Un finde ferial, primaveral —habitando ya el cuarto de siglo de una época rodeadas de metrópolis casi sin porvenir habitable—, estamos viviendo en este litoral central de Chile, de gentiles brisas y muchachas hermosas. Pues la dialéctica hegeliana de percibir en cada cosa sus muchos aspectos y momentos, nos permite decir que coexistimos los afortunados con los maldecidos (aunque a veces demasiado cerca...
Para continuar mencionando el espíritu de las alegrías, ier estuvimos en la Biblioteca de Algarrobo, provincia de San Antonio, para la presentación del libro de Diane Alméras, "La Tatuana".

Diane Alméras
Nuevamente una ocasión de primera. Dos horas estuvimos "acosando" a Diane pq cada cosa que relata de su aventura escritural es más interesante que l'anterior. Entonces inicié mi propia aventura “teorética”, meditando la singularidad de ier —de un libro y una leyenda femenina; colonial y guatemalteca; a 7 u 8 voces diversas, creadas (escuchadas) por una canadiense avecindada por décadas entre nosotros, en estas playas—, y en la universalidad de la época como obra cultural y humanista (“escribir local; pensar global”).
Que comienza así: <Pocazas wenas conversas en esta época decaída + decadente. La d'ier, estupenda>.
Como decía, D. Alméras nació en Canadá y parece haber participado del trabajo latinoamericano de Naciones Unidas y CEPAL, antes de su descomposición actual. La gente buena, la poca gente buena, los pocos aun sanos-del-alma, habitan las instituciones como lirios transparentes en el hediente barro.
“La Tatuana” le demoró en total quizá más de una década, dice. La protagonista parece surgir como una mujer-real convertida en leyenda popular y culta —versionada incluso por M. Ángel Asturias. Que cubierta de una piel mulata, vivió libre y encarcelada durante el siglo XVIII de la Inquisición.
Parecida habría que decir a nuestra chilena Quintrala, surgen ellas a modo de singularidades que deconstruyen, con sus actos-no-palabras, los ideologismos femeninos de cada época.
Y una reseña debe siempre intentar resultar mejor que lo reseñado —la única manera de comentar un buen poema es con otro, aunque sea imposible. Dos elementos, aquí, de dicha imposibilidad: Diane afirma que la creación, el acto que llamamos “creativo”, corresponde al sublime humano eterno —lo he llamado la pulsión de los éxtasis desde mi “Estudio del sol” de 2023—, y que, escribiendo la novela hasta superar las 350 páginas, ha aprendido a escribir “mejores diálogos”. “Crear como la divinidad creadora”, es su fórmula.
Luego en la conversación, cuando reclamada a explicarse, dos respuestas ciertas. Una: pues un parlamento literario no debe imitar el habla usual, sino que trabajar inmediatamente sobre’l relato; y dos: cada personaje debe poder hablar en el modo certero de su individualidad. Más un tres: Diane está segura que, una vez creados, los personajes la mandan, ordenan y conducen.
Una experiencia literaria a probar. También he nombrado esto cosa d’éxtasis, el placer mayor de experimentarse consciente y fuera-de-sí…
Invitamos entonces a buscar "La Tatuana" antes que se agote la primera edición... Y compare, por fa, la calidad de lo de ayer en la Biblioteca con la penosa media autoral que encontramos en la segunda feria del libro de la localidad de El Quisco, este sábado y domingo. El “Litoral de los Poetas” como ficha turística poco seria. Aunque NO llore, reclame calidad...