Proyecto Patrimonio - 2004 | index | Gonzalo Rojas | Autores |





La desabrida


por Gonzalo Rojas

 


a veces me gustaban
pavorosamente las feas

I
1. Ahora ahí los ojos, los dos ojos de Oriana
esquiza y órfica, la nariz
de hembra hembra, la boca:
os-oris en la lengua madre de cuya vulva genitiva vino el
nombre
de Oriana, las orejas
sigilosas que oyeron y callaron los enigmas, el ángulo
facial, el pelo
bellamente tomado hacia atrás, sin olvidar sus manos
fuertes y arteriales de remera de lujo en la carretera y esa
gracia
cartaginesa, finamente veneciana, cortando pericoloso el oleaje
contra el infortunio torrencial, ahora
y en la hora de mi muerte Oriana.

2. ahí, traslúcida, con además
sus cuarenta y nueve que me son
flexiblemente diecinueve por lo fenomenal
del espinazo y qué me importan las estrellas
si no hay más estrella que Oriana, ahora ahí
con su decoro y esa sua eleganza, por decirlo en italiano,
adentro
de la turbulencia del mosquerío que será siempre la
ordinariez, llámese
casamiento o cuento de burdel, con chancro y todo, y rencor,
y pestilencia seca del rencor,

3. (¡cólera, a callar!), y otra cosa menos abyecta: ni soy
Heathcliff feo como soy ni ella Catherine
Earnshaw pero el espejo
es el espejo y Cumbres Borrascosas sigue siendo el
único
éxtasis: o vivir
muerto de amor o marcharse del planeta. De ahí
que todo sea Oriana: el tiempo
que apenas dura tres segundos sea Oriana. La luna
sobre la nieve sea Oriana, Dios
mismo que me oye sea Oriana,

4. solo que hoy no está. A veces
está pero no está, no ha venido, no ha
llamado por el teléfono, no anda
por aquí, estará fumando qué sé yo uno de esos 50
cigarrillos en los que le gusta arder, total
le gusta arder y que más da, se nace para pudrirse, o
para preferiblemente quemarse, ella se quema
y la amo en su humo de Concepción a Chillán de
Chile, ¡los pavorosos cien kilómetros
cuchilleramente cortantes!, me
atengo entonces a su figura que no hay, y es un
viernes
por ejemplo de algún agosto
que no hay y la constelación de los violines
de Brahms puede más que la lluvia, y el caso
es que el mismísimo Pound la hubiera adorado, por
loca la hubiera idolatrado a esta Oriana
de Orion en un sollozo
seco de hombre la hubiera cuando no hay
Rapallo, la
hubiera cuando no hay, y
sigue la lluvia, y las
espinas, y
además está sucio este compact, no suena,
porque el zumbido mismo no suena, o
suena al revés, o
porque casi todo es otra cosa y
el pordiosero soy yo, y qué voy a hacer
con tanto libro, con
tanta casa hueca sin ella y esta música
que no suena.
Llamará,
el día de mi muerte llamara.


II
5. Piedad entonces por la sutura de su vientre: a usted
la conocí bíblicamente allá por marzo
del 98 en la ventolera de algún film
de antes, ciego y
torrencial a lo Joan Crawford, las cejas
en arco, cierta versión eléctrica de los ojos, el
camouflage
del no sé, el hechizo
esquizo, el sollozo
de una mujer llamada usted
que aún, pasados los meses, se parece a usted en
cuanto a aullido
secreto que pide hombre
conforme a las dos figuraciones
que es y será siempre usted, mi hembra hembra, mi
Agua Grande a la que los clínicos libertinos
llaman con liviandad Melancolía, como si el tajo
de alto a abajo no fuera lo más sagrado
de ese láser incurable que es el amor
con aroma de laúd, y no le importe que las rosas
bajo el estrago del verano le anden diciendo por ahí .......fea y Arruga, ríase, huélalas desde su altivez, métase
con descaro en lo más adúltero
de mis sábanas como esta escrito y conste que fue usted
la que saltó por asalto al volcán, y no lo niegue, ándele airosa
entonces pero sin llorar, equa mía, la
Poesía no le sirve, Lebu mata, mi
posesa flaca de anca, mi
esdrújula bellísima de 50 kilos, vuélele no
se me emperre en ese inglés metalúrgico
de corral, todo
entre nosotros no pasó de mísera
ráfaga telefónica que alguna vez llamamos eternidad:
usted misma fue esa ráfaga. Lacán el rey
se lo diría igual: ándele, vuélele paloma
casi en mexicano, no
le transe a la depre, báñese
en alquimia espontánea, tire
la fármaca a la basura, eso engorda, déjese
de drogas, de analistas, de
concupiscencia nicotínica, y si ésta loca
vuélvase mas loca, baile
en pelotas como la muerte, apréndale a la Tierra
que baila así, ¡y eso que el sol la exige traslación! Bueno
y, para cerrar, si su juego es irse váyase
a otro seso menos diabólico, elija:
culebra, por ejemplo, ¿no le da para culebra? Eva
comió culebra como usted dos veces: ahí ve
como va la Especie desde entonces, cómo
se arrastra pendenciera pidiéndole perdón a las estrellas
por
haber parido peste, ¡puro border-line
y miedo, y rosas, dos
rosas venenosas!, ¿no cree usted? ¿Quién
tiene la culpa
si nunca hubo culpa? Preferiblemente
cuélguese alámbrica
a todo lo larga y preciosa de vértebras que es usted,
baile ahí pendular en el vacío unos diez
minutos, a ver qué pasa
con el estirón, para crecimiento
y escarmiento:


III
6. A otro con mujer umbilical así: tranca
del no sé, fulgor y nicotina hasta las pestañas, humo
y humo, a otro
que transe, yo no transo
ni voy a canjear ante los dioses encanto por llanto.
Patética pide cosmética. Vacío
exige hombremente vacío.

7. A elegir, madame: o el frenesí
y el éxtasis del amour
fou que es el único amor
que habrá habido sobre la tierra, o
la raja seca de la higuera
maldita.

8. Ay, lo culébrico
de la situación, no es que la vulva
misma sea culebra, ni el hueso
de la esbeltez sea culebra, lo culebrón
hasta el desgarrón es el argumento
de la obra: una madre-hermosura, dos
infanto-fijaciones amarradas a la hermosura
de la madre, más
los respectivos escondrijos, un
psiquiatra confidente, un abismo,
siempre hay un abismo,
y yo, ¿qué hago yo
que no soy Freud en ese abismo?


IV

9. Volviendo al barranco de la repetición que viene a
rematar
en la misma calle corta [septiembre número
125 , wrong number],
parco y
más parco, al mismo historial
clínico y lagartijo de la mismísima posesa, no
todo era tan depre, su ánima
era depre, la perversidad
de su pescuezo picoteado era depre, la tábula
rasa de sus pezones era depre, pero no
la armazón fragante del pelo
pintado, ni sigiloso
el pelo otro de los tactos, ni el
arponazo diamantino pese a la Arruga
y a los estragos de la Arruga, ni mucho menos la
altivez
del hueso hermoso.

10. Marcial
el de los epigramas le hubiera corregido
la nariz pero a mí esa nariz
de romana imperial me fascinaba
¿qué quiere usted?, no
por el cartílago menesteroso de oler
Mundo, no, ella no era Mundo, ni veía
ni leía Mundo viajara lo que viajara, ni
para qué decir libro de leer, salvo
eso sí la tele de 8 a 9, la serial
después de la oficina, los pies
vulgares encaramados en la cretona
desteñida del sofá, además quién
era ese quién, el Marcial ése, clásico de qué,
¡ el día que lo sepa!
¡por internet el día que lo sepa!

11. Sé que no debo, sé
que no debo saber nada, que ese colchón
anancástico en el que duerme no se lo compré yo ni
nada, que llegó ahí solo, que
subió solo por la escalera crujidora, que
las joyas, los aretes, los perfumes de París y
no París, los zapatos espléndidos, esos trajes
de estación cortados a su medida
cicatera y bulímica, los
espejos irascibles, la música,
ese equipo para oir a Brahms, todo eso
llegó solo a los escondrijos
de esos clósets, los retratos,
incluyendo el de mi madre,
Dios mío, incluyendo el de mi madre

12. ¡y ahí anda fría la culebra!

13. Dos figuras de mujer: la cuentamundo
y esta otra: la sacacuentas. Tiro
a encender la yegua en la última: yerro, la
sacacuentas no es buena yegua, ahí mismo
está el caso: lo camufló todo, lo
urdió todo la taimada,
inventó el suicidio, sollozó,
y ahí anda la culebra,
me consta que ahí anda la culebra.

14. A veces habla de amor, transa, el pacto
incluye Banco, casa, comercio
a escala de negocio
alto. No entra la imaginación, ¡fuera la
imaginación! Nada, nada de libros
arcaicos, murió el libro.

15. Viajes y más viajes. Dijo que no
pero sí. Viajes y más viajes.
Compró cachivaches. Fotos y
más fotos. Subió a la Acrópolis, casi
subió a la Acrópolis. Pero
no vio a Píndaro.

16. Eso es más difícil, podrá abusiva
colgar la imagen de mi madre
en esa cueva de la parentela,
besarla, escupirla
con el asco de su flema:
tabaco y enfisema, podrá igual
disparar el cuchillo contra la mía foto grande
en ese clavo de la pared
con mar y roquerío al fondo, ¡la ventolera
de la Eternidad!, podrá, podrá
pero qué hago Teresa mía de Ávila ahí
colgando clavo ardiendo,
la pregunta misma es clavo ardiendo.

17. Fiera venganza la del tiempo como dice el tango: 55
no es buena edad, son meses de horror
de mujer de horror, las moscas
se han encargado de lo vivido y
lo podrido. Fiera
venganza la del tiempo.

18. Dos aromas de mujer: la cuentamundo
y la sacacuentas. –Nemo te condemnavit, mulier?
–Nemo, Domine.
–Ni yo tampoco te condenaré.
Percanta, mi percanta.

19. Hablé con Matta, anoche hablé con Matta en
etrusco, [Tarqüinia
adentro], no hay culpa me dijo, lo endógeno
y lo reactivo son lo mismo, el cuerpo
que tengo y el otro cuerpo que soy,
lo que hay más bien
insistió es una italiana triste
que iba para Beatrice y se torció
por lo que haya sido, se arrugó
por dentro, lárgala, la
torcedura es irremediable, diagnóstico:
desabrimiento intrínseco. Nerval
vio el sol de la Melancolía, esto
no es Melancolía, no corre aquí:
hiede.

20. Tiempo que no la veo, cómo es que se llamaba
esa loca, perdí contacto angélico y
electrónico, claro
recuerdo el número
125 de la calle corta con esa perra
que ladraba y ladraba, unos visillos, unos
autos, unos aviones a chorro en Jerusalén
allá por el 2002 y esa vez que meó en Cafarnaún
a todo sol ¡habráse visto encima
de esos peñascos sagrados!
¡La pinta! Pensar
que las santas mujeres lavaron el bellísimo
cuerpo del Ensangrentado, y ella ahí mea
que mea flaca, fea, feroz,
encima del mismo Dios.


V (ENVÍO)
21. Ahora ahí los ojos, los dos ojos de Oriana
Malatesta, lo ir
y lo venir del hombre que ahora mismo está yéndose,
la una, la ninguna,
esto quiere decir la que me hizo hombre y azar de hombre, la ser,
la ser y la más ser, los dos ojos de Oriana.

22. La que amo, y qué, la
que fue de otro y qué, la paridora
testicular de un ritmo que no es exactamente
mi ritmo, la que amo
y qué, mi bella desabrida
como escribí con exageración para no
llorarla torrencial cada mes, cada
infinitamente mes, mi libérrima portentosa, mi esquiza, mi otro sabor
a hembra hembra, mi Oriana, la
que ese martes de mi muerte llamará, mi
qué se ama cuando se ama, mi una única, mi
ninguna. La beuté
será convulsive ou ne sera pas. La que amo,
y qué.

André Breton:
“La belleza será convulsiva
o no será”.

 
 

Proyecto Patrimonio— Año 2004
A Página Principal
| A Archivo Gonzalo Rojas | A Archivo de Autores |

www.letras.s5.com: Página chilena al servicio de la cultura
dirigida por Luis Martinez S.
e-mail: oso301@hotmail.com
Gonzalo Rojas: La desabrida