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Lafourcade trae al otro Rimbaud


por Maureen Lennon Zaninovic
El Mercurio, sábado 6 de noviembre de 2004.


"Fue sólo una mágica coincidencia". Así, al menos, lo cree Enrique Lafourcade.

Lo cierto es que el pasado 20 de octubre, al cumplirse 150 años del nacimiento de Jean Nicolas Arthur Rimbaud, salía de imprenta "El inesperado" (Lom), su nueva novela, que aborda la aventurera etapa africana del poeta francés.

Tres años le tomó al autor de "Palomita blanca" investigar el apasionante viaje de Rimbaud por el continente negro: "Leí todas sus cartas, conversé con amigos expertos en su obra y hasta viajé a Europa para conocer su tumba. Es decir, cumplí con todos los ritos necesarios.

Hoy, a las 18:00 horas, en la Sala Camilo Mori, de la Estación Mapocho, lanzará oficialmente la novela,en el marco de la Feria Internacional del Libro. Presentarán el volumen Antonio Avaria, crítico de "El Mercurio", y el poeta Francisco Véjar.

Feroz hombre rico

"El inesperado" evoca todo ese período emprendedor y arriesgado del vate, que lo llevó a recorrer, a fines del siglo XIX, Harar y Adén, entre otros salvajes y exóticos lugares, buscando productos y los medios más adecuados para su comercialización.

"Rimbaud fue uno de los más grandes exportadores del café moka. No hay datos que indiquen que él escribió poesía durante sus 11 años en África, pero sí redactó varias facturas, cuentas, cartas a los proveedores y a quienes no le pagaban... En fin, se transformó en un feroz hombre de negocios y ganó mucha plata: andaba con un cinturón lleno de monedas de oro, hasta que se aburrió y abrió una cuenta bancaria. Su mamá era la encargada de hacer los depósitos en un conocido banco francés".

Sus mujeres

"Querida mamá, recibí tu carta del 5 de mayo. Estoy feliz de saber que tu salud ha mejorado...", escribe el poeta desde Harar, en 1881.

La novela incluye extractos de la correspondencia que mantuvo el autor de "Una temporada en el infierno" con su madre; y donde se echa por tierra su imagen de "enfant terrible", homosexual y poeta maldito.

Incluso le pide perdón a su mamá y le comenta que `es un niño bueno´. Lo que me interesaba era dar con el pulso de ese otro Rimbaud. Es cierto, fue un niño maldito, mal educado, insolente, gritón, audaz, un creador total, pero también fue bueno: ángel y demonio convivían en él".

Lafourcade desmitifica su rótulo de escritor homosexual, es decir, su aura de joven enamorado que mantuvo relaciones con Paul Varlaine: "Para mí fue una chifladura, sólo locuras de un par de muchachos jóvenes. Pero eso pasó y la prueba es que, en África, Rimbaud tuvo varias novias. De hecho, en la novela cito a una nativa con la que el poeta quería casarse, pero ella nunca accedió a ponerse zapatos ni a recibir educación. Por eso no hubo matrimonio".


Sin duda, uno de los hechos más sorprendentes de la biografía de Arthur Rimbaud fueron la precocidad y el corto espacio de tiempo en el que produjo su obra: concibió todos sus versos entre los 16 y los 20 años. Enrique Lafourcade también destaca este espíritu adelantado e innovador: "Su obra inaugura la poesía moderna, el arte nuevo. Rompe con todas las estructuras antiguas, académicas, mecánicas y se lanza a buscar nuevas formas. A partir de él, llega el surrealismo.

Concibe la realidad como un acto mágico donde, dentro de este gran circo el hombre es un verdadero mago, inmerso en un mundo secreto, misterioso, absurdo e irracional".

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Dijo de...

IVA al libro: "Un disparate. Me entristece que ni este Gobierno ni los anteriores le hayan puesto un coto definitivo. En Argentina, desde siempre, ha sido O".

Roberto Bolaño: "Una vez llegó a mi librería, en la Plaza Mulato Gil. No sabía quién era él, esa es la verdad. Lo recuerdo como una especie de endemoniado, de Rimbaud mezclado con Kafka y Henry Miller. Un maldito".

Isabel Allende: "No hay que tratar de matarla, ella es una artesana, aunque últimamente escriba a la manera de y para el mercado".

