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EL BARRO LÍRICO DE LOS MUNDOS INTERIORES MÁS OSCUROS QUE LA LUZ
(contrabando del bando en contra, 2003)

Presentacion por:
GONZALO URRA KUSCH


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Yo ya sabía que no sería capaz de comenzar a hablar de este libro naciente (cualquiera hubiese sido) sin reparar en la importancia inusitada que cobra la primera contrapágina de un libro editado por [Contrabando del Bando en Contra]. Ya la imaginaba antes de su impresión porque confié en algo que intuía como tradición: La maravillosa actitud del editor-autor con respecto a los derechos de autoría en "Este libro se llama" había sido continuada por Paula Ilabaca en "Completa", ambas producciones fuera de la legalidad, sin derechos de propiedad, sensualmente rebeldes al procedimiento regular del mercado. La gran diferencia parte en esa gran página, la cual -como imaginaba- nuevamente encontré en El barro lírico. Tenía que ser así, pues la misma continuidad de la saga poética se la exige a sí misma, en tanto proyecto único pero fracturado. Mi estimado amigo Hernández me ha demostrado la insigne labor de la subjetividad del lector, que más que leer "ilumina el texto con sus ojos". Al ser los sentidos los constructores de cada mundana percepción, Héctor sitúa en su justo lugar al libro: PERTENECE A LAS COSAS, no al autor. En su carácter de cosa, el libro se agravará o no en el que lo experimenta. En otras palabras, el objeto no es la obra de arte pues el arte no necesita ser imprescindiblemente facturado sino ser notado, ser advertido. El arte entonces radicaría en la conmoción del lector-espectador, posición que no excluye al autor releyéndose, envaneciéndose orgulloso. Lo que pasa es que Héctor no está lo suficientemente envanecido para patentar sus lecturas pero no prohíbe que el lector del libro contrabandeado por el Bando en Contra patente las suyas.

Bando en contra de la prohibición sistémica de hacer las cosas, no del tipo "Estrictamente prohibido el acceso a menores de 89 años, a menos que lo acompañe su abuelito", sino de lo más aún ridículamente prohibido: La Reproducción, ¡Oh, hasta cuando nos prohíben la reproducción, Dios tuyo!

La posible piratería no será para el Bando una instancia posible para llorar al fisco por sus impuestos o para instarlo a que castigue al que anima lo inanimado, sino un diálogo comprensivo y protesta a tanta estupidez cultural en la cual es muy difícil ser consecuente en las ideas e ideales sobre la comercialización del arte.

Tal idea del libro como materialidad conductora de arte y sus correspondientes manipulaciones es un gran tema en el proyecto unificado de H.H. en las Categorías visuales de la gloria trágica, de cual el libro lanzado hoy forma parte. Si lo que pretende nuestro poeta en su proyecto global es hacer un libro que sea la puerta abierta a la realidad que trastorne a los hombres, con El barro lírico de los mundos interiores más oscuros de la luz ya tiene su meta cumplida, pues esta publicación es la más trastornadora de la escena literaria que se haya publicado este año y una continuidad necesaria de su anterior publicación: continuidad creativa en la diversidad de sus páginas, teoría de la percepción y de los objetos, teoría literaria y crónica ficcional, versos violentos, versos desquiciantes trabajo gráfico con gran dominio del arte de la espacialidad equilibrada y elegante en cada una de las páginas, collages e imágenes intervenidas en el capítuloRaicillas Instantáneas de un buqué nuclear, mitología posmoderna en la balada del coyote… Visualmente, no conozco hombre que saque más partido del software Word.


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La técnica que se ocupa básicamente en el primer capítulo de El barro lírico, titulado "Un último homónimo un primero en la agonía" es roer las envolturas de cada partícula del lenguaje, situando al poeta como desmantelador de la arbitrariedad de la existencia humana utilizadora del signo lingüístico, reino de la acción poética. Ya creerán que poetizar sobre el poeta es un exceso desconcertante, algo tardío, un final. Eso Homónimo, el personaje, lo sabe. Sabe de su muerte, lo predijo la contraprimera hoja, por eso mientras le alcanza el tiempo demostrará la esencia de la poesía en la fragilidad para entendernos con el lenguaje.

