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EL DEVENIR DEL AIRE Y LA CONVERSIÓN DE LA PLUMA o Black/ out: presentación a dos voces, dos intensidades.

Presentación de Sótanos pájaros (Lima: Tranvía editores, 2006) de Ana María Falconí

Por Héctor Hernández Montecinos/ Paula Ilabaca Núñez.
Stgo. viernes 12 enero 2007


H: La duda por la voz de uno o la voz de todos en poesía jamás podrá ser contestada, porque cualquier voz poética es la voz de todos nuestros muertos a cuestas y la voz de todos los que escuchamos sin pensar en eso. De aquí que en este espejo donde la voz se mira su imagen sea la de miles de voces que se miran: bocas sin dientes, lenguas mullidas, labios rosados, amígdalas purulentas, encías sanas. Todas ellas y ninguna son estas voces en la oscuridad como temple que se genera en los poemas de Sótanos pájaros de Ana María Falconí. Oscuridad como escenario en ese sótanos resplandeciente donde estas voces hablan, murmuran, se besan y celebran no tener un cuerpo. La fantasmalidad de la voz escribiente le permite ese desplazarse fuera de toda lógica matemática porque el espectro es siempre una aparición y toda aparición pone en alarma al mismo sistema en cuanto a su desaparecer.

P: Estoy en mi baño. Leo en blackout. Está en un libro escrito en otra ciudad. Escrito con otra mirada, desde otro cuerpo ¿Un cuerpo mujer? ¿Se puede generizar un texto? ¿Se puede decir que leo un libro de poemas? Veo bicicletas, cangrejos, pan, una mujer halcón, una alarma suena toda la noche, una sábana construye un puente al caer. Video. Una mujer enreda sus cabellos desde la calle, rebota en el reflejo de un vidrio. Los sillones absorben los cerros. Naturaleza y casa, mezclados en los textos. Blackout.

H: El poema no sabemos si sobrevivirá a la catástrofe que vivimos, pero este sótano lleno de pájaros, bicicletas, frejoles es de algún modo un bunker utópico donde el poema puede subsistir acompañado de su propia sombra proyectada sobre el blanco muro de la página en blanco. Los textos de este libro deambulan por varios espacios que a su vez están en constante movimiento. Pareciera que todo deviene pájaro, los árboles, las lenguas, y en especial los ojos. Ojos del poema que miran hacia atrás como el ángel de la muerte, ojos que proyectan e iluminan lo que ellos mismos van leyendo, ojos que se abren como el gran globo nocturno.

P: Apagar la luz, quedar en negro e intentar tocar objetos, palabras que Ana María Falconí desparrama por su libro. Un libro pequeño, confidente, cuyas tapas se nos presentan en un material crudo, muy parecido al cartón, con una fotografía misteriosa que evoca los cortes en un par de setas, extrañísimo, evocador, ¿el principio de un viaje? ¿El comienzo de una pieza medular, compacta y blanda que masticaré mientras leo? ¿Habrá que volar en este viaje?

H: Colores, texturas, sabores se suceden de manera intempestiva como si la mirada de este halcón se pudiera a todo un mundo lírico que no dejaba de implosionar dentro de alguien. Y de ese mismo vuelo, de esas plumas que atraviesan el aire y el papel a la vez, es que la multiplicidad de los sentidos que estos textos provocan es decididamente sinestésico. Vemos al inicio del libro los ladrillos y el cemento, que en los siguientes capítulos ya son paredes para terminar en un espacio donde conviven madres, garzas, grullas y demases. Todo deviene ave, todo vuela en este libro, sus páginas, sus palabras como si el aire que existe naturalmente entre cada verso fueran las corrientes que azotan praderas, valles y montañas, pero a la vez el hálito de quien los lee porque el poema es y será siempre un hecho de vida, el poema sobrevivirá a pesar de la escritura.

P: Pienso en la mujer- pájara. La mujer halcón. A la que traspasan los gritos de una naturaleza que penetra en los lugares, en los sótanos. Los gritos. El teatro, el espectador ¿Quién es el que observa este devenir-pájara? ¿El lector? ¿Los espacios vacíos y llanos? Quizás las texturas de las imágenes con las que Falconí puebla esta poesía. Quizás esta poesía se observa a sí misma, en su propio sótano, su propia red de palabras. O en el apagón que nos lleva a un sótano a la propia memoria de esta poesía. Como si estuviéramos casi a punto de ver una película, o un instante más cotidiano y desestabilizador, como si revisáramos una ampolleta cuando se quema. O de pronto es como transitar por una casa vacía, donde conviven elementos precarios, que brillan en su propia y malagestada realidad. O como Falconí nos sorprende trastocando la realidad añadiendo cosas, elementos sustraídos de contextos difusos, de mares, almacenes que se pierden en la voz que nos relata sus hallazgos.

H: No me queda más que felicitar a Ana María Falconí por venir a presentar su libro a Chile, reiterarle la más alegre de las bienvenidas, tal como los hermanos peruanos nos reciben allá, y que la poesía sea la más fraternal excusa para que mujeres, hombres y jóvenes seamos más humanos, más leales con la rebeldía cotidiana en contra de un modelo hegemónico, pero por sobre todo, y termino, un poquito más felices, porque esa sí que es una subversión, la más radical de todas, es decir, a pesar de que todo está en contra, podemos ser felices, y la poesía lo constata porque ha sobrevivido.

 
 

 

 

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El devenir del aire y la conversión de la pluma o Black/ out : presentación a dos voces, dos intensidades.
Presentación de "Sótanos pájaros" de Ana María Falconí.
Por Héctor Hernández Montecinos / Paula Ilabaca.
Santiago viernes 12 enero de 2007