Con fuerza, Rivera Letelier arremete con La muerte es una vieja historia. El relato inaugura una veta policial y "se basa en un hecho real. Conocí hace cinco años el testimonio de una de sus víctimas", afirma.
Solo como el desierto, Hernán Rivera Letelier (Talca 1950), se ha convertido en una de las figuras más interesantes de la narrativa chilena. El mundo de sus relatos está ambientado en la pampa salitrera y le ha permitido traspasar las fronteras. Punzante, alguna vez señaló con cierta ironía: "Soy un francotirador en lo político. Claro que me siento cercano a la izquierda. Mi papá fue un sobreviviente de la matanza del campamento San Gregorio. Él me decía que era de los socialistas antiguos, esos que exponían su vida en la pampa todos los días. Los socialistas de ahora visten Armani y viven de Plaza Italia para arriba".
De paso en Santiago, vino al lanzamiento de La Muerte es una vieja historia (Alfaguara, 2015), que ya está en los primeros lugares del ranking nacional.

Hernán Rivera Letelier
—Hernán, ¿cómo surge este nuevo relato?
—Es un relato acerca de un violador que acecha en el cementerio de Antofagasta. Sucede, entonces, que al Tira Gutiérrez, investigador privado, le asignan el caso para que encuentre al culpable. En su cometido, contrata de ayudante a Tegualda, que lo perturba emocionalmente...
—¿Es un caso real?
—El relato se basa en un hecho real. Conocí hace cinco años el testimonio de una de sus victimas, algo que me produjo fuerte impacto. Es mi primer relato policial y me encantó el proceso de escribirla.
—Transcurre en el Antofagasta actual
—En realidad, nunca había escrito una novela tan contemporánea como
esta.
Descubrí que la novela policial permite hacer una crítica social sin proponérselo. Porque primeramente es un relato policial.
"NO BUSCO TEMAS"
"En mi oficio no busco los temas, sino que dejo que estos me atrapen", precisa durante la conversación que sostiene con Ercilla en uno de los salones del Hotel San Francisco de la capital.
—¿Cuál es su método de trabajo?
—Precisamente no tener método. Soy un desordenado crónico. Escribo a la hora que sea.
—Usted es un huaso del sur.
—Nací en Talca, y hasta los once años estuve en la oficina salitrera Algorta, en el norte de Chile. En las oficinas de María Elena y Pedro de Valdivia hice mis estudios escolares.
—Mirando para atrás, ¿cuál fue el espaldarazo en su carrera como escritor?
—Mi vida es de esfuerzo y luego del cierre de Humberstone, mis padres se trasladaron con sus cinco hijos a Antofagasta, donde a las dos semