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De la escuela de Santiago a la zona boreal
Conversación con Erik Martínez

Por Luciano P. Díaz
Eco Latino, Ottawa, Canadá
Enero, 2005

 

 

Hace algunos días a nombre de Eco Latino, tuvimos la oportunidad de hablar con el poeta Erik Martínez, poeta chileno que fue miembro del grupo de vanguardia la Escuela de Santiago con quienes hizo una serie de publicaciones. Llegó a Canadá en 1974 exiliado debido al golpe de estado en Chile en 1973. Estudió pedagogía en Castellano en la Universidad de Chile. Obtuvo un título de Magíster en Español de Queen's University en Kingston, Canadá, escribiendo una tesis sobre Altazor de Vicente Huidobro. Ha enseñado literatura y traducción en Queen's University y en las universidades de Western Ontario y Ottawa. En Chile, junto con otros escritores chilenos exiliados en Ottawa, Canadá, fundó Ediciones Cordillera, una editorial que publicó diversos títulos de poetas chilenos. En 1985 se publicó su libro Tequila Sunrise. Eduardo Anguita lo incluyó en su Nueva Antología de poesía castellana (Editorial Universitaria, 1981) y fue incluido también en la Antología de poesía chilena contemporánea (Zig-Zag: Santiago de Chile. Arteche, Scarpa, Massone Eds., 1984) y sus poemas han aparecido en diversas otras antologías y revistas de Chile, Canadá, Alemania y otros países. Ha presentado ponencias de crítica literaria in varios simposios académicos en Canadá y Estados Unidos. Actualmente es traductor para la Oficina de Traducciones del Gobierno Federal de Canadá.

Luciano Díaz: ¿Cómo se gestó la Escuela de Santiago, quiénes la integraban y qué pasó con la salida de ustedes a Canadá?
Erik Martínez: Nosotros teníamos en el Instituto Pedagógico de Santiago un taller literario en el que participaban varios escritores, no tan sólo poetas sino que también narradores. Estaban, por ejemplo, Ariel Dorfman, Ronald Kay, Bernardo Subercaseaux, Oliver Welden, Gonzalo Millán, Naín Nómez, Jorge Etcheverry, yo y algunos otros. Nos reuníamos cada cierto tiempo para discutir nuestros trabajos. En el Pedagógico había todo un ambiente, al mismo tiempo que estudiábamos, en donde convivía la política, la literatura y otros temas. Debido a algunas discrepancias que hubo en ese taller, e impulsados por el deseo de lanzarnos al mundo ancho y ajeno, creo que fue Etcheverry quien lanzó la idea de formar este grupo que principalmente estaba centrado tanto en nuestra afinidad política, filosófica como literaria. Los cuatro principales miembros de la Escuela de Santiago, es decir los fundadores fuimos Etcheverry, Julio Piñones, Naín Nómez y yo. Todos teníamos estudios en filosofía y literatura y todos también teníamos posiciones de izquierda, digamos no sólo a la izquierda sino de la izquierda marginada, tirando para la ultra izquierda.

L.D.: ¿Qué pasaba con la Escuela, qué hacían?
E.M.: Bueno, hubo una serie de actividades que realizamos como grupo, quizá la más importante fue la colaboración con la revista Orfeo, que dirigía Jorge Vélez, un poeta colombiano radicado en Santiago. Al retirarse Jorge Teillier, que se fue a dirigir el Boletín de la Universidad de Chile, Vélez nos pidió que nos integráramos al consejo de redacción de la revista. Entonces trabajamos con él en la preparación de varios números. El único de esos números que salió publicado fue una antología, publicada en la editorial Zig Zag, y que se llamó 33 nombres claves en la poesía chilena y, la verdad sea dicha, que tuvo muy mala crítica. En realidad, el crítico IgnacioValente en el Mercurio, rechazó los criterios con los que se había hecho la selección. Sin embargo, profesores del departamento la utilizaron para sus cursos de literatura sobre la poesía chilena, en cierta medida, ellos estaban completamente de acuerdo con los nombres incluidos. Lo más discutible de esa antología fue haber dejado fuera a los grandes poetas de la poesía chilena, tales como son Vicente Huidobro y Pablo Neruda. Lo que pasó fue que no se explicó el criterio con que se hizo la antología ni sus fundamentos. De todas maneras, en esa antología nosotros publicamos una selección de lo que habíamos hecho hasta ese momento y algunos manifiestos que eran parte de la teoría en que nos basábamos nosotros para hacer nuestra poesía. De hecho, la decisión sobre los nombres se hizo con un criterio bastante estricto que trataba de registrar la línea surrealista dentro de la poesía chilena, organizando la muestra alrededor de figuras tales como Humberto Díaz Casanueva, Gustavo Ossorio, Rosamel del Valle, digamos una serie de poetas que en Chile no tenían gran resonancia, entonces se trataba como de una línea de poesía chilena que en ese momento no tenía reconocimiento y nosotros en ese sentido intentamos traer eso a la luz y atraer la atención hacia ellos. Se trataba entonces de 33 nombres claves aparte de los nombres fundamentales y, en realidad, muy bien se hubiera podido llamar número especial de homenaje a Ossorio, del Valle y Casanueva...

