me ha acercado a mis cómplices, a mis hermanas  karmáticas. Anoche discutía eso con una de ellas, decíamos que al final los poetas eran bellos porque estaban perdidos y jamás podrían encontrarse, y no creo que sea una mera mitificación, sino que al contrario: los símbolos de los que te vas haciendo una voz se destruyen por sobrevivencia, porque los muy malditos se encarnan en tí y  así es como te amputas un rostro que duerme bajo el tuyo para no leerlo a cada instante.  La poesía ha sido para mí un arma de doble filo.

Pero personalmente, y creo que a estas alturas nadie lo hace, no limito coloquialmente la idea de  poesía al formato que hemos pretendido validar como tal, creo que es algo así como un espacio de ruptura inevitable, así como las caminatas nocturnas son una especie de lar mítico, del propio mito donde tal vez sólo cambien nuestras apariencias... al fin y al cabo siempre creeremos reconocer un signo en el anverso de otro. Pero al final ¿Quién soy yo para definir lo que significa ser poeta? En gran parte eso ya se constituye como un personaje más dentro de los círculos en los que solemos movermos. Pero con eso no te respondo a nada.

- ¿Qué puedes decir como hijo de destacados poetas? ¿Es un peso o una gracia?
- Aunque la pregunta es, y ha sido cuando me han lanzado cosas semejantes, para mi coartante, yo diría que es más bien un peso aunque nunca algo dramático. Pero eso es demasiado ligero, el ser hijo exactamente de mis padres, que con los años se han sincerado con su condición de cazadores recolectores y han asumido posiciones más ermitañas, implica heredar  toda una historia que me define y que trasciende más allá de un legado poético: mis padres son también muchas crónicas que en algún momento confluyen en sus hijos, lo cual es casi azaroso si vemos las circunstancias de todos estos azares: ellos (creo yo) se vinculan a la poesía por una necesidad de resistencia con la que adhiero; de hecho ellos pudieron ser perfectamente pintores clandestinos, artesanos, etc. En el aspecto concreto esta idea de estirpe me pesó muchos años en no querer ser yo también poeta (lo mismo que les ocurre a los hijos de evangélicos o de milicos) y creo que por eso comencé a escribir tan tarde.  Recuerdo con claridad ser super chico y estar apestado metido en las lecturas nocturnas, esas salas seguramente de la SECH, atestadas de humo y gritos, algún huevón borracho como en un contraluz, en esa época final del ochentísimo. Pero el rollo del peso se traduce en un aspecto super concreto, que es el de llevar el mismo nombre que mi padre (aunque el se llame Guillermo Bruno), que es una situación que sinceramente me apesta aunque me gusten mis sombres, precisamente lo que significan y que de algún modo interpretan totalmente una condición mía: Bruno Renato.

- ¿Cómo se relacionan en tu trabajo?
- Mis padres son presentes en mi trabajo solo de una manera relativa. En lo que se refiere a procesos creativos y demases; necesariamente provenimos de contextos ya muy diferentes y por lo tanto de poéticas que enfrentan traumas diferentes, sin embargo, como intentaba reseñarte antes sin mucho éxito, esto de ser hijo de ambos ha implicado que me señalen a veces  a continuación de y no como un ente independiente, incluso podría decirte que en mi decisión de crear bajo este lenguaje fueron más cruciales otros personajes por ahí, por mis 16 ó 17 años que ellos, mi primera novia, Cristina, mi amigo, y por ese entonces maestro de ajedrez, Mauricio Henríquez (Calipedia en Sombras ed. Leviathan) Pero antes de eso he intentado, y nunca he dejado de hacerlo, trabajar en varios lenguajes más allá de lo escritural: he hecho algunas cosas en video, Bosquejo, Bestias del Duelo (sobre el mismo libro de Massís), Pavana (que es básicamente una filmación de Kollas abriendo un cabrito y desollándolo mientras le inserto la Pavana para una infanta difunta, de Ravel), Párpados, etc., etc., y primero que nada, o sea desde siempre, en la pintura: lo ultimo fue varias bestias femeninas, algunas azules, otras durmiendo en tumbas, hasta llegar aun cuadro absolutamente negro. Además he intentado coquetear con el teatro, quizás con la vieja fe de que la poesía es un trasfondo, a momentos indiscernible, a todas estos registros de los que uno se pueda agarrar.  De todos modos la verdad que concierne a tu pregunta es que aunque algunas veces hemos compartido y estemos relativamente al tanto de lo que hace el otro, no trabajamos nunca poéticas en conjunto porque ya estamos en paradas y dispersiones muy diferentes, aunque claro está que muchas veces pelamos y tiramos mierda colectiva  contra enemigos brutalmente imaginarios pero comunes.