Para conmover la lectura conmueve primero los esquemas mentales deteniendo la palabra en sí misma, evidenciando la posibilidad de las heterotopías más perturbadoras para la razón occidental. Cuánto dijo haber reído Foucault por una clasificación irrisoria acerca de perros que un cuento borgeano atribuyo a una enciclopedia china, cuanta molestia también predijo en las razones del lector por las disonancias mentales que provocaba tal clasificación absurda. Así también yo predigo las dificultades que la vía de H.H. tendrá frente a la formalidad del pensamiento, cuántos lectores, sobrepasados por el vértigo que les producirá la destrucción del lugar común de la gramática y del nombre, ellos imprecarán el barro que los mancha o empantana. Con una terrible inseguridad acerca de su saber lee le gritarán a Homónimo: "¡Afásico, demente, devuelve mi dinero!"

Estos personajes Homónimo ya los conoce, ya lo han visitado y forman parte también de la fauna mitológica del autor. Los llama centinelas mentales, los abusadores de su compra: quieren leer y comprenderlo todo, dominar la situación. No revelar, no iluminar, no fecundizar.

La apertura mental la cultiva el poeta complementando un relato de dominación de los centinelas hacia su familia, la cual anecdóticamente incluye notas desaticuladoras de los signos lingüísticos que la construyen: "que jamás…

De este modo, la forma de estallar el símbolo es desarticulando el espacio entre semejanzas y diferencias, tan impredecibles que pone en duda el conocimiento mismo.

No sólo en el conflictivo poema los centinelas mentales sino en todo el libro, la expansión de recursos expresivos representa una expansión de la realidad abarcable. Así, el experimentalismo de Hernández vuelve a ser nueva investigación de los espacios que crea la palabra y el discurso. Se declama a los centinelas mentales: "las palabras son lo que menos se parece a lo que dicen", "Entre un Sí y una desgracia hay menos distancia que entre las palabras y la verdad"…Mi lengua es no!, no!, no!, no!. Libertad es mi sueño y no quiero dormirme ni quiero que Ud. se duerma.

La concepción de Hernández es casi contraria a la del idealismo romántico, del esteticismo espiritualista. La poesía no es el apoyo ontológico, aquélla que al nominar, otorga el ser, la que detenta el verbo en esencia, sino la mediadora entre el mundo y la conciencia, o sea el instrumento expresivo a través del cual se objetiva la experiencia. Coyote, otro de los protagonistas, comprende la ganancia del instrumento: "Siento la grandeza de ir deslizándome sobre un barro inaccesible delimitado por las invocaciones que podrían resultar del derrumbe."

El libro toma voz propia para llamar a su espectador a tener actitud crítica y actitud creativa, reclama del lector participación en la misma composición, ventilando el texto, eliminando nexos sintagmáticos completos, hay poemas que son verdaderas moléculas de sustantivos y verbos que solo el lector debe compactar para ver su objeto. Por otra parte, hay reclamos explícitos a la pasividad: "Mis amigos antes estaban más/ vivos/ ahora/ los veo con un ojo cerrado/ no sé si haciendo guiños/ a alguien/ o quedándose dormidos de aburrimiento.", "Parece que ahora la única tendencia es tenderse", "los hombres se han ido a acostar en el miedo". Héctor nos reza para salvarnos del letargo mental. Interacción solícita…espacios en blanco que piden ser rayados, ofertas diversas de rutas en el papel. Una pauta en blanco no es suficiente: tres páginas para una composición completa: el nuevo libro interactivo.

El sueño de la casa propia abre una nueva instancia surrealista que refiere a los lazos entre habitantes y espacios, mucho sentido del humor, coqueteos con el grotesco, todo lo que envuelve la intimidad de la familia.

