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Muestra poética: Gladys González


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Paraderos


PARAÍSO

aquí no hay glamour
ni bares franceses para escritores
sólo rotiserías con cabezas de cerdo
zapatos de segunda
cajas de clavos martillos alambres y sierras
guerras entre carnicerías vecinas y asados pobres
este no es el paraíso ni el anteparaíso

 

PEQUEÑAS COSAS

porque uno
puede morir
por las pequeñas cosas
como por el gracioso baile
de las esporas
que se arrastran
por la tela
de mi vestido
por el silencioso crujir
de la pintura hinchada
reventando en un día de lluvia
esparciendo un polvillo rosa
sobre mi nuca

 

UN PARADERO

en Gran Avenida
hay un paradero
y una chica
que lo habita

su corazón está oxidado
como las vigas de metal
que sostienen la estructura
por tantas historias
tatuadas en forma violenta
sobre la superficie

en Gran Avenida
hay un paradero
aún más triste
y una chica que lo habita

un paradero que ha visto todo
y que se convierte
en el esperadero silencioso
de la persistencia

 

 

El tatuaje de la última batalla

 

ESTAMPADA

sigo estampada
como un pedazo de género barato
como un muestrario de dolores
que se vende apilado
al aire libre
recordando las historias
que han pasado por esta tela
los dedos que han delineado
cada figura del grabado

tomo las tijeras
saco trozos para pegarlos en mi libreta
intercalo las palabras
con el tejido
para coser vestidos
tengo vestidos de calle
tengo vestidos de fiesta
tengo vestidos de cama
tengo vestidos
estampados en batallas
que no se han terminado de escribir

 

NINGUNA PINTURA

yo no tuve ninguna pintura de la última batalla
nada que diga
que estuve allí
solo un montón de fotografías borrosas
coinciden con nosotros
en que la calle fue nuestra
en que nadie pudo domarnos
ni siquiera
cuando estuvimos jadeando
de espaldas a la pandereta

te acuerdas
que parecíamos tan ingenuos
cuando nos decía:
«quédense en ese paradero»
y esperábamos horas
a que él llegara a recogernos
cuando ni las fiestas
ni los tragos exóticos
ni los cambios de vestido
ni ninguna boca que besáramos
nos daba un golpe como este en el rostro

yo no tuve ninguna pintura de la última batalla
ningún saludo marcial
que me regalara una despedida
ninguna disculpa
ningún perdón

 

 

Aire quemado
(2009)

 

MANUAL DE INSTRUCCIONES

escucho la música
y me pongo rebelde
pero ya no tengo edad
para ser rebelde
ninguno
de los que esta acá
tiene edad para serlo

soy el poema más cruel de la habitación

he vivido en casas vacías
con el techo partido por la mitad
sin dinero
para comer
para lavar la ropa
y conseguir un trabajo
de medio tiempo
en un centro comercial
o en un supermercado
sin amigos
a los que llamar por teléfono
y decir:
«estoy destrozada»

mi día
se reduce a sangrar
en un espejo
boca abajo
mientras pasan los meses
como un manual
de primeros auxilios
y se delatan los signos de tortura
en el rostro

tal como el moho
en mi ropa

 

GALPÓN

la ciudad
se reconoce a sí misma
después del derrumbe

marcas de lápiz labial
en viejas cortinas de residencial
iniciales de nombres
y corazones trazados
en paredes enmohecidas
de baños de hotel

cigarrillos a medio fumar
sobre el lavamanos

la ciudad y nosotros
nos reconocíamos
con una tristeza salvaje

apostábamos y bebíamos
mirando los fuegos artificiales
del nuevo año

en un galpón
que tenía de fondo
un puerto
y una hilera
de sacos de harina
colgados
para secarse al sol

 

CENIZA

el aire está quemado
todo huele a miedo y silencio

nos miramos a los ojos
y no encontramos nada
que sirva para construir una advertencia

aún menos
los escombros de esta noche

 

 

Hospicio
(2011)

 

