Enrique 
              Lihn
              1929 - 1988
              
              Chile quiere leer
              Revista de Libros de El Mercurio, viernes 
              6 de mayo de 2005.
             
            
          PORQUE ESCRIBÍ (fragmento)
            
            Ahora que quizás, en un año de calma,
            piense: la poesía me sirvió para esto: 
            no pude ser feliz, ello me fue negado, 
            pero escribí.
          Escribí: fui la víctima
            de la mendicidad y el orgullo mezclados
            y ajusticié también a unos pocos lectores:
            tendí la mano en puertas que nunca, nunca he visto;
            una muchacha cayó, en otro mundo, a mis pies.
            
            (...)
            De la vida tomé todas estas palabras
            como un niño oropel, guijarros junto al río:
            las cosas de una magia, perfectamente inútiles 
            pero que siempre vuelven a renovar su encanto.
            
            (...)
            Porque escribí no estuve en casa del verdugo
            ni me dejé llevar por el amor a Dios
            ni acepté que los hombres fueran dioses
            ni me hice desear como escribiente
            ni la pobreza me pareció atroz
            ni el poder una cosa deseable
            ni me lavé ni me ensucié las manos
            ni fueron vírgenes mis mejores amigas
            ni tuve como amigo a un fariseo
            ni a pesar de la cólera
            quise desbaratar a mi enemigo.
            
            Pero escribí y me muero por mi cuenta,
            porque escribí, porque escribí estoy vivo.
          De La musiquilla de las pobres esferas
            Editorial Universitaria, Santiago, 1969.
           
          *
           
          ORÍGENES 
            DE UN POETA
          María 
            Teresa Cárdenas
            
          Fue el propio Enrique Lihn quien lo reconoció: "Parece 
            mentira decirlo, como ocurre con otros lugares comunes: de no ser 
            por mi infancia no escribiría poemas" (en el prólogo 
            de Álbum de toda especie de poemas). Una infancia marcada 
            por estímulos y afectos contrapuestos. Porque si la casa de 
            la abuela le aportó sencillez y un dulce aroma a la memoria, 
            la barbarie colegial también hizo su contribución, despertando 
            tempranamente en él la distancia que mantendría siempre 
            con el poder. "Sólo recuerdo con la mitad de un odio total 
            mis preparatorias en el Liceo Alemán, sucursal de los cuarteles 
            de Korner para la formación de los cuadros de la burguesía 
            chilena y de sus arrenquines. De la otra mitad me descarga el poeta 
            en que me convirtió ese cuartel".
          Pero su apuesta poética fue mucho más allá de 
            la escritura misma y llegó a ser prácticamente su modo 
            de habitar el mundo. Es en ese espacio en el que se insertan los múltiples 
            oficios que exploró con una versatilidad sorprendente: pintura, 
            dibujo, cine, teatro, video, radio, cómics... 
            
            ¿Cómo se combinaron los elementos para fecundar libremente 
            su talento? Probablemente el tío pintor, Gustavo Carrasco, 
            que lo llevó a los 13 años a estudiar al Bellas Artes, 
            y la sabiduría de la madre también tuvieron algo que 
            ver en ello. En 1993, María Carrasco Délano recordaba 
            al segundo de sus seis hijos: "Yo no le decía nada, porque 
            no me gustaba quitarle la personalidad. Pensaba que debía tener 
            un conocimiento muy grande de su temperamento, que yo podía 
            echar a perder por decirle 'no haga esto, no vaya por acá'. 
            Pero a veces me quedaba extrañada: ¿qué habrá 
            pasado que me salió este hijo tan disparado?"
          En 1949, Enrique Lihn daba a conocer su primer libro de poemas, Nada 
            se escurre, al tiempo que inauguraba la segunda exposición 
            de sus pinturas. Cuánto influyó la infancia en su creatividad 
            seguirá siendo un misterio, aunque no es un dato menor que 
            su libro fundamental —para él, en rigor, el primero—, La 
            pieza oscura, vuelva sobre ese tema. Memoria y presente nutrieron 
            al poeta.
          
           
          *
           
          Algunos 
            de sus poemas
          
            
            COMO LA LUZ...
          Como la luz sin más contornos
            que su carrera 
            cerrando todo.
            
