Proyecto Patrimonio - 2015 | index | Cristián Geisse Navarro    | Daniel Tapia Torres  | Autores |
         
         
         
        
         
        
        Geisse durante la presentación 
         
        El desdelirio real  como realidad: el caso de Tres Poemas[1] o la antología  
          donde los poetas son los poemas
        - tres poemas -
          antología de los poetas:  ignacio recabarren / juan godoy / julio oro
          recopilación: fernando navarro geisse
        Daniel Tapia Torres 
          
        
        
          
        
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          “Ah, neófito, no hay muerte”
            Fernando Pessoa
          
            Es  necesario hacer estas aclaraciones para que nos vayamos entendiendo.
            
              El  texto que presentaré a continuación fue escrito por el señor Daniel Tapia  Torres, quien no podrá asistir a esta presentación porque se encuentra  trabajando como garzón en un conocido gran local de carrete para los adultos  mayores de Valparaíso: “Lo lamento mucho, amigos, las cosas no están como para  pegarse la falla en la pega” fueron las palabras de excusa que puedo rescatar  del correo que me envió para adjuntarme el escrito que hizo sobre los poemas  que recopiló Fernando Navarro Geisse. La presentación ha sido editada por quien  suscribe. Cabe mencionar que en mi labor de académico me da vergüenza este  texto, pero como oficio de representante, de todas formas me excuso.
          Prólogo:
            Las circunstancias de la vida que me han  llevado a ser un Geissólogo son inciertas y no sé en qué orden pueden ser  presentadas. Literarias y no literarias. Vitales y pajeras. Pero en fin, lo que  puedo aseverar a ciencia cierta es que soy el mayor Geissólogo que hay entre  muchos y que esa condición me hace ser uno de los indicados para presentar este  libro.
           He aquí mis anotaciones desordenadas. En el  orden que se me ocurrieron. No las voy a ordenar. Soy también uno de los  mayores procastrinadores. Escribo esto mientras miro un partido de fútbol.
          1.
  ¿Que cómo lo conocí? Cosas de letras, ya se  los dije. Estudiantes de literatura. Compadres que se las dan de poetas.  Talleres. Fundación Neruda. 
La PUCV. Las editoriales independientes. Las  revistas innovadoras. Las entrevistas a otros escritores jóvenes. Las alianzas.  Los bandos. Las mochas literatosas. Los recitales y las lecturas.
           Visto  desde estos enunciados todo parece hasta medio académico. En teoría todo eso es  intelectual y pajero. Hasta que se apareció el diablo, que nos hace vernos como  realmente somos.
           En  los bares de Valparaíso es donde efectivamente lo conocí. O debería decir donde  conocí a varios de estos tipos. Tomando. Jugando al deporte nacional. Así lo conocí,  porque tomando se conoce a la gente. Aunque parezca muy de curado lo que estoy  diciendo. Y es que entre litro y libro hay una sola letra de diferencia.
           2.
            Nos andábamos pisando los talones. Yo lo vi  nadar en una pequeña laguna en el pueblo de Vicuña, una vez que fui con mis  papás a visitar la planta del auténtico pisco del valle del Elqui y la  casa-museo de Gabriela Mistral, allá por al año 1992. Una señora le gritaba  enojada desde la orilla que dejara de ahogar a su amigo, si no le iba a sacar  la cresta. Me acordé cuando el otro día volví a ver la foto que me saqué junto  al busto de Gabriela. ¡Tambe, deja tranquilo ese niño!, le gritaba repetidas  veces la señora.
                      Quizás  no lo recuerdes, pero tú estabas ahí.
          3.
            Baste decir que no voy a contar toda la  anécdota. Pero uno sabe cuándo está frente a uno de los suyos. No se sabe bien  cómo pero se huelen. Y entonces la gente dice que el diablo los junta, algo muy  sabio esconde ese dicho.
