Proyecto Patrimonio - 2006 | index | Raúl Zurita |
Eduardo Llanos Melussa | Autores |



A PROPÓSITO DE ANTEPARAÍSO


Eduardo Llanos Melussa
(La Castaña, Nº 2, mayo 1983).

La polémica suscitada en torno a Anteparaíso, de Raúl Zurita, está obrando la paradoja de ofrecerse ella misma como tema de discusión.

Que Zurita disculpe, pues, si su texto sirve aquí de pretexto para invitar a una revisión de la crítica en el Chile de hoy.

Empecemos por analizar, aunque sea sólo sumariamente, el caso de su casi único cultor visible: Ignacio Valente.

LOS COMENTARIOS DE VALENTE

Valente ha publicado ya cinco artículos sobre Zurita.

Para despejar eventuales dudas, explicitaré que admiro la poesía de Zurita y que no me sorprenden los elogios de Valente, pues los considero bien merecidos. Más aun: me parece que el crítico no ha valorado suficientemente aquello que él llama "su arsenal biográfico, clínico, etc", cuyos elementos -en Purgatorio: un electroencéfalograma y un diagnóstico psicológico; en Anteparaíso: fotos de un poema escrito por aviones en el cielo de N. York- constituyen signos que están muy lejos de ser "rarezas superfluas y aun negativas", como él opina.

Quienes se escandalizan por los "epítetos" elogiosos de sus artículos más recientes (24 y 31-10-82) tal vez no recuerdan que, proporcionalmente, el crítico se mostró harto más audaz cuando, hace siete años (7-9-75), y después de leer no un libro entero sino apenas "algo menos que un centenar de versos" publicados por Zurita en la Revista Manuscritos, lo consagró "entre los poetas de primera fila nacional".

Releyendo aquel avizorador comentario, se aprecia que, junto a los elogios, el crítico esgrimía argumentos que hoy nos parecen no sólo vigentes, sino más cercanos al ideal de crítica literaria profesado por él. Con su segundo artículo (16-12-79) ratifica -a propósito de Purgatorio- su aserto y su acierto previos, pero simultáneamente lanza las primeras semillas de esa controversia. En efecto, al inicio de esa crónica el crítico se refirió -por separado, pero escuetamente- a libros recientes de otros cinco poetas: Lihn, Lastra, Turkeltaub, Silva y Cameron, "todos ellos de cierto interés, y algunos incluso excelentes. Comenzando por los mayores: de Enrique Lihn, A partir de Manhattan, una obra que está a la altura [?] de su creación anterior, es decir, de lo mejor que se está escribiendo en Chile -y en Hispanoamérica- hoy". Si alguien esperó que algún comentario posterior añadiera argumentos para transformar en genuina crítica literaria aquella loa, ese alguien deberá esperar aún. Diez años antes (1969), en su recensión de La musiquilla de las pobres esferas, obra superior, el entusiasmo mostrado había sido harto menor, pese a que en esos poemas hubiera podido ver -ya entonces y, en rigor, desde La pieza oscura, 1963- motivos de sobra para un reconocimiento en un nivel hispanoamericano. Pero ¿por qué echar de menos una explicación de tal juicio? Porque se trata de una crítica literaria y no de la presentación de los editores. Además, hacía sólo dos años (18-12-77), a propósito de Sermones y prédicas del Cristo de Elqui, de Parra, el crítico había emitido una opinión similar ("Contiene, sin duda, la creación poética más notable de los últimos años en Chile, y también en toda Hispanoamérica"), sólo que aquel juicio era apenas el comienzo de un largo artículo que colmó, íntegra, la primera página del suplemento mercurial, y al que agregó un segundo comentario (18-3-79) con motivo de la aparición de Nuevos sermones y prédicas del Cristo de Elqui.

Bien podrían tornarse estas diferencias como asuntos cuantitativos que nada prueban. Pero el hecho es que, sin ser sistemáticas, tampoco son las únicas. A mayor abundamiento, recordaremos que, en su compilación de artículos Poesía chilena e hispanoamericana actual [1975], no hay ninguno dedicado a Gonzalo Rojas. Este poeta, si bien no requiere ya ser descubierto por Valente para ser leído y traducido fuera de Chile, de todos modos merecía algo más que menciones ocasionales. con mayor razón si se considera que, según un artículo suyo [de Valente], "ser crítico es vivir en trance de conferir un premio semanal, es hacer una antología todas las semanas, año tras año" (28-11-82). Rojas recibió el "premio" de Valente recién el 8-7-79, a los sesentaidós años... Antes de publicar, en esta última fecha, un comentario sobre Transtierro, el crítico había ocupado su columna semanal con diversos y múltiples artículos sobre obras clásicas, de las cuales ya está case todo dicho y con las cuales difícilmente alcanzará su ansiado objetivo: "Descubrir: he allí el desafío que yo siento como más propio de la crítica literaria".

