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Antología

Genetrix

(Endecaedro, 1999)





"Acabo de morir: para la tierra
soy un recién nacido."

("Genetrix", David Rosenmann Taub)

 

 

 

Prólogo

¿Cómo hacer un prólogo sobre poetas jóvenes?

¿Qué entenderíamos de ellos? nosotros de tres veces su edad, y que hemos estado lejos del país desde antes que nacieran.

Algo.

La primera relación de sus versos con uno, es que los vierten bajo los ojos severos del verdadero grande poeta de la edad de uno, David Rosenmann Taub, quien concluiría que para la muerte que nos entierra somos unos recién nacidos. Y por ello no tendríamos edad, esos jóvenes y el prologuista.

Tratémoslos entonces como a conocidos, dados a la luz en nuestro mortuorio período chileno post Rosenmann a quien tanto le debemos por el mero hecho de que haya sido, aunque en nada -para nuestra vergüenza- nos influya.

Pablo Barceló. Sus versos "no pueden ser coincidencia -algo debe ocurrir". En efecto, sucede que para él el mundo se desarticula, y de una línea a la otra, un hecho se une al otro gracias a la bendita conjunción "y" que aparece al final de muchos, o el artículo "la", o la preposición "de" que permite por ejemplo que ante la inminente duda de "si existe el alma humana" la víspera del suicidio anunciado por otros, tiene el atisbo de un "racimo de alma" (...)

Cristián Basso. Se decide a "Avanzar como si nunca". Pero mirando hacia atrás como si siempre. Y así es que escribe también sonetos no sin que tropiece en alguna acentuación y en otros números de sílabas. Pero es en él más importante una constatación interior fundamental y válida: "Tropiezo en el que soy y en el que fui".

Manuel Rodríguez. El de los juegos de palabras en que la suicida nocturna de sienes provocativas, terminal y sensual, no es seguro que se haya dado la muerte y que la muerte la haya recibido; pues bien (o mal o pésimo) puede darse que una mosca suicida de alas postizas "por otra parte (...) posará desnuda/ en el próximo número/ de la revista Playboy". Juegos de palabras con resultado muerte; juegos de manos con niñas que creen "que el paraíso es una aduana".

Mónica Montero. También es cercana a la muerte, pero más descarnadamente que sus amigos. Fúnebre generación de jóvenes, que justificadamente exorcizan con fórmulas por escrito el ángel del suicidio que acompaña a los sensibles de este país en este momento. "Siento (dice) como sienten los muertos". Y "La muerte se acuesta conmigo" "Los gusanos reinan entre nosotros". Y "Nuestros muertos se cansaron/ de esperar nuevas muertes (...) así nosotros el sepulcro". ¿El recurso a Dios? "Y un Dios juega con nosotros", "Padre nuestro/ que estás en la botella". Uno recuerda ciertas líneas del Satiricón:

"Los niños a la sibila
encerrada en la botella
le dicen ¿en qué cavilas?
Quiero morir dice ella.

Rafael Rubio. Podría haber vivido en épocas de Rosenmann, quiere decir en las de la poesía en Chile cuando no habían ocurrido aún los olvidos. Y no quiere decir que sea anticuado o se parezca a su abuelo. Con desenfado se sujeta a la rima y baila apretado con la métrica. Y ésta, al comienzo, está disfrazada de muerte hija de puta. Luego, en verso más libre, de Caperucita Roja y, cuando "ha llegado el tiempo de dormir", de "memoria del padre y el abuelo", y se transmuta en "sólo la utopía de un mundo que no existe", y que va transformándose, de muerte en otra cosa. ¿Qué?. En "venus, primavera"?, va a buscarla y tal vez la encuentre "cuando me vaya a la luna".

Fernando Pérez. Más que los otros, parece experimentar con lo gráfico y las aliteraciones o los retruécanos o los parentescos de palabra. Ello parece exaltarle (todo a propósito de limones), y cita autores o usa frases de canciones en lengua extranjera, desembocando empero en "la alegría del limón", y la muerte del autor, "perdida ya la razón", y en el "desperdigamiento" (término que escribe gráficamente destrozado) de unos limones instalados tan sólo en la memoria. Pese a las adivinanzas y a las resonancias, también éste que simula jugar constata que por más que "Dulce es la muerte", hay "muerte en el estío".

Francisco Leal. ¿Qué decir?. Aunque nombra sólo dos veces a la muerte, invoca y acoge mucha noche en sus poemas. Topa con ella, para él la distancia está llena de noche, la quiere empuñar, le atribuye esperma, las nubes se estrellan contra la noche, y aun, busca "a nochetazos la apertura de las cosas". Uno se permite creer y considerar que la palabra noche es en él tumba, nicho. Y que la clave está en su "reconocer las cosas cuando se quiebran"(...)"acumulando rincones y vientos", y que la única y final confianza reside "en el conocimiento del suicida" cuando se aplica a sus operaciones de metafísica, hermenéutica y perfumería concernientes a la muerte y realizadas "contra la noche".

¿Qué saca un viejo en limpio de estas poco bruñidas estampas de jóvenes sin edad fija?.

Poco en limpio, y algo terrible en claroscuro.

Son del todo sinceros, sin sentimentalismo alguno.

Chile, cuyo nombre se ha vuelto expresión de lo atroz o desagradable, de luto, de compleja incomodidad -como resulta el titulo de un notable libro de poemas en inglés: The Annals of Chile, de Paul Muldonn, que no conoce este país sino en cuanto significa tal sinónimo- tiene nuevos poetas que expresan, con las dificultades de esta materia seca y dura, aquellos rasgos que actualmente lo estragan...

Así responden al deber que una tradición continua de noventa años impone a los poetas chilenos que se han mostrado fieles y leales hacía ella: revelar las diversas formas que históricamente toma el desgarro, las desgarraduras que secretas o visiblemente exhiben los humanos y la naturaleza del país. Cumplen así con la disciplina intelectual -y además social y estética, y carnal y descarnada- que es la mayor entre nosotros en este siglo y hoy.

Armando Uribe.
Santiago, Otoño de 1999

 

 

Pablo Barceló

Por qué el ser y no la nada
soberbia color de Dios,
calor de ángel si deseara,
pero para qué unas ánimas
tan salvajes
alicaídas actrices de segunda
sacadas de su siesta
pigmeos con la flecha
levantada y
el sexo pigmeo para qué y
no la nada,
una nada mayúscula, sabrosa
densa maraña mas
lápices para qué,
Romeos hasta cuándo,
una nada sepultura, redentora y
cardúmenes.

 

 

Reinemos la flor de muerte de
los días, parado tu comisura de
labio en mi mano
almidóname a tacto llorón
el cuello efímero de mi
guerrero astracán, de mi
paleto a flores de loto
llovizna, nevado
el día de muerte me espera
ahumado en tu pupila y
celofán, el abrigo de la
corte, reinemos
a claros abrigos manías de
estambre, la celosa flor de
muerte de los días.

 

 

Dicen que mañana me suicido
amasoles y girapolas
montañas sin valle, tibias
desde donde lanzarse
me reclaman un descanso ciego -y yo
curvado por la mañana y la tarde
redondas y sin atlas
me encolerizo de pez sin alas
de jabalí colérico, casi
hasta cuando muero de vértigo
parado en quebrada frente a la
marejada y recuerdo
que no hay sostén para éste bestiario in fraganti
ni viento franco
ni agua más clara para que
los pescadores de aquella caleta me
inventen algo del mar para beber
vino, amigo
y parece que la amada, la hirsuta y
olvidada mujer de carnes flacas
deshace un lecho más que nada de
pulgas, el vino se espina de llanto,
la entrepierna la tiene cosida con
un neón fulgurante de constelación añeja
y no hay nada fiel
salvo compartir contigo copa tras boca
la saludable sabiduría
de lamerte los huesos, vida mía
taladrarte espasmódicamente
senosos sueños.

 

 

Me parece fabulosamente
honrado lavarse la trama con el agua de
la mañana, aguarse café ronco y
trama los dientes y
desgajarse las plantas, racimo de
alma me parece y si existe
alma humana, cobrarse de
superficie la paga y putearse
la mañana, me parece
lavarse el café ronco de las plantas
maravillosamente honrado.

 

 

En el momento en que se apagan
todas las estrellas del universo,
lo pérfido que ilumina es
una pálida luz violeta sobre mi lecho,
esa es la luz del mundo.
Tiembla entonces toda la casa,
los íconos, los bronces sueltos,
lo profundo
coge vuelo presto entre un
aroma incinerante de rosa frotada.
En el momento en que todas las
estrellas del universo se apagan,
lo pérfido que ilumina es
una pálida luz violeta sobre mi cama,
esa es la luz del mundo.

