
  
     UNA VIDA DEDICADA  A LA LITERATURA. ENTREVISTA CON 
  CARLOS EDUARDO ZAVALETA
Por Fernando Carrasco Núñez
 
                Carlos Eduardo Zavaleta (Caraz,1928) es una de las  figuras insoslayables en la literatura peruana de los últimos tiempos. Sus  numerosos libros de cuentos y novelas han cumplido un rol significativo en el  proceso de modernización de las letras peruanas. Además ha sido un incansable  traductor y agudo estudioso de la obra de James Joyce y William Faulkner. Dicta  desde hace muchos años la cátedra de Literatura Norteamericana en la  Universidad Nacional Mayor de San Marcos. Por su labor como estudioso de la  Literatura y como diplomático ha radicado en diferentes países de América y  Europa. El año 1947 ganó los Juegos Florales de la Universidad de San Marcos  con su novela corta El Cínico. Este 2007 cumple sesenta años de ardua labor  como escritor. Por todos estos motivos lo visitamos en su departamento del  apacible distrito limeño de Miraflores, frente al mar, para sostener con él una  larga e interesante entrevista. Aquí transcribimos buena parte de ella. 
- En varias de sus novelas y en cuentos  como "Una resurrección cotidiana" la  Universidad de San Marcos aparece como un escenario muy importante. ¿Cómo  definiría su relación como persona y escritor con esta casa de estudios?
  - Mi  relación con San Marcos es muy grata. Esta Universidad es mi alma máter porque  allí yo me formé tanto en lo poco que sé de ciencias como en letras. Allí  escuché a profesores extraordinarios cuya enseñanza y valor yo siempre  reconozco. A muchos de ellos aún los veo, por ejemplo a Puccinelli y a Estuardo  Núñez. En cada ocasión que tengo yo reconozco lo que ellos significaron para  mí. En cuanto a la forma simbólica, San Marcos como ente cultural a mí me ha  significado como una especie de laboratorio para trabajar en él y para  desenvolver, ojalá, nuevas formas narrativas e incluso para acercarme a la  crítica de ciertos autores peruanos que estaban olvidados.
- ¿Qué  autores por ejemplo, profesor?
  - Por ejemplo José  Antonio Román. ¿Quién sabe de él?, cuando es un buen narrador que en 1918  publicó en Barcelona una novela llamada Fracaso donde trata un tema que sólo tres años después va a tratar Pirandello, es  el tema de las relaciones entre el autor y el personaje. Luego hay otro  silencio en torno a Aurelio Arnao. Un tercer silencio se da en torno a José  Gálvez y a su famosa novela La Boda. Esta es una novela indigenista pero al revés  de las otras; es decir, es indigenista pero no sufriente, no dolorosa. Es una  novela en la cual de despliegan dos estrategias. La estrategia del patrón y la  estrategia del peón. Y curiosamente en forma extraña, pero muy bien escrita se  da uno con que la victoria es del peón. Este libro es del año 23. Desde este  año tenemos una novela indigenista en que el indio está tratado con respeto y  aún con admiración.  
- En su  libro Autobiografía fugaz usted  sostiene que “en el Perú el renombre es  una cosa, y la calidad puede o no ir con él” ¿Podría ampliar esta idea tal  vez con algunos ejemplos y sobre su caso personal?
- Bueno, yo creo que la respuesta es clara. El prestigio es una cosa, el  valor intrínseco de un literato. Y por otro lado está la supuesta fama que el  autor puede tener o no, y que por lo general está en manos de otros. Esos otros  en mi caso no han funcionado o no han existido en torno a mí. En la carrera  literaria he estado siempre solo y me ha gustado publicar libros con cierta  regularidad, pero no sé actuar yo como jefe de relaciones públicas de mí mismo.  Nunca lo he sabido, nunca he aprendido cómo hacer eso. Yo me he reducido a ser  escritor y a publicar de vez en cuando.
- Usted es  un escritor sumamente prolífico, ¿Podría hablarnos sobre su disciplina para la  escritura literaria?
