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Georges Aguayo | Autores |







DOS NOVELAS GRAFICAS


Por Georges Aguayo


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EL ARABE DEL FUTURO, Riad Sattouf

Difícil sintetizar, en dos o tres carillas, una obra que se extiende sobre seis volúmenes. Entre 2014 y 2022, esta saga familiar ha sido impresa a millones de ejemplares, y traducida a 23 idiomas. En castellano la publica Salamandra Graphic. Padre sirio, madre francesa, una infancia que transcurre entre Libia y Siria. Riad Sattouf vuelve a Francia a los doce años. A fines de la década de los setenta, del siglo pasado, Abdel Razak, su padre, termina un doctorado en la Sorbona. Al mismo tiempo que mantiene una relación sentimental con Clementine, su madre. Su ideología panarabista (o utopía) incita a Abdel Razak a rechazar una proposición para trabajar en Oxford. Opta por un puesto en la universidad de Trípoli. Parte con su familia franco-siria a vivir en la Libia de Omar Kadafi. La tez clara y el pelo rubio del pequeño Riad (nacido en París) no pasan desapercibidos entre las mujeres libias. ¡Qué niño más amoroso! Para Clementine las cosas son más difíciles. Las mujeres no son amables con ella, debe lidiar con la rudeza de la vida cotidiana. En 1984 la familia Sattouf parte a vivir a Siria. Para ser preciso, a Te Maaleh, un pueblito cerca de Homs, de donde es originaria la familia de Abdel Razak. Un nuevo desafío para Clementine, orden patriarcal obliga, solo se relaciona con las mujeres. En sus dibujos, con los que ilustra esta etapa siria, Riad Sattouf muestra siempre a su madre con pantalones. Todas las mujeres visten el traje tradicional y llevan velo Esta separación entre hombres y mujeres no impide que el pequeño Riad comience a conocer algunas sutilidades del sexo femenino. Una parienta, joven y bonita, cuyo vestido, algo transparente, deja ver parte de su intimidad. Una primita que lo condena al infierno… Por el lado masculino las cosas son menos amables para él. No logra entenderse con los chicos del pueblo. A causa de su pelo rubio, estos lo tratan de judío. Un insulto para ellos. Tiene que soportar las observaciones de un primo maligno y envidioso. Por suerte tiene dos primos con los cuales simpatiza. Muy correctos, muy musulmanes, Riad Sattouf los dibuja con afecto. En la escuela del pueblo tener un padre que imparte cursos en la universidad, no le otorga a Riad ningún privilegio en particular. Tiene que arreglárselas con la   rudeza de sus compañeros, también recibe los reglazos de su profesora. En su escuela la tolerancia religiosa parece ser muy relativa. Un profesor cristiano, a fin de ser bien visto por sus colegas, se siente obligado a observar el ramadán. El ayuno musulmán. Un incidente sintetiza muy bien las contradicciones íntimas de Abdel Razak. Un hombre cultivado, enemigo de los arcaísmos sociales de su país, pero con ideas autoritarias, por no decir reaccionarias, en política. Luego de un desacuerdo, poco importa el motivo, su abuela dice “entonces nos iremos todo al infierno”. Furioso, Abdel Razak la zarandea y le exige que se calle. Al poco rato, Riad lo encuentra en un rincón de la casa, afligido, arrepentido por la actitud que ha tenido con su madre, suplicándole perdón a dios. Rito obligado para todo niño musulmán, orden paterna, Riad es circuncidado. Una experiencia que lo traumatiza.   En 1987 Abdel Razak acepta una proposición para irse a trabajar a una universidad de Arabia Saudita. Cansada ya de tanta trashumancia, Clementine no acepta este cambio de residencia y vuelve a sus hijos a su Bretaña natal, en Francia.  Una nueva vida comienza para Riad y su familia. Su condición de extranjero parece destinada a no terminarse nunca, En su colegio sus compañeros de curso se burlan de su apellido, pero logra hacerse de algunos amigos. La familia Sattouf tiene dificultades económicas. Clementine no encuentra trabajo. Los giros bancarios de Abdel Razak son escasos e irregulares. Felizmente, está el apoyo (y seguramente las ayudas sociales) de los abuelos maternos. Riad desarrolla una relación afectiva muy fuerte con ellos. El contacto con su padre, por teléfonos o por carta, es más difícil. Abdel Razak se ha vuelto más retrógrado, religioso e intolerante. Su acento en francés es más pronunciado. Cuando estalla la primera guerra del Golfo, como buen nacionalista árabe, sus simpatías van a Saddam Hussein. En muy mala hora para él. Sus opiniones, sobre esta guerra, son trasmitidas a las autoridades, que ponen fin a su contrato de trabajo y lo expulsan del país. Abdel Razak debe volver a Francia; a un pueblo