A estas contradicciones hay que sumar otras. En reiteradas oportunidades, Valente ha formulado juicios laudatorios sobre ciertos cuentistas más o menos recientes, pero, al momento de comentar una antología que los omite, tales omisiones apenas si le merecen una vaga mención y, en todo caso, ninguna rectificación. O bien reprocha -con acierto, por lo demás- "la poesía libresca de Borges" y la "prosa carente de intuición poética" de los últimos versos de Arteche, pero se permite a sí mismo ambas cosas y bastante a menudo, con esta única diferencia: en su caso, hay un voltaje emocional y moralizante más elevado, pero rara vez engendrador de poesía; de hecho, sus mejores poemas ("Palabras", "Ad misma", "El rey David", "Progreso", por ejemplo) son los más alejados de su estilo.

Para terminar este balance, hay que indicar que Valente tiene, por cierto, virtudes importantes y hasta poco comunes en nuestro, país: indiscutible lucidez analítica, estimable independencia -exceptuando el tema de lo religioso espiritual-, sólida cultura, gran capacidad de síntesis e incluso un límpido estilo. Sin embargo, reconocer todo ello no obsta para plantear reservas que, como las anteriores, estimamos fundamentadas.


LA REPLICA DE CUSSEN

La revista Realidad (dic. 1982) publica "El Anteparaíso de Zurita y la situación de la crítica en Chile", extenso artículo de Anthony Cussen, que cumple de modo desigual sus objetivos. En nuestra opinión, acierta cuando distingue antecedentes literarios y extraliterarios en el caso de Zurita y, sobre todo, cuando objeta el tono globalizante y poco demostrativo de los últimos artículos de Valente, en cuya contraposición ofrece un análisis evaluativo de cada una de las cuatro partes de Anteparaíso. Sin embargo, su perspectiva, aunque tiene el mérito de la franqueza, adolece de cierto esquematismo. Así, por ejemplo, afirma: "Raúl Zurita causó su primer impacto en las letras chilenas con su poema 'Áreas Verdes' publicado en la revista Manuscritos en el año 1975. Este poema logró romper con el conflicto poesía (Neruda) / Antipoesía (Parra) que aún entonces determinaba el curso de la poesía chilena".

Al parecer, tal contrapunto sólo "determinaba el curso" del pensamiento del señor Cussen, pues para los poetas nacionales esa disyuntiva había dejado de existir hacía mucho. Piénsese, si no, en los personales desarrollos que siguieron las obras poéticas de Anquita, Rojas y Lihn o, entre los más jóvenes, Barquero, Uribe y Teillier, ninguno de los cuales se sintió obligado a optar entre ser seguidor de Neruda o de Parra, sino, al contrario, algunos han tenido ellos mismos sus propios seguidores. Y esto sin considerar que, además, en la poesía chilena estaban a la sazón resonando todavía los ecos de Huidobro y De Rokha y, al menos durante algunos años, el movimiento surrealista Mandrágora.

Según Cussen, la lectura de Anteparaíso por él ofrecida "demuestra (sic) abundantemente la presencia de autores tanto clásicos como chilenos en los poemas de Zurita". Pero su presunta demostración se reduce casi a un inventario de versos de Zurita que a su juicio "acusan el influjo" de tal o cual autor, cuando en rigor sólo muestran el flujo y reflujo de la poesía. Por lo demás, las similitudes citadas por Cussen son bastante discutibles. Demostrar esto último requeriría citar todas esas coincidencias. Faltaría espacio. Pero sí se puede mostrar la arbitrariedad de esos argumentos si se cita una coincidencia más sorprendente que las apuntadas por él y que, sin embargo, tampoco prueba mayormente nada. Veamos el siguiente fragmento de Zurita (p. 59):

Se hacía tarde ya cuando tomándose un hombro me ordenó:
"Anda mátame a tu hijo"
Vamos -le repuse sonriendo- ¿me estás tomando el pelo acaso?
"Bueno, si no quieres hacerlo es asunto tuyo, pero recuerda quién soy, así que después no te quejes.
Conforme -me escuché contestarle- ¿y dónde quieres que cometa ese asesinato?
Entonces, como si fuera el aullido del viento quien hablase, Él dijo:
"Lejos, en esas perdidas cordilleras de Chile".