- Yo  creo que la disciplina la he aprendido de los científicos. Para ser escritor  hay que escribir y para ser escritor hay que seguir escribiendo. Esa es la  costumbre que nos da la vida. 
Y la vida de un escritor es la vida de sus ideas,  es la vida de sus libros de tal manera que si uno se apega a esto que parece un  breviario tan pequeño pues entonces el resultado son varios libros. Ahora tengo  algunos más que me son difíciles de publicar en el Perú, pero sigo adelante, no  me quejo en ningún momento.
- Háblenos  sobre el proceso de elaboración de un cuento. ¿A usted la escritura literaria  le resulta placentera?
  - Yo no  veo mucho de placentero en la construcción del cuento, eso lo veo cuando ya  está el final. Tal vez el placer está mucho antes, quizás en el momento de la  visión, la visión incompleta, extraña, muy rara cuando uno percibe que tiene  una situación o una escena o un diálogo a partir del cual se va a estructurar  todo el resto de los componentes del cuento. Ahí uno coge al vuelo algo que  después va a desaparecer como si fuera aire. Si eso uno lo captura y lo apunta  en ese momento o si esa visión es repetida a su conciencia entonces uno puede  estar seguro de que ya encontró el tema para un cuento. A pesar de ser una  escena cualquiera, un encuentro con alguien, una mezcla de paisaje y personaje;  basta con eso, ese cuento será recordado y será hecho por él. A veces hay otras  formas que son ya más concientes. Esas son las más difíciles porque al ser  conscientes uno piensa trabajarlas y las trabaja a la luz del día y trabajar un  cuento a la luz del día es muy, muy difícil. Lo mejor es que salga de la  inconciencia, que salga de la sombra y poco a poco uno vaya dándole forma.
- En sus  obras los personajes femeninos ocupan un lugar trascendente por la manera tan  aguda como usted ha sabido ahondar en su mundo interior. Estoy pensando, por  ejemplo, en Doña Queca de su novela Pálido,  pero sereno. ¿Desde cuándo le viene esa fijación por los personajes  femeninos?
  -  Yo creo  que esto nace con mis primeros cuentos, nace en los años cincuenta. Ya en mi  libro La Batalla en el cuento La Rebelde aparece un personaje femenino  importante y también en el cuento El  Ultraje, este segundo cuento trata sobre una familia, la familia Pino en  que los hijos defienden a la madre. Todos se colocan frente al padre y lo echan  de la casa. Piense usted en la antigüedad de ese cuento frente a otros cuentos  de otros autores, estoy recordando Los  hombres y las botellas de Ribeyro que es de más o menos veinte años  después. La historia de El Ultraje lo  tomé de un recuerdo de un pueblo de mi infancia, un pueblo sufrido, pobre, pero  en algunas épocas del año extraordinario por la molienda de la caña. Y como  excepción descubrí que había una casa donde había un trapiche que no trabajaba  hacía mucho tiempo. Allí la supuesta bonanza de la caña de azúcar que cubría  todo el pueblo no existía porque el trapiche que estaba en el patio de la casa  estaba muerto. Esa esterilidad en medio de la abundancia y la desolación  económica finalmente se convierte en un conjunto de rencillas internas que  pueden destrozar una familia.
- Esas  rencillas familiares que van a marcar a los hijos casi siempre son causadas por  quienes encabezan la familia, el padre y la madre.
  - Así  es, padre y madre juegan un papel importantísimo en muchos de mis cuentos. Los  padres pueden estar unidos al bien o al mal según sean los casos. Y también  según el bien o el mal se aposentan en el recuerdo, en la nostalgia de los  hijos de tal manera que parece que hubiera un premio para ese bien o algo  nefando para ese mal. En varios cuentos son los hijos los que recuerdan con  cariño. Posiblemente esas figuras paterna y materna se reparten en mis libros.  Yo los he confrontado, por ejemplo, en Los  Ingar. Aquí hay una figura paterna disuelta porque el chico no ha conocido  a su padre, pero sí ha conocido a sus hermanos mayores, sobretodo a un hermano  mayor a quien él quiere mucho que es Alberto. Entonces la figura paterna está  representada por el hermano mayor. En cuentos así de pueblos pequeños se ve a  un personaje dominante que puede estar en mano de una autoridad, un síndico, un  guardia. Un ejemplo podría ser el cuento De  lejos con cuidado que a mí me gusta mucho.
