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ATAR LAS NAVES

Enrique Winter Sepúlveda




MAESTRANZA


Bajo la superficie de los mares
hay espacios en blanco.

Las crestas de las olas alcanzan caracteres,
que sólo imprimen en mareas altas.

Estas dos hojas diarias las escribe la Tierra,
Venus ninguna aún siendo poeta,
y lee nuestra Vía Láctea.

Los juzga a todos malos,
los arruga y los lanza.
Los agujeros negros: pura tinta perdida.


 

SOLTAR LA CUERDA


Nunca aprendimos a saltar la cuerda.
Mis padres la olvidaron
en el bazar de Presidente Errázuriz
dos nueve cero uno.

Al techo del lugar sigue amarrada,
balanceando a mi abuelo.

 


 

EN LA VEREDA


Las micros trotan y son nuestras naves.
El continente Pueblos, por pequeño,
no tiene terminales ni es porteño.
Sentarse en su vereda a ver las aves,

ojo de pez soy sin boletos, sabes,
es prender fuego a guías de Carreño,
al siglo y al comercio en cada leño,
ver ascuas de tu cuerpo y de tus claves.

 

 


En la acera de un pueblo chico, hincarse
es darle un fulminante gancho de box al tiempo,
y a la ruma de libros ......... y a las monedas ......... y a ti.

 


 

PUENTES


Los puentes son mosaicos de madera con agua
y juegan como íconos de algún rompecabezas,
como piezas revueltas en la mesa del aire.

Son los niños que tristes sacan los pies del lago
para onces de leche y hallullas que se parten,
desmigando un mantel a cuadros carmesí.

Marean estos puentes, si no se los recorre
cual jardín o calleja de antiguas novias, novias
entre maderos fijos y líneas de tiniebla.

Al volver, la sutil soledad de sus tablas
resume aquellos brincos que añora nuestro paso
ya cansino de piedras: puzzles, lagunas, pan.

 


 

HUAPI O CUALQUIER ZONA RURAL


Abiertos como dedos de una mano, los cinco continentes
poseen nombres de mujer.
Mi mujer es un cántaro que cobija al viajero derramado.

En Huapi, de los cementerios sólo recuerdo cunas de colores
dando la vaga idea de vientres que palpitan.

Porque ser seducido es una especie de muerte,
de pausa,
mi mujer es la urna que protege nuestra falta de lances.
............ Y bailarinas conquistadas
concentran en su ombligo
una herida que inspira y luego expira
lo fugaz de su acto:
caer en los espacios sin tierra de la Tierra
es refugiarse en otros surcos, ser un murmullo
que se esconde en las bóvedas.

La vida es el dibujo que salmones nadan desde la cuna
hacia cunas distintas en madera tallada,
cavadas bajo tierra.

Y sobre ella nos queda tan sólo una certeza:
hay cinco continentes embelesando a los marinos que suspenden el viaje
y lo reemplazan por la otra muerte, sus velos y guarida.

 


 

CORAZÓN DE PALOMA


Come cerezas sobre un plato blanco.
El roce del colmillo y la caroza
corta el aire
............. .... como si en sutileza
ella pinchara un globo
.................. terráqueo que palpita.

 


 

TERMINALES COMUNES


Sólo la vuelta de otras niñas en bicicleta
da origen a la plaza en donde puedo escribirte.

Los círculos concéntricos del cielo
trazan decenas de gaviotas

................ mientras tu mano se esculpe a sí misma
.............. . (vuelos de águila sobre el tocador).

Estos retoques a la piel del mar
hacen de los pelícanos cucharas
en las pestañas del océano.

El agua es tu perfil,
oculto por la niebla de los puertos
girando en bicicleta.

 


 

EL CORTEJO DE ESTA ESPECIE ES UNA AUSENCIA


La mujer que uno habita
siempre es otra de la que seca nuestros labios
hasta despertarnos con cada medianoche
............................................................. sin estar allí.

Desvela quien se halla
danzando en inviernos azarosos de antes
un merengue que habla de esta carnal nostalgia
........................................................ que no la albergó.

 


 

EXORDIO A SOLTAR LA CUERDA (TENDENCIA A LA AFONÍA)


Y a estos ojos blancos, a echar la puerta abajo
a camionazos del Goliat.
A cincelar en la garganta bordes
del pasillo de rugby. Al padre envuelto en banderas.
Dolor de cuello. Afuera la lengua y balbuceos,
gringo proleta o vieja solterona
limando sus perfectos muebles. Flaco,
tendencia a la afonía y al bostezo.
A inflamar estas naves, las amígdalas
y las palabras graves. Modulación en falta.
Tendencia al yeso y a perder papeles,
al mal riego sanguíneo. A caerse en canales.
Perdimos nuestras fichas de ludo. Se atoraron
con dulces nuestras cuerdas. Y para este jueguito
del amor, nudos en la tráquea.

 

 

 

 

¿A qué, a quiénes se parecen los poetas jóvenes?
Ellos piensan: a nadie.
A veces, cuando se trata de poesía de veras, es más o menos cierto.
La poesía, sobre todo cuando reconoce algunas antiguas normas de retórica y métrica, revela mejor el carácter único de quien la escribe. Lo que llaman aquí "verso libre" a menudo diluye las particularidades de quienes, por pereza, por ignorancia o por creer que su texto, siendo "libre" es más sincero, saltan, sin ritmo, cuerdas inexistentes. Hasta llegan a considerar "anticuados" los versos que tienen forma, como la han tenido los de toda poesía en las más diversas lenguas. Los verdaderos poetas del siglo XX que han usado verso libre conocen, sin excepción, aquellas normas y a los autores clásicos que las idearon.
Pues evidentemente se puede ser original y originario inventando formas.
Enrique Winter lo hace en Atar las naves y a la vez respeta el endecasílabo, el heptasílabo, el alejandrino, ¡y la poesía experimentada! "Come cerezas sobre un plato blanco", así dice en Corazón de paloma.
Igualmente constata la experiencia de una falla física, haciéndola preludio de placer: "He roto mi bolsillo de la izquierda. / Si guardo en él, doblados, tus mensajes, / rozarás mis rodillas nuevamente."
Reconoce que todos los seres humanos somos tremendamente imperfectos, del nacimiento a la muerte. Pero sabe que es posible sacar partido a las propias imperfecciones. Dice al final de su libro:
"Y lo admito: mi canto es huero
como un globo en el cumpleaños".


Armando Uribe


 



de ATAR LAS NAVES
© Enrique Winter Sepúlveda
ISBN: 956-8118-08-X
Ediciones del Temple Diciembre de 2003

 

 

 

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Enrique Winter Sepúlveda: Atar las naves.
Ediciones del Temple
Diciembre de 2003.