           Cuando llegué a  vivir a Valparaísogué a vivir a Valpap. 37-50.15. Valpara vivía en la calle Yerbas Buenas, al  principio de la subida. Una tarde estaba en medio del desasosiego cuando una  voz me decía que mirara para afuera. Era insistente, así que miré. A un costado  de donde  se estacionan las micros lo  encontré con la vista. Estaba en una situación difícil y me nació ayudarlo.  Antes habíamos hablado. Cosas de letras. No sé si fue él quien me dio su primer  libro (Calabriadas, Editorial El Espejo de Tinta, 2003). Yo lo había leído y me  habían gustado sus poemas, a pesar que afuera del libro dice que es narrativa.  Sin embargo fue ese hecho el que nos enyuntó, que yo lo ayudara en esa  circunstancia. Siempre que hablo con él de Calabriadas reniega de ese libro  como un pecado de juventud. A lo Alfonso Alcalde creo que lo habría quemado si  tuviera todos los ejemplares a su disposición. Menos mal que tengo el mío. No  se lo voy a devolver ni a vender como alguna vez me pidió. Ni tampoco lo  omitiré de estas notas como me sugirió textualmente uno de los Geisses en los  últimos imeils que hemos intercambiado: “por favor Calabriadas bórralo de todas  las listas. Me carga ese libro, no me gusta y creo que nunca debía haberlo  sacado. Pertenece al imbécil que es Cristian Geisse Navarro y no se relaciona  con ese otro imbécil que es Fernando Navarro Geisse.”
           Sin embargo el  imbécil de Cristian Geisse Navarro ha publicado recientemente “Ñache[2]”,  un libro de cuentos que ha merecido comentarios en diversos medios, incluida  una entrevista a Leonardo Sanhueza en Las Últimas Noticias[3].
           Una calabriada es  una combinación, generalmente de vinos tinto y blanco. No sé por qué le  pusieron ese título a ese libro. Debería llamarse Barril de cerveza o algo así.  Supongo que debe ser porque al Salustio y al Trúbico les gusta el vino. Y  Geisse raya con esos maestros chasquillas.
           4.
            Geisse hay varios. Son todos más o menos  parientes. Hablamos de eso cuando revisamos los poemas de Fernando Pessoa. El  caso de sus heterónimos, la forma en que les dio vida a sus gólems, es una idea  que ha sacado directamente de los postulados del poeta portugués:” Pienso en  Pessoa, que jamás negó ser el creador de sus gólems, pero que tenía la íntima  convicción de que eran alguien distinto a él. A mí me gustaría que fuese algo  así, pero tampoco me niego a la posibilidad de lograr en algunos lectores la  confusión: ¿son reales estos poetas? ¿existen o son ficción? ¿o son ficción y  por eso existen? Sin falsas modestias, mi experimento no está a la altura del  de Pessoa, pero me es imposible negar que es uno de los principales referentes.” 
           Para entender la  literatura que nos convoca, es necesario comprender que “Oscila entre la falsa  antología y el plagio, entre la ficcionalización consciente y el disparate. Su  estructuración y su contenido parecen instalarse y regodearse en los difusos  límites del mundo empírico”, como bien apunta Paulina Orth en su “Epílogo: La  realidad real como desdelirio: el caso de la Antología de poetas precoces de H.  H. Ochoa”[4].
           Además es clave  comprender los conceptos de neo-apócrifo y el desdelirio, que explica la misma  Paulina Otrh: “el neo-apócrifo no surge de un grupo concertado, sino de una  serie de escritores que desde distintas latitudes geográficas y en ocasiones  sin ningún contacto entre sí, han desarrollado durante la última década una  serie de experimentaciones textuales cuyo principal propósito es “asumir la  realidad como un tejido discursivo de metarrelatos entrelazados que si bien  pueden tener una naturaleza confusa, terminan desembocando en la noción del  delirio como sustento de la realidad, y a la dilucidación de la llamada  realidad real como un desdelirio”. También en “El Pequeño Odioso, Antología de  poetas precoces chilenos”.
           Sin embargo,  repasando las páginas que nos conciernen, pareciera que la realidad real es lo  que está realmente delirando.
           5.