- ¿Para quién escribes?
- Es otra pregunta difícil; pero creo que he escrito para seres precisos, los de mi historia o quizás otros que son parte del mito, ese con el que camino todos los días; además he escrito un par de musas por ahí a las que hoy sin vergüenza les quitaría toda dedicatoria, no por venganza ni berrinche, sino que por un mero ejercicio de higiene mental. Pero eso es parte de las putas circunstancias, de momentos. Yo diría que en plano más íntimo, tal vez el único real, que escribo intentando muchas cosas, a veces darme y contar algunas respuestas, a veces simplemente huir o construir mi paralelo (un trauma con el alter ego?), buscando signos donde precisamente no lo están.  Y es que hay pequeños dibujos que uno esboza al modo de versos, y  quizás todavía temiendo meter la pata y ponerse demasiado cacofónico. Eso es decir para quien escribes; es un poco a quien engrupes. Lo triste es que muchas veces es a ti mismo y ya no sabes que orilla está más lejos. Pero me regreso más todavía; en esto de la escritura yo siento una circunstancia y a la vez una razón muy de creyente, para mi una fe rupestre transvertida mediante maquinarias imperfectas, plagadas de intuiciones metafísicas que miran un vaso chorreado de vino y optan por ver un lenguaje entramado en eso. Yo creo que la poesía se mueve entre varias alucinaciones: por un lado esa que te digo, y por otro unos fogonazos de discursos, a veces trasnochados, a veces con pretensiones psicopáticas o visionarias y que siempre es demasiado difuso para mí de discernir. Lo  peor es que en un par de meses tendré una respuesta opuesta para esto.

- ¿Cuándo escribes necesitas algo a tu alrededor, alguna cosa, haces algo en particular, etc?
- Depende...normalmente me pongo a fumar, a veces me es propicio un lugar más o menos desolado o devastado por recuerdos (que suele ser mi habitación), idealmente tener en la ventana la lluvia o el mar....a veces me he alcoholizado, como todos cuando andamos medios estéticos para mirar, a veces tomo mucho mate y simplemente vomito mis especies de jeroglíficos sobre un papel en cualquier parte, en ausencia o intentado la ausencia, la evasión que te da creer que realmente haces algo, recordando lo que soñé anoche o todavía sensualizado, cuando eso era así. Quizás son versos sueltos, cuando no dibujos,  que algún día estructuraré cuando entre al ciclo de reordenar los trozos dispersos de mi memoria que rara vez es capaz de hacerse cargo de los hechos, cosa por la cual también he hecho algunas cosas en narrativa. Es eso, en algún momento surge la decisión, o bien la obcecación, de sentarse a trabajar y tratar un poco, si hay paciencia, de armar la trama cuando es necesario,  de retomar estos pequeños dibujos espontáneos que llamo poemas. A veces simplemente los versos se dieron caminando y a esos suelo respetarlos. El detalle en esto es que muy rara vez tienes conciencia del azar, si estás en una noche nihilista,  o de la sincronía si estas en tu fase ferviente, que opera en eso.

Sobre los particulares puedo jugar a decir que mi asunto con el tabaco es casi amatorio, cosa que de alguna manera decimos todos los viciosos y así empezamos a enumerar hasta que nos metemos con la piel y salimos sangrando. Creo que el tabaco y el mate, cuando hay, me son  los únicos seres fieles en esta vida y seguramente moriremos juntos.