Y ahora citemos otro fragmento, esta vez del cantante Bob Dylan:

Dijo Dios a Abraham "Cógete un hijo y sacrifícamelo"
Dijo Abe: "Oye, tú te estás quedando conmigo".
Dijo Dios "No"; Abe dijo "¿Qué?"
Dijo Dios: "Haz lo que quieras Abrabam, pero la próxima vez que me veas aparecer ya puedes salir corriendo".
Bien, Abe dijo, "¿Dónde quieres la matanza?"
Dijo Dios: "En la carretera 61".

Bob Dylan: George Jackson y otras canciones, Visor, Madrid, 1972, pág. 61.

Por último, tampoco perece pertinente citar, como antecedente de Zurita, la obra (por lo demás estimable) de Juan Luis Martínez. Hay entre ambos diferencias esenciales: Martínez practica una poesía experimental; Zurita, una poesía experiencial.

LA ALTERNATIVA DE NARVÁEZ

El tercer articulista que mencionaremos, Jorge Narváez (1948), es el más cercano cronológicamente a Zurita, pero es el menos benévolo. Compartiendo sus reservas respecto del Colectivo Acciones de Arte (en Pluma y Pincel Nº 2) y considerando necesaria su presencia como crítico endógeno de esta generación, de todos modos ciertos planteamientos suyos merecen revisión. En primer lugar, estimamos que en Zurita no hay "presencia de un yo hipertrofiado e hiperdominante", sino casi lo contrario: un yo hiperdegradado por el dolor y aun la autoomisión, pero secretamente redimido y purificado por la catarsis confesional y la difuminación de la propia identidad.

Por otro lado, nos parece desafortunado aquello de que "este poeta insiste en creer que el cielo de la sagrada historia está en las nubes", porque implica una incomprensión radical del texto. Por último, tampoco parece válida otra objeción que formula más adelante: "Además, piensa que en la espacialidad del texto todos los cielos son iguales, y que a los chilenos se nos puede dar cielo de Nueva York por cielo de Santiago". En verdad, la escritura en el cielo se puede considerar casi como un homenaje a la minoría hispanoparlante de Nueva York, que suma tres millones, como el propio Narváez reconoce en una crónica -lograda, por otra parte- que sobre esa ciudad publicara en la revista Bravo Nº 50. Por lo demás, a pesar de no estimar conmutables para los chilenos el cielo propio y el neoyorquino, en esa crónica Narváez había invitado a leer, sólo en Chile, tres textos de poetas chilenos con ambientaciones en Nueva York: Del Relámpago de Rojas, A partir de Manhattan de Lihn, Judson Hall Tower de Narváez."


COMENTARIOS FINALES

No hemos comentado, por falta de espacio, los artículos de Anguita (El Mercurio, 6-4-80 y 12-12-82), coincidentes -salvo en el tono- con los de Valente; la recensión de Quezada (Ercilla, 17-11-82) y las opiniones que éste y FIoridor Pérez emitieran en una entrevista (Qué Pasa, 18-11-82).

Lo ya analizado constituye -es bueno recordarlo- un caso atípico en la literatura nacional de la última década, donde las obras suelen pasar más bien inadvertidas para lirios y troyanos.

Esto último es correlativo con la escasez de críticos en ejercicio periódico, por un lado, y con la agonía editorial, por otro. Al mismo tiempo, tiene una raíz más profunda: la inhibición del espíritu crítico -hijo del diálogo- que hoy se observa en el país entero, a punto de asfixiarse por la omnipresencia incontrastable del autoritarismo.

 


Nota: El presente artículo fue publicado por primera y única vez en una revista contracultural (La Castaña, Santiago, Nº 2, mayo 1983), que ofrecía reflexión crítica, poesía y humor en un contexto marcado por la dictadura.

 
 

 

Proyecto Patrimonio— Año 2006 
A Página Principal
| A Archivo Raúl Zurita | A Archivo Llanos Melussa | A Archivo de Autores |

www.letras.s5.com: Página chilena al servicio de la cultura
dirigida por Luis Martinez S.
e-mail: osol301@yahoo.es
A propósito de Anteparaíso.
Eduardo Llanos Melussa.
La Castaña, N°2, mayo 1983.