VIDRIO MOLIDO

el aire de esta casa
se vuelve repulsivo

soy un trozo de carbón
ovillado y ardiendo

solo logro
perder el equilibrio
y caer hecha cenizas
tiznando esta cama
esperando más dolor
envuelta en analgésicos
y botellas
de agua mineral

solo puedo
levantar la cabeza
para ver esta escalera
angosta y pequeña
en la que todas las tardes
la luz se extingue
oscureciéndolo
aún más
todo

quisiera desaparecer
en lo negro
adherirme a la pared
perder los sentidos
sentir la noche
en sábanas limpias

meter la mano
dentro de mi cabeza
y cubrir
con los ruidos de la calle
los túneles de esta memoria

quiero que el tiempo pase
que la sangre de mi brazo
ya no sea
un hervidero mutilado

quiero abandonar
este colchón
en el suelo
esta habitación
esta miseria

cuando cruce
la puerta de escape
nadie
volverá a comprarme
por un baño caliente
papelinas
y alcohol

nadie
volverá a levantarme la voz
ni tocarme
como si fuera un cadáver

nadie
puede enseñarme
lo que es caminar
sobre vidrio molido
lijando
las aceras
con la palabra
sobrevivencia
lentamente
desapareciendo

 

TRAZADO

el dolor en el pecho
solo aparece
algunas noches
cuando regreso
a esa guerra perdida
hace años

ya no hay cansancio
ni grandes equivocaciones
ni carreras sin final
contra la pared

por ahora
la sangre sigue su curso
hacia atrás

aquí
el cemento
aún
está limpio

 


Calamina
(2014)

ACANTILADOS

la noche
es una botella
envuelta en papel azul
que va amargamente
de un lado a otro de la habitación

el sonido de la lluvia y el viento
dibujan en el gastado papel mural
sombras de pequeños pájaros
que se lanzan desde el ciruelo
al vacío de los acantilados

 

UNA LUZ EN EL PUERTO

una pequeña luz
flota en el pasillo
dibuja un vidrio roto
una mano con sangre
un hombre que deja un vaso en el piso
y dice no ha pasado nada grave

junto a la tibia lámpara
de su habitación
susurra
todo está bien, pajarito ciego
aún cabes en un solo abrazo

antes de dormir
ella escribe en su oído eres mi casa

 

ORQUÍDEAS

envuelta en papel
dentro de un cajón
encontré una carta antigua
que no había leído
al salir del hospital

hablaba de orquídeas deshojadas
que caían sobre el piso de tu casa
sobre la esperma de una vela
detrás de los muebles y el polvo
que no te atrevías a recoger

orquídeas desvanecidas
que cubrían los recuerdos de mi ausencia
luego de la mudanza

la escalera sin vida
la ropa interior bajo la almohada
tus viaje, el murmullo del bosque
el frío de la montaña

me decías que me amabas
que era tu niña
que aún podía volver

 

 

Bitácora
(2017)

 

BITÁCORA

seis duelos
en veintisiete días

la palidez
del cortejo fúnebre
en un verano caluroso

una plaga
y un germen
que se arrastra
de una ciudad
a otra

flores marchitas
en tambores de metal
olor a sulfato
huevos de caracol
larvas
y moscas
de cabeza roja
anteceden
el trayecto al nicho

el arte de perder
no resulta difícil
con esta bitácora
que lanza
tierra abajo
las huellas
de un tiempo

practicar
la locura
la intensidad
el exceso
y la insensatez
como lecciones
abrazando esa oscura noche
se vuelve
más sensato
que el plan
fallido
de la linealidad

todas las bestias
sedientas
vagabundas
aterradas
con la palabra familia
y los onomásticos
en habitaciones vacías
nos reuniremos
tempranamente
reconociéndonos
con la punción
de la mirada
agitando
el capote de los huesos
con la melancolía de la cobra

en esa
última
y gran
broma final

 

RUINA

una canica de piedra
un colchón roído
una palita de plástico
una chaqueta de tweed
perforada por gusanos de tierra
una ficha de videojuego
un vinilo roto
una alfombra roja
dentro de un tubo de pvc
una cuchara de bronce
un camión amarillo de plástico
una bacinica
tejas de barro cocido
un televisor roto
una pistola de agua
una foto antigua
con una mujer sonriendo
un oso de goma
zapatos café
un soldadito de resina
un manojo de llaves oxidado

una pizarra de jueguete
enmohecida
con el dibujo
deslavado
a tiza
de una casa

 


ENCUADRE

detener la mirada
y ver
por la ventana
del bus
una brizna de hierba
creciendo
en una canaleta blanca
de plástico

fijar esa imagen
y sentirse dichoso

un rayo de sol
y el viento leve
iluminan el encuadre

 




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