L.D. ¿Con qué poetas exiliados te tocó interactuar después de tu llegada a Canadá en febrero de 1974?
E.M.: Bueno, inmediatamente después de mí, llegaron a Canadá Naín Nómez y Manuel Jofré, luego Jorge Etcheverry, más adelante Gonzalo Millán. En esa época los chilenos exiliados en general nos dedicamos en forma bastante ardua a organizar asociaciones comunitarias que tenían como misión fundamental luchar contra la dictadura de Pinochet. Fue solamente después de algunos años que nos reunimos un grupo integrado por José Leandro Urbina, Gonzalo Millán, Ramón Sepúlveda, Jorge Etcheverry y yo para formar la Editorial Cordillera con el fin de publicar a los escritores chilenos residentes en Canadá. Ese fue, yo creo, uno de los momentos decisivos dentro del trabajo literario que nosotros realizamos acá y eso fue parte o estaba integrado a la lucha más general en contra de la dictadura.

L.D.: Me gustaría que me dieras una idea sobre lo que has publicado en Chile. He sabido que antes de publicar en Canadá, algunos de tus poemas fueron publicados en Chile en los años 60 y luego en alguna antología, ¿cuál fue aquella?
E.M.: Antes de salir de Chile, la verdad es que nosotros también publicamos con Etcheverry y otros escritores entre los que estaba José Ángel Cuevas, algunos cuadernillos de poesía los cuales distribuíamos dentro del recinto universitario. Publiqué también en algunas revistas, pero sabes, la verdad es que yo no estaba tan sólo dedicado a la poesía, en realidad tenía otras actividades. También era, por ejemplo, crítico de cine para la revista Primer Plano que se publicaba en la Universidad Católica de Valparaíso y fui fundador junto con Sergio Salinas, Pepe Román y un par de otros amigos, de un cine-club que culminó más tarde con la fundación del cine arte Normandie. Por otro lado, también estaba dedicado a la política. Entonces, dentro de todas estas actividades, lo que también fue importante fueron los recitales de poesía y también nos publicaron en el extranjero, por ejemplo, la revista Humboldt, Cormorán en Argentina y algunas otras.

L.D.: Pero tú me habías hablado de otra antología. Creo que era una de Anguita, de la cual no tengo antecedentes, digamos que salí relativamente joven de Chile y no...
E.M. Bueno la antología de Eduardo Anguita es posterior, es del año 81...

L.D: O sea, tú ya estabas en Canadá hacía unos siete años más o menos y yo también salí antes de eso. Y lo que Anguita recogió en esa antología, digamos poemas y autores serian...
E.M.: En realidad eran algunos poemas que ya se habían publicado en 33 nombres claves y entre los participantes se encuentra por ejemplo, entre los jóvenes, Raúl Zurita, Arturo Fontaine, Delia Domínguez para nombrarte algunos de los nombres que recuerdo. Digamos que es una antología de la poesía castellana, entonces él va desde los orígenes de la poesía castellana hasta alguno poetas chilenos jóvenes de los 60 y 70, hasta esa época. Lamentablemente esta antología no tuvo de ninguna manera la misma repercusión que la anterior hecha en colaboración con Volodia Teitelboim.

