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El resplandor de la oscuridad


Por Camilo Marks
Revista de Libros de El Mercurio, viernes 10 de junio de 2005


La seguridad de Enrique Lihn en cada una de las estrofas de "La pieza oscura", cada uno de sus versos, cada una de sus palabras es absoluta y su lenguaje surge como si fuera escrito en estos instantes.

En una entrevista que sostuvo con Juan Andrés Piña en 1982 (publicada en el volumen Conversaciones con la poesía chilena, de 1990), Enrique Lihn declaró que el tono verbal con prematuras pretensiones metafísicas fue derivando, en el caso suyo, a algo más aterrizado y brutal, a una escritura emotiva introvertida, pues "había que pensar con la poesía, no utilizarla para transmitir pensamientos", concibiendo el poema "como un todo, con un comienzo y un final articulado, una atención a cada texto en particular". Con respecto a La pieza oscura, señaló que ahí "hay un trabajo con la forma, con la sonoridad, que Nicanor (Parra) ya había eliminado"; más adelante, se refiere a los elementos narrativos y dramáticos de esa obra, y a su lectura, que le tomaba seis minutos. La excelencia literaria de La pieza oscura se desprende, en parte, del absoluto control retórico y formal de cada uno de los veintidós títulos que conforman esta compilación de trabajos líricos, concebidos entre 1955 y 1963. Cualquier traspié, cualquier desequilibrio, habrían dañado el conjunto, pero la seguridad de Lihn en cada una de sus estrofas, cada uno de sus versos, cada una de sus palabras es absoluta y su lenguaje surge como si fuera escrito en estos instantes.

Empleando cierto vocablo según el uso actual, para referirse a las bogas versificadoras, no hay nada "libre" en estas creaciones, ya que su medida, su extensión, su fraseo, su ritmo poseen el carácter inevitable que suele asociarse con los grandes momentos del género lírico. Podemos canturrear de memoria, repetir mecánicamente los compases de muchos bardos que producen líneas fáciles, repetitivas, dignas de ser entonadas por organilleros o cantantes de la calle. En Lihn, por el contrario, advertimos esa rara fuerza que proviene de un control total de la imaginación, incluso cuando está descontrolada, porque ella entonces se reorganiza en la identidad entre el pensamiento y lo escrito, en la dicción precisa y perfecta: "Ha llegado el momento de hacer algo/ parece que te dice todo el mundo/ y tú dices que sí, con la cabeza./ .../ Hay que felicitarte:/ eres, por fin, un hombre entre los hombres".

La pieza oscura impone algunas demandas en el lector, aunque sus aparentes dificultades terminan por desvanecerse gracias a la poderosa lógica interna y el enorme peso, emotivo e intelectual, de estos cantos íntimos, con los cuales, a la postre, nos familiarizamos. En esta creación, las frases, oraciones, ritmos y recursos literarios expanden nuestra conciencia, debido a la extrañeza de sus significados o a la originalidad de sus puntos de vista. En un comienzo, podemos carecer de una comprensión total frente a la aspereza, la singularidad de lo que tenemos ante nosotros; sin embargo, poco a poco vamos entendiendo que otra mente, distinta a la nuestra, nos entrega su asombro, su angustia, su velada interioridad.

Una de las mejores definiciones del efecto poético la dio recientemente Harold Bloom, cuando se refirió al cambio en la percepción, que nos transforma en libres intérpretes o artistas tras haber leído a determinados autores, confundiéndose nuestra identidad con la del creador. Leer La pieza oscura varias veces puede originar esos extraordinarios estados, sobre todo al hacerlo en voz alta, pudiendo escuchar también el discurso de este múltiple hacedor estético, interpelándonos desde sus momentos más inspirados: "Varadero del sol herido a cielo/ en la línea de fuego de las olas./ Es hora de ir al mar a capturar sus pájaros/ si una riña de hombres, de perros o de gallos/ no retiene en la orilla la jauría de barcas".

Finalmente, es necesario destacar que numerosos escritores y críticos de todo el mundo hispanoparlante consideran a La pieza oscura como un legado capital dentro del género lírico contemporáneo. Es una vergüenza para este país que, a más de 40 años desde que apareciera, recién tengamos acceso a una segunda edición. Esta grave ausencia, cuando casi todos los días se imprimen poemarios de valor muy relativo, sólo se compensará al reunir el conjunto del corpus poético de Lihn, de forma accesible para muchos que aún no lo conocen o para quienes desean volver a encontrarse con él.

 

 


Enrique Lihn nació en 1929. Incursionó en la novela, el ensayo, el cuento, el teatro, el cómic y la crítica, pero es recordado, sobre todo, como uno de los poetas chilenos de la segunda mitad del siglo XX más relevantes en el mundo de habla hispana y de mayor influencia en las nuevas generaciones de poetas. Entre sus libros se cuentan Nada se escurre (1949), A partir de Manhattan (1979) y El Paseo Ahumada (1983). Murió en 1988.


LA PIEZA OSCURA
Enrique Lihn.
Ediciones Universidad Diego Portales
Santiago, 2005
67 páginas.

 

Leer: "La pieza oscura" de Enrique Lihn en Memoria Chilena (archivo pdf 5.7 Mb)

 

 

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El resplandor de la oscuridad.
"La pieza oscura" de Enrique Lihn.
Por Camilo Marks.
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viernes 10 de junio de 2005.