bretón donde no se siente a gusto, y donde no puede encontrar un empleo de acuerdo a su diploma y a su experiencia profesional. Clementine le aconseja postular a una universidad bretona. Abdel Razak le responde, que solo le interesa la Sorbona. Finalmente vuelve a Siria. Durante los tres primeros volúmenes, no obstante, una cierta animosidad, Riad Sattouf demuestra un gran afecto por su padre. En el cuarto volumen quedan claras las razones de esta animosidad. Hundidos en un callejón sin salida, las relaciones entre Abdel Razak y Clementine se degradan. Naufragan irremediablemente. Abdel Razak, en un rapto de locura, secuestra a Fadi, el benjamín de la familia, y se lo lleva a Siria. Separada, por la fuerza, de su hijo menor, Clementine se desespera, escribe a la presidencia de la república (los ministerios competentes no hacen nada), es estafada por un abogado sin escrúpulos. Consulta a una adivina…. Pasa un tiempo, Abdel Razak viaja a Francia. Solo. Clementine tiene una conversación con él, en compañía de los dos hijos que viven con ella. Furiosa, llena de odio y rencor, le exige que le devuelva a su hijo. Abdel Razak no accede a su demanda. Vuelve a Siria, esta vez para siempre. En el liceo, Riad se hace otros amigos, lee a Lovecraft, comienza a conocer la obra de Bilal, de Druillet … Una profesora le aconseja estudiar artes gráficas. Después que termina el liceo, Riad se va a vivir a París. A experimentar las vicisitudes de un estudiante de provincias. Condiciones de vida modestas, alejamiento de la familia, soledad. Estas dificultades no le impiden, sin embargo, ingresar en los Gobelinos. Una escuela de dibujos animados muy selectiva, a la cual no es fácil entrar. En Siria su padre desaprueba sus proyectos artísticos. No desembolsa un centavo para sus estudios. Según él, Riad debería ser médico, o una carrera de prestigio similar. Punto final. No obstante, su reputación, Riad abandona los Gobelinos, comienza a colaborar con otros dibujantes, ya conocidos. Entretanto, en su pueblo bretón, sus abuelos envejecen, lenta pero inexorablemente. Su declive físico y mental le entristece mucho. Atormentado por unas pesadillas recurrentes, en donde a menudo se le aparece su padre, Riad inicia un psicoanálisis. Esta constituye una excelente decisión. Esta terapia va a contribuir, enormemente, a la consolidación de su proyecto artístico. Al cabo de unos años, Riad ha logrado hacerse un nombre en el mundo de la edición. Un día, un familiar sirio, de paso en Francia, le manda un mensaje a su correo electrónico, para pedirle una cita. Riad le responde que lo siente mucho, pero que no tiene tiempo. Este pariente le informa, entonces, que su padre ha fallecido. Que su familia siria está tramitando la herencia, que necesitan sus firmas. Conclusión lógica y coherente con el resto de la obra, El árabe del futuro tiene un final con matices dulces y amargos. En Siria estalla una guerra civil espantosa. Riad efectúa gestiones, para que su hermano Fadi pueda volver a Francia. Es sobre los escombros del país de su padre que la tan ansiada reunificación familiar puede tener lugar. Esta historia transcurre en tres países. La confrontación cultural es inevitable. Tras la publicación del primer volumen, en la prensa se criticó unos supuestos prejuicios anti-árabes, así como un supuesto sesgo “orientalista” (una característica negativa). De acuerdo, Riad Sattouf critica a su familia siria, pero siente afecto por ella.  Siria es un país pobre (del sur global, como se dice ahora). La rudeza, por no decir brutalidad, de las relaciones sociales y familiares, la austeridad, la pobreza de la vivienda, la desconfianza de la familia, se explicarían, tal vez, por la condición social de Abdel Razak. Un provinciano con raíces campesinas, al cual el hecho de ser profesor universitario no le permite subir mucho en la pirámide social. Abdel Razak no vive en Damasco o en Alepo, lugares de residencia de las capas acomodadas, vive en su pueblo de origen. No frecuenta los círculos del poder. Académicos u otros. Su relación más “influyente” sería un guardaespaldas de Hafez el Assad. El presidente sirio de la época, padre del actual. Dicho esto, aunque los evoque, esta obra no tiene la ambición de analizar los problemas políticos del Medio Oriente. Solo pretende mostrar las vivencias del autor. Su evolución física y psicológica, profesional y artística, desde la infancia hasta su edad adulta. No obstante, el daño infligido a su familia, y también él, Riad Sattouf no parece odiar a su padre. Siria también guardaría el lugar que le corresponde, por derecho propio, en su universo afectivo.

