En 1977, Enrique Lihn publicó un artículo donde dice que Arte de Morir, de Óscar Hahn, es "un libro único". Décadas más tarde, lo mismo se puede afirmar de Reencarnación de los carniceros. Visiones de la Era Nuclear, publicado este semestre por la prestigiosa editorial Visor de Madrid. El poema que abre el volumen y que da título al libro fue escrito por Hahn a los 17 años, y el que lo cierra, "Descripción de una selfie", a los 80. Cabe aclarar, eso sí, que esta no es una antología ni tampoco son sus poesías completas. Es un volumen independiente, con personalidad propia, que se fue gestando soterradamente a través del tiempo. Entre los principales temas que aborda están las guerras convencionales, el peligro de una conflagración nuclear, las mutaciones genéticas y el cambio climático. En suma, la supervivencia del planeta y de sus habitantes.

Óscar Hahn
La vigencia de estos poemas es sorprendente. Algunos de ellos podrían haber sido escritos hoy día mismo. Véase, por ejemplo, "El incendio". Dice: "El incendio se levantó del trono/ arengó a su ejército/ y cabalgó de ciudad en ciudad/ arrasando con todo/ lo que encontraba a su paso/ Ardieron bibliotecas/ templos supermercados/ poblaciones enteras". Pero al final surge la esperanza: "Y de pronto/ una gota de lluvia/ y dos y tres".
La capacidad de Hahn para inventarse y reinventarse le confiere una gran originalidad a su poesía. Lo dijo Pablo Neruda hace años y lo repitió Mario Vargas Llosa no hace mucho. Una muestra clarísima de lo anterior es la presencia en estas páginas de ciertos personajes muy singulares: los mutantes. Son el resultado de los cambios genéticos producidos por la
acumulación y duración de la radiactividad. Hay poemas que están localizados en un futuro milenario, en que los seres humanos ya no son como los conocernos: se han convertido en mutantes. No conozco ningún libro de poesía en lengua española que haya hecho algo parecido. Es la ciencia ficción trasladada a la poesía, pero en este caso, lo que parece fantástico es real y, además, es contingente. Aunque uno es verso y el otro es prosa, el poemario de Hahn y la novela Fahrenheit 451, de Ray Bradbury, tienen algo en común: en los dos el fuego es protagonista.
En cuanto al cambio climático y a la sequía, hay dos poemas que se complementan: "Vals de Santiago" y "El dios de la arena". Apunta en el primero: "Está nevando en pleno verano mamá/ y los niños no pueden columpiarse/ El viento está inmóvil/ como una idea fija". Lo que se está produciendo es una especie de apocalipsis ecológico. Y en el segundo escribe: "Están sordos los cielos/ no dicen nada/ Los dioses de la lluvia/ se han disecado". Para terminar con estos versos: "Solo el dios de la arena/ fluye despacio/ desde un vaso de vidrio/ al otro vaso".
A través de todo el libro hay algo que podría denominarse un apocalipsis in progress. Esto se manifiesta a través de perturbadoras visiones de Hiroshima, Nagasaki, Nueva York, Irak y Santiago de Chile. Y como dice el reconocido crítico y poeta español Luis Antonio de Villena, con esta obra "la poesía retorna a protestar, a denunciar, a dar aviso. Nos muestra a un Hahn de palabra viva y quemante". "Desolador y gran libro", concluye.
Reencarnación de los carniceros. Visiones de la Era Nuclear sitúan a Óscar Hahn en la primera línea de la poesía de nuestro tiempo.

REENCARNACIÓN DE LOS CARNICEROS
Y salió otro caballo, rojo: y al que estaba
sentado sobre éste, le fue dado quitar de
la tierra la paz, y hacer que los hombres
se matasen unos a otros.
San Juan, Apocalipsis
Y vi que los carniceros al tercer día
al tercer día de la tercera noche
comenzaban a florecer en los cementerios
como brumosos lirios o como líquenes
Y vi que los carniceros al tercer día
llenos de tordos que eran ellos mismos
volaban persiguiéndose persiguiéndose
constelados de azufres fosforescentes
Y vi que los carniceros al tercer día
rojos como una sangre avergonzada
jugaban con siete dados hechos de fuego
pétreos como los dientes del silencio
Y vi que los perdedores al tercer día
se reencarnaban en toros cerdos o carneros
y vegetaban como animales en la tierra
para ser carne de las carnicerías
Y vi que los carniceros al tercer día
se están matando entre ellos perpetuamente
Tened cuidado señores los carniceros
con los terceros días de las terceras noche
EL MUERTO EN NAGASAKI
Entramos en un bosque furiosamente quemado
violentamente abrasado
Extraños árboles de pie nos ofrecieron frutos
llamados ascuas flores llamadas brasas
De estos árboles o frutos o flores
la quemadura es la sustancia el ojo en llamas:
ascuas florales quemaduras arbóreas
brasas frutales son
Y había flamencos de carbón que cantaban pavesas
Sólo al muerto en incendio
le es dado ver esas canciones
O PÚRPURA QUEMADA O NIEVE ROJA
Batalla de Stalingrado, 1943
Está la sangre púrpura en la nieve
tocando a solas llantos interiores
al soplo de memorias y dolores
y toda la blancura se conmueve
Fluyendo van en ríos de albas flores
los líquidos cabellos de la nieve
y va la sangre en ellos y se mueve
por montes de silencio silbadores
Soñando está la novia del soldado
con aguas y más aguas de dulzura
y el rostro del amado ve pasar
Y luego pasa un río ensangrentado
de blanca y hermosísima hermosura
que va arrastrando el rostro hacia la mar