- ¿Cómo es tu proceso escritural? ¿Cómo trabajas hasta concretar un poema?
- Dependo de la vigilia para eso y sinceramente no podría decir de un modus operandi preciso. Últimamente me he metido a la labor de artesanía del texto, a ver como pulimos y tenemos la paciencia para eso. Pero lo habitual es que me vienen unas especies de épocas de escribir y mi proceso se traduce en la recuperación de cosas muy viejas mientras que acumulo imágenes nuevas en garrapateos que seguramente algún día releeré y así. Siempre estoy atrasado con eso, como con todo. Además hay varias cosas, (no está de más decir que esta entrevista me ha obligado a percatarme de mi dispersión total) como el asunto de lo onírico y que por mucho tiempo ocupó la totalidad de mi producción. Me refiero a que trabajaba intentando hacer un relato mínimo y a la vez mimético de las cosas que soñaba y que de a poco fui atinando a dialogarlo con el resto del mundo, lo que todavía me cuesta y me hace creer seriamente en que la poesía es también una forma intelectualizada de masturbarse y de literalizarce.

Quizás escribir poesía es redactar durante toda tu vida tu carta de suicida. A esto también es divertido meterse a la idea del suicido y el ego, o sea eso del suicidio por venganza, (¿el poeta como antihéroe anónimo?) del suicidio por desprecio y no por mera derrota como dice el cliché.

Pero no significa que concrete un poema, como dices tú. Sinceramente creo que llego hasta la materialidad sólo brevemente y después me voy a otra cosa. Por eso prefiero no ser pretencioso respecto a lo que puedo o no hacer, sería otro suicidio escénico.

Pero es difícil contestar, me falta adquirir esa costumbre.

El proceso para mi es al final caótico y mutable, o sea no virtuoso, llevándome a acumular demasiados trabajos inconclusos, incluso una novela por ahí que trabajé como un año y tanto hasta abandonarla. Al final termino concatenando series mucho por la continuidad de que lo que los mismos textos permiten en pos de un cuerpo, y con eso me refiero a que en esa disyuntiva pierdo mucho material que me interesaría rescatar pero que va  quedando, simplemente por que sus contextos, sus lazos, van muriendo, en algún espacio hasta desaparecer.

- ¿Qué poetas, escritores, artistas o experiencias han marcado tu cocina literaria y también la propia vida?
- Compadre...aquí tengo dos respuestas, la segunda me gusta más.

I
Es difícil. De todos modos creo que las vidas se construyen por viajes y encierros oscuros sucesivos y siendo sincero tendría que mencionar demasiadas cosas de las que seguramente olvidaré la mitad y terminaré pretendiendo hacer pseudo literatura; tendría que hablar de Dioscoro, mi abuelo, que indirectamente nos introdujo a todos en el conocimiento sobre la cosmovisión de la vieja América, después hablaría de mis viejos, de las ferias artesanales, el taller en cobre en el patio de la casa, los duraznos que caían sobre su techo mientras yo alucinaba leyendo libritos muy rascas sobre espiritismo, tendría que hablar de mi madre trabajando sobre una mesa de luz repleta de papeles, diagramando libros de poetas que seguramente nadie leyó ni leerá; después hablaría de este rollo familiar de nombrar a sus hijos con nombres de caídos, como mis hermanas Tania y Claudia, o de potenciales desaparecidos, como es el caso de mi nombre. (al parecer mi madre tenía esa certeza de mi huachez por esos días) Después  se me entregaron pistas sobre libros, música y cine; el cine me es vital desde la locura de ver El Gabinete del Doctor Caligary y el cine de Fritz Lang,   en adelante, cuando se entrecruzan Debussy y Rachmaninoff con la psicodelia, la tropicalia y el tango. Después, en mi memoria, mis iniciaciones se remiten a caminatas borrachas, a lunas simbolistas y arena en la Playa Grande de Niebla.