Premio Nacional: "Lo único que me interesa de él es que te entrega un dinero mensual, de manera vitalicia"

Regreso a la TV: ¿Para qué? ¿Para quitarme los pantalones?

 

 

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El escritor chileno ficciona el período más desconocido en la vida del poeta maldito francés

Lafourcade reconstruye los años perdidos de Rimbaud en Africa

Luego de publicar Una Temporada en el Infierno, vivir un escandaloso romance con Paul Verlaine y dormir en varias cárceles de Europa, el "enfant terrible" de la poesía fue a buscar fortuna al continente negro. En El Inesperado, su última novela, el autor de Palomita Blanca recrea la última década de su vida.

El 23 de agosto de 1887, Jean Arthur Rimbaud, el poeta maldito, ícono de la rebelión artística, le escribe a su madre y a su hermana desde El Cairo: "No tengo empleo actualmente. Tengo miedo de perder lo poco que tengo. Imagínense que llevo permanentemente en mi faja dieciséis mil y algunos cientos de francos de oro; esto pesa unos ocho kilos y me acompaña, además, la difteria".

El jovencito de mirada demoníaca, que revolucionó la poesía con su idea del desorden de los sentidos y que se hizo fama de delincuente juvenil, protagonista además de un amor escandaloso con el poeta Paul Verlaine, se había convertido en un comerciante solitario. Luego de publicar Una Temporada en el Infierno -el big bang de la poesía francesa del siglo XIX-, viajar por Europa, robar y dormir en cárceles de distintos países, resuelve no escribir más y buscar fortuna en Africa.

Son los años perdidos de Rimbaud -padre espiritual de todas las rebeliones artísticas del siglo XX, del surrealismo francés al punk, de Pablo Neruda a Jim Morrison-, que encarnan el gran enigma de los estudiosos y fans de su obra. Son, también, la materia prima de la última novela de Enrique Lafourcade, El Inesperado, publicada con el sello Lom.

Miembro de la generación literaria del '50, con Enrique Lihn, Claudio Giaconi y Alejandro Jodorowsky, entre otros, Lafourcade se sintió fascinado por el hechizo de Rimbaud en su juventud. Y hoy, con 77 años, y a 150 del natalicio del vate francés, ficciona acerca del período más desconocido de su trayectoria, basándose en las cartas del poeta a su madre.

La novela arranca cuando Rimbaud se traslada desde Chipre, donde trabajó en la construcción de un palacio, a Adén, actual capital de Yemen. Es agosto de 1880 y desde allí transitará hacia ciudades africanas durante una década.

"Aquí estoy en una oficina de café", escribe a poco de llegar. "Hacemos negocios medianamente bien y vamos a hacer muchos más", agrega.

El poeta se hace cargo luego de la sucursal en Harar (Etiopía) y diversificará sus actividades: venta de sal, pieles, armas y tráfico de marfil. Aunque carga con una leyenda negra, la tesis de Lafourcade es que lo que Rimbaud persigue es ser perdonado por su madre.

En la novela el poeta se hace acompañar por Djami, un adolescente abisinio, con el que mantiene una franca amistad, sin sexo, muy diferente a la que tuvo con su amante Verlaine, quien acabó en la cárcel tras dispararle en una mano. Es más: educa a una chica de Kenya, con la que pretende pasar el resto de sus días, pero ella se niega a casarse.

La transformación de Rimbaud, al parecer, ha sido total. "Nadie en Adén puede decir algo malo de mí. Al contrario. Yo soy conocido como el benefactor de todos en este país hace diez años", relatará por carta a su madre en 1890.

A esa fecha, está gravemente enfermo. "Un año aquí vale por cinco entre ustedes. Se envejece muy rápido", dice. Un tumor se ha instalado en su pierna derecha y se agudiza con los rastros de una vieja sífilis. Debe abandonar los negocios. "Me he transformado en un esqueleto. Produzco miedo", escribe en abril de 1891, poco antes de salir hacia Marsella, donde muere siete meses después, a los 37 años.


La Tercera
11 de Noviembre de 2004

 

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El enfant terrible también se redime

"El inesperado" Rimbaud de Lafourcade

Un interesante juego que mezcla la correspondencia real de Arthur Rimbaud con su madre, cuando el poeta "maldito" estaba en Africa, con una notable ficción, es el más reciente o quizá el mejor aporte del escritor a nuestra literatura.