 

 

Tengo un teléfono celeste, amanzanado
cual sapo pardo capturado en
móviles de abeja, enredaderas de
mi pieza, terodáctilos
corales cisnes que nadan bajo
el ocaso de mi cama
y feroces libracos de alquimia postmoderna.
Tengo a mi padre embalsamado
enamorado de una lechuza que
maúlla entre sus piernas,
y el sapo pardo, a la hora de la
siesta, se les une con
bucólicos brincos de cometa.

 

 

Un semáforo plateado, charlatán y
eufórico
una manada de búfalos trompeta
comiendo perejil
ciento un chinos de la china cóncava
rodeados de abejas
Pitágoras viajando en un tren rápido
hacia la Habana
un gato inmenso que se suicida con
el revólver de mi cocinero,
no pueden ser coincidencia
algo debe ocurrir.

 

 

Rafael Rubio

La muerte está jugando a la escondida.
Me llama y yo no sé de dónde llama.
Tal vez se está ocultando tras la cama.
Me grita: Rafael, estoy perdida.

Las flores de la muerte no son flores.
Son sólo la inmundicia de una muerte
que muere al renacer la huesa inerte
Subiendo al aire, plena en sus olores.

La muerte es una vieja en la ventana
tejiendo una chaleca que no es suya
palillo con palillo, no hace bulla.
Se enreda en las madeja de su lana.

La muerte es una perra. Es una puta
vendiéndose a una chaucha por la calle.
No hay puta que a esta puta se le iguale.
Por ella perderás, al fin, la ruta.

La muerte con su lengua y con su baba
va carcomiendo el fruto de la vida.
Enróscase, maldita, y mal herida
prosigue con su marcha, que no acaba.

Me agarro a garrotazos con la muerte
le tiro un golpe bajo. No responde.
Le digo hija de puta. Muerte ¿dónde
dejaste tu guadaña corva y fuerte?.

La muerte está escondida en cada cosa
espera con la mano en la guadaña
de luna, con que espanta a la raposa
que hace su guarida en tierra extraña.

La muerte no respeta ni a su madre.
Y no soporta ni una diferencia:
Insulta a Dios escupe y a la ciencia
le dice oveja huacha sin su padre.

 

 

APOLOGÍA DE LA SILLA

La sillas tienen cuatro patas.
A mí me gusta sentarme en las sillas
sobretodo si tienen cuatro patas.
Los perros también tienen cuatro patas.
El perro es el mejor amigo del hombre.
Pero yo no tengo amigos. Tengo cómplices.
Y soy un hombre solo
sentado en una silla.
De allí la importancia de las sillas.

Hay sillas también de fierro.
El fierro es un material muy resistente.

De la silla de mi pieza cuelga un árbol sin apellido.

La madera se saca de los árboles.
El bosque es un conjunto de muchos árboles.

En el bosque yo conocí a Caperucita Roja.
Era una mujer de senos grandes como campanas.
Y no tenía nada de inocente.
Me apretó contra el tronco de un eucaliptus
y me besó como si fuera el día del juicio final.

El lobo fue engañado por Caperucita.
Pero la historia cuenta lo contrario.
La historia no merece credibilidad.

Y las sillas tienen cuatro patas.

 

 

De los árboles cuelgan los amantes.
De cada amante cuelga una gota de flauta.
Los niños son pájaros.
Y tocan guitarra.
Y no son pájaros y yo toco la guitarra.
Como si fuera una mujer con traje blanco.
Y los labios manchados de flores de río
que desembocan en tus ojos de bicicleta.

De cada árbol cuelga una corbata.
Y a mí me gusta el jugo de durazno.

Es dulce el jugo de durazno.

Me recuerda el vuelo de los acróbatas
y esa falda celeste que ya no usas porque no.

Vamos mujer dame la mano.
Vamos a pasear por los amantes
que cuelgan de los árboles maduros.

Bebamos de esa gota de flauta,
que moja la guitarra que tocan los niños,
vestidos con papel confort
y serpentinas de solamente dos colores.
Y un poco de sol en el sombrero.

