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Rosa de los vientos y las formas insurrectas del Amor apasionado

Por David Abanto


 

¿PUEDES enumerar las cosas sedientas y febriles que contiene tu alma?
Sostenlas levemente como lo harías con la enigmática corola de la gardenia o las menguantes sílabas que componen tu nombre.
Si lo haces, dales la forma insurrecta del poema, la vertebrada columna de la escultura,
el pálido alhelí de la pintura
las notas irredentas de la sinfonía.
Pero no tengas miedo si descubres que ellas existen
se rebelan
marchan como una gran muchedumbre hacia ti.
No temas si toman la crisálida forma de un caballo,
el potro salvaje de la noche,
o la del tigre de bengala que alguna vez fue ejércitos.
Y cabalga, cabalga en ellas hacia el oasis de tu corazón,
sigue la ruta súbita de tus arterias,
refléjate en los ojos de la fiera,
para que llegues ebria al recóndito jardín de tus silencios.

"Poética", Héctor Ñaupari


Libro

Rosa de los vientos (Santo Oficio, 2006) segundo poemario(1) de Héctor Ñaupari (Lima, 1972) es en primer lugar un poemario pensado como Libro. No estamos ante una compilación o reunión de poemas (a nuestro juicio, esa opción alberga el riesgo de presentar la poesía como simple ejercicio de versificación ágil, de imágenes ingeniosas, pero esquemáticas; un estilo sin estilo, estimulado por una idea de "globalización" deshumanizadora decidida a convertir al planeta en un mercado de consumo masivo, en este caso libros sin connotaciones profundas a descubrir a lo largo de toda nuestra vida), sino ante una estructura con una organización determinada en la que las partes actúan en función del todo.

Eso nos produjo, como lectores, un deleite singular que nos atrajo en la lectura de Rosa de los vientos porque nos permitió acceder a una entidad orgánica, viva y, en este caso, vital por el tono de los poemas.

Del amor romántico al amor apasionado

Rosa de los vientos está conformado por cuatro partes (precedidas del "Prólogo" de Víctor Coral y unos luminosos epígrafes que nos alertan sobre los caminos por recorrer) que representan un ciclo completo: "Tramontana", "Levante", "Poniente", "Austro". En este caso, el ciclo de la vida ligado estrechamente al Amor, asumido, en este caso, como libido, como eros.

El poemario pone en tensión interior las cuatro partes ("Tramontana" y "Austro", "Levante" -la sesión más breve y débil como estructura por su cuota de al no desprenderse de una atmósfera estetizante,- y "Poniente") en las que se contraponen, sin negarse, la visión del amor romántico y el advenimiento del amor apasionado, este desarrollado en la desprendida entrega apasionada que logra una identificación armoniosa entre el amante y la amada en los poemas de "Austro" en los que el concierto erótico brota desde la oscura animalidad (caos potencialmente cosmos, desorden anhelante de armonía) y el teclado genuino es el que se sabe fruto imaginario (ideal) del deseo humano.

El libro está estructurado como la prefiguración del paso de una visión a otra, del retorno a la mater-tierra, a la mujer-humanidad, al vientre materno, a lo femenino en la figura de la amada, esa alteridad que nos colma como sujetos y que acogemos en su diferencia y libertad.

El fluir del Amor

La estructura, la organización y secuencia general de Rosa de los vientos intenta reproducir en su nivel formal la dinámica, el movimiento y fluir del Amor entendida como una experiencia fundamental, profunda y total. Esta experiencia en los textos, compromete y envuelve de modo absoluto y absorbente a los seres que lo comparten: amante y amado. Si embargo, el amor se vive como experiencia en la que participan dos seres que no dejan de ser antagónicos y complementarios. Una tensión que se da en la posesión y la cesión de los amantes (y en última instancia del hombre con la humanidad).

Creemos que es fundamental no olvidar estas tensiones al aproximarse a los textos de Rosa de los vientos, porque con suma frecuencia las lecturas se quedan con uno de los extremos. Consideramos que elegir el primer polo disminuye o pulveriza la importancia de la noción amorosa en los poemas de Ñaupari olvidando la tensión humanísima de la voz poética, en caso contrario, al optar por otro polo, se puede exagerar su fuerza ideológica que hace suya la visión liberal, pero nunca de un modo dogmático. Es eso lo que le da coherencia y sentido ético a esta travesía poética.

Recordemos que las travesías legendarias se lanzan en busca de las islas Afortunadas (en este caso encarnada en la Amada esencial, véase la dedicatoria de Rosa de los vientos), cuando no quieren recuperar la Itaca natal. En la simbología religiosa y mística, intentan sacarnos de las limitaciones de este mundo: Travesía de extramares, según Martín Adán. Y, ante la visión del Amado(a) divino (a), brota la imagen de las "ínsulas extrañas" (islas raras, diversas de todo lo conocido, de valor incomparable) en el verso famoso de San Juan de la Cruz, elegido como título de uno de sus poemarios por Emilio Adolfo Westphalen y desplegado en el desarrollo vital del poeta en Un crucero a las islas Galápagos de Antonio Cisneros.

Rosa de los vientos, como conjunto, hace suyo el juicio de Spinoza que dice: "La única libertad posible se realiza a través del conocimiento de las propias pasiones". A esa realización contribuye, desde la poesía, Héctor Ñaupari con esta ofrenda llena de fe y pasión en la palabra.

Un modo de profundizar, rotundamente sensual y anclado en este mundo, más allá de las limitaciones del discurso crítico, gracias a la mayor profundidad que alcanza la sintonía recreativa de "las formas insurrectas" de la poesía.

Independencia, agosto de 2006

 
 

 

 

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"Rosa de los vientos" y las formas insurrectas del Amor Apasionado.
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