Por Andre Jouffe

El Periodista, viernes 5 de noviembre de 2004

El miércoles 20 de octubre, el escritor Enrique Lafourcade sintió la urgencia de encontrarse con su último libro "El Inesperado", novela que acaba de publicar en Lom, en dos hermosas ediciones.

Durante buena parte de ese día y de los anteriores, revisó y perfeccionó texto, portada, como cumpliendo una orden urgente. Había decidido que el libro, aunque fuera un ejemplar, debía estar en sus manos en esa fecha específica. Sentía como un misterioso llamado.

A las seis de la tarde de ese día tuvo el primer ejemplar de su novela.

A las nueve de la noche lo llamó el poeta Francisco Vejar -entusiasta patrocinador de esta obra- para informarle que ese exacto día 20 de Octubre era el cumpleaños de Arthur Rimbaud, cosa que Lafourcade ignoraba. ¿ Qué sucedió aquí ?

Según el autor de "El Inesperado": "Oí voces, sentí el llamado. Alguien me estaba hablando. No creo en fantasmas, Garay. Pero de haberlos, los hay."

Enrique Lafourcade cumplía 77 años seis días antes -el 14 de Octubre-; o sea es libra, como Arthur Rimbaud (1854-1991).

El escritor se describe como un "anarquista sentimental" y como "un católico en estado salvaje". No tiene pelos en la lengua a la hora de exaltar y, también, de criticar a glorias nacionales. No hace mucho le tocó una andanada al reciente Premio Nacional de Literatura Armando Uribe.

-¿No le pide perdón a nadie por alguna opinión emitida?
Intento responder más con el pensamiento y el buen humor que con las pasiones.

-¿Cuál es la razón de tanto alegato cuando alguien obtiene un premio? ¿Envidia?
No hubo tal alegato. Sino una opinión sobre los oportunismos y sobre el esplendor de premios ganados con honra, sin presiones políticas o de otro orden.

He visto por años el ir y venir y desaparecer en el justo olvido, a varias docenas de "escritores Premio Nacional de Literatura": La mitad, por lo menos, no lo merecían. Aunque tal vez necesitaban la pensión para vivir.

¿Envidia? En lo que a mí concierne, grado cero. Aunque si me llegara este premio y muchos otros, sin mover un dedo, los aceptaría. Avidamente.

¿Ha aplaudido alguna vez a quien ha obtenido un galardón?
Sí. A varios.

¿Por qué hizo programas frívolos si la gente que los ve no compra libros?
"Cuanto Vale el Show", entre otras incursiones en la televisión, duró varios años. Fue importante. Primero: por su carácter de oportuno complemento económico. Segundo: porque me permitió ejercitar una acción para divulgar valores culturales. Tercero: porque me abrió un mercado multitudinario a mis libros, en especial para "Palomita Blanca", obra que no vendía sino que regalaba en el programa a quien recibiera preguntas más bien elementales sobre cultura chilena

Le recuerdo que "Palomita Blanca" fue, y aún es, la novela más vendida de nuestra literatura. Confirme esta información con mi editor de Zig-Zag.

¿Es cierto que alguna vez privilegió la crónica de diario o el libro crónica para postergar tareas más cototudas como novelas serias?
He publicado 23 novelas, desde 1952 ("Pena de Muerte") hasta el 2001 ("Otro Baile en París").

He publicado 17 títulos entre crónicas, cuentos, ensayos (desde 1950 hasta el 2004 ). Y entre antologías y ensayos, 5 títulos. Seguro que olvido alguno.

Mis libros han sido publicados en inglés, alemán, portugués, rumano y francés. A esto se irán agregando nuevos libros de mis crónicas que pienso seguir reuniendo y editando a mi costa.

Tengo, hasta el momento, inmodestamente, 45 libros publicados. Estos son mis títulos que podrían justificar el Premio Nacional y muchos otros premios; que aceptaré si se me confieren sin condiciones, reconociendo sus posibles valores estéticos, literarios, educativos, etc...

Otrosí: mi mayor placer ha sido escribir. Ni siquiera publicar. Ni menos, vivir buscando premios.