 

 

HA LLEGADO LA HORA DE DORMIR

Ha llegado la hora de dormir.
La luz del sol ha muerto entre los juncos.
Las flores se cerraron de repente.
No hay flores en la montaña.
La montaña es el silencio de todo lo que no vino
El recuerdo de tus brazos en la oscuridad.
La memoria del padre y el abuelo
en un algún lugar del cielo o de la tierra
Es tarde para pensar en el amor.
El amor es el olvido de unos brazos
que de pronto se han abierto para otros
De la infancia sólo queda un caballito de bambú
en el jardín donde las flores
son sólo la utopía de un mundo que no existe
Es tarde para pensar en el amor.
Y ha llegado el tiempo de dormir.

 

 

CUALQUIERA NOCHE DE ESTAS

Cualquiera noche de estas me voy a la luna
o a Marte, a amarte, Venus, primavera
Abril, viajaré a Mercurio aunque no quieras
traeré un poquito de luna entre las manos
una copa de sándalo fragante
cualquier noche de estas
me voy a la luna
escribiré tu nombre en una roca
bailaré descalzo
después de haber tomado vino tinto tanto
tocaré la guitarra
hasta sacar de ella una luz de meteoros
que cruzará el universo hasta llegar a tu cama
donde estarás soñando con cualquiera menos conmigo
y entonces
viajaré a Mercurio
en un vagón de tercera
Júpiter entonces, luna de agua
perlas de Urano no estaré
cuando me llamen ni cuando me llames
ni cuando abran las ventanas o no las abran
ni cuando la luna esté llena o vacía
no estaré ni para ti ni para nadie
no pregunten por mí
cuando me vaya a la luna.

 

 

Manuel Rodríguez


ECO DE LA MUERTE

Revolvía automática. Calibre 24.
Municiones como arañas enloquecidas atadas a las manos.
Suicida nocturna.
Vértigo a la vida, mil agonías.

Suicida apuntando.
Gatillando sobre occipital.
Sienes provocativas. Sesos descontrolados.
Acción centrífuga.

Suicida hiperrealista.

En volutas convulsiones. Suicida terminal.
Trompo ebrio en la mano al viento. Niña moribunda.
Corazón de brisa, senos maliciosos, nalgas nacaradas.
Suicida sensual.

Sobre
.........dosis de vida, chica coqueta,
destino o puesto por el vértice balística balas se suceden
articulaciones ia i nalámbricas
hija de la huida
amante del sueño mina hecha tirizas,
deshecha en tiza carmín.

Se rompe la camisa de la noche.
Post-luna, mitad de la cornisa.

 

 

CRIST

Al otro lado del ojo,
en la última gota del cristal
dentro de una copa de vino
entreamantes un mundo entrecrujen cadenciosa
cuerpo movimientos al empañar la cerradura.

De acuerdo con dicho mundo, el de los Cristales,
la vitrina estaría conformada
por la siguiente trilogía de cristalidades.

Las Cristinas que se presentan
como lágrimas estilizadas en rocío,
sensibles a los cambios del tiempo
y amantes de las teleseries.

Los Cristianes que se presentan
como rayos solares desolados ante la luna,
sensibles a los nubarrones
y amantes de los partidos de fútbol.

Ambas fuerzas se hallan en disputa
por la repartición del reflejo
en una misma lágrima.

Los cristianos se presentan
como intermediarios en luciérnagas empañadas,
elevándose en canciones religiosas del Cristofué
y amantes de las procesiones.

Ahora solo frente al espejo.

En caso de emergencia
........Rompa
........el vidrio.

 

 

MAL EN TENDIDO

Ella me dijo: haremos el amor cuando nos casemos.
Yo escuché: haremos el amor hasta cuando nos cansemos.

 

 

SENSACIONALISMO
( OF THE mosT caREFULL )

Los violines atentamente comunican
la caída de una mosca suicida
-alas postizas y sueños de araña-
desde cuatro medianoches de altura
sobre uno de esos semáforos
que aún marcan la hora en blanco y negro.
Los restos del semáforo
serán entregados a la posteridad.
Por otra parte, la mosca posará desnuda
en la portada del próximo número
de la revista "Play Boy"

 

 

CRECIENTE

Al otro lado de la línea mitad blanca, mitad negra
un cuerpo detrás de una muchacha se extravía en sus bolsillos,
sobre una página en blanco, las líneas de su mano.
La luna se resume en las raíces de los árboles
desenreda el cabello de los vientos y deshoja los relojes.
Unos senos de arena flamean desde el tendido estelar
crecen los pechos y crecen más allá de los astros,
ellos sentados en los parques aplauden ramas encendidas
la niña cree que el paraíso es una aduana o un peaje
y desea arrojar grillos contra los cristales.