- Otro  cuento que me parece también muy importante donde se configura la imagen  paterna con mucha nostalgia y ternura es el titulado "Una resurrección cotidiana". Coméntenos al respecto.
  - Bueno, esto se  vincula con lo que dije anteriormente, un cuento se forma muchas veces por una  escena que uno recuerda, en este caso el personaje recuerda la cabeza del padre  y, ¿qué le recuerda la cabeza del padre?, pues la cabeza de un compañero suyo  de universidad, compañero que tiene más o menos la misma edad que él, sin  embargo, tiene ciertas particularidades que le parece que forman parte de la  cabeza del padre ya muerto en un accidente súbito justamente en la puerta de la  Universidad de San Marcos, en el Parque Universitario. El recuerdo de esa época  lo repite durante una clase que es día de examen. La mayoría da escrito, pero  una muchacha y otro que son delegados van a dar oral. Y mientras se van a decidir  ellos por dar el examen oral el profesor los mira más de la cuenta y justamente  descubre que el muchacho se parece mucho a su padre y de manera inevitable  recuerda al padre muerto. En ese intervalo de sorpresa los demás alumnos  aprovechan para copiar, pero estos segundos de duda son como un recuerdo, una  especie de homenaje al padre muerto. Por eso al final culmina haciéndole una  pregunta muy sencilla al muchacho.
- En sus  libros la política ocupa un lugar importante. Estoy pensando ahora en las  novelas Los Aprendices, Retratos Turbios y también en Pálido, pero sereno. ¿Qué nos podría  decir al respecto?
 - La  política es un tema inevitable. Como lo ha señalado aparece en muchos de mis  libros. Creo que por primera vez lo abordo en mi cuento Míster X que publiqué  el año 51 en un periódico centroamericano por recomendación de Luis Alberto  Sánchez y que luego fue incluido en mi libro La Batalla. En este cuento tomo  como escenario toda la ciudad de Lima con las habladurías, los rumores que  siempre prenden mucho en esta ciudad y con una burla a los asesores políticos  que siempre creen saber la verdad y que cuando se trata de emitir documentos,  si es que puede haberlos, documentos aconsejando al Presidente de la República,  si es que ellos lo escribieran pues serían verdaderamente unos textos muy  risibles porque están muy alejados de la realidad.
- Muchos de  sus cuentos están ambientados en el mundo rural, pero también usted ha sabido  desentrañar diferentes aspectos del mundo urbano desde sus inicios. Estoy  pensando en su libro Vestido de luto y específicamente en el cuento "El Muñeco".
- Esta dedicación a  la ciudad está absolutamente en lo primero que yo escribí. Yo empiezo el año 47  con una novela corta titulada El Cínico y este libro es el primer tratamiento  que hago de algunos elementos de la ciudad de Lima. Yo siempre he estado  comparando mi vida en Lima con mi vida anterior, con mi vida en provincia,  especialmente en Chimbote y en Áncash de tal manera que esta mi dedicación por  la urbe es constante. Primero lo hice con cuentos independientes, pero ya como  una proyección completa para planificar todo un libro de cuentos sobre una  ciudad es lo que hice en Vestido de luto.
- En este  libro de cuentos aparece otro tema trascendente en su obra narrativa, la  muerte. ¿Cómo surge este libro?
- Cuando  yo me propongo escribir este libro sobre la urbe descubrí un tema que era  trágico y dominante: la muerte, ese es el tema, y la muerte se da en ese caso  en ocho cuentos, en las posiciones distintas de un narrador o de un personaje  sobre la muerte, la aproximación a la muerte, la amistad, el enamoramiento, los  accidentes, en fin, porque la muerte está por todas partes. Y el proceso como  un ciudadano común y corriente se transforma en deudo eso lo hago en el cuento  independiente titulado también Vestido de  luto. Describo cómo la muerte cambia la naturaleza de la persona, cómo lo  moldea y lo destina a una vida común en la ciudad. Por lo demás en muchos otros  cuentos he tratado el tema de la muerte a veces en pugna con la vida, a veces  cada una repartiéndose su territorio. Esto ya ha sido una cosa inevitable que  yo no había planeado, sino al darme cuenta de que eso era una constante en la  vida y constante también el pensamiento de esos grandes temas en mí. Entonces  es que decidí planificar libros de cuentos en que se vean esas dos fuerzas tan  tremendas como son la vida y la muerte.