            Como ese fuego que de sus llamas 
            hace un madero
            cuando decae.
            
            Como la noche que sin cuchillo, 
            piedra y madera 
            y amor traspasa.
            
            Soy si te tengo dormida en alas.
          De Nada se escurre
            Colección Orfeo, Talleres Gráficos Casa Nacional del 
            Niño, Santiago, 1949.
          
            
            ESCRÍBETE
          Que no pase otro día sin que yo tenga el calco 
            de tu voz
            entrampado en el papel silencioso
            Y la mano, si no fuera demasiado pedir
            Quiero tocar tu letra sin bulto con los dedos
            acercarme otro poco
            a lo imposible que trasunta la letra 
            y a la publicidad de la escritura
            no importa lo secreta que sea cuando escribes
            te circunscribes por iguales partes
            a ti y al otro, asumes en suma una figura.
            ............... Tu letra te hace entrar 
            en el papel 
            como al actor el suyo, la puesta en escena
            Te inscribes en una imagen, en tu imago 
            Pasas, preciosa, articuladamente
            del cuerpo a tu fantasma
            y es tu fantasma el que, además, quiero tocar
            tu ausencia y tu presencia
            atadas por el lazo de la palabra escrita 
            pasto de los grafólogos, pero delicatessen
            del eterno plumífero que soy.
            
            ............... Y no te exijas un poema 
            de amor 
            Voy a temblar pensando en lo que puede ser.
          De Al bello aparecer de este lucero
            Ediciones del Norte, Estados Unidos, 1983 / Lom Ediciones, Santiago, 
            1997.
          
            
            (AHORA SÍ QUE TÚ 
            Y YO...)
          Ahora sí que tú y yo estamos más 
            lejos uno del otro
            que dos estrellas de diferentes galaxias. 
            Ningún astrónomo logrará tenernos juntos
            en su vertiginoso campo visual
            ni el fotógrafo de Cartagena ante su Polaroid 
            así fue hace la infinidad de siete años
            el resto de las imágenes son nubes de la memoria
            y de aquélla y de todas se ha retirado la vida.
          De Diario de muerte
            Editorial Universitaria, Santiago, 1989.
           
          *
           
          Los 
            papeles y los viajes:
            El último 
            regreso
          por 
            Matías Ayala
          
          Enrique Lihn dejó numerosos 
            poemas sin editar. Sus manuscritos se encuentran en la Fundación 
            Getty y sus textos, dispersos en numerosas revistas y periódicos. 
            Parte de este material será ´publicado en la "poesía 
            reunida" que se encuentra en preparación
            
          
          El primer viaje de Enrique Lihn a Estados Unidos se realizó 
            en los primeros meses de 1975. Aunque sólo iba de paso, finalmente 
            se quedó por un mes en la casa de su amigo Pedro Lastra, en 
            Long Island, fascinado por Nueva York. Su ultimo viaje a Estados Unidos 
            se consumó a finales de 1984, cuando ostentó el título 
            de "profesor visitante" en la Universidad de Texas en Austin. 
            A pesar de su muerte, en 1988, éste no fue su desplazamiento 
            final al país del norte. Su traslado definitivo sucedió, 
            en efecto, de manera postuma, cuando su archivo personal arribó 
            a la Fundación Getty de Los Angeles en junio de 1999.
            
            La Fundación Getty alberga un museo, una biblioteca, un instituto 
            de conservación y uno de investigación. Se encuentra 
            en la cima de un cerro en el barrio Bel Air, no lejos del extravagante 
            Beverly Hills. El mausoleo lihneano consta de 55 cajas ordenadas bajo 
            el rótulo de "The Enrique Lihn Papers". Descontando 
            una cantidad de dibujos de la época cuando estudió Bellas 
            Artes, la mayoría de sus papeles guardados son de la década 
            del '70 y el '80. Por lo tanto, y por desgracia, apenas hay borradores 
            de poemas pertenecientes a libros fundamentales como La pieza oscura 
            (1963) o La musiquilla de las pobres esferas (1969).
            