L.D.: Ahora, habiendo leído Tequila Sunrise hace un buen número de años y releyéndolo en estos días, basándome en esos textos, estoy casi seguro que si tú y otros poetas de tu generación, Etcheverry y algunos otros por ejemplo, se hubieran podido quedar en Chile después del golpe, quizá se hubieran convertido en los referentes de las generaciones más jóvenes de los poetas que han aparecido en los últimos años. Por lo menos creo que el panorama sería bastante distinto.
E.M.: Bueno, déjame decirte que para nosotros en general y para mí en particular el exilio fue una cosa bastante terrible, algo tremendo. Nosotros estábamos viviendo una gran efervescencia intelectual, recién comenzábamos nuestra carrera literaria y estábamos totalmente imbuidos en aquella cultura. Llegar a Canadá significó un tremendo choque tanto psicológico como cultural, en primer lugar, de hecho, acá se habla inglés o francés, entonces todo nuestro poder de palabra quedaba completamente nulo, y por tanto tuvimos que comenzar prácticamente de cero a aprender el alfabeto. Fue como quedar incapacitado, desarmado para actuar. De alguna manera, se puede decir que el exilio fue comenzar de nuevo con referentes completamente diferentes y la lejanía del país que nosotros sentíamos amargamente al principio poco a poco fue creando como una respuesta de parte nuestra. Ahora, lo interesante en nuestro caso es que para nosotros el exilio fue también la posibilidad de abrirnos aún más a un mundo completamente diferente que nosotros no teníamos en Chile.

L.D: En tu libro Tequila Sunrise, que fue publicado en 1985 hay una serie de imágenes de horror, de pesadillas, de abandono, que en sus primeras páginas quizá se puede evidenciar una relación con el golpe de estado en Chile. Luego el libro adquiere un carácter más personal, más onírico (aún), con tintes que provienen claramente del surrealismo. Hay un desgajamiento profundo de una entidad matriz que llevan al hablante a realidades donde la geografía está totalmente fragmentada y al límite existencial. Hay poemas memorables como el que abre el libro y donde el poeta se posiciona frente a la ciudad: Estado de cosas, luego está Paseo nocturno en sus tres versiones, Los pájaros; y uno de mis favoritos, Un día cualquiera, donde el poeta al final del poema se ve a sí mismo de espaldas en la pantalla del televisor, mirando una pantalla de televisor, donde se ve a sí mismo de espaldas, etc. ¿Por qué este título?
E.M.: Bueno, la verdad es que yo tenía varios títulos posibles para el libro. Finalmente usé el título de un poema incluido en el libro que es que le da el nombre, Tequila Sunrise. Ahora, creo que en cierto sentido lo usé porque funciona tanto en inglés como español, como es un trago internacional creo que fue eso lo que me hizo tomar la decisión.

L.D.: No estoy seguro que tu libro sea conocido en Chile, a lo mejor me equivoco, pero ¿a qué crees tú que se deba el poco conocimiento de la poesía chilena hecha fuera de Chile?
E.M.: Yo creo que nosotros hemos tenido contactos muy esporádicos por una parte y en Chile existe cierta situación en donde la mayoría de la gente se preocupa mas bien de lo que sucede a su alrededor inmediato. En cierto sentido, me parece natural, es más bien un ambiente cultural absorto en sí mismo. Yo no creo que ellos nos ignoren completamente, lo demuestra el hecho que hayamos aparecido en algunas antologías que aparecieron muchos años después de haber salido del país. Por otro lado, no hemos publicado mucho (quizás estoy más bien pensando en mí mismo), no hemos tenido un contacto fluido con el ambiente literario chileno debido a obstáculos en la comunicación y además nuestros libros no se distribuyen muy bien y, habría que agregar, la poesía casi no vende. La última vez que estuve en Chile, en un simposio sobre el bicentenario, yo explicaba que la única manera que se podrá integrar al trabajo de los que estamos fuera, es creando canales para la distribución de las obras que se hacen fuera. El caso de Canadá no es el único, también hay gente que hace cultura en Suecia, en el resto de Europa y en otros lados; una tremenda riqueza cultural que se debe rescatar, si no sería una tremenda pérdida para Chile.

L.D.: ¿Qué piensas de la poesía chilena post dictadura? Digamos lo que conoces. Pregunto esto porque como todo el mundo sabe y excepto por algunas excepciones, en España post Franco, por ejemplo, no hay mayores referentes en la poesía española que mantengan una tradición ni siquiera cercana a lo que fue la generación del 98 o del 27.
E.M. Yo creo que hay muy buenos poetas en Chile, en realidad siempre ha sido así. La poesía tiene una gran tradición en nuestro país, hay autores como el mismo Neruda, Parra, la Mistral.… quizás no sea algo que podamos explicar sobre la base de la situación política chilena. La poesía está un poco en retirada en todo el mundo y, en cierta medida, la irrupción de los medios de comunicación de masas y la fuerza de las nuevas condiciones sociales impuestas por la sociedad de consumo en la cultura nacional, digamos, hacen que la poesía no tenga la misma repercusión que tenía antes. En los años 30 ó 40 la literatura era el principal arte que se daba en Chile, pero poco a poco el cine, la televisión y las nuevas formas de cultura han desplazado el eje central de la cultura.