En medio de eso tuve la suerte de ponerme a leer mucha narrativa y sobre todo a descubrir con mas conciencia al arte; me enamoré de Turner, de Van Gogh, Munch, Matta, Millais,  Lucien Freud, y de ahí en adelante pelar el cable sobre todo con el expresionismo, a la vez que comencé por devorar primero Los Vagabundos del Dharma de Kerouac, mucho Dostoievski, a martirizarme y alucinar con los simbolistas, conocí, por mis malas amistades al Zarathustra y al ajedrez, en la época que mis viejos ensayaron esa última locura que se llamó el Café Fértil Provincia, que colapsó unos años después y que fue para mi una fuente inagotable de historias y personajes. Vi en un museo La Doble Vida de Verónika de Kielowsky y quedé alucinado para siempre, entonces indagué por ese lado y comencé a atar cabos, claro bajo la sospecha de que todo estaría de algún modo unido o peor de que todo en algún momento poseería un sentido. Entremedio intenté primero estudiar percusión, luego piano y teoría musical, creo que duré tres semestres, y de ahí surgió el contacto con el Jazz. Después vienen algunos viajes a culpa de encuentros de poesía, una breve estancia el sur argentino y el viaje a dedo hasta llegar a Buenos Ayres reconstruyéndome la historia de Alejandra y Fernando;  el regreso a Valdivia a terminar la Ed. Media.  Y así mi huida hacia la metrópoli. De la época en la que estudié Bellas Artes surgen otros hermanos en el Santiago Opachino, Nelson, Carola (la hembra alfa), Jaime Cuervo del Sur, a la vez que terminaba de rayarme con Penderecky, nuestras orgías interiores, Javiera en el epicentro de sí misma, Antonio y los cubos acróbatas. Después vienen momentos censurables, el amor devastador y el regreso a Valdivia (¿nefasto por eso de avanzar siempre hacia atrás?) que ya era otra, mi breve vida en la caleta Los Molinos con sus pequeños antros de  pescadores y las cañas que te quemaban más que el frío y la mirada de los tres jotes en  las luminarias frente a mi casa. En ese momento descubrí la obra del etnógrafo Martín Gusinde que me acercó al conocimiento Selk´nam del mito, cosa con la que estoy trabajando harto ahora. Y después las tormentas, los ritos de suicidio y la sobrevivencia de un yo que seguramente “ya es otro” como dijo el maldito, abandonar la larga cabellera de tantos años, extirparse. Entonces sigo con mi inversión natural y recién empiezo a descubrir millares de circunstancias fugaces.

II
Pucha...tantas cosas, demasiadas y una pregunta sumamente capciosa: Dioscoro, El Doctor Caligary y Fritz Lang, los Selk´nam, haber estudiado Bellas Artes, el amor y el suicidio después, los Simbolistas, Heroes y Tumbas de Sábato, Nietzsche, el ajedrez y los viajes,  Los Molinos, Perú, Villalonga y Buenos Ayres, mis intentos de estudiar piano y música, el grafito, Akarui, Tamara y Ana, mis hermanos opachinos, (donde hay hasta cuervos y cubos acróbatas)  La Doble Vida de Verónica de Kielowsky, Turner, Van Gogh, Matta, Lucien Freud, Debussy, Rachmaninoff, Piazzolla, Niebla y los rituales de quema en los roquerios, las depres, los muertos, mis viejos y hermanas, la Edith Piaf y Bola de Nieve, los libros de adolescente (desde los rusos hasta Hesse), el germen depresivo que se contagia desde mi bisabuela Yurich, Munch, Novalis, Ofenbach, Blade Runner, Bataille, Mingus, Duchase, los óleos, el sur, Atacama, Arica (la ciudad más amarga de todas), el ninforealismo y antes el Verde Opachismo, mis amados cómplices de ahora, mi hermano qye se fue, Claudio,  los personajes condenados a priori por los dioses (como Héctor en la Ilíada), mi hermana Paz, actriz y bruja, algunas canciones de los Jaivas, como la Conquistada y Canción del Sur desde que la cantó Jaime Cuervo del Sur, los sumerios, Sequitor y la constelación de la llamita que atraviesa el cielo para beber, algunas borracheras magníficas y abominables, amigos poetas como el Leonardo Videla y  Mauricio Henríquez, las cartas de tarot y los demonios, los duraznos que caían sobre el techo del taller de mi viejo cuando el dibujaba en esmalte retratos de Valparaíso sobre unos platos de cobre, ese dolor, esa herida expuesta de Mariana, el Balcón de San Miguel, el loco de Renato, alguna reclusión psiquiátrica por ahí, las traiciones, los aromos que sólo florecen en invierno, mis iniciaciones, en Prokofiev y Sacre (primavera sagrada) de Stravinsky, Ravi Shankar, los milicos de mierda, Quintero,  Netzahualcoyotl, Lira y Lihn, la Habana, las herodías y el Azur de Mallarmé, Benjamin Britten, The Wall y la Naranja mecánica, obvio, el oruborus, La Tempestad, el astrolabio,  las mujeres presas, los espejos hostiles, bañarse muy ebrio y empelota en la playa la amanecer para gritarle al sol de Alepue, ir a hacer ese documental con los kollas y dormir en una pirka mirando frente a frente a la noche, el silencio que nunca he logrado retener del todo, la piel y su precioso thánatos, las lunas malditas, canciones y más canciones, etc. Es terrible. No podría dejar de enumerarte cosas y sobre todo seres de carne y hueso  tan importantes como los que te dije. Pero obremos por la censura esta vez, hay cosas que prefiero no mostrar.