- Así  también planificó entonces el libro Muchas  caras del amor donde el tema del trabajo es una constante.
  - Efectivamente, así  como planifiqué que todos los cuentos giraran en torno a la muerte en Vestido de luto, así planeé que en Muchas caras del amor el tema dominante  en todos los cuentos sea el trabajo, planifiqué que en este libro se hablara  sobre el trabajo, sobre las diferentes formas cómo los hombres se ocupan para  hacer su vida.
- Ya en su  libro Niebla Cerrada aparece uno de  sus cuentos más conocidos titulado "Juana  la campa te vengará". Coméntenos sobre el origen de este relato.  
- Es uno  de los pocos relatos sobre la selva. Yo he conocido la selva a partir de mi  estancia en Tarma, mis viajes a La Merced, a Pucallpa. Este cuento es un  homenaje a una chiquilla comprada en el mercado de San Ramón así como si fuera  un animalito porque allí se vendía a estas chicas para que fueran criadas y después  sirvieran como empleadas del hogar. A mí me sorprendió mucho la apariencia de  estas personas, sobretodo las caras tatuadas, las caras tatuadas yo nunca había  visto en el Perú. Me impresionó mucho ver el choque de culturas. Pensar yo  mismo qué es lo que pensaría ella frente a todos nosotros que hablábamos  distinto, cómo habría penetrado en su cerebro todos estos elementos y  componentes de la vida nuestra en su evolución. Sacarla de allí del monte y  ponerla en venta en una plaza pública y después meterla en un camión y que  termine en Tarma era sólo un primer recorrido, pero el otro recorrido tenía que  ser mental y más doloroso y más largo. Entonces se me ocurrió escribir eso y  pintar también dónde está la civilización. Está la civilización en el lado de la  ciudad, en el lado del profesor que sabe de la vida, sabe de lenguaje, sabe de  política o está la civilización, el ser, la bondad, la ingenuidad del lado del  que nosotros suponemos un personaje inculto, un indio o una india salvaje,  inferior. Entonces dónde está la verdad y dónde la mentira, dónde está el bien  y dónde el mal. Todo eso en el fondo dado como una ironía completa a lo que se  cree en la vida.
- En el  libro El padre del tigre, justamente  en el cuento que da título a este volumen usted alude a la problemática social  que vivió nuestro país en las últimas décadas. Me refiero al enfrentamiento  entre el Ejército y Sendero Luminoso. ¿Qué más le impactó al momento de  escribir este cuento de intensa carga social?
- Me  impactó muchísimo la vida del Perú. Y cuando uno es peruano tarde o temprano a  lo largo de los años eso tiene que salir en determinados cuentos, en novelas,  en nuestras opiniones, etc. Repito que mi preocupación por asuntos nacionales y  sociales nació en 1954 con mi segundo libro porque mi primer libro está  dedicado a la vida y la muerte desde el punto de vista de un estudiante de  medicina. Ya en mi cuento Una Figurilla de mi libro La Batalla se ve la  preocupación por el mundo social. Allí se descubren dos Perús y aún otro, un  Perú de día y otro de noche con el miedo por un lado y la esperanza por otro.  Ahora no recuerdo exactamente el cuento que me interesa para poner esta  polaridad que hay entre ese cierto individualismo de algunos personajes que  viven solos, contentos con sus familias, pero que de pronto descubren la  sociedad a veces a través de viajes al extranjero o a veces en forma muy  directa como estudiantes.
- Por eso  también muchos de sus personajes son adolescentes o jóvenes universitarios.