L.D.: Quizá como ejemplo de eso, no sé si sabrás que hace poco Raúl Zurita editó en Chile una antología de poetas jóvenes la que fue literalmente destrozada por algunos críticos. Por supuesto -y con justo derecho Zurita la defendió a brazo partido. ¿A qué crees que esto se debe este fenómeno -según los críticos --de la mala calidad de la poesía joven o nueva- crees que existe una situación similar al de España franquista?, O ¿es la nueva poesía chilena producto, o víctima del pensamiento que imperó en Chile por cerca de veinte años, digamos un pensamiento mas bien fascistoide, de lavado de cerebro, donde hubo poca preocupación por los libros o por enterarse de la cultura en otras partes del mundo?
E.M.: Primero que nada quiero decir que todo lo que he leído de Zurita me parece genial y pienso que él es un gran poeta. Ahora, no he tenido oportunidad de leer la antología así que no la puedo defender ni atacar. Lo que sí pienso, es que todo movimiento literario o toda nueva generación pasa por distintas etapas y no creo que una antología tenga necesariamente que imponerse, tendrá que tener alguna resistencia, y digamos, los nuevos criterios de la juventud como la incorporación de preocupaciones eróticas o el uso de cierto nivel de irreverencia, digamos toda nueva generación rompe con ciertos cánones o trata de modificar la situación imperante. Entonces es imposible dar un juicio categórico de inmediato, a veces son escaramuzas, batallas que hay que dar de todas maneras.

L.D.: Ahora algo que nos atañe un poco más de cerca. ¿Piensas que ha habido cierta lentitud de parte de los investigadores literarios chilenos en indagar o rescatar, la literatura chilena, (en nuestro caso la poesía) que se produce fuera de Chile e integrarla al acerbo poético nacional? Digamos que conocemos ciertos estudios que se han hecho acerca de esto, pero que a mí por lo menos hoy me resultan extemporáneos y sería injusto decir sesgados, aun cuando después de esos estudios han aparecido algunos poetas que según mi criterio son bastante interesantes y merecen ser, digamos rescatados. Esto ya amerita otro estudio que sea más completo.
E.M.: Yo creo que la falta de estudios está ligada en cierta medida a las dificultades para conseguir el material que se produce en el extranjero. Hay algunos que estudian ciertos aspectos de la poesía que se hace fuera. No creo que haya pasado suficiente tiempo como para decir que no hay interés; en asuntos literarios, tú sabes, a veces tienen que pasar decenas o centenas de años (risas) para que se llegue a la evaluación plena de algún poeta. Hace poco estaba re-leyendo a Friedrich Hölderlin quien durante su vida no tuvo absolutamente ningún reconocimiento, fue completamente ignorado por el "establishment" alemán de la época y solamente 100 ó 200 años después fue rescatado y re-evaluado...(risas)

L.D.: Gracias por ese gran consuelo que me estás dando (risas), vamos a tener que esperar unos cien años...Bueno, dentro de nuestras letras y tradición literaria: ¿Parra, Lihn, Mistral, De Rokha o Huidobro?
E.M.: Si yo tuviera que elegir a alguno de ellos...Bueno, mira, yo los he leído a todos y de todos he aprendido algo. Me parece a mí que Neruda es el que tiene una obra más completa. Él fue un poeta que supo re-inventarse en cada etapa de su vida. Tiene un registro mayor, su obra juvenil por ejemplo, surrealista, se resume mejor en Residencia en la tierra que parece un libro fantástico. Posteriormente El canto general es una obra que asume la historia nacional y continental, habla sobre la responsabilidad histórica del poeta, también es un libro que encuentro fundamental leer. Su obra posterior, que conozco poco, de todas maneras me parece fantástica, sobre todo, las odas elementales. Es decir, si tuviera que elegir uno sería Neruda. También me parece sin embargo que un poema como Altazor, es un poema fundamental dentro de la poesía chilena que ha sido mal comprendido, mal leído y necesita mayor estudio todavía.