- ¿Cómo ves la poesía actual chilena? ¿y dentro de ella el panorama regional o desde la ciudad que habitas?
- Hablando de poesía chilena opto por quedarme los jóvenes, sobre la tradición creo que es mucho lo que se ha dicho, en exceso. En lo concreto quisiera empezar abriendo un poco el género que tendemos a reducir mucho a los cultores del género, excluyendo así otras poéticas no tan elitizadas como las nuestras.

Sobre el panorama regional, a ver...no es tanto lo que podría decir, la verdad es que no he trabajado ni me he movido lo suficiente para mantener algún grado de figuración ni me he interesado tanto por los canales habituales, en este caso la misma universidad que lleva unos 40 años profitando de que alguna vez existió algo llamado Trilce y una potente Facultad de Filosofía y Humanidades, actualmente reducida a un trío de carreras, donde precisamente estudio.  Sin embargo le tengo harta fe a los cabros más jóvenes que uno y que se encuentran en estos procesos de armarse, de colectivizarse, de intervenir las calles y de desconocer a la literatura y a la parada del poeta, cosa que vendría a ser lo mismo que sacar el poema de los libros o de las lecturas donde todos nos decimos amén,  y  no comprarle nada a nadie y mantenerse  intelectualmente insolentes por naturaleza y sobre todo por que no han caído todavía en esta trampa de la escisión a priori.  Pero hago una aclaración al respecto: eso no implica que me refiera a la inclusión de los “pensamientos”, ni del arte ociosos, si no que simplemente estoy recién viendo que estos quiebres serán cada vez más cruciales para mirarse,  algo que me gustaría recuperar.

Por otro lado persiste un canon atingente a la misma Valdivia, poetas de los noventas y ochentas que circulan por aquí, pero sinceramente no me siento ni atraído ni rechazado...es asunto de ellos. Entre mis cómplices olvidados por aquí tengo que hablar de mi compañero infrarrealista Reinaldo Molina (visible en 20 Jóvenes Poetas, ed. UPLA), y otros compañeros que quisiera rescatar, en esta fijación de buscar la (sub)versión del objeto y finalmente de mirar nuestro absurdo, todos  personajes iconoclastas, y a sus modos de trinchera por naturaleza, como lo serían Lingua Kiltra, Mutantes Clandestinos, y sus cómplices en la intervención callejera, también, y sobre todo, quisiera hablar de los personajes disconexos, a los animales errantes fuera de los círculos definidos como creativos, como el esquizofrénico, literalmente, de Jorge. Aunque lamentablemente siento que ya no estoy precisamente en esa posición, el hecho de responder a esta entrevista por ejemplo, etc. Además destaco a otros jóvenes que no son necesariamente figurantes, me refiero a la Ada en Máfil, a la Paz Jara, etc. 

- ¿Qué opinión te merece los talleres literarios?
- Son interesantes como germen de complicidades y sinceramente para seres disconexos como uno pueden generar ciertas artesanías necesarias. Pero a pesar de eso el lado del oficio lo veo más como un asunto personal o de las propias búsquedas...uno se re inventa un continuidad del mundo. Uno recrea su propia mitología, o sea se cree también un personaje, y eso siempre lo haces a solas...siempre. De todos modos estas complicidades son simplemente guapas, y últimamente estoy encontrando seres muy fértiles, llenos de paradojas, llenos de subversiones y patrañas. ¿Culpa de los talleres?, no. la verdad es que creo más en las alianzas espontáneas, esas que quizás vienen de adonde.

- ¿De tu obra si tuvieses que elegir un poema o fragmento...cuál?
- Que difícil, la verdad es que estoy tan peleado con mi “obra” pero tendría que ser algo que me haga algún sentido profético, desde el pasado, en este momento....un verso viejo para laguién que recién conocí: “estabas tan sola que parecias un laberinto” Además lo que te envio son cosas mas viejitas, más asperas, como uno.

