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"Autorretrato de memoria" de Gonzalo Millán
Desde el vacío a la imaginación
Autorretrato de memoria. Gonzalo Millán
Ediciones Universidad Diego Portales. Santiago, 2005, 44 páginas.


Por Camilo Marks
Revista de Libros de El Mercurio, viernes 30 de septiembre de 2005


Agudo en el detalle íntimo y nada narcisista a la hora de entregar detalles de su privacidad, Millán ha escrito un libro de mucha calidad, por encima de la mayoría de los textos poéticos que hoy se publican en el país.

Es difícil saber cuál de los veinte poemas en Autorretrato de memoria es el que debemos preferir, pues todos ellos revelan formulaciones y reformulaciones acerca de quién es Gonzalo Millán. Precedido por algunos títulos superiores en la lírica chilena de las últimas décadas -Relación personal (1968), La ciudad (1979), Vida (1984), Claroscuro (2002)- , Autorretrato... expone el devenir humano bajo la ambigua presencia de los recuerdos, en lugar de hacerlo mediante la luz del espejo, una manera mucho más cómoda para describirse. Millán es, además, un destacado artista visual, por lo que resulta ineludible asociar el nombre del volumen con la tradición pictórica de maestros que dejaron estampado su rostro en lienzos inolvidables, desde Durero a Rembrandt, Van Gogh, Picasso. Tal como el propio autor lo ha dicho en estas páginas, a él le interesa la mezcla entre lo iconográfico y lo autobiográfico, en la medida en que este último elemento construye una historia, con tensión narrativa y ambos parten del vacío que hace posible el vuelo de la imaginación.

Así, el ángulo en que el poeta se sitúa le proporciona un método para conversar consigo mismo, permitiéndole cambiar de posición cuando quiere, aunque permanezca siempre dentro de su yo único, intransable, irreductible. Ello ocurre en las dos partes de "Autorretrato con escenas poco originales": "1. Alcanfor: Hay una rendija en la puerta mal cerrada/ Del alto ropero de tres cuerpos./ Una grieta donde apenas cabe un ojo/ Que no se distingue a simple vista./ Detrás de la luna oval tengo/ La visión parcial de una cámara fija./ Veo pasar a mis primeros padres/ Como cortados fragmentos de una tira/ Cómica dentro del mueble catedralicio". Esta cadena de sorprendentes imágenes culmina en "2. Montante: Las sombras más fascinantes y terribles/ Se asoman por el montante de la puerta./ Parecen ramas que crujen con el viento./ Son un águila negra con una gallina/ Y un gallo luchando con una serpiente".

Entre sus contemporáneos, Millán es más agudo en el detalle íntimo, en el enfoque emocional, cuando muestra, de modo reticente y en ningún aspecto narcisista, detalles de su privacidad. El escritor continúa dotado de un alto individualismo y Autorretrato... manifiesta la madurez expresiva de quien, siendo un profundo conocedor de la poesía clásica y moderna, nos entrega la sugestión de estructuras compactas, constituyendo un ejemplo sobresaliente el breve "Con foto de luto". Aquí, la segunda estrofa ofrece la hermosa descripción de una instantánea, antes de la desilusión de ser arrastrado de nuevo a la claridad del día: "El tiempo ha subrayado las sombras/ Del pelo azul y las ropas del tordo/ Y blanqueado la cara del muchacho/ Cegado por el fogonazo de la muerte./ La imagen que se desvanece con los años/ Va regresando a su negativo". Las líneas precedentes parecen representar algo ("el verano siniestro/ del 67, aquel del tiro de la Violeta./"), si bien quedamos en suspenso sobre lo que ello pueda ser; la intencionalidad de Millán nunca es demasiado transparente y, sin embargo, éstos y otros versos suyos evocan una época temprana en la cual todos nuestros actos nos parecían bellos y dignos de elogio.

Autorretrato... dedica varias piezas a los barrios de la Avenida Perú, Recoleta y la Chimba, a la proximidad de los cementerios y de la muerte. En ellas, lo lúgubre o negativo se ve contrarrestado por el aire bullicioso y vital de "La Vega y Patronato, que es nuestro Zoco, lo más cercano a un bazar oriental que tenemos en Chile". En estos casos, los efectos plásticos se obtienen gracias a un proceso de acumulación y, en consecuencia, se resisten a la cita. Las virtudes relacionadas con la cuidadosa repetición de modelos están lejos de ser, a estas alturas, rasgos estilísticos objetables a Millán, porque le han servido muy bien para consolidar su producción literaria. Hasta la fecha, el vate se ha desplegado con relativa abundancia y, por supuesto, exterioriza una tendencia a la reiteración temática y formal. Autorretrato... tal vez no sea su mejor libro, pero, aún así, es una obra de mucha calidad, por encima de la mayoría de los textos poéticos que hoy se publican en el país.

 

 

Gonzalo Millán: Nació en Santiago en 1947 y ha vivido en Canadá y Holanda. Es autor de libros considerados fundamentales de la poesía chilena, como La ciudad, Relación personal y Claroscuro, donde ha indagado en las relaciones entre literatura y artes visuales. Obtuvo el Premio Pedro de Oña en 1968 y el Pablo Neruda en 1987.


 

 

 

 

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"Desde el vacío a la imaginación".
"Autorretrato de memoria" de Gonzalo Millán.
Por Camilo Marks.
Fuente: Revista de Libros de El Mercurio
Viernes 30 de Septiembre de 2005.