RIMBAUD EL AFRICANO

Admirador del poeta, Lafourcade desmiente que haya sido un borracho homosexual; y le carga la mano a Verlaine. De hecho, en Africa no se le vio jamás ebrio y tuvo una negra durante tres años.

"Escribo sobre el Rimbaud africano en su soledad y sus penurias, devorado por todas las plagas de Egipto, circunstancia debida a la necesidad de su madre, de sus hermanos. Trabajó como un animal para sacarlos de sus miserias, para que sus dos hermanas pudieran tener una buena dote y, en consecuencia, casarse bien. Confieso que todavía me sorprende el poeta y su increíble poesía, toda ella escrita durante su `ociosa juventud'.

Rimbaud predica `cambiar la vida´. Aquí hay relámpagos y revelaciones. Porque Rimbaud `hace´ la poesía moderna. Sus palabras son imágenes inolvidables.

Sus imágenes guardan ideas perennes. Vivió las éxtasis, los terrores. Imaginación que no perdona. Y, de pronto, la fuga y el silencio. Y en el silencio, la preparación dolorosa para su muerte. Y en la muerte, la resucitación del poeta para convertirse en un ángel guardián de la belleza".

Sobre este libro circulan diversas leyendas: que el escritor habría descubierto -en una visita a la tumba de Rimbaud, en su ciudad natal de Charleville- dos rosas de porcelana tiradas en un basural. Que decidió guardarlas como un recuerdo. Que unos pocos años después su hijo Octavio, músico residente en España, perdió la pierna derecha en un accidente ferroviario. Que varias otras personas que han colaborado con este libro, han padecido molestias a los huesos, a las piernas.

AMIGO DE MATTA

Lafourcade es el segundo de cinco hermanos. Estudió en el Liceo Lastarria, y Filosofía en la Universidad de Chile. Su primera obra "El libro de Karen" data de 1950 y se basa en la muerte de su hermana Ximena, fallecida a los 17 años.

Padre de tres hijos dispersos por el mundo, ha mantenido cuatro largas convivencias formales o informales en su existencia, y además tiene una sobrina roquera en México.

Hoy luce muy delgado, siempre elegante, de chaqueta azul, gorro de piel de astrakan (o karakul), acompañado de su Rosana, pintora y fotógrafa que la semana pasada partió a Nueva York para realizar un montaje artístico que la mantendrá fuera de circulación por varios meses.

Les podemos confidenciar que a Lafourcade, gran amigo de Matta en su tiempo, le gusta el Sahne Nuss; lo vimos devorar casi una barra entera. Asimismo, su pasión por los gatos es evidente: si aplasta a su Sherezade, usted tendría que recurrir poco menos que a un préstamo hipotecario.

Atrás quedaron los tiempos de las grandes y sabrosas comilonas. El colesterol, las arritmias y los desplazamientos a lo largo y ancho del mundo, le impusieron un régimen que cumple con relativo rigor.

A Lafourcade, un apasionado de las salsas, era además degustador de carnes rojas; sólo le faltó comer búfalo.

Sus ojos miran cada vez más fijo. Antes eran huidizos; Benjamín Subercaseaux lo atribuía a su timidez. En las iglesias, toma asiento en punta y banca para huir en el momento oportuno. Se huele claustrofobia.

La obra de Lafourcade, desconocida para los más jóvenes, es extraordinaria. Especialmente su producción de los años 50 y 60. Rescatamos entre lo más valioso, "Pena de Muerte", "La Fiesta del Rey Acab" (inspiró La fiesta del Chivo de Vargas Llosa). Su "Palomita Blanca" fue uno de los libros más vendidos del continente.

Raúl Zurita lo condenó a perpetuidad cuando señaló: "Mientras sea jurado del Premio, Lafourcade jamás accederá a él".

Una lástima.

Pero todo es reversible, quizá gracias a Rimbaud.

 

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1. Capítulo escogido

"La isla maldita, de piedra, llena de turcos y de griegos y de ingleses errantes había quedado atrás. El patio de su casa de la infancia se hacía presente en sus sueños. Estaban sus hermanos. Algún amigo. Los juegos eran ásperos, a veces. Su hermana menor lloraba por cualquier cosa, en cualquier instante. Había perros, pero sus nombres no lograban resucitar en su memoria tan llena de cosas olvidadas, muertas.