- ¿Qué libros nunca has podido terminar de leer?
-
De corrido jamás pude leer el Ulises, ni el Paradiso de Lezama Lima;  menos la Guerra y La Paz o El tiempo Perdido; además recuerdo otros mamotretos como los de Heidegger.

- ¿Cuál es para tí el gran libro olvidado de la poesía chilena?
La verdad es que sin ser un gran conocedor podría acordarme de Las Bestias del Duelo de Mahfúd Massís, y que se continúa o explaya de forma no tan feliz en sus Elegías Bajo la Tierra. Lo rescato por una afinidad emocional (quien es uno cuando lee, cuando camina por una feria de domingo y en medio de las lechugas  y las habas encuentra primero un tal Artesanos del Amor, de mi abuelo Dióscoro y a su lado las Leyendas del Cristo Negro,  de Massís, junto al Paisaje Lunar de Mika Waltari y finalmente los adopta), por su rara violencia simbolista y la guturalidad genital de su desgarro. Sobre el mismo autor me gustaría destacar algunos parajes del mismo Cristo Negro, del que sinceramente me da igual que, despectivamente o no, algunos lo reduzcan a una, entre comillas, simple alegoría del marxismo como ideario poético y social.

- ¿Cuál fue el último libro de poesía chilena que leíste?
- La Palabra Rabia del Pedro Montealegre y Profecía en Blanco y Negro de Millahueique.

- ¿Qué libro estás leyendo ahora?
- Me he puesto promiscuo últimamente. Ahora leo a Margarite Duras con su maravilloso guión para Hiroshima Mon Amour, una selección de ciencia ficción búlgara que se llama El Señor del Mundo Negro, y empezando con La Hora 25 de  Gheorguiu, a la vez estoy tratando de releer  cosas viejas como Punto y Línea Sobre el Plano de Kandinsky, la imagen de John Keats de Cortazar, y poniéndome al día con varios hitos que pillé en la Poesía Chilena Desclasificada; en eso estoy, reconstruyéndome.

- ¿Qué piensas de los Premios literarios?
- No mucho la verdad, me huele a algo ajeno y de lo que no he tenido la gracia de beneficiarme, o sea he ganado cosas pero nunca precisamente premios. Creo que meterse en ese plano requiere de una fe en el oficio, y en uno mismo, que no he logrado nunca tener; de todos modos...¿indirectamente terminaremos bebiendo de algunos premiados?...digamos que es más vino para los poetas (idealmente jóvenes).

- ¿Quién te gustaría que recibiera el Premio Nacional de Literatura?
- Aunque peque de ingenuo y las situaciones de la vida y la muerte ya lo hagan imposible, me habría sentido muy contento de que el premio hubiera caído en la Estella Díaz V, (adhiero) más allá de su obra, sino que también por su errancia,  por su estética hecha carne, por las voces fuertes y los puñetazos.  Sobre los vivos preferiría dejarle aquello al lobby academicista. Que se batan a duelo y ojalá corra harta sangre.

- ¿Qué te parece este Chile ad portas del Bicentenario? ¿Su política cultural para con la Poesía?
- Tengo una contradicción al respecto; creo que ésta política en cierto modo nos ha transformado en mercenarios y carroñeros, porque nos da a veces cierto acceso al viejo “ocio creativo”. Pero contradictoriamente no me suena coherente quejarme, pues también he parasitado al Fondo del Libro. Quizás lo triste es constatar una actitud donde la cultura necesita de estas prácticas oficializantes para proliferar; y donde es más fácil a veces contactarse, o sea hacerse visible, mirando al centro que a las periferias (todos nos miramos con sangre en el ojo). Pero eso ofrece otra contradicción interesante: a veces el arte peca de ser excesivamente inofensivo y nos hacemos los imbéciles cuando olvidamos que igual podemos hacernos cargo del anónimo colectivo. Creo que tenemos un ego demasiado gigante en consideración a lo que realmente estamos produciendo, cosa que  igual es válida, pero que nos inmoviliza en el éxtasis de nuestra propia caca;  entretanto el Estado parece empeñarse muchas veces en una pirotecnia cultural grandilocuente, elitizante y a la larga poco consecuente. O sea antes de hablar de la política cultural hacia la poesía deberíamos darle más caja a la exclusión que se plantea, o dar un ejemplo,  desde el sistema educativo hacia arriba, absolutamente coherente con el modelo humano que nos chantaron, que a su vez es coherente con la imbecilización progresiva que se instaura, especialmente con toda esta satanización resentida del placer.