   - Claro. Los estudiantes de colegio y los estudiantes universitarios son  un motivo extraordinario para tocar temas sociales. ¿Qué estudiante no  significa, como imagen, unos ojos y unos oídos despiertos a la sociedad? Por  eso yo mayormente he descrito estudiantes porque el estudiante tiene menos  carga de maldad. Tiene un pasado brevísimo y en ese pasado brevísimo está la  enseñanza, el aprendizaje y entonces está dispuesto a conocer, a vivir la vida  y a distinguir el bien del mal, eso es ser estudiante. Y desde un comienzo  cuando uno ocupa a un estudiante es que está ocupando unos ojos abiertos a  todo. Es muy fácil tratar a un estudiante como un método de conocer la vida. Y  por ese camino del estudio si además es viajero ese camino es magnífico para  conocer el mundo y para conocer su país porque no hay mejor escuela para  conocer su país que irse al extranjero y luego regresar. Casi la totalidad de  mis personajes regresan siempre a su país porque no pueden vivir sin él o por  cualquier otro motivo.
- Usted  también ha ambientado muchos de sus cuentos en el mundo rural como el cuento "El suelo es una flor", texto ambientado  en la ciudad de Tarma. ¿Podría comentarnos al respecto?
  - Igualmente este tema es una constante. Me  estoy recordando de Una Figurilla, el  primer cuento que me publican, también los cuentos con base en Sihuas, en  Chimbote, en Tarma, en el Callejón de Huaylas. Yo jamás me he olvidado de ese  mundo rural. Por eso es que yo no me preocupo por ser peruano, en mis cuentos  no hay ninguna intención voluntaria de ser peruano porque los cuentos salen  solos. Salen de alguna región o de otra, aunque sí, a veces, tengo una  preocupación porque no escribo y no tengo muchos cuentos de la zona selvática y  la razón es que sencillamente la conozco poco.
- Hemos  repasado diferentes temas que usted ha abordado en sus libros, pero creo que  aún nos falta uno, el amor. Háblenos sobre este tema.
  - El amor está tan  consustancialmente con el tema de la tierra, del pueblo frente a la ciudad, de  la ciudad frente al país y del país frente al mundo. El tema del amor nace en  situaciones adolescentes como en el cuento Las  dos cocineritas del Rey. En este cuento la madre está enferma, el padre ha  muerto y los hijos y las hijas están a merced de las circunstancias. Y allí en  un medio que parece difícil para que surja el verdadero amor surge un amor  tremendo, por un lado natural entre hombres y mujeres de distintas familias,  pero también nacen amores tremendos entre miembros de una misma familia  sobretodo hay allí el contraste entre dos hermanos que no se quieren y entre un  hombre y una mujer, hermanos, que se quieren profundamente, absolutamente,  tanto o más que si fueran ellos dos extraños ligados solamente por el amor. Así  que hay varias clases de amores. Sentí alguna vez la necesidad de unir en un  mismo libro estos temas del amor como sucedió en Muchas caras del amor, pero antes y después de ese libro hay muchos  casos amorosos. Por ejemplo me gusta mucho este cuento donde se mezcla el tema  del amor con el aluvión en Áncash. El cuento se llama Eclipse de una muchacha.
- Usted  también ha escrito muchos cuentos breves. Háblenos un poco sobre su afición por  esta especie narrativa.
- Los  cuentos brevísimos son la última parte de mi obra y aparecen por primera vez el  año 82 en los libros correspondientes a esos años y luego a lo largo de dos o  tres libros individuales y a través ya de libros independientes es que yo me  dedico a esos cuentos brevísimos. Mi impresión es que esto nació de una lectura  de esa antología famosa publicada por Borges y Bioy Casares que se llama Cuentos breves extraordinarios. Este  libro me gustó mucho. Yo creo que lo leí allá por los años cuarenta o  cincuenta. Con el tiempo de pronto comencé a escribir cuentos de dos o tres  páginas, ya después me gustó esta especie de carrera corta como si fueran una carrera  de velocidad de cien metros. Hasta este momento ya debo tener más de cien de  estos cuentos breves y ya un editor me ha sugerido que le entregue  exclusivamente estos textos completos para hacer un libro nuevo.