            También es necesario que hablemos de la  fijación de los Geisses por las antologías. Parece patológico que la mayor  parte de la producción literaria de estos autores esté esparcida en antologías.  La primera vez que me sonó el nombre Fernando Navarro Geisse, fue cuando el  profesor Leonidas Lamm, de la Universidad de Viadrina, me escribió para  felicitarme por mi trabajo “Mejor  la vieja que el guatón: políticas culturales de la dictadura chilena[5]”,  que publiqué cuando era buen estudiante, en una revista de Venezuela. Se lo  había recomendado un tal Fernando Navarro Geisse quien era su principal  contacto para realizar una antología de jóvenes poetas de los valles de la  cuarta región, titulada “Los Hijos suicidas de Gabriela Mistral”. Siendo yo un  poeta, no conocía que en los valles pisqueros vivieran tantos poetas en  ejercicio. Me pareció sospechoso. Pero cuando el profesor Leonidas me envió su  prólogo a esta particular antología, las cosas fueron quedando más claras: “Esta  es la médula de la presente ficcionalización (porque toda antología es una  ficcionalización, una puesta en escena, un mundo posible), y -partiendo desde  su título- me hago totalmente responsable de los resultados de esta estratagema”[6].
           Entonces comprendí  que en verdad todo se trataba de una treta, y que posiblemente los autores que  ahí aparecían nunca los iba a conocer.
           La construcción de  antologías de forma novelada era una de las formas que advertí como estrategia  de este grupo de autores, para ser reales. Existir en el mundo de las letras es  una forma posible de existencia. Es así que me permito delatar que los libros  “Los hijos suicidas de Gabriela Mistral”, “Los Nortes que hay en el norte[7]”  y “Tres poemas”, nuestro título en cuestión, y además “El pequeño odioso”,  están detrás de una misma mente siniestra.
           6.
            El profesor Zoronka trabaja en el hospital  psiquiátrico de Valparaíso. Ha leído por encargo mío la mayoría de los textos  que estudio para escribir esta presentación, debido a que mi confusión era  absoluta. Me dice que lo más probable es que Cristian Geisse Navarro padezca  esquizofrenia y drogodependencia.
           7.
            La papa sin chacota:
           “Tres Poemas” es un  libro fantástico. Me lo hizo llegar John Uberuaga para que lo leyera y lo  presentara, lo más probable porque se les cayó un presentador mejor. Yo no soy  conocido por presentar libros. Las veces que lo he hecho no han sido las  mejores presentaciones, de seguro ésta tampoco estará a la altura del libro.  Hay algo que marca un precedente: presenté una vez en el espacio Fábrica “En el  regazo de Belcebú[8]”,  una colección de cuentos de Cristian Geisse que publicó Perro de Puerto. Hasta  le hice la corrección de estilo. En ese libro la mayoría de los personajes  tienen algo en común: son personajes que han caído en zonas profundas, que han  tocado fondo. Esa es una de las principales características también de los  poemas que encontramos en “Tres Poemas”. La particularidad común de los poemas  que aparecen en este libro, es que están escritos por poetas enfrentados a una  crisis, a miles de problemas, a su desintegración: un anciano que padece un  trastorno delirante, que escribe como un adolescente rockero y que muere sin  ver sus poemas publicados; un joven vicuñense que se llama igual que Yin Yin,  que aparece y desaparece de su casa y de la literatura; y un vago cuico que se  codea con los talibanes de Vicuña, quien evidentemente termina muerto. Vaya  Crisis. Parece de película.
           El primer poeta de  “Tres Poemas” es Ignacio Recabarren, que hizo sus estrenos poéticos en la  comuna de Renca. Y es el primer poeta “prístino” que conozco de la literatura  chilena. Yo en 1995 vivía en la comuna de Conchalí, en Santiago. Cerca de ese  cerro que tiene ahora un letrero que dice “Renca la lleva”. Mis amigos pelusas  iban a las peleas de perros clandestas que se organizaban en el matadero. Yo  soy animalista, así que no iba. Allí conocieron al Demonio Recabarren. Le  quería quitar la mina a un compañero de colegio. Valga la pena mencionar que estudié  en el Instituto Nacional. Allí se hicieron famosos los poemas inéditos de ese  viejo Ignacio Recabarren. No fue posible publicarlos en el Boletín del  Instituto Nacional, porque se nos perdieron los manuscritos. Fue una sorpresa  encontrarlos en el borrador que me entregó John.
           Ahí estaba ese  entrañable poema “No tengas miedo a la oscuridad” que casi me aprendí de  memoria en la adolescencia. Sorpresa que me llevé cuando me enteré que Fernando  pudo rescatarlos.