 

 

MENGUANTE

O la noche es hallada detrás de una colina
y las escaleras se extienden por su zapato izquierdo
o salió corriendo a la luz de los semáforos y soltó los peldaños

........................................... .............. ........... .......... de su cartera.
Por los bordes de encendidas giralunas el gallo nocturno
siente un cometa que abandona su garganta.
Voy girando...Voy girando
los cuatro vagabundos cardinales, carcajada riendo a carcajadas,
la muchacha brinca desde un sombrero de copa
con una bandera negra juguetea.
La ciudad gravita en torno a sus pechos capitales.

 

 

LLENA

Un pájaro con un árbol de humo sobre sus hombros
desciende por la terraza del escote
la miel de la niña rubia es la luna y todas las lunas
-niña de los rincones- amamantando las giralunas,
refugio de pájaros tricolores, árbol sagrado de las ciudades.
En un grillo de rocío el reflejo de la luna
es amparado por los bolsillos de un vagabundo,
a mediados de la medianoche
estacas balas de plata pasan
como gotas de rocío por el ojo de una aguja

 

 

Fernando Pérez

1

Luminosidad
de los limones
en mi memoria:

son cinco soles

...................... des
................. ......... ..........per
.......di
................. ............ga
...................... dos
................. ... .. .. ......... ..........sobre la mesa,
como si la mesa fuese una galaxia,
girando en círculos vertiginosos
asemejándose a la vía láctea:
chorro de leche
lanzado,
entramado,
trazado
................. ... .. .. trizado
en súbita espiral,
o espora, diáspora
primera,
mera dispersión
y divergencia,
remolino.

Cinco soles encendidos por la luz oblicua
que entra atravesando la ventana.

 

 

2

Y de pronto,
ahora,
en otro ahora,
en otra hora
recuerdo:
grito amarillo
o ensordecedor estruendo,
trepidante estrépito,
una sola
nota, una alta
ola,
batahola
que me exalta,
y enaltece,
caricia crispada y tensa,
intensa, inmensa
arco tendido
extendido,
aguijón amarillo.

(limones luminosos de Montale
allá a lo lejos,
al fondo del patio
como un tema
tocado por los bronces
de la orquesta
ruido bruñido, brillante:
abrumador bramido,
o aun antes,
en el patio de mi casa,
cuando niño,
el limonero apestado
que alguien arrancó de cuajo:
cuerpo leproso cubierto de costras,
con una hilera de hormigas
ascendiendo por su tronco
sucio y pegajoso.

Y Machado,
un huerto claro
que madura
el limonero
.)

 

 

3

Tanta tibieza amarilla,
tanta tentación,
me atonta,
y, así, a tientas,
ya casi ciego,
me digo:
son cinco gotas de luz derramada,
desparramadas sobre el mantel blanco.

Pero esa espacie de pezón en que terminan:
teta alzada, levantada, erguida, tiesa,
casi quisiera morderlo,
arrancarlo de cuajo,
exprimirlo,
(exprimer, en francés, expresar y exprimir)
y sorberlo, absorberlo,
(absolverlo),
sólo para verlo
de verdad,
para
beberlo,
beberme la luz,
del asombro que nombro,
embriagadora hembra, hambre de amor,
beberte a morbosos sorbos,
borrándome la mente y el lamento,
emborracharme de a poco, lentamente,
en la cadencia anciana y decadente,
laobsena ciencia,
sucia indecencia
de Robert Johnson:
You can squeeze my lemon
till it gets dry, baby,

o sea, exprímeme el limón
hasta que se me seque,
y ya no quede una gota de leche.

Otra vez la vía láctea.

 

 

4

(limones de Van Gogh,
la llama inmóvil
en el lienzo
esas naturalezas muertas
de Cezanne,
o esos árboles suyos
en movimiento perpetuo
sobre la tela del cuadro,
o Leonardo
dibujando
las corrientes
de agua...)