 

 

 

 

JOURNAL INQUIET D’ISTAMBUL, Ersin Karabulut

Diario inquieto de Estambul. Al comienzo de esta obra autobiográfica, con un agudo sentido de la auto derrisión, Ersin, su autor, se pregunta cuan “cretino” era cuando tenía ocho años. Esta pregunta, de una “importancia” capital, queda sin respuesta. Después de esto piensa en sus padres, profesores de escuela básica. En Turquía la vida es dura. Para poder llegar a fin de mes, su padre dibuja, pinta. Ersin crece rodeado de cartulinas, de pinceles, de pinturas.  Ersin vivía, con su familia, en un barrio alejado del centro. La mayoría de sus vecinos eran religiosos, y nacionalistas. El discurso oficial, el que se escuchaba en todos lados, incluyendo las escuelas, era que Turquía constituía un puente entre el Occidente y el Oriente. Un país que había sabido conjugar sus tradiciones orientales con ciertos valores occidentales. Por ejemplo, la democracia… Esta democracia, justamente, a fines de la década del 70 escoraba peligrosamente. Los grupos de extrema derecha y de extrema izquierda se enfrentaban en las calles. Las bandas mafiosas hacían imperar su ley. La intimidación, la extorsión, los asesinatos, todo eso era moneda corriente. Cuando comenzaba el día, un ciudadano turco no sabía si va a llegar vivo al final de la jornada. En esa época el padre de Ersin (que no había nacido todavía) alquilaba un local, con el objetivo de   desarrollar una actividad de grafista. Un día, dos tipos, de muy mala catadura, vinieron a su local para obligarle a trabajar para una organización de extrema derecha. El padre de Ersin, un kemalistade izquierda, no pudo negarse. A partir de ese día, entre la espada y la pared, vivía con el temor a que los militantes de extrema izquierda viniesen a ajustarle las cuentas. Cansado de vivir con miedo, el padre de Ersin decidió cesar su actividad. A los hombres de mano de la extrema derecha les dijo que lo sentía, pero que iba a dejar de trabajar, porque ya no podía pagar el alquiler. Los esbirros obligaron al dueño a facilitarle el local gratuitamente. El padre de Ersin tenía un amigo, profesor como él, que se había instalado con una tienda de ropa. Dos mafiosos llegaron a su tienda para extorsionarle. Este amigo trató de explicarles que vendía muy poco, casi nada, que no podía pagarles la suma exigida. Los mafiosos lo mataron en el acto. Aterrorizado, el padre de Ersin no se lo pensó más, cerro el local y desapareció de su barrio, por un buen tiempo. Turquía es un país donde han ocurrido numerosos golpes de estado.  En el año 1980 los militares, una vez más, se apoderan del gobierno.  Con el fin de restablecer la paz ciudadana, de terminar con el desorden y la anarquía. El padre de Ersin respira aliviado, pone entre paréntesis sus convicciones democráticas, y se acomoda a la nueva situación. En el país de los ciegos el tuerto es rey. Ersin termina su enseñanza básica con excelentes notas. El rendimiento escolar de sus compañeros de curso era demasiado bajo. Sus padres no tienen mucho dinero, pero hacen un esfuerzo y lo matriculan en un colegio de excelencia. ¿Vale la pena que lo hagan? Ersin además de dibujar, sueña con personajes como el capitán Haddock, Tintín, Obelix y Asterix Superman, etc. A su entorno le dice, sin embargo, que planea ser ingeniero. Un proyecto profesional, la mar de razonable… Estudiar en este colegio, le resulta penoso. Su colegio está muy alejado