- ¿Qué palabras le dirías a alguien que está comenzando en esto de la poesía, alguien que ha decidido ser poeta?
- Aunque no sé exactamente qué es un poeta, le diría que lo piense dos, tres veces. Aunque sinceramente no creo que esto sea precisamente un decidir, también tiene que ver con una actitud contra ti mismo, con eso que decía Ducasse  de “gritar contra las estrellas del oeste, contra las estrellas del este, contra las del sur,” etc.,  tiene que ver con un desgarro íntimo que la poesía, y el arte, te obligan a escudriñar; en fin, le diría eso y que cierre los párpados Algún día todos nos los arrancaremos. Estoy seguro.        

- ¿Cuáles son los 10 libros que recomiendas leer?
- Uf, es tan difícil, especialmente pensando que esas señales suelen ser íntimas, o sea que tú decides mostrarle tal libro a tal ser en tal momento y viceversa, y, segundo, que uno no ha leído tanto; pero intentado generalizar, recomendaría para empezar (siguiendo mi propia cronología,  y el azar que me lleva a ella) a Hugo con Los Miserables, El Almuerzo Desnudo, de Burroughs y su tropilla de yonquis alucinados, además de Burgess con Poderes Terrenales y Huxley con su Contrapunto.  Anaïs Nin, el Adán Buenos Ayres de Marechal, Las Lagrimas de Eros de Bataille, Las Cartas a Theo de Van Gogh, El Arco y La Lira junto a la Estación Violenta de Paz, los Tres Poemas Escondidos de Seferis, Toda Raba de Kasantsakis (Nicolás Kazan en mi edición) y yendo mucho más atrás (a los primeros libros) , Kerouac, Vagabundos del Dharma, Visiones, Alicia en el País de las Maravillas, El Aullido de Ginsberg, Mi Primer gran viaje, del Che, a Genet, y al temible Zarathustra, el precioso volumen  Paisaje Lunar de Mika Waltary, el Eloy de Droguett, El Público de Lorca. Es difícil limitarse a diez y creo que me sobrepase hace ya mucho rato. Es mejor callarse entonces por que también hay muchos que prefiero no recomendar.  

- ¿Qué cosa últimamente te quita el sueño?
-
El sueño mismo, algunas tragedias cotidianas en los seres que recién he aprendido a mirar, me quita también el sueño la necesidad de mutar de Valdivia, no caminar por los mismos laberintos, es que uno termina por encontrar las salidas. Eso.

- ¿Qué te escandaliza?
- las amnesias, las traiciones íntimas.

- Y por último ¿A qué le tienes miedo?
- Le tengo miedo al miedo mismo, al miedo que inmoviliza y te transforma en una maquina masturbatoria hecha de puro miedo....le temo a la parálisis, a las cicatrices no expuestas, a mirarme en el espejo y de pronto reconocerme, a la pesadilla de los alfileres en las pupilas, al amor. Pero el tiempo igual ha pasado y ahora podría decirte, que me da miedo terminar recogiendo mis trozos y no poder armarlos, o quedarme pegado en en los mismos versos, en la misma vida siempre.

 

 

 

- Poemas: -

 

Escena Cítrica II

Es lo que escuchas
cuando esbozas el borde de tu ojo
el alba está podrida
y los pezones erectos bajo el asfalto.
pero aún así esperas el gemido de luz
y te desnudas en el vigilia
de una plegaria que te enseñe
por qué has de parir

Abres los párpados
un cuerpo se ensaña entre las sábanas

El jadeo te despierta

Hace ya mucho que  mi sangre es blanca
y aún así intuyes la arcilla

Abres los párpados

El jadeo te despierta

Te desgarras,
hay un espejo donde no estás

te asecha
y lo imitas para mamar de la luz que te rasguña
donde unen  los muslos
hasta bendecirte los labios en la ceniza
de la que los antiguos forjaban piel para humillarnos,
ritmos que aún dibujas en la arena

Abres los párpados
hay un espejo donde no estás

entonces el cuerpo,
que tú no reconoces,
repta entre las sábanas
va a ti
y quieres morder el cielo

Quieres morder
pero el jadeo te despierta
y rápido jalas el pellejo hasta descubrir
cual lóbulo es el tuyo

Te prendes el aro

y en todo cuanto asechas
es el beso como una cicatriz

Te prendes el aro

Luego
es tu forma y la del pez

 

 

Xoon (retazos.)