Como ya es común, en el trabajo de Hernández encontramos profundos cantos amorosos [y otros más bien odiosos] a su familia. Cito "Entonces yo te convertí en reina/ y la reina pequeña también fue reina/ y quisimos cambiar de / casa como otros cambian de corazón/ pero el nuestro siguió siendo el mismo/ lamentablente solo / y / felizmente juntos." El sueño de la casa propia abre una nueva instancia surrealista que refiere a los lazos entre habitantes y espacios. Mucho sentido del humor, algunos coqueteos con el grotesco, todo lo que envuelve la intimidad de la familia, invitando al lector a develar su territorio, a voyerizarse como crítico de conductas. Todos estos textos están acompañados a página partida con despliegues inconclusos de teoría a modo de insinuaciones o divergentes pies de página.

Lo mismo sucede en Fármaco, otro cómico subcapítulo donde a través de una reproducción textual de instrucciones de productos de limpieza nos invita a reflexionar sobre nuestra posición ante las instrucciones sociales que rondan la moralidad, las leyes o los mandamientos o qué tan sanador o destructor es el proceso de la escritura en el mismo autor. Angustia que le conocemos biográficamente a José Donoso, por ejemplo, con delirios que le permitieron trabajar en espacios literarios horroríficos y multiformes. Existe además una implícita ironía al discurso comercial, a su retórica imponente y falaciosa para dirigir los comportamientos.

La fecundidad del horror se esparce en El barro lírico, en su segundo capítulo "Cínico animalia devenir", a partir de la muerte de Homónimo, con el viaje mítico que hace el profeta coyote hacia su revelación divina y su compromiso con ésta. Héctor Hernández funda una nueva mitología posmoderna y caricaturezca: personajes animales con dioses animales que obedecen a una matriz y estética judeocristiana, como así también a medios masivos de comunicación y al cine norteamericano. Este es un capítulo bastante menos exigente donde se afloja la densidad de la prosa para permitir ir siguiendo las genealogías y conexiones ocultas de los personajes que pondrían celosos al mismo Tolkien. Narrativa épica y mítica, guión tarantinesco …ya verán que posmodernia.

El momento en que entra coyote dentro del corazón de Vaca Dios es para mí uno de los más maravillosamente bellos del libro, y es una lástima que no se los pueda contar, pero les valdrá la pena y la felicidad.

Acerca de las categorías visuales, o suspensiones de vida como les llama Héctor, no alcanzo a opinar, pero les anticipo unos colages originalísimos de los cuales Héctor me regaló, por lo tanto me siento demasiado cercano para criticarlos, pero bien, un aplauso por ser capaz de plantear la imagen de un cristo riente. Me quedé con las ganas de regalar a Héctor una postal navideña donde apareciera cristo cenando con niños africanos desnutridos, con las alas de mariposas que el mismo Héctor les otorgó, comiendo cada uno pausadamente de sus cajitas felices…pero tarjetas así no venden ni el Líder. Tendrá que esperar entonces a su lanzamiento del próximo año.


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Agradezco tu confianza, Héctor, porque supiste que tomaría el anticipo con el mayor de los gustos por el trabajo bien hecho. Hay que considerar que soy infinitamente menos lector que tus colegas amigos, que soy un hombre niño que se tropezó con los libros hace menos de tres años cuando entré a le Facultad de Letras y que no tengo ni la habilidad para decir nombres completos como Martíne, Vallej, o Zurit, ni tampoco las ganas de hablar de generacio, odiosos Carrasc o de algún Leme siquiera. Tampoco me conoce el territorio combativo del circulo poético, pero me consta que tu poesía la gritas y la vives en esta ciudad y en otras, que está además viva fuera del papel. Felicito y aclamo otra vez tu trabajo bien hecho orgullo de nuestra cultura.

 

 


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Héctor Hernández Montecinos: Presentación de
El barro lírico de los mundos interiores más oscuros que la luz
(Contabando del bando en contra, 2003).
Por Gonzalo Urra Kusch.