Y ella
hace apenas dos días
en la biblioteca
me leía
la elegía del limón
de Takamura, Kotaro
(de Kotaro Takamura)
para su esposa Chieko,
quien, justo antes de morir,
perdida ya la razón
pidió un limón para morderlo
y, por un momento,
recobró su rostro
de antes de la enfermedad.

Morder es onomatopeya, me dijo:
Se dice tal como suena.
(Suena tal como se dice)

 

 

5

...limones que alimentan mi memoria,
constelaciones enteras girando
sobre la página en blanco.
Y en vano intento decirlos,
en vano intento capturar su imagen,
ajustarme a ella,
desplegarla grácilmente
en su elegancia sigilosa
de gacela:
................................ vuela,
vuela,
se me escapa.

Por eso digo su ausencia.

Pero no.

Estaba equivocado.

La memoria muere
a cada instante,
pero cada instante
es gigantesco.
...........................( los limones no son más
que solamente limones:
ni lejanos soles
...........................ni luz líquida
ni obscenidad
o cuerpo femenino,
necias alucinaciones,
...........................sinestesias
onomatopeyas
amarillas,
...........................salto a la otra orilla
sino
limones,
tan sólo
limones,
nada más
que unos pocos
limones
...................... des
................. ......... ..........per
.......di
................. ............ga
...................... dos

sobre la página
de la memoria.

 

 

ADIVINANZA

Hay un agujero
en mi sombrero.

Un jilguero
en mi cabeza,
y una pieza
de ajedrez
junto a mis pies

¿o es al revés?

Hay un nombre
verdadero
para cada
cosa, y una
mariposa
en cada esquina
del jardín,
hay una espina
para cada rosa,
y cada
rosa tiene su lugar
(por lo menos
eso espero).

¿Cuándo volverá el velero?

 

 


RESONANCIAS

Y yo me río del río sombrío
con brío bravío de macho cabrío,
sonrío, callo, y no digo ni pío,
pero al final acepto el desafío.

Y aunque no crea en el libre albedrío
mi rostro en agua bendita rocío
luego me voy velozmente al vacío,
Héroe herético, impúdico, impío.

Dulce es la muerte, muerte en el estío,
ya tengo tantas astillas de hastío
que al fin y al cabo un telegrama envío:

Te digo amor, mi amor. Punto. Amor mío,
digo hasta cuándo,
estoy muerto de frío,
me estoy volviendo un terreno baldío,
y es demasiado lo que desconfío:
esto parece casi un desvarío.

Pero me río del río sombrío.

 

 

Cristián Basso

SERES

............................. Para ustedes, los dos

Se besan
en el tiempo,
en la distancia más íntima
se abrazan.
Las horas son el cosmos,
siempre la misma hora de los seres
siempre las máscaras del canto.

Los seres
camino adentro,
hacia el sol más alto
que la luz
van con los pasos antiguos,
con la fe sobre los hombros
como la única lágrima
despedida al cielo.
Van al olfato de la tierra,
al beso detrás de las cortinas,
al escapulario del pasado.

Se recuestan, se aman
sobre una isla quieta,
traducen el polvo de la muerte
en aves solas
y buscan lo eterno
en estas cuatro paredes.

 

 

XI

Avanzar como si nunca.

Atados libremente
por ennegrecidos pasadizos,
curvas y recelos,
sin pensar días siguientes.

I.

El silencio queda en la memoria
Desde siempre:
Aúlla incansable la condena.


De boca hacia el abismo

X

Absurdo: te he perdido
Aroma que en el bosque canta,
Echa a volar como rapiñas
Los presos de la noche.


Pasajero,
Luz que has venido,
Despierta del sueño tan pesado.
Persíguete en mutismo por la vía.
En mi hombro oculta las traiciones.
Corónate a mi lado sin palabras.


El viaje
............... El viaje
....................... ....... La hora que comienza.

Bucólicos trepar hacia la cumbre,
en bramido elevado que detiene
senda de ave, furia en mansedumbre,
por olvidar la pena que deviene.

Peregrinos de hoy y podredumbre,
frenados al ardor en que se tiene
el sufrir por rutina y por costumbre
de amar esta condena, aunque condene.

¡Y no pedir perdón, jamás pedirlo!
Tan sólo abrir la puerta al forastero.
Beber de nuestra jarra nuestro vino.

Cantar hacía la ausencia y perseguirlo.
Olvidar que ayer fue sepulturero
para el amor, culpable y asesino.