            Esta papelería se compone, principalmente, de un número 
            inabordable de cuadernos llenos de anotaciones diversas: observaciones 
            de viaje, apuntes para clases, esbozos de poemas o dibujos —a veces 
            hechos sobre las mismas letras—, etc. Por otra parte, las cartas —sobre 
            las cuales existe la prohibición de ser publicadas hasta el 
            año 2013— podrían formar un volumen respetable, aunque 
            misceláneo. No destaca ningún correspondiente continuo 
            a través de los años. Es posible dividir sus cartas 
            en tres grupos: escritores latinoamericanos; profesores y editores 
            con los cuales tuvo que afinar detalles de viajes y publicaciones; 
            y misivas estrictamente sentimentales con diferentes mujeres, donde 
            no se escatima el dramatismo ni las efusiones emocionales.
            
            El mayor descubrimiento entre ese océano de papeles fue el 
            libro Álbum de toda especie de poemas, escrito entre 
            1968 y 1971, aproximadamente, y que iba a ser editado en 1973, pero 
            jamás llegó a las prensas. (No hay que confundirlo eso 
            sí, con la homónima antología publicada por la 
            Editorial Lumen en 1989, para la cual Lihn decidió utilizar, 
            por fin, el mismo título). Sonsonetos, el otro volumen 
            que se encuentra terminado y con su respectivo prólogo, pretende 
            ser la compilación decisiva de sonetos que el poeta comenzó 
            a escribir en 1973. Los sonetos de Lihn, siempre en proceso, tuvieron 
            una suerte esquiva: aparecieron primero en Por fuerza mayor 
            (1975), después con correcciones y supresiones en París, 
            situación irregular (1977). Ninguno de esos volúmenes, 
            al parecer, lo dejó satisfecho, debido a esto decidió 
            editarlos nuevamente en Sonsonetos. Sin duda una novedad dentro 
            de la poesía chilena es un poema narrativo para niños 
            —inconcluso o de final abierto— escrito durante el gobierno de la 
            Unidad Popular y titulado «Viaje al país de la uf».
          Los demás textos son poemas ) sueltos o series de poemas, 
            que sumados conforman un grosor no insignificante. Textos escritos 
            en India en 1985; un ciclo de poemas amorosos con el título 
            de El jardín de las rosas pálidas de 1982 y un 
            poema largo en décimas, «Los amantes de Cuenca», 
            son algunas de esas páginas recobradas. Si le agregamos a esto 
            el contingente de escritos diseminados en revistas extranjeras que 
            ha sido posible rastrear, el material de poemas de Lihn que se agrupará 
            en su Poesía reunida (en preparación) es suficiente 
            como para considerarlo un nuevo regreso a Chile.
          
            SE LO VE UN POCO PÁLIDO
          Se lo ve un poco pálido
            de tanto papeleo
            él es el hombre en regla
            por él que habla la Consigna
            en tiempo de abstracciones militares.
            
            Entre la Bomba y el manual
            entra la nada y el peso de sus obligaciones
            Se lo ve un poco nadie
            como a una multitud en el estadio,
            y, de pronto, vacío
            como si toda la extensión de esta palabra
            .............. ................................ 
            fuera poca cosa
            Pero, atención, que puede ser un héroe.
          (Poema inédito de Álbum de toda especie de poemas)
           
          *
           
          "La 
            pieza oscura"
          Como 
            el claro de un bosque
          Hasta ahora inencontrable 
            en librerías, la obra fundamental de Enrique Lihn volverá 
            a escena en los próximos días gracias a su reedición 
            bajo el sello de la Universidad Diego Portales. Sobre ella opinan 
            algunos reconocidos lihneanos.
           
          GERMÁN MARÍN
            El aroma del café
          Hace muchos años, en 1968 si no me equivoco, cruzó 
            por Santiago el novelista argentino Néstor Sánchez autor 
            de Siberia Blues, a quien le presenté, deseoso de conocer 
            algunas obras significativas de la poesía chilena, dos libros 
            que, según mi criterio, no podía dejar de leer, Contra 
            la muerte y La pieza oscura, ambos todavía en primera 
            edición. Desde luego, nunca los recuperé, como así 
            tampoco pude saber su opinión respecto de ellos, pues de improviso 
            se fue. De ahí que al pergeñar ahora unas líneas 
            acerca del libro de Enrique Lihn, careciendo de un ejemplar a la mano, 
            no está mal como recurso hacer caso a la memoria ya que ésta, 
            según la modestia de mi experiercia mnemotécnica, se 
            depositan si no los granos del café al menos su aroma. En este 
            caso, el recuerdo de un conjunto de poemas bajo una escritura seca, 
            libre de trascendencias, pero donde brillaba aún, de acuerdo 
            a mi visión, la luz de un romanticismo tardío que más 
            tarde desaparecería de la obra del poeta, apagada por las fuerzas 
            de otro élan. En pocas palabras, sitúo a este 
            libro dentro de las culminaciones de nuestra poesía, al cual 
            podré regresar cuando aparezca la edición que prepara 
            Matías Rivas.
          