del barrio donde vive. Los buses siempre van atestados de pasajeros. Le cuesta seguir el ritmo de sus compañeros de curso, que son brillantes. Por suerte es amigo con Taylan. Un compañero que, como él, también se interesa al mundo de las historietas. En esa época en Turquía circulan muchas publicaciones extranjeras, pero existe también una abundante y excelente producción nacional. Por regla general, estas revistas funcionan en Beyoglu. Un barrio, del sector europeo de la ciudad, donde abundan los cines, los cafés y las librerías, cuya población está compuesta sobre todo de intelectuales y artistas. Taylan y Ersin van a presentar un dibujo de Ersin a una revista. Allí les hacen entrar, examinan el dibujo, pero no lo aceptan. No obstante, este fracaso, Ersin se queda maravillado por el ambiente que constata en la redacción de esta revista. Camaradería, jovialidad, los temas, aun los más serios, se abordan sin una gravedad excesiva. Una mentalidad, una forma de ser, a la cual no está acostumbrado. En el barrio, donde vive, sus vecinos son religiosos, conservadores, chauvinistas, por no decir patrioteros. Este primer rechazo, de parte de un editor, no lo disuade. Continúa su aprendizaje artístico. Taylan, por el contrario, que es un alumno serio y estudioso, comienza a interesarse menos en las historietas. Ersin continúa recorriendo el barrio de Beyoglu, en búsqueda de una revista que lo edite, pero solo. Recibe muchos rechazos, eso no disuade, persevera.  Hasta que llega el día en que su constancia es recompensada, una revista acepta un dibujo suyo. El barrio de   Beyoglu, con su ambiente intelectual y bohemio, es una minúscula parte de Turquía. Tal vez la menos representativa. Mientras un Ersin, intenta hacerse un camino en el mundo de las historietas, las ideas islamistas y nacionalistas progresan en el país. Un político de apellido Erdogan comienza a ser popular. Las cofradías religiosas acrecientan su influencia en la población. En el edificio, donde vive con su familia, los padres de Ersin tienen unos amigos. Un matrimonio laico, como ellos. Estos amigos ingresan en una de estas cofradías. La mujer abandona su vestimenta occidental, adopta el traje tradicional. El marido se deja crecer la barba. Cuando Ersin se topa con ellos, en las escaleras del edificio, estos no le saludan (su situación económica habría mejorado sustancialmente, han podido comprarse un auto nuevo…). En su colegio, dos alumnos, simpatizantes de los Lobos grises, una organización de extrema derecha, le reprochan a Ersin sus opiniones políticas que, según ellos, socavarían la integridad del estado turco. En un país que se derechiza, que se vuelve más conservador, todo no está perdido, sin embargo. La prensa satírica está ahí, sigue existiendo.  Ersin colabora regularmente. Se puede decir que su carrera de artista ya ha comenzado. Respecto a sus estudios, todavía no ha terminado la enseñanza secundaria, los resultados son mucho menos alentadores. En los exámenes finales sus notas son catastróficas. En este bajo mundo nunca van a faltar las almas piadosas. Algunos compañeros de curso intentan consolarlo ¡Una empatía bien sospechosa…! En realidad, a Ersin este fracaso no le afecta en absoluto.  