I
Soy el xo on
en mis grietas  anida el abismo,
mi sangre se disemina sobre las cuadernas
para llamar a la hija de la ballena
y al suicidio de su noche fetal

Entonces camino por el sueño
hasta penetrar el arco iris
para que se incendien las estrellas
allá, donde yo cierro los ojos
a mis muertos.

III

Mientras el chasquido eléctrico
del osario del Onaisin se pudre
en los tímpanos muertos de los insomnes
y la niebla cala hasta el tufo del matadero/
a la intemperie de los neones
los viejos suicidas lamen el último sorbo de la cacería,
mientras se recuerdan empotrados contra una sábana vacía,
y la  caña ya les chorrea la comisura

Sólo un sorbo más

IV

Los viejos suicidas te  intuyen
en el gemido de los goznes
luego tus párpados te queman
y el piercing no deja entreabrir las puertas.

V

Todas llevamos el olor del matadero bajo la piel
y así castigamos;
porque ya no dibujamos signos innombrados en la arena
ni recordamos otra voz que no sea la nuestra
cuando ofrendamos el cuerpo contra los fierros.

IX

Ya nadie puede tocarte
solo queda emboscarse en lostejados
y aguardar la percusión

de las maquinas al alba
donde amainaban 
las plumastras las que  los vigías
escondían sus latidos
para que el viento no les volara
los (rumores) de la boca.

X

Al crepúsculo  los velámenes
regresaban a fundirse con la herida del sol,         
las mascaras bullían porque poseían los rostros
y volvían a crear el mundo
que otros llamaron espejo.

XII

Pero aún así  intuyes a Aikainik
Las sombras de los mascarones muertos
rumiando en las azoteas
y luego las hordas erectas por el beso,
tu mejilla a ras del nombre que antes fue saliva
los fieles reescribiendo las plegarias para otro dios 
y el mismo secreto. 

 

De Señuelo de luz

VI

Cada embestida habría de parirme
y yo, henchida de enjambres,
era sólo otra huella de semen en la arena,
la cicatriz  que se humedece entre los gajos.

 

De Los Muchachos de Cítrico 

II

Adentro  todos ocupamos un mismo cuerpo
y así reptamos tras el párpado de agua
por que queremos hendir el cielo
o al menos recordar si es un espejismo
hirviendo entre dos copas 

III

Te cierro los ojos

Te cierro los ojos
y la saliva se siente negra
como  la luz de  los senos
henchidos por la cría. 

De Libro de la Traición

 

 

Libro del veneno.

Se ensaya una caligrafía, una y otra vez hasta que el gesto percibe 
 la fisura en la gota de agua o la entrega de los náufragos cuando alucinan con el fuego mordiéndoles las lúnulas

 

Libro de la traición.

Péndulo, cifra, oído, parpado menguante. Silencio. No piel de la que vengarnos sólo venenos, puntos vélicos que colapsan por la vela henchida como un pecho y el gajo goteando las esquirlas.

Mi otra grafía enmascara el anverso,
la pupila no eclosiona sino que aguarda,
aguarda y luego se extingue.

Cósete mis labios. 

Libro del gemido.

Taño la cuerda y el vientre palpita.
Miro más adentro del ombligo y la pradera se extiende.
Todo es amarillo.
Las parteras aúllan en la azotea.

 

Libro amarillo.

Y no reptamos,
ni tendemos el oído a tierra.
Oscilan las volutas del humo y yo
escribo el peor de tus nombres en el cigarro.
Una plegaria por cada bocanada.

Libro de la despedida

¿a quien perteneció el cabello que desato de mi escroto?


 

 


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Bruno Serrano Navarro.
Entrevista.
Por Ernesto González Barnert