            ROBERTO MERINO 
            Magia y vértigo
          En sus conversaciones con Pedro Lastra, Lihn advierte que La pieza 
            oscura es de algún modo su primer libro, que en él 
            hay una cierta intención de ligar la poesía y la prosa, 
            que los textos cubren un rango que va de lo dramático a lo 
            narrativo, y que además tuvo, al momento de escribir, la conciencia 
            de estar escribiendo poesía. Todos estos aspectos son dignos 
            de tenerse en cuenta, pero me parece que el último es, a la 
            vuelta de los años, el más perdurable, y que justifica 
            todos los otros. Además, Lihn hizo de esta conciencia —el hecho 
            de ser testigo y productor de un fenómeno poético— uno 
            de los temas recurrentes de sus textos.
          La pieza oscura es un encadenamiento de discursivas iluminaciones 
            cuya preocupación general es la invocación de la infancia, 
            casi en el sentido espiritista del término. El autor habló 
            de "negaciones del presente extratextual, en nombre de ese mundo 
            que elabora la memoria en el lenguaje". Es quizás esa 
            ausencia de lugar lo que propicia la magia y el vértigo de 
            La pieza oscura, lo que hace que podamos leer hoy esos poemas 
            en la experiencia directa, sin necesidad de contextualizaciones ni 
            introducciones académicas.
          Enrique Lihn vivió en una época distractiva, cruzada 
            de ofertones intelectuales, de demoliciones y de novedades, pero supo 
            siempre mantenerse en un lugar propio, atendiendo —hasta un punto 
            inefable— a lo que la poesía es, y no a lo que debería 
            ser. Esta actitud es notoria tanto en La pieza oscura, su virtual 
            primer libro, como en Diario de muerte, su virtual último 
            libro. 
          
            ENRIQUE LIHN:
            
            "Los libros o cuadernos anteriores, a diferencia de éste, 
            eran simples agregados o yuxtaposiciones de textos distintos. Eran 
            recopilaciones de los poemas escritos en un plazo demasiado extenso 
            como para que un poeta joven pudiera producir la impresión 
            del libro. En La pieza oscura —en rigor entonces el primer libro— 
            se organizan algo así como una "colonia" de textos, 
            cuya individualidad de grupo se puede hacer residir en «La pieza 
            oscura». Los monólogos están fuera del conjunto, 
            pero se integran en él bajo la especie de contraste temático 
            y técnico". Es evidente que al componer el libro pensé 
            en «La pieza oscura» como su umbral".
          (En Conversaciones con Enrique Lihn, de Pedro Lastra).
          
          Ilustración 
            de "Roma La Loba", comic de Enrique Lihn
           
          ÓSCAR HAHN
            Memoria y presente perpetuo
            
            Con un lenguaje casi expresionista, afín a la narrativa, en 
            La pieza oscura Enrique Lihn resuelve la paradoja de merodear 
            por las regiones de la memoria y de situarse a la vez en un presente 
            perpetuo, alimentado por la contingencia. Cuando abandonemos el culto 
            a la personalidad de los poetas y nos concentremos en sus libros, 
            que es lo único que cuenta, La pieza oscura brillará 
            con luces propias entre las obras maestras de la poesía chilena.
          
