Proyecto Patrimonio - 2005
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Aproximación a la obra de María Monvel (1899 - 1936)

Por Francisco Véjar

 

 

María Monvel cuyo nombre verdadero fue Tilda Brito Letelier, nació en Iquique en 1899. Se inició, como muchas escritoras, dando a conocer sus primeras creaciones poéticas en diarios y revistas de provincia. Siendo muy joven fue publicada en la célebre antología de poesía chilena "Selva Lírica" (1917 ) compilada por Julio Molina Núñez y Juan Agustín Araya. En dicho tomo encontramos el primer acercamiento crítico sobre la obra de María Monvel que la describe como una " muchacha de un fervor artístico saturado de cristiana sentimentalidad ". Esos poemas eran de tono melancólico e intensamente influídos por el amor de juventud.

Poetisas de América

En 1918 publica "Remansos del ensueño" ( Poesías ) y luego "Fué sí" ( 1922 ), "Poesías" ( 1927 ) y "Sus mejores poemas" ( 1934 ). En esa época los poetas de mayor influencia y considerados como maestros eran Pedro Prado y Gabriela Mistral quien fuera una de las primeras en destacar el talento de María Monvel, situándola en un lugar de privilegio : "La mejor poetisa de Chile, pero más que eso : una de las grandes de nuestra América, próxima a Alfonsina Storni por la riqueza del temperamento, a Juana por la espontaneidad. Empecé por admirarla y he acabado por quererla. Me vino su estimación de aquella clara honradez artística suya. Verso fácil que rebalsa la copa llena de sentimiento, fácil por la plenitud. No se inventa nunca el sentimiento ( cosa tan común entre las mujeres ).

Expresión nítida, a causa de la misma verdad del motivo. Ninguna dureza; su estrofa posee lo dichoso de los verdes canales chilenos. En María Monvel la tortura se halla en el espíritu, pero el verbo no conoce confusión ni torcedura desgraciada. Dije que su temperamento era rico como el de Alfonsina. Sí, todos los motivos : la tierra, el paisaje, el amor, la coquetería también, la maternidad, el juego. Parece en ocasiones una mujer madura y a veces se la mira jugar como un niño con los asuntos frívolos. En verdad tiene la madurez, porque la vida le fue anticipada en dolor; pero no tiene mi envenenamiento por la amargura". Esta introducción a la obra de María Monvel fue publicada en la antología "Poetisas de América" ( Santiago, Chile, 1929 ).

Aparecen junto a ella : Delmira Agustini, Alfonsina Storni, Juana de Ibarbourou, Gabriela
Mistral y Norah Lange, entre otras. Uno de los poemas destacables de María Monvel en esta compilación es "L' Invitation a la morte". Ahí la poetisa vuelve a dialogar con uno de los hechizos poéticos de primer orden :

"Ya estamos más cerca, avancemos.
No huyamos su contacto frío
ni por rehuirle clamemos :
son suyos tu cuerpo y el mío.
Tu mano deshecha en la mía
apoye su fría entereza :
busquemos la obscura belleza
que ofrece la selva sombría.
¡No aferremos con mano inquieta
sobre nuestros hombros desnudos
la capa de vida sujeta
por los más vacilantes nudos !
aderecemos la sonrisa.
No haya crispaduras el miedo...
Por no interrumpir, vamos quedo.
¡Vamos sobre todo de prisa!
Un paso más, y ya seremos
o no seremos ¡mejor! nada.
La vida otra vez abarquemos
y dame la última mirada ".


Ultimos Poemas

Tenemos pocas noticias sobre su juventud y comienzos literarios. Se sabe que como todos los escritores, nacidos en el norte o sur del país, tuvo que emigrar un día a Santiago donde llegó a establecer contacto con poetas de la talla de Manuel Magallanes Moure a quien escribe una carta el 7 de agosto de 1922 : "Mi opinión no vale nada, vale menos que la opinión de todos, pero permita Ud., Manuel Magallanes, que le dé mi opinión : es usted un enorme poeta, que me place principalmente por su elegancia en el decir, unida a su emotividad infinita, sin palabrería vana, sin arte rebuscado. Cuando yo leo en francés un poema que me parece muy hermoso, siento necesidad de traducirlo, de versificar sus ideas con mi lengua, para penetrarme más de él. Cuando leo en mi propio idioma versos tan lindos como los suyos, me agrada escribir sobre ellos".

Establecida en Santiago, dirigió la revista "Para Todos", publicada por la editorial Zig - Zag y contrajo matrimonio con el crítico literario y periodista Armando Donoso. Su rostro solía aparecer en algunas revistas de la época y sus rasgos eran finos como los de Teresa Wilms Montt. Viajó además por Europa y América. Fue traductora de los sonetos de Shakespeare y se dieron a conocer 16 de ellos en la edición póstuma del libro "Ultimos Poemas" ( 1937 ). Sobre este libro escribe Eduardo Barrios : "Estaba ya enferma cuando escribió estos versos, seguramente. Hay en todos ellos un mirarse y revisarse ( ... ) Luego en todo se confirma el crepúsculo del alma disponiéndose a marchar. En las formas, hay una vuelta a lo clásico, al deseo de perdurar en sencillez, en melodía de significado y vehículo puros. La poetisa se entregó también a los grandes permanentes, a Shakespeare y Goethe : los traduce en la línea eterna, que ahora le interesa por sobre todas las cosas". Leemos en uno de los poemas que pasaron a ser parte de este libro :

"Juega como los pájaros y el viento
y yo, como los pájaros y el viento
le traje a mí, cuando me di al amor.
Juega como los pájaros y el viento
porque toda la tierra es su elemento
aunque la cerquen muerte y dolor ".

El anhelo de irse y volar para finalmente integrarse a la tierra.

María Carolina Geel, publica en 1949 el libro de ensayos "Siete escritoras mujeres" donde además de referirse a la obra de Gabriela Mistral, María Luisa Bombal, Marta Brunet, Amanda Labarca, Chela Reyes y Luz de Viana, le rinde un homenaje a María Monvel y dice: "Se nos aparece como una de las más fuertes personalidades de mujeres artistas de estas tierras (...) En los "Ultimos poemas" publicados después de su muerte por Armando Donoso, se vacía, sin reticencias casi, la pasión extraña y absorbente. Penetramos a través del acento de sus versos y del recuerdo de quienes la conocieron profundamente, la delicada femineidad de su condición".

Son pocas las antologías de poesía chilena que la incluyen y su nombre es prácticamente desconocido para las generaciones actuales. Recientemente, Eugenia Brito en la "Antología de poetas chilenas/ Confiscación y silencio" , (Dolmen Ediciones 1998), la rescató después de años de ausencia de las compilaciones y estudios de la evolución de la poesía femenina en Chile. Eugenia Brito señala : "Cierta visión escéptica se transmite en sus versos, admirables por su levedad, su ritmo y concisión". Nicanor Parra nos dice que en su época nadie la tomaba en cuenta y sostiene que "un poema como "Mi hija juega en el jardín" no puede estar ausente de una Antología de poesía chilena". Nicanor Parra va más lejos y propone modificar el segundo verso de la primera estrofa del poema antes mencionado - a estas intervenciones las llama adaptaciones- . En el original del texto de María Monvel se lee : "Mi hija juega en el jardín/ y yo la miro quieta y triste,/ triste de tanta dicha. triste/ porque la dicha tiene fin". Nicanor Parra al modificarlo escribe : "Mi hija juega en el jardín/ y sin embargo yo estoy triste/ triste de tanta dicha, triste/ porque la dicha tiene fin". Y luego hace lo mismo con los dos primeros versos de la última estrofa : " No pienso en destinos amargos, / ni en que las cosas tienen fin". En cambio para Nicanor debería decir : "No creo en destinos amargos, / aunque las cosas tengan fin" - y el poema sigue - "pero quisiera largos, largos / estos momentos del jardín".

La poesía de María Monvel transmite las preocupaciones vitales a través de un lenguaje transparente y desprovisto de la retórica que imperaba en aquella época. Hay además en su obra, como señala Alone en la Anatología de "Las cien mejores poesías chilenas" (1957) "un acento leve y alado que escribió al amor y al dolor con palabras vibrantes de una gracia femenina y nostálgica que no perderán su virtud". En el poema titulado "Marineros" incluido en dicha antología, vemos como leit motiv la ensoñación del viaje y el anhelo de llegar a puertos desconocidos donde imperará el amor definitivamente :

"Cuando los veo venir,
Blancos, erguidos, ligeros,
quisiera ser un momento
la novia de un marinero...
Dulce de verle ha de ser
después de largo tiempo
y al abrazarle, abrazar
continentes y hemisferios.
(...)
Estrechar entre los brazos
al que dirige los vientos".

María Monvel pertenece a un grupo de poetas chilenos que desaparecen prematuramente del panorama de la literatura nacional y no alcanzan a desarrollar su obra en plenitud. Tales son los casos de Romeo Murga, Alberto Rojas Jiménez, Boris Calderón, Gustavo Osorio, Carlos de Rokha, por citar sólo a algunos y entre los más recientes, Armando Rubio Huidobro y Rodrigo Lira.

El 25 de septiembre de 1936, leemos en una nota escrita en el Diario "La Nación" : "Una larga y penosa enfermedad acaba de disolver la frágil envoltura material de María Monvel, la poetisa de la delicadeza."

 


María Monvel en Memoria Chilena: Sus mejores poemas (pdf) 11.7 Mb



 

 

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