Como ya no puede ser ingeniero, a sus padres les informa que desea estudiar artes plásticas. Sus padres no están de acuerdo. Una carta (redactada por Taylan y escrita por otro compañero de curso) con la firma de su profesor de matemáticas, les hace cambiar de opinión. Ersin puede seguir estudios artísticos, siempre y cuando no colabore con las revistas satíricas. La tentación, de no cumplir su promesa, es demasiado grande… Una revista se interesa en él. Su primer trabajo, con esta revista, sería un dibujo en la portada denunciando la violencia policial.  Mala suerte. El padre de Ersin contesta un llamado telefónico de la revista. Este proyecto se va al agua... Ersin continúa la preparación de su examen de entrada en la Escuela de Bellas Artes. Objetivo que cumple con muy buenas notas. Entra en la Escuela de Bellas Artes. Con el argumento que lo necesita para estudiar, Ersin logra que sus padres le compren un computador.  Gracias a Internet, que existe ya en esa época, logra obtener citas con chicas de su edad. Decepcionantes casi siempre. Unos compañeros de su escuela lanzan la idea de crear un fanzine. Ersin es un dibujante confirmado, puesto que ya ha publicado en revistas. Una chica se fija en su persona. Los dos se ligan sentimentalmente. Esta chica, que cree en su talento, lo convence de presentar sus dibujos a Lombark. Una revista que tiene un tiraje de 60.000 ejemplares (Ersin ha colaborado con revistas que tiran a 2000 ejemplares). Lombark acepta sus dibujos. Por primera vez recibe una remuneración por su trabajo de dibujante. En fin, mientras que él impulsa su carrera de dibujante, las ideas conservadoras siguen progresando en el país, se consolidan aún más. En las elecciones parlamentarias de 2002, el AKP, fundado por Recep Erdogan, obtiene 1/3 de los votos. Este resultado le permite controlar 2/3 de los escaños. Para los sectores laicos, de la sociedad turca, este resultado es una catástrofe. Lombark, que publica dibujos satíricos, pero sin contenido político, decide lanzar Penguen. Una hoja con contenido político. Ersin anima una rúbricadonde cuenta su vida, sus deambulaciones por la ciudad. Gracias a Del fondo del corazón, el título de su rúbrica, ha logrado hacerse un nombre. En la calle sus lectores (y lectoras…) lo reconocen. Sus colegas lo respetan. Signo evidente de su consagración como dibujante, en la revista cuenta con un   espacio propio, ya no tiene que trabajar en casa. Ensigno de solidaridad con un dibujante perseguido en los tribunales por el gobierno de Recep Erdogan, Penguen publica a un Recep Erdogan animalizado. Presionado por su familia, Ersin está a punto de renunciar a la revista. Por fidelidad a su arte, pero también por convicción democrática, finalmente no lo hace. Entretanto, Recep Erdogan, que no ha apreciado para nada su caricatura animalesca, presenta un recurso en los tribunales, exige una compensación financiera, pero pierde el proceso. Ersin vive todavía en el departamento de sus padres. Algunos islamistas merodean en torno de su domicilio. Para que sus padres no tengan problemas, y estén tranquilos, se muda a Beyoglu. Años más tarde, durante una estadía en París, alguien le diría que, carentes de tradiciones democráticas, en los países del Medio Oriente estas persecuciones políticas serían normales. Ersin rechaza esta idea preconcebida. Un país tiene memoria histórica. Antes de Recep Erdogan, los políticos turcos eran capaces de encajar caricaturas mucho más crueles. Y al parecer estas no les desagradaban demasiado. Continuará…


 

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