L.D.: Bueno, te voy a decir algo, parece que caíste en la trampa. Yo aún no te he hablado de Neruda, no estaba incluido en el grupo que te nombré (risas). De Neruda se dice que tú dijiste por allá a fines de los 60 en una entrevista, que la poesía importante de Neruda en el futuro sería nada más que un volumen de 50 páginas y con letra grande. ¿Qué hay de cierto en ésto?
E.M.: Yo creo que aquellas expresiones que hicimos en esa entrevista, fueron apresuradas y, por supuesto, no expresaron adecuadamente nuestro pensamiento; ya que en realidad no estábamos respondiendo tanto a la poesía misma de Neruda, sino que a otro aspecto que también encuentro importante señalar. Neruda como miembro del partido comunista, un partido estalinista con influencia soviética, se transformó en una figura que influía a un nivel como de la maquinaria de la literatura. Digamos el partido comunista en Santiago y las fuerzas organizadas de la izquierda chilena tradicional formaron una capa de poder que controlaba publicaciones importantes en Santiago y determinaban el triunfo, el reconocimiento o el fracaso de un escritor joven. La paradoja era que nosotros, por ser de izquierda, teníamos canales bien limitados por donde publicar y si se nos cerraban los canales dominados por la izquierda no teníamos nada. Entonces en ese sentido nosotros estábamos reaccionando no contra Neruda el poeta, sino a todo el entorno, la maquinaria política que estaba detrás de Neruda, la institución cultural que hasta cierto punto nos estaba cerrando el camino. También, el otro aspecto de Neruda no es Neruda mismo, sino los seguidores de Neruda, los que repetían su estilo y lo transformaban en una retórica hueca. Entonces no era Neruda propiamente lo que nosotros atacábamos sino el exceso retórico de algunos otros poetas que seguían a Neruda. Yo creo que el poeta Neruda es un gran poeta y su obra es tremendamente influyente y siempre lo será, pero el error de muchos poetas chilenos de la época fue haber seguido sus palabras sin meterse, digamos, en el proceso de generación de ese lenguaje.

L.D.: Tú me hablaste de cine hace un momento atrás, como dato anecdótico te cuento que años atrás, al ver la película Palomita Blanca de Raúl Ruiz, quien hace como 30 año se encuentra trabajando en Francia y que hace par de años presentó su película En busca del tiempo perdido, basada en la novela homónima de Marcel Proust y que contó con gente como Catherine Deneuve y otros actores reconocidos, bueno, me encuentro con la sorpresa que dos de los actores que aparecen en varias escenas más o menos importantes de Palomita Blanca son Jorge Etcheverry y tú. ¿Cómo se gestó tu participación y la de Jorge en la película?
E.M.: Bueno, hasta cierto punto yo era algo cercano de Raúl Ruiz, conocido como se dice. Como ya te dije, yo formaba parte de la dirección de la revista Primer Plano y le hicimos a él una entrevista bastante larga. Raúl Ruiz en esa época iba bastante seguido a Il Bosco, un famoso café de Santiago donde se juntaban muchos intelectuales santiaguinos. Él eligió como uno de los actores principales a otro amigo nuestro que era Manuel Aránguiz, que también es poeta exiliado en Canadá. Ruiz le pidió a Manuel que eligiera a un grupo de amigos que Ruiz necesitaba para la película; bueno, Aránguiz pensó en mí y en Jorge y eso le vino muy bien a Ruiz puesto que él ya nos conocía.

L.D.: ¿Crees tú que estamos en un país equivocado en vista que escribimos en castellano? Según me contó Jorge Etcheverry, una vez Roberto Bolaño le dijo que incluso en España (país de habla castellana) en esos años era difícil abrirse paso, que a él casi no lo tomaban en cuenta, bueno, todos sabemos en que se convirtió Bolaño tiempo después. Entonces nosotros, ¿estamos en el país equivocado al encontrarnos en Canadá?
E.M.; Bueno, yo creo que estar aquí significa una serie de problemas, problemas que a veces pienso son imposibles de resolver. El idioma, por supuesto, es uno de los asuntos fundamentales que yo me he planteado por muchos años. En varias ocasiones yo he estado a punto de decidir por escribir en inglés con el objeto de abrir vías que me permitan llegar a un público local. El hecho de que escribamos en español obviamente nos limita por el público que nosotros tenemos aquí. Carecemos de las vías que nos lleven a Santiago directamente, a Chile o a Latinoamérica. Es decir en realidad estamos en una situación bien difícil, yo creo que escribimos poesía porque no podemos dejar de escribir poesía. Para mí es algo esencial que yo tengo que hacer. No es una actividad que yo me imponga a mí mismo o que alguien me imponga pero que de todas maneras estoy como condenado a realizar y creo que lo mismo les sucede a los que han hecho poesía a pesar de la situación tremendamente difícil en que nos ha tocado vivir.

L.D.: ¿Tú crees que El Dorado ha tenido algún papel importante en lo que significa que estemos acá, lo que hemos hecho en estos últimos años?
E.M.: Bueno, yo creo que ha sido tremendamente importante que nosotros continuemos esta labor de divulgación para que podamos crear nuestro propio público y, hasta cierto punto, creo que lo estamos logrando. El español es un idioma que está creciendo y cuya influencia se está ampliando e incluso, acá en Canadá, tanto en Montreal como Toronto, Ottawa, Vancouver y otras ciudades, la comunidad hispanohablante está creciendo constantemente. Creo que hacia el futuro si nosotros tenemos una estrategia adecuada quizá podríamos tener una repercusión tanto en Norteamérica como fuera de esas fronteras.

L.D.: Para terminar, en lo inmediato, ¿tienes algún proyecto a futuro, algo que estés haciendo?
E.M.: Estaba pensando tomar este asunto de la historia y estaba pensando en que personajes históricos admiro más. Por supuesto en Chile tenemos grandes personajes como Salvador Allende y muchos otros que marcaron la historia de nuestro tiempo, pero ciertamente la figura del Che Guevara está adquiriendo mayor importancia y está la necesidad de pensar y re-pensar en lo que él significó para nosotros. Pienso en un libro que pueda retomar mi historia personal conectada con la historia que nos tocó vivir.

L.D. Muchas gracias Erik y esperamos que tu proyecto llegue a buen término.
E.M.: Gracias.

 



 

ERIK MARTINEZ

Sueños de la tarde sobre la tierra húmeda

Sueños de la tarde que fueron otros sueños olvidados
no; no vinimos caminando por los senderos de la tarde
no bebimos la hoja que humedecía el sol moribundo
pero sí detenidos y acezantes entre el follaje que palpitaba
......... agitado
oh! Si toda la sangre del calor
si todos los humores vegetales
se detuvieran en la tarde que oscurece
si todos los cantos de las aves de frondoso plumaje.

Yo iré golpeando una redondela
yo subiré desnudo para bañarme de la atmósfera en la altura
(habrá un árbol lento
quejándose débilmente)
yo atravesaré una pradera inmensa
cuando sea el tiempo del calor.

La lechuza de ala verde
la lechuza que miró su parentela y orinó compudo el hueco
de un cierto papel
la nocturna lechuza señora pestilente de los árboles redondos
dibujó su vuelo como una línea perdida
una espiral y se enterró bajo tierra en castigo
(oh sufriente cabeza de la tristeza seca tus lágrimas
o yo enterraré el negro cuchillo en mi vientre).

Toda cosa viviente manifestó su exuberancia
el árbol meció su copa
su hoja se hinchó verde en la luminosidad verde de la noche
y hubo una profusión de especies vegetales
el árbol creció en el aroma de sus ramas
y todo aroma viviente palpitó en la fiebre de la noche.
El espíritu del bosque hizo mecerse este profuso mar
hizo crecer esta marea hasta el acalorado rostro de los cielos
y toda cosa viviente manifestó su exuberancia.

Pero el habitante soñó sobre la tierra húmeda
que su cuerpo se perdía entre el follaje
que sus ojos (último resto brillante de su cuerpo)
se hundían en una sombra más fuerte que la noche
soñó que el calor de la hoja verde se apoderaba de las palpitaciones
de su corazón (hecho de un material débil, hecho
de una roja tela de tejidos.)
Y los brazos de la selva se extendían para abrazarlo
y todo sucedía lejos, en la sombra
entre la magnífica exuberancia viviente del bosque
entre esos magníficos aromas de la noche.

La nocturna lechuza señora pestilente de los árboles redondos
dibujó su vuelo como una línea perdida
una espiral y se enterró bajo tierra en castigo.

( Poesía Chilena Contemporánea. Miguel Arteche, Juan Antonio Massone, Roque Esteban Scarpa. Editorial Andrés Bello 1997)



 

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Conversación con Erik Martínez. De la escuela de Santiago a la zona boreal.
Por Luciano P. Díaz.
Eco Latino, Ottawa, Canada,
Enero de 2005.