            CRISTIAN WARNKEN
            Libro fundacional
            
            Tengo en mis manos la primera edición de La pieza oscura, 
            del año 1963, magníficamente diseñada por Mauricio 
            Amster. El ejemplar está dedicado a Eduardo Anguita, de puño 
            y letra de Lihn; A Eduardo Anguita, que guarda un molesto silencio 
            poético para quienes lo admiramos aun por encima de las "ideas", 
            con el afecto de Enrique Lihn. El poeta de la duda radical sobre 
            el poder de la palabra, visita al poeta de la fe en la palabra, que 
            ha decidido callar cual Rimbaud tardío (una crisis acompañada 
            de sus habituales ataques hipocondríacos) y le hace ver que 
            su "silencio" lo molesta. El gesto de Lihn nos impresiona, 
            porque hoy vivimos tiempos de miseria, en que no abundan poetas generosos 
            como él, verdaderos cultivadores de la "diferencia"(palabra 
            tan manoseada y tan traicionada por los mismos que hoy la vociferan).
          ¿Qué trajo La pieza oscura a la 
            poesía chilena y que coloca este libro como uno de los libros 
            fundacionales de nuestra tradición contemporánea, al 
            lado de Residencias, Altazor y Poemas y antipoemas? 
            Algo difícil de definir, porque tiene que ver con la respiración, 
            la música, el tono único e irrepetible que hace inconfundibles 
            las voces de los poetas mayores, y que los teóricos llaman 
            "estilo". Lihn poetizó en una tensión dramática 
            y fructífera entre lo lírico y lo antipoético, 
            su voz nos elevaba a momentos de gran emoción lírica 
            (como en ciertos versos de los «Monólogos») para 
            luego desbarrancarnos al abismo de la duda, la sospecha, la irrealidad. 
            Poesía que nos lleva a cimas y abismos, y que regala al que 
            acepta el riesgo de leerla algo de lo que Lihn llamó "oscura 
            inteligencia".
          
            PEDRO LASTRA
            Intensidad
            
            La pieza oscura no sólo es un libro absolutamente central 
            en la obra de Enrique, sino también en la poesía chilena 
            e hispanoamericana. Como en muy pocos libros de nuestro tiempo, se 
            manifiesta en esos poemas una tan lúcida concepción 
            de la poesía y del hacer poético corroborada siempre 
            por los textos con plenitud y eficacia ejemplares. Creo que la noción 
            de intensidad es la que mejor caracteriza a ese libro, recorrido y 
            sostenido por ella en todo sentido: como riqueza de mundo desplegado 
            poéticamente y como formulación verbal, al mismo tiempo 
            rigurosa y deslumbrante. 
           
          *
           
          Nuevas 
            miradas críticas
            
          Recientes publicaciones sobre 
            Enrique Lihn expresan el renovado interés en su obra 
            desde diferentes disciplinas.
            
          La 
            zona muda, de Jorge Polanco
            
            Por Bruno Cuneo
          Desde hace algún tiempo, la obra de Enrique Lihn 
            viene suscitando un renovado interés entre los poetas y ensayistas 
            más jóvenes. La reedición de Alejandro Zambra 
            de El Paseo Ahumada constituyó quizás un primer 
            paso; el excelente ensayo de Ana María Risco titulado Crítica 
            situada claramente fue el segundo; La zona muda, de Jorge 
            Polanco (Ril editores, 2004), definitivamente fue el tercero; y la 
            edición de sus poesías completas, en la que sabemos 
            colaboran 
varios 
            jóvenes, de seguro no será el último.
            