 

 

XII

Tropiezo en el que soy y en el que fui,
Cadáver del adiós enamorado.
Por ímpetu, torrente subyugado.
Terror de ser en soledad sin ti.

Tu ayer fatal. Castigo del pasado.
Huella de beso tatuada en la cerviz.
Piedra del triste, antorcha del feliz.
Por el que soy y en el que fuí estrellado,
es mío el resto de la desventura,
finalizado como estricto día,
malabarista sin perdón que dura.

Tropiezo en el que soy, y así decía
que del amor gobierno no hace altura,
y que en amor igual tropezaría.

 

 

Mónica Montero

.............. I.

La tierra me asfixia,
lentamente.
Oscureciendo mis ojos.
Siento
como sienten los muertos.

.............. II.

Conmueve aquel silencio
tras la penumbra.
Soledad: se acumula
y cubre la atmósfera.

El aliento dormido
en los ojos yermos.
La muerte no tiene
escrúpulos.
Se burla
de la soledad
de la carne.

.............. III.

¿Sabrá mi sombra?
Soy mujer,
hecha de llagas,
torrente sanguíneo
confuso.
Mañana y tarde,
corriendo y corriendo
con un niño en las enaguas.

Tibias las entrañas, teta y leche.

¿Me culpará la sombra
de haber mordido manzana?

¿Sospechará la sombra
que entre piernas
cantan ruiseñores,

que un beso
fecunda la tierra?

.............. IV.

Corre por la avenida,
llega al cuerpo moreno.
Ven
quiero oler tus olores,
fiebre que seca la boca.

La muerte se acuesta conmigo.
Sólo nos queda esta noche.

 



HIJOS

La noche se hospeda en un pozo caliente.
Estalla, se reviene y nos condensa
en una sobredosis de ojos.
Los gusanos reinan entre nosotros
nutren sus panzas, de manos hediondas,
pieles flácidas y descolocadas.

Ya no somos los de antes,
destinados al epitafio.
Y un Dios juega con nosotros.

Los gusanos, hijos pródigos,
por ellos la muerte y la cruz,
por ellos el barro y el amén,
para ellos fuimos lanzados a la noche.

 


Padre nuestro
que estás en la botella,
a tu salud
sean los nombres,
vénganos tu resaca
y hágase la borrachera
así en el bar
como en las cantinas,
danos hoy un cáliz
de aguardiente
y líbranos del día lunes.
Perdona nuestros vómitos,
así como nosotros
perdonamos el tuyo.
No nos dejes caer
en esquinas orinadas,
mas líbranos de la sed
............................ .... salud.

 

 

Se han cansado, no deambulan,
no calzan ni descalzan
sus zapatos en la lluvia,
mojaron por dentro los huesos
y se han aislado en un nido de ranas rojas.
Hablan de nosotros
cuándo hace frío,
comentan tenebrosos los nombres,
no sea, que aparezcamos.
Ellos no soportan el látigo de la nostalgia
se beben las ganas,
en un sorbo somnoliento
de fotografías viejas.
Nuestros muertos se cansaron
de esperar nuevas muertes
y se han muerto en el recuerdo.
Dejando asolados los caminos
así, nosotros, el sepulcro.

 

 

A quién se le habrá ocurrido
lo de la entrepierna?
Y los niños asilados al seno,
el cuento
de un río rojo que nace y te muere.
¿Quién me hizo milagro?
¿A quién le adeudo la infancia de muñecas,
los tejidos?
¿A quién la falda húmeda,
la boca y el escote?.
¿Quién me hizo varona?
Más celosa que la luna.

 

 

EN LA JAULA

Mi cadáver puede más que yo.
El recorre las paredes
de aquella casa pintada de siesta.
De esos improvisados padres
que dormían a mi junto
y tan lejanos.
Hace tiempo, cuando era vieja,
hondeaba pañuelos frente al sol,
descalza.
Buscando un rostro.
Buscando inocente, el fantasma de algún rostro.
En ese tiempo, yo era feliz;
desamparadamente feliz.

