¿De dónde surge el poema? Alguien camina por la calle. Alguien mira, minuciosamente, a su alrededor. Alguien se da cuenta del secreto oculto en los detalles. Alguien transforma su mirada en lenguaje, en revelación. Las palabras, entonces, muestran, exhiben un proceso: cómo el ojo se entrelaza con las cosas, cómo un sujeto se conecta con su objeto. ¿De dónde surge el poema? El poema emerge de la percepción del entorno, el poeta se erige a partir de cómo sus sentidos captan al mundo, de los ruidos de la gente, de los destellos de las botellas tiradas en el suelo, del enfrentamiento con las piedras y las ventanas que nos rodean, de lo que se puede encontrar en la calle, en cualquier calle de cualquier lugar. ¿Y qué pasa después? El sujeto no se abandona, no se pierde a sí mismo a través de la impresión estética, sino que reflexiona, pero no necesariamente a través de conclusiones o sentencias, sino más bien a través de la constatación de sus sensaciones, a través de la manifestación de su nostalgia, de la utilización del verso como registro de la conciencia del paso irrefrenable del tiempo.
Hernán Contreras R. con sus ojos abre una puerta a las palabras. Y aquellas palabras, al describir su testimonio visual, abren la puerta a un significado que trasciende lo visible, que está más allá de lo inmediato. Hernán dice: “el suelo contiene al cielo/ en el agua de la lluvia de ayer”. Contreras R., entonces, se convierte en alguien que, a través de los elementos que recoge furtivamente en su cotidiano, se percata de algo: las metáforas están en todas partes, solo hay que tener la disposición, el temple, para darse cuenta que, quizá, no es necesario remitirse a las doctrinas herméticas del pasado para entender que como es arriba es abajo, sino que tan solo hay que fijarse en los rastros, en las pistas, en lo que nos enseñan los elementos atrapados en su devenir, en el eco de los gritos del pasado, en las pozas que todavía no se evaporan, que esperan que observemos con delicadeza los reflejos que contienen, que esperan que sus murmullos obtengan algún día un refugio, aunque este sea la memoria melancólica de un poeta.
Hernán Contreras R. no busca, en todo caso, ser alguien que, creyendo distinguirse del resto, observe la realidad sintiéndose ajeno a ella, como si fuera un turista, o como un flaneur baudeleriano, sino más bien intenta ser consciente de los distintos aspectos de su recorrido diario, como alguien que puede otorgarle otro sentido, quizá solo relevante para sí mismo, para poder vivir, para poder sobrevivir a la existencia de lo habitual y al permanente arribo de preguntas sin respuesta. Por ejemplo, en el poema “Distracciones”, en el cual el hablante siente la necesidad de encontrar el silencio en el ruido, nos encontramos con los siguientes versos: “buscaba mirar/ la quietud del vuelo de un cóndor/ luciérnagas invertidas/ que trajeran la noche a pedazos”. O también en el poema “Paseo” tenemos estos: “los ojos buscan el sol en las veredas/ los pasos propios en los oídos/ cuando todos los colores están en donde pertenecen”. En ambos, se parte de una intención perceptiva. Teniendo aquello en consideración, podemos entender que la obra no representa una epifanía casual, al contrario, esta contiene una búsqueda que tiene como base la necesidad de que, ahondando en la realidad, se pueda provocar una sensación que permita soportarla, habitarla, ser alguien, ya sea a través de la contemplación del advenimiento de la noche, ya sea sintiendo que, por alguna vez, el paisaje se muestra tal y como debe ser, en el pleno esplendor de su naturaleza, sin arbitrariedad alguna.
Hernán Contreras R. explicita su visión sobre el mundo: un lugar donde, a pesar de la primacía de la fugacidad y la incertidumbre, podemos estar agradecidos de poder contemplar las luces que luchan contra la oscuridad de la noche, de poder admirar cómo caen las hojas en un paisaje que contrasta con la nieve lejana, donde, si eventualmente queremos desaparecer, sabemos que al menos tenemos la capacidad de imaginar la muerte.
¿De dónde surge el poema? Necesitamos comprender que estamos acá, necesitamos sumergirnos en la presencia del presente, para apreciar, para iluminar nuestra mirada. ¿De dónde surge el poema? El lenguaje empapa el iris para que el día de mañana, cuando nos adentremos en lo profundo de la incertidumbre, podamos detenernos frente a un farol, frente a los restos de la lluvia o un paradero, y entendamos que solo la nostalgia nos enseñará a, en la plena ebriedad de la sinceridad, apreciar el hombro ajeno; que debemos emprender nuestra propia búsqueda hacia un hogar que se encuentre en todas partes.

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Sebastián Alvarado Fuentes (Santiago de Chile, 1989). Licenciado en Lingüística y Literatura de la Universidad de Chile y Profesor de Lenguaje y Comunicación de la Universidad Católica (Premio Facultad de Educación UC 2020). Magíster en Letras con mención en Literatura de la misma casa de estudios. Autor de la novela El punto de no retorno (Editorial Camino, 2021) y del plaquette de poesía Necrovida (PorlasMías Ediciones, 2021). Entre otras cosas, ganó el primer lugar en Poesía del VII Concurso Literario del Cementerio Metropolitano (2022) y el primer lugar en el VI Concurso de Cuento Corto de Vitacura (2022).
Hernán Contreras R. (Santiago de Chile, 1990) Publicó las plaquettes de poesía Proyecciones (La Maceta Ediciones, 2018) y El agua que baja (Porlasmias Ediciones, 2022). También es autor de los poemarios Trayecto hacia algunos días (Ediciones Filacteria, 2018) y Arritmia (Lagar Editores, 2024). Actualmente reside en Puerto Montt, donde trabaja en proyectos literarios, culturales y educativos. En el plano internacional, ha participado en el Festival Internacional de Poesía Joven Jauría de Palabras, Santa Cruz de la Sierra, Bolivia (2021), del Encuentro Internacional de Poetas de Zamora, Michoacán, México (2024) y de la Feria del Libro de Funza, Bacatá, Colombia (2024).