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El poeta Héctor Hernández saca del horno su primer libro, “No!”
Lo que habla por teléfono la mamá con la tía

Por Manuela Román
Las Ultimas Noticias, Domingo 21 de abril de 2002



A los 22 años, este estudiante de letras se ha instalado a la cabeza de la novísima generación poética local con un lenguaje que recoge las voces de la calle y las fusiona con música y pintura.

Con varios premios de poesía en el cuerpo, Héctor Hernández se perfila como uno de los poetas locales más talentosos e inquietos de la novísima generación. Tras participar en la publicación colectiva “Objeto/reflejo”, acaba de sacar del horno su primer libro individual, titulado “No!”, a través de Ediciones del Temple.

La escritura de este autor de 22 años, estudiante de letras en la Universidad Católica, se caracteriza por el uso de un lenguaje de fuerte componente alegórico, cercano a la plástica y a la música, que convierte su obra en una especie de poesía visual.

Pero Hernández no descansa: ya tiene listo “Déjà vu, categorías visuales de la gloria trágica”, un contundente volumen que recoge textos suyos escritos entre 1999 y este año y que pretende lanzar en los próximos meses. Además, muy pronto editará “Flor de lepra”, una antología de poemas de diez autores nacidos en los 80, seleccionados por el propio Hernández.

-Tú hablas y escribes siempre en plural. ¿A quiénes aludes?
-A un grupo de amigos, de entre 18 y 23 años, que hoy comparte un espacio y que está en la misma.

-¿En cuál?
-Más que ser escritores, poetas, pintores o músicos, somos sujetos que estamos viviendo. Tenemos una onda más personal que intelectual. Nunca nos hemos planteado como vanguardistas.

-¿Mantienen algún diálogo con los poetas que los preceden generacionalmente?
-El diálogo es el no diálogo. A la generación de entre 25 y 30 años la veo súper individualista, cerrada y académica. Y ellos nos ven a nosotros como a unos pendejos jugando a ser poetas, jugando a ser músicos, siempre jugando. Nuestra actitud, nuestra parada frente a la literatura y al arte, es muy diferente.

-¿En qué sentido?
-Lo nuestro es más abierto, menos excluyente. Nunca hemos limitado el espacio literario a la escritura. La música, la instalación, la poesía: todo se cruza. Somos más libres y, como nunca nos han pescado, mala suerte si no les gusta. Nosotros no le rendimos cuentas a nadie.

-“Todos los géneros son una convención que no necesitamos”, dices en tu libro. ¿Por qué te molestan tanto las definiciones?
-Delimitar me produce mucha suspicacia. Ver la literatura como un género definido responde a otra época. Ahora tenemos otras necesidades, son otros los aconteceres. Para mí la literatura tiene que ver con lo que pasa, con lo que vivo, con lo que oigo en la micro, con lo que habla por teléfono mi mamá con mi tía, con la calle.

-¿Tú dirías que “No!” es poesía?
-La editorial me pidió un libro de poesía, yo armé un libro de poesía, publiqué un libro de poesía y ¿qué estoy mostrando? Ahí es donde interviene la lectura. Que cada cual lo lea como más le guste: como biografía, como relato urbano, como poesía o como quiera.

-Si te definen como poeta a secas, ¿te molesta?
-Si alguien pone esa categoría entiendo que está resumiendo algo. Es la convención: eres novelista, cuentista o poeta, y no hay más. La gente no se da el trabajo de entender la multiplicidad de esas subjetividades.

-Pero si tuvieras que definir tu oficio...
-Bueno, si el que pinta es pintor, el que escribe será escritor.

-Muchos de tus pares han optado por el anonimato. ¿Qué sentido tiene para ti publicar?
-Publicar fue un azar. Fue un accidente bonito. Pero pudo pasarle también a cualquiera de mis amigos.

-Pero ahora quieres seguir publicando.
-Cuando uno ya está con la pata enyesada, se le empiezan a enyesar los brazos y el resto del cuerpo. Publicar es irse enyesando, y hay que tener cuidado con eso. Me imagino que en algún minuto uno dirá basta. Supongo que llega un momento en que los escritores sólo quieren quemar sus libros o comprar todas las ediciones para que nunca más los lean.



Trabajo sucio*

Buscamos luchar contra la desesperación del tiempo y los
demonios del poder
Pero sólo ahora hemos resuelto que la poesía es un rumor de
prestigitadores
Y que nuestros dedos son dardos
La verdad es una de las pocas mentiras que hace daño en este
contexto
No escribimos artes poéticas leemos las coyunturas de la vida
Nos ha tocado hacer el trabajo sucio
Destrancar las alcantarillas llenas de guaguas rancias
porque en las camas de mi casa los durmientes no cesan de crecer
y me aprietan y no me dejan escribir y dicen que estamos mal muy
mal

*Fragmento de “No a las respetables putas de la belleza”, incluido en “No!”.

 

Foto: Carla Pinilla

 

 


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El poeta Héctor Hernández saca del horno su primer libro, "No!"
. Lo que habla por teléfono la mamá con la tía.
Entrevista de Manuela Román.
Fuente: Las Ultimas Noticias.
Domingo 21 de abril de 2002.