I. Relación personal
1965-1967
En blancas carrozas, viajamos
Ocultos entre raíces
manchadas por hollejos de frutas,
y humaredas de hojas verdes y papeles,
se endurece en mis manos sucias,
al palpar la rubia
sedosidad niña de tus piernas,
la celeste cornamenta de mis venas.
Tú con una piedra rompes
un cuesco de durazno,
mascas la amarga semilla
y endulzada la echas en mi boca.
Yo me humedezco un dedo
y en el muslo trazo con saliva
las iniciales de tu nombre.
Tú les echas tierra.
Después el polvo cae.
El adolescente huye como una culebra
Cual una jarra me vuelcas sobre la maleza;
tus pechos aplastan mis dedos,
y como una medrosa culebra
huyo del pesado paso de tu carne,
arrastrándome entre las ortigas,
enredados los cabellos de hojas secas.
¡Ándate, pájaro, antes que viva y te mate!
Los jotes me han seguido
de la playa hasta mi pieza
y están en espera
de ver mis ojos
como uvas rotas
para cruzar hacia mi carne
por la línea roja
con que habré rayado la vida
en mi muñeca.
2. Ouróboros (Historietas)
1968-1969
I.
En el vientre de nuestra madre
copulamos con mi sombra hermana.
Nacidos bajo un astro nefasto,
¿Quién es inmortal? ¿Quién fue
muerto bajo el mismísimo lucero?
II
Me recreo con agua
y tierra y me creo,
pequeño niño Dios
de barro, a mi propia
imagen y semejanza.
III
Me preño, me alimento y crezco
ovillado en mi interior, me hincho
y pateo el vientre hasta dolerme.
Un día me canso de esperarme,
me enlazo el cordón al cuello,
me saco la lengua y aborto.
IV
¡Cristóbal Colón!
Descubro que existe
la muerte. Corro
y me encierro a vivir
en un cajón.
Cuando quiero salir,
muerto de miedo,
descubro que voy
en mi calavera
hacia América.
XVII
Tenso el arco
del pecho
y lo suelto.
Como una exhalación
mi corazón vuela
a ensartarse
en la flecha.
VIDA
Antología, 1969-1982
VIDA
Un pájaro vuela, galopa un caballo;
un gato trepa por un álamo;
un pez nada río arriba.
Las plantas cuando crecen
lentamente se mueven,
si extienden sus ramas,
si hunden las raíces en la tierra
y cuando abren sus flores.
El pájaro huye si se quiebra una rama.
El perro acude al escuchar la voz del amo.
Los peces vienen en masa
cuando se echan migas en el agua.
El animal salvaje, por ejemplo el puma,
olfatea de lejos a su presa.
Y la sensitiva cierra sus hojas
si casi se la toca.
Las aves se alimentan de insectos,
semillas, peces o alimañas.
Los animales pacen o se devoran.
El hombre es omnívoro.
El pez y el pájaro cubren a la hembra
en el viento o en el agua.
El perro se monta sobre la perra.
El hombre se tiende sobre la mujer
y entra por sus piernas entreabiertas.
Los árboles se fecundan con el viento.
El pez raja la ova;
el pájaro triza el huevo y deja el nido,
y uno echa plumas y el otro escamas.
El animal nace con pelaje de las entrañas.
La planta arranca de la semilla
y echa al aire corteza y vellos.
El hombre sale del vientre
desnudo y cubierto de sangre.
El lagarto cría nueva cola
si pierde la antigua,
y los cangrejos si pierden pinzas y patas
echan pinzas y patas nuevas.
Las heridas de hombres y animales cicatrizan;
los huesos quebrados sueldan solos.
Se desgastan las células,
los órganos, los tejidos.
Disminuyen las fuerzas vitales.
La muerte es el fin de la vida.
NATURALEZA MUERTA CON CAMA
En una cama revuelta,
una jugosa fruta madura
aunque mordida, virgen,
hambrienta de dientes,
todavía.
FAMILIA
"los relojes cesaron y los hombres quedaron
desiertos de movimiento y de voz".
Carlos Pellicer
El dueño de casa da unos pasos
dentro de rígidos pantalones,
mueve sonriendo la cabeza
de izquierda a derecha
mientras la sonriente esposa
repite un ademán con el brazo
hasta que el dueño de casa
se detiene a su lado
y sonrientes se abrazan.
Contemplan cómo en un prado
los niños lanzan alegremente
una pelota a un perro y el perro
con la pelota en el hocico corre
a dejarla a los pies de los niños
sin dejar de menearles
alegremente el rabo.
El reloj da la hora y al mismo tiempo
las manecillas se detienen.
Descompuesta la maquinaria,
la familia nos sonríe, inmóvil.
HOY NO HARÉ TRABAJO VOLUNTARIO
Para Andrés y Mauricio Millán.
Aunque en las calles lluevan
palos y piedras hoy debo
atravesar la ciudad revuelta.
Nada podrá detenerme,
ni barricadas llameantes
ni gases lacrimógenos.
Avanzo como un ciempiés
bajo una cáscara de huevo
llevando a casa de mi padre
una pequeña tina de baño
para mi hermano recién nacido.
Y no puedo detenerme.
Después escribo.
ALQUILER
Beso el rudimento del triunfo,
un pequeñísimo puño de mi hija,
y no escribo versos esta vez,
garabatos, insultos soeces
en los inmundos billetes
antes de pagar el arriendo.
Vivimos amenazados por un techo
que puntualmente nos arrodilla.
En una playa de olas malsonantes
el verano pasado enredábamos pulpos
con garfios en fondos de roca,
¡y cómo se aferraban!