           El segundo de la  colección es Juan Miguel Godoy. Se llama igual que el hijo suicida de Gabriela  Mistral y es por antonomasia el eslabón que une la cadena de realidad y ficción  que propone la producción literaria de Geisse. Lo leí por primera vez en “Los  hijos suicidas de Gabriela Mistral”. Su poema “Miguel tocando fondo” incursiona  en una narración poética acerca de un Miguel que se arroja por la borda de un  barco. Un ángel, seguramente. El tono de sus poemas es profético, bíblico, pero  de una impresionante lucidez crítica acerca de la realidad actual. Un poeta  joven. Los textos recogidos en “Tres poemas” pertenecen a un poemario titulado  “Hacia el sol”, donde ya muestra cierta madurez que le han dejado sus numerosos  viajes, donde se despliega su filosofía de vida y de cambio. Vagar para él es  fundamental.
           El tercero es uno  de los más entrañables. Julio Oro es un apodo o un seudónimo de un ricachón  botado a mendigo. Su escritura es libérrima. Ha decidido tener el derecho de  vivir bajo el puente. Yo no lo había leído, a pesar que cuando trabajé en San  Pedro me hablaron de un poeta vagabundo que se hacía llamar J. Oro. No podía  ser coincidencia que cuando lo leí me acordara de unos amigos de Edgar Alan Poe  que siempre hablan de lo mismo: “Tocando  fondo // ∙ creo saber cómo edgardo ∙ cayó en este mismo pozo varias veces ∙ ni  leonora ∙ ni anabell lee ∙ simplemente ∙ el fundamentalismo del autoboicot ∙ el  grito de la larva ∙ el dolor cuando le nacen alas ∙ el crujir de la semilla ∙  el centro gris del abismo ∙ el primer huevo ∙ ése que sale ∙ manchado de sangre  ∙”
           Los tres poetas son  excepcionales, de una actitud vital poética casi sin límites, capaces de vivir  las experiencias que les han encomendado a concho y sin temor a las  consecuencias. Al igual que la mayoría de los personajes que hace vivir Geisse,  la crisis es el hábitat de estos poemas. Es confuso poder afirmar que estos  poetas son sus poemas. Pero es también simple afirmar que el lenguaje crea  realidades y que depende de quién lea o quién cuente si las realidades son  reales o no. Por ejemplo dicen de Navarro Geisse que es un poeta zombie. ¿Quién  puede afirmar lo contrario? Él mismo nos advierte en una nota a pie de página  en su libro “Los nortes que hay en el norte”: “No hay que ser huevón, la  mentira no es solo del que la dice, sino también del que la cree. Todos somos  bastante mentirosos, pero los hay mitómanos, enfermos, que no se aguantan.  Mienten para que los admiren. Y hallan gozo en la mentira. Pero no se miden y  uno se da cuenta al tiro de que mienten tratando de hacer pasar la mentira por  verdad. Al final son los únicos que creen en las mentiras que dicen. La mayoría  de los escritores no son así. Pero hay otros que sí.”
          Este libro nos  invita a investigar dónde está lo real y por qué está ahí. Si lo tiene a mano,  ya sabe. Son confusos los Geisses que hay en los Geisses.
           
           
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                NOTAS 
          
            
            
               [1] Tres Poemas, Editorial Hebra, Valparaíso, 2015. Compilación de  Fernando Navarro Geisse.
                [2] Ñache, Bordelibre Ediciones,  La Serena, 2015.
             
            
               [3]  “Droga diabólica produce  estragos en infames tugurios de Valparaíso”, por Leonardo Sanhueza. En Las  Últimas Noticias, Lunes 17 de agosto de 2015.
             
            
               [4]  El Pequeño Odioso, Antología  de poetas precoces chilenos, Edciones Altazor, Viña del Mar, 2012.
             
            
               [5]  Revista Nueva Sociedad, Nº  202 pp. 37-50.
             
            
               [6]  Los hijos suicidas de  Gabriela Mistral, Ediciones Inubicalistas, Valparaíso, 2010. Selección y notas  de Leonidas Lamm, Epílogo de Fernando Navarro Geisse.
             
            
               [7]  Los Nortes que hay en el  norte, Antología de poetas nortinos, Ediciones Cinosargo, Arica, 2014.
             
            
               [8]  En el regazo de Belcebú,  Perro de Puerto, Valparaíso, 2011.