Sabía lo que andaba buscando ahora en esta África negra y feroz. Quería ganar una fortuna en el comercio y evitar hasta donde fuera posible socios y amigos delincuentes. Todo dentro de la ley, ese era su propósito. Cumplir lo pactado. Vida sana, cuerpo de piedra, corazón de hielo. Siempre, desde que era un estudiante solía repetir estas palabras. Tendría que impresionar de alguna manera a estos miserables árabes rapaces, cubiertos de cicatrices. El tráfico de pieles de animales salvajes era muy productivo. Y mucho más si él mismo los cazaba. La gacela dama, llamada también cierva Robert, era un bellísimo animal, como el oryx blanco y toda la interminable gama de antílopes desde los gigantes como el alce de Derby hasta los minúsculos Dik Dik; que había encontrado en las praderas entremezclados con Bubales y Damalisques. Tendría que distinguirlos, aprender bien sus nombres, sus hábitos. Por esos lugares solían aparecer cazadores yemenitas y uno que otro italiano. Y hablar de sus hazañas, explicando cada detalle de éstas. Cómo se arrastraban entre la hierba con el viento en contra, detrás de un Ibex, cabra solitaria salvaje, montañesa y difícil de descubrir, que a veces baja hacia los pastizales. Abdo Rinbo no lo hacía mal con su rifle. Mejoraría sus armas, poco a poco. Necesitaba ser respetado. La cacería que daba honores era la solitaria y por lentas aproximaciones. Matar un elefante ya era un cuento aparte. Soñaba que corría tras uno de estos seres armados con colmillos de más de dos metros y medio de largo. Un gran elefante daba hasta cuarenta kilos de marfil. Necesitaba armas especiales, de dos tiros de gran calibre, belgas o inglesas, que valían una fortuna.

Sentía su cuerpo musculoso, desgranado. Más de una vez se lanzó a nadar en ríos donde abundaban los cocodrilos. Sin detenerse, para no darles oportunidad. Los negros gritaban, esperando su muerte. Pero él era rápido o los cocodrilos muy lentos. No repitió la hazaña sino cuando las condiciones parecían propicias, agua torrentosa, transparente. Estos desafíos le dieron sus primeros prestigios. El iba a probarles que todo se podía hacer con ayuda de la tierra y el aire.

En las noches salía a respirar a una plaza de palmeras donde unos yemenitas se juntaban a tocar tambores. Así era Aden. Ya los conocía. Y no lo molestaban porque estaban todos enfermos. Más de una vez intentaron asaltarlo pero él les clavó sus ojos inmovilizándolos. Sólo en circunstancias extremas utilizaba sus poderes. Los Arabes temblaban ante los ojos blancos, azules, verdes, de los extranjeros. En Aden y en Harar decían que había dentro de esas luces un peligroso gato que los iba a llenar de sufrimientos. Para alejarlo aceleraban el ritmo de los tambores.

Sí, los primeros tiempos fueron difíciles. Antes de ir a dormir a la modesta pensión, abría y cerraba las brazos mil veces caminando con grandes zancadas sobre la dura arenisca de la ciudad, por los senderos que llevaban al mar, aspirando y expirando ese aire caliente que sólo se enfriaba, y muy poco, hacia las tres de la mañana. Eran sus ejercicios para pensar. O para resistir. Porque notaba que esa gimnasia de alguna manera le eliminaba el pensamiento. Le habían informado sus empleadores que iba a pasar su vida entre Aden y Harar. Muchos viajes.

Bueno, era joven y conocía el sufrimiento y la soledad. Había aprendido a desconfiar, en Chipre, en El Cairo, en Europa. Preparado como nadie para la soledad. El hombre-gato le decían en Aden. No se lo decían a él. Lo indicaban con manos temblorosas informando a los vecinos: "Está cargado. Nunca hay que mirarlo de frente. El que le sostiene la mirada por mucho tiempo se muere. Se muere sufriendo."

Sí, estaba seguro que sus penitencias recién comenzaban. Ahora sí que las cosas iban en serio. Si él lograba una fortuna, tal vez la vida entera se convertiría en una fiesta".

 

 


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Enrique Lafourcade: Lafourcade trae al otro Rimbaud.
"El inesperado", Lom, 2004.
Por Maureen Lennon Zaninovic.
El Mercurio, 6 de noviembre de 2004.