            En cuanto a la La zona muda, se trata de un lúcido ensayo 
            (una cierta ambigüedad estilística delata eso sí 
            que alguna vez fue una tesis) sobre la poética de Lihn articulado 
            a partir de la lectura de Diario de muerte, poemario postumo 
            en el que, como se sabe, el poeta encaró el duro trance de 
            su agonía y ajustó cuentas con su vida y poesía. 
            El autor, "en estertores", que habla en esas páginas 
            se asoma como autor concreto, pero no aparece (fórmula que 
            permitirá a Polanco relativizar agudamente la manoseada tesis 
            de la "muerte del autor"), y de ese modo expone una vez 
            más, aunque ahora de manera radical, esa tensión que 
            habitó desde siempre su escritura y a la que debe su sello 
            inigualable: la tensión entre una vida, que por su carácter 
            avasallador parece negarse tercamente a las palabras, y una escritura, 
            que porque se quiere "situada", atenta a las "circunstancias 
            de sus enunciados", debe experimentar una y otra vez la impotencia 
            de imantarla. Decir esto es no decirlo todo: lo propio de Lihn —y 
            en esto, según Polanco, no andaba lejos de Beckett o Celan— 
            es haber explorado ese fracaso o impotencia de manera lúcida 
            y deliberada, exploración que lo llevaría a postular 
            una noción precaria del poeta y la escritura, desconfiada o 
            no fundante (como era el uso desde Heidegger o las vanguardias), cuyo 
            destino será volver una y otra vez sobre su incapacidad de 
            producir el mundo en el lenguaje como un universo de sentido. El poeta 
            "clochard" de La musiquilla de las pobres esferas, 
            que escarba en el gran basural de las palabras en espera de nada, 
            o el "agónico" de Diario de muerte, que se 
            fragiliza hasta desaparecer entre las sombras o los blancos de la 
            página, son poetas de este tipo y, como tales, los dobles desengañados 
            del poeta "pequeño Dios" (Huidobro) o del poeta mesiánico 
            (Neruda, Zurita), ambos empeñados más bien en revertir 
            nuestra precariedad confiándose ciegamente al poder emancipador 
            de las palabras. Muy por el contrario, Lihn no habría cesado 
            jamás de acercarse, a través de múltiples metáforas, 
            a cierta "zona muda" en la que todas las palabras callan. 
            Amenaza de lo indecible que socava desde siempre al lenguaje, dirá 
            Polanco, esa "zona" es el presupuesto de toda su escritura 
            y Diario de muerte su exploración más descarnada.
          "Una aproximación filosófica a la 
            poesía de Enrique Lihn", reza el subtítulo de este 
            ensayo, anunciando de ese modo una perspectiva que, sin embargo, el 
            texto mismo defrauda. No en el sentido de que no se cumpla sino en 
            el sentido de que se escapa o tensiona los protocolos tradicionales 
            que las relaciones entre arte y filosofía a menudo demandan. 
            Y es que la poesía ha cesado de ser aquí un objeto entre 
            otros, susceptible de ser cribado por una sabiduría que se 
            quiere rematada. En este sentido, como bien se apunta en el prólogo, 
            la lectura de Polanco no es "estética": es más 
            bien la filosofía la que allí se ve exigida a "pensar 
            a la altura del arte". Tratándose de Lihn, ello sólo 
            puede significar una cosa: asomarse también ella a esa zona 
            muda que hace de toda verdad una verdad precaria.
          
            
           
          Crítica 
            situada, de Ana María Risco
          Por 
            Adriana Valdés
          Ana María Risco ha investigado acerca de Enrique 
            Lihn en una faceta menos conocida: la de crítico de arte. En 
            su libro Crítica situada (Facultad de Artes de la Universidad 
            de Chile, 2004) hace un recorrido por escritos del poeta que van desde 
            mediados de los cincuenta (sobre Carlos Faz, Antúnez, Burchard, 
            por ejemplo) hasta el mismo año de su muerte, 1988, cuando 
            termina un ensayo sobre Eugenio Téllez. Entremedio, Lihn entra 
            en polémica con Jorge Elliott (en los años sesenta), 
            acusa el golpe [militar] en sus textos sobre Roser Bru y Eugenio Dittborn, 
            en los setenta y los ochenta, y opina además de fotografía, 
            cine y teatro.
          La desperdigada pero constante trayectoria de Lihn como 
            crítico de arte podría haber amilanado a una investigadora 
            menos sagaz y acuciosa que Ana María Risco. En su libro, logra 
            dar cuenta de las ideas de Lihn sobre plástica en las distintas 
            fases de su vida, y de paso da luces sobre la mayor parte de las polémicas 
            más interesantes de las diversas décadas. Logra, además, 
            una lectura lúcida y apasionante de sus principales ensayos 
            monográficos, en la clave de su poética, lo que ilumina 
            tanto los ensayos como los poemas. Y, por último, ubica al 
            poeta y al crítico en un quehacer "situado", es decir, 
            examina lo que llama los "relieves situacionales", los momentos 
            y los lugares desde los que Lihn escribe sus textos, y de los cuales 
            da cuenta con la honestidad —hasta dolorosa— que lo caracteriza.
          El libro de Ana María Risco es original, riguroso 
            y creativo. Enriquece y complejiza los parámetros de la crítica 
            de artes visuales en el país, y contribuye a completar el conocimiento 
            de la multifacética personalidad cultural de Lihn.