 

 

Francisco Leal

Siéntate a mi junto,
voy te cuento
que dos partes tiene el hombre
en este vino.
Era el beso
de un gota en la camisa
como un bosque en plena vela,
doy campanas.
Estar fue sólo un labio, o dos
contra la luna.
Sol risa, está mañana
era un tambor,
Francisco, el cascabel
canta un remero,
bailarín, arrastro luna
aunque no estés.
Mas el amigo, un disparo
y echo andar
su sombra como un hueco
va y la tierra
se nos junta en la pupila
y es verdad
eso dicen,
del dolor como una punta,
el amigo que era ayer y ya no está.
Siéntate a mi junto
voy te cuento
que hoy la tarde
mayo, amigo
va y se acaba
con su aire mi respiro.

 

 

................................... A Pablo B.

No pienso, existo
a mordiscos a veces compruebo
la vida con preguntas azules
con el sonido sexual de la caída
y la espesura gramatical
de los pájaros bajo el agua.
Reconozco las cosas cuando se quiebran
por el vértigo.
Atravieso la metafísica del aullido
acumulando rincones y vientos.
Confío en la hermenéutica de las campanas,
en el conocimiento del suicida
cuando junta el perfume de la muerte
bajo sus párpados,
y en el lenguaje exacto de las nubes
cuando se estrellan contra la noche
con una sensación de perdón
que da frío.

 

 

Cruje el viernes mi madre
en el pasillo,
hay un viento, ciruelas, Valparaíso
nació un tajo, un rincón
se pone lento, mi nombre
tantas veces, una arruga
la madre en su pañuelo
quiere fuego poner
mi ojo en una vela,
reír un viernes la paciencia.
El vértigo en su frente
da que plumas un travestí
será azul.
El pasillo es una rueda
rueda el aire es un reloj,
nació triste, teje un ciego
grillos muertos en el sol.

 

 

Buscar un nudo,
una cuerda al poco día ser un golpe,
un atajo entre dos velas despertar,
la madre sin el padre en la pestaña
sopla tenue abril
y yo la espero
en una huella espesamente
es su cintura,
mi hermana llora
en su rincón mi pecho
va temblando
el lento abrigo, allá afuera
tanto borde abril tropiezo
y yo la curvo contra
un río, sobra el ojo
en otra espalda, tan vacío
de regreso
cae un tajo niñamente voy
su mano
noche entera abril cerezo.

 

 

Suena ayer una paloma
en la garganta, un pie tocándome
otro pie, pie lamento y río
en esta escarcha,
desde cuándo.
Está de lluvia mi chaleco, mi párpado
es un piano largamente
esta húmeda
sensación de haber sido
un guante helado
en su pecho,
una pupila en que la tierra
se anochece.
El otoño tiembla, me llama
con un rezo
que no es mío, ni mi hermana
sabe quién rompió su luna,
o esa sombra
como un viento seco
el paladar que anduve y que era
ayer una paloma.

 

 

Está lloviendo, Margarita.
En la casa ya se fueron
a dormir, a ponerse
un olivo sueño en las mejillas.

Las ramas se topan
con la noche
como el dedo frío de la mujer
en mí tendida. María
me contó una historia
de amapolas
que reían, sin embargo,
de niños sin cesar, pero la muerte
son cristales,
ventanas que cruzan
el rocío, sutiles
como el beso
cansado de un violín. Es verdad
maría?,
que la muerte abre un higo
suave en cada rostro,
que es el sueño lo que duele
cuando el aire se anochece
como un cuero lento,
lento.
Esta lloviendo, Margarita.
En la casa ya se fueron
a dormir, a ponerse
un olivo sueño en las mejillas,
y yo quiero
cruzar el bosque
vestido de campanas,
de uvas que bajan
riendo desde el cielo,
y decirle
al nuevo día: está lloviendo,
Margarita.

Es junio una vela confundida,
el suspiro blando
de las hojas que suben
por los ríos, por naranjas
cada vez más lentas
y descansa la enredadera
dormida en el pecho.
Es junio
con su ropa enorme el sonido
de un pájaro que muere,
la luz perdida del grito en un árbol,
la ronca miel que se posa
por la tarde cuando llueve
con una túnica de flores
y anochece.
Una pregunta trepa
por los gatos
vestida de azul, de noche
bajo el néctar de un farol.
Mi abuelo murió en junio
bajando la escalera,
su mirada se confunde
entre palomas y yo
era triste, un columpio
que se estira.

 

Proyecto Patrimonio— Año 2005 
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GENETRIX. Antología Poética.
(Endecaedro, 1999).
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Mónica Montero, Rafael Rubio, Fernando Pérez, Francisco Leal.