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El dinosaurio simboliza la vida


Por Francisca Gonzáles de Tuerto

Para Augusto, Tito, Monterroso .............


¡La vida sí tiene sentido! ¡Te digo que no tiene sentido! Caramba, digo que sí tiene sentido. Cómo te puedo hacer entender que no tiene ningún sentido. Espera un momento y yo te haré dilucidar en esa estúpida cabeza que la vida es lo más preciado que tiene una existencia estructural o no estructural. Ya me vienes con términos académicos; vas a ver, hoy te haré conocer la verdad de este absurdo brutal que es la vida y en realidad todo lo que percibimos y pensamos. No me molestes, lo que yo te digo no es por lo que me han enseñado en la universidad sino por lo que yo he podido deducir a través de un razonamiento y metalenguaje. Sigues con tu terminología, qué jueves será metalenguaje o “existencia estructural” o “no estructural”. Lo único que te puedo decir es que si la vida fuese absurda y como tal careciera de sentido, como lo planteas, hace tiempo que todos o todo se habría terminado pero ocurre que no es así sino que inevitablemente la pírrica batalla prosigue y la vida permanece. Puede ser que diferente, evolucionando si quieres, el hecho es que ella supervive y en ella, la belleza de captar y contar las otras posibilidades infinitas como lo ejecuta en este instante nuestro diálogo por contraposición. Ya me mareaste o lo has dicho todo, y es tan nuevo lo que he asimilado que me va ha costar más de una vida desarrollarlo y comunicarlo, hacerlo existencial o masivo. Estás empecinado en hacerme creer que el sentido es lo que justifica la razón de preguntarse, negarse o aseverarse, pero te digo que la vida es tan apócrifa que te hace creer justamente a través del todo precedente: ideas como con las que me atacas. Empezaré diciendo que la vida es absurda y no tiene sentido porque superlativamente se está aniquilando ella misma. Imagina, remite tu memoria a 3000 años atrás y date cuenta, observa que el mundo está menos poblado y que las guerras, uno de los patrones más constantes en la vida del hombre, para limitarlo, es el hecho sincrónico de desear las cosas de sus semejantes o de él mismo por estatus genérico pero que pasa sino por el ordinario robar, por matarse y por lograr aquello que ambiciona: como el jardín de su hermano o la mujer del tío o la tía o tener la supremacía del territorio mundial… Y lo único que se ha conseguido es reducir el sustento de la vida: el agua y la atmósfera primordialmente; te lo explico en la forma como el agua va disminuyendo, poco a poco, su capacidad de ciclo natural que año tras año se está reduciendo, haciendo más el agua que se vuelve zafra muerta que el agua que comparte y genera o sostiene, nuevamente, vida. Puede ser cierto, tampoco lo descarto, pero entiende tú, que la destrucción no es motivo para pensar que la vida no tiene sentido sino que es la razón para reafirmarla y pensar que sí lo tiene. Justamente por, gracias a, que entendemos lo que es la tristeza podemos disfrutar lo que es la felicidad y a sí mismo como cuando reconocemos los sabores: cuando pruebas por primera vez el limón se te hace la rupia y la cara se te transforma como borrador viejo; pero qué sucede cuando ya has reconocido ese sabor, cuando forma parte de tu acervo de gustativo. Lo que ocurre es que sin probar, el limón, reconoces automáticamente la sensación con sólo verlo, olerlo y pensarlo. Es igual para toda forma de conocer o entender la filosofía o todo lo que entendemos por ideas, razones y expresiones existentes. Ya que si no reconoces el precedente o el símbolo en el que se está ejecutando el aforismo o la batalla por dilucidar algo, no estarás preparado y jamás contemplarás lo que se oculta tras el escenario del universo. Cómo se puede hablar de patafísica si ni siquiera se comprende los principios básicos de la física o metafísica; es como el que renueva la matemática y jamás en su vida ha aprendido matemática; paradoja visible: de dónde o cómo es que la renueva… Pensarías en que vivió o se comprobaría el hecho de que él es algo así como la reencarnación de un gran matemático y por eso puede hacer eso, o perplejidad extraña de memoria pasada, o es que el gran Dios lo ha iluminado como uno de sus profetas y le ha inyectado los teoremas, los nuevos teoremas matemáticos como ensayos para soportar o sostener su palabra divina y por lo tanto incuestionable poesía… Como te dije, yo no descarto nada, pero hay cosas que uno las puede dejar allí para que se produzca un fenómeno promeditación y al hecho reviente el germen de la pureza o preludio de revolución cultural. Hablamos de la vida como íntegra de sentido o de no sentido pero lo hacemos por antonomasia de lo que comprendemos y concebimos como real y como tal sustentable y aceptable. Tú dices que la vida no tiene sentido porque has llegado al punto de darte cuenta que el tener o aseverar el sentido de la vida no te asegura que ya todo estará reparado o que allí acaba, sino que asumes que el conflicto es inseparable y como tal inefable, no para nosotros si no para el universo desprovisto de nosotros. El universo sin nosotros. Imagina el todo: las singularidades, los frutos da la tierra, aquello que asociamos como vacío y todo estar y comprender que nos rodea, pero sin nosotros. Repara y duerme en la posibilidad. Será probable que alguien ahí esté cuestionando o trazando un diálogo o cuanto semejante al nuestro. Existirá otro ser en el todo capaz de preguntarse y, de alguna manera, responderse al propósito o función de él. Es difícil, hasta hierático y blasfemo a la vez, pensar que otros seres o que todo puede existir sin nosotros. ¡Cómo, si somos nosotros los que pensamos y nombramos! Todo grito podemos lanzar e imaginar pero la posibilidad existe y como tal, también, el despropósito de que nosotros no seamos sino más bien una suma o grano que indica o comienzo, a pensar el final. Veo tu rostro y ya caíste en la madre paradoja y ahora a ahogarte mil veces para sorprender la contradicción o el sustento. Es algo en lo que sí es interesante pensar. Es una locura lo sé, pero es tan delicioso imaginarlo. Es que no hay película, obra de teatro, novela, cuento, poema, danza, sinfonía… que como principio de partida o de llegada no sea trazado por el hombre y para el hombre. Hasta el mundo que entendemos como robotizado, hasta en ellos hay un principio de humanidad en el sentido de que se expresan, de una u otra manera, como humanos y es que si lo vemos y analizamos llegaremos a comprender que son creaciones nuestras y por lo tanto son nosotros pero maquillados tan bellamente que hasta imaginamos que nos traicionan y nos desaparecen de la faz de la Tierra, y hasta fuera de ella. En obras en las que ya la vida está extinguida o a la vida como la reconocemos y comprendemos, se puede contemplar que hay resquicios humanos y es que el hombre maquina estas obras para otros humanos y no para los caballos o los chanchos. Es irresoluto pensar que un músico va ha dar todo de sí o dio todo para componer una obra maestra a su perro muerto y esta irremediablemente va ha ser escuchada o fue por otros hombres, por instantáneo abismo, escuchada por él mismo. Me río en este momento imaginado la hermosura del plano donde las mariposas hacen películas para las mariposas y para los albatros y para las ballenas… Desde un principio histórico las artes y todas las expresiones y acciones humanas se han dado para las sociedades humanas. Es como llegar a saber que hay animales que invernan y son como el reloj universal donde por aprendizaje o reflejo innato ellos ya saben (no remito aquí ningún precepto científico porque hasta ellos no son sino precauciones de humanos para humanos) y simplemente o complejamente actúan, maravilloso. Recuerdo el, genial, cuento de Augusto Monterroso: Cuando despertó, el dinosaurio todavía estaba allí. Pienso… y siguiendo el juego mental circunscrito en el espacio que da el cuento llego a decir: la vida no es sino una fina sumatoria de ese cuento donde el símbolo adquiere una lucidez astronómica. El dinosaurio representa la vida y como tal duerme, reposa, viaja, se desahoga… no sé. El asunto es que parece que no hay ser vivo que, de una u otra manera, repose o duerma; el sueño lo vamos a entender como un desligarse del todo y así podemos asumir que si uno muere, brutalmente y en un instante (imaginen la bomba de Hiroshima caer sobre su casa, sobre su cama, sobre su sueño…), mientras está durmiendo: se puede plantear que no se siente nada sino lo que se estaba soñando o durmiendo, qué espectacular morir así. Digo sin sentir dolor. Pero hablamos del bello dinosaurio, entonces él está durmiendo, está soñando, se entiende que la vida está soñando y de pronto despierta, qué maravilla que la vida se contemple así vida, que la vida continúe su curso. Ustedes dirán y qué… Pero lo que ocurre y tantos artistas y genios en el planeta para no percatarse de la importancia de hacer algo para el hombre en este ya poema, sinfónico caso, se debe deducir que la vida crea o concibe vida así como toda célula proviene de otra célula (Rudolf Ludwig Carl Virchow, 1821-1902). Entiéndase de una vez por todas que mientras exista el soplo de la vida, la vida permanecerá. Es el caso de los dinosaurios. Y es que yo sé que no faltará alguien por ahí que ha imaginado que los dinosaurios ya desaparecieron, tontamente, como el que cree que comprando un arma evitará que lo maten, asalten o violen… Dedúcelo de una vez: el dinosaurio de Monterroso vive, los dinosaurios viven, la vida existe y por lo tanto es y está. Y no como estás imaginando que cuando te vas de viaje, a cualquier parte de la Tierra, no ves ningún dinosaurio y así en el facilismo piensas que esta argumentación es falsa, pero te digo: el dinosaurio existe, así como el cuento de Augusto que falleció en el año 2003, en la vida porque ves vida y por idea extraña y bella, la vida que hay en este momento en la Tierra tiene que ver con el dinosaurio; quiero decir que es como si el dinosaurio caminara contigo por las calles como tu mascota, con el animal que contemplas en el parque de las leyendas, con el oso panda. Y no es que el dinosaurio haya ascendido, por evolución, en ellos sino que sencillamente ha cambiado, la vida ha cambiado pero permanece y siempre debe permanecer. Es aquí donde el cuento de Augusto, Tito, Monterroso justifica su indefectible valor. Y es aquí donde te digo que la vida sí tiene sentido, por sobre todas las cosas siempre lo tendrá. Ahora si imaginamos a un universo desprovisto de hombres entonces no será problema ni pérdida ya que se puede decir en el supuesto: Cuando despertó, el hombre todavía estaba allí. Pero con otros códigos, el de los que integren y asuman el recuerdo o el estudio y reflexión del nuevo contexto, el sin los hombres. Por que creernos la premisa insostenible de que sólo nosotros pensamos y como tales organizamos o mejor, y corroborado, destruimos. Casa vacía y siempre llena la de las ideas y como tal de los símbolos. Ya no importa entonces, qué es verdad o qué es falsedad sino qué es vida y qué no es vida; además, el inicio de éste meditar o distraer está argumentado en la capacidad de autoretractarse, de poder ver, siempre, las dos principales posibilidades y si es posible todas. Aunque se vaya o se haya ido, él siempre quedará: Y cuando se durmió, el dinosaurio todavía estaba allí.

 
 

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El dinosaurio simboliza la vida.
Por Francisca Gonzáles de Tuerto. (Cuento)