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Carta a un amor perdido

Eugenio Poveda Valenzuela

 

Estimada Lizi:

¿Existe algo en el Mundo que yo no le haya regalado, no le haya dicho o no le haya escrito? ¿No puse en riesgo mi vida y mi cordura por llamar su atención para que me amara, con la fuerza que la llegué a amar yo? ¿Puede usted juzgarme como "cobarde"?

De hecho, alguna vez usted me dijo: "osado", "insistente" y "patético". No creo que estos epítetos, en boca de una mujer como usted, hayan estado dirigidos a un hombre común, centrado y timorato. Al contrario, usted los gritó fuerte, como intentando detener un huracán, dejar estática una ola o paralizar un río, a pura mano.

En la distancia, en el centro de mi corazón de muelle abandonado, quedó su rostro, fijo como roca, para ser molido por los dientes de la memoria, con la urgencia del olvido. Parto ahora a autoexiliarme de usted, a despatriarme de su soberanía. Sobre un camino de piedras, iré rompiendo sus recuerdos, como "Pulgarcito" con sus migas de pan, para que alguna amada los recoja y camine conmigo hasta la eternidad.

Hermosas las últimas cartas que me envió, mis ojos las leyeron rápidas, como con manos de ciego. Pero eran frías. ¡Sí!, hermosas pero frías, aunque le parezca contradictorio. No entibiaron mi alma, no desentumecieron mi congelado corazón. Cuando usted se fue -¿recuerda?, yo la miré con ojos inundados, le hice señas con mi risa, intenté convencerla para que no se fuera. ¿Sirvió de algo?... Acaso no montó en su orgullo y cabalgó hasta la lejanía? ¿No fue usted la que desnudó los árboles y descompuso relojes y calendarios? ¿no se dio cuenta de que al partir dejo en inercia mortal al tiempo y desfiguró el borde de todas las cosas?

La amé, no lo dude ni un solo momento. Pero usted se fue. No quiso salir de puerto a mar abierto, por temor y desconfianza. Es cierto, más se espera de la vida cuando la tenemos más ordenada, que cuando se arremolina y encrespa como impredecible ola marina.

Esta carta no tiene posdata. Después de su adiós, ¿qué otra cosa podría decirse? Le deseo todo lo que se merece. Por mí no tenga cuidado, "nadie me quiso nunca y me iré de la vida sin que alguien me quiera ni por un día"... Salude a los conocidos y alárgueles mis buenas intenciones. No se puede partir de este mundo con deudas impagas, ni con culpas no confesadas. Cada cual hace lo suyo y toma sus decisiones. Yo he tomado la mía. La dejo, como usted me dejó a mí, sin sonrisas, sin miradas, sin palabras, sin manos, sin piernas.

Esperaré por usted, entre selvas de olvidos y plantaciones de desamores. Dormiré junto a su recuerdo, que se enfría como cadáver, a toda noche, a todo sueño.


Suyo

elpv.

 

 

¿Cómo pude ser tan cobarde?
¿Por qué no te robé un beso?
Tuve que contenerme,
Enderezar la cordura...
Pero cuanto me arrepiento
Acabo de vivir una tarde maravillosa
Con una mujer que me maravilla
Y yo el bobo
Cazando formalidades.

Debí actuar como Julián Sorel
Robarte un beso y después la muerte
Qué importaba...
Pero podía perder tu amistad
Y eso no lo deseo...

Eres tan inmensa Ely,
Eres, como conversamos,
Mi peligro
Mi perdición
En todo lo que he escrito para ti
Te he abierto mi alma y corazón.

Ely, mi vida ya no es la misma:
Tengo miedo, mucho miedo.
Esta casa ya es perfecta
Aquí ya nada falta:
Están los árboles que amo
Está la huella que dejaste
Quedaron tu palabras en ecos inolvidables.
Estoy loco por ti
Qué puedo decir.

Gracias por bendecir mi hogar
Nunca saldrá ni un pedazo tuyo
De este lugar,
Lo juro.
Te quedaste para siempre
Para que yo nunca más esté solo.

29/11/05 ........ 22:30 hrs.

 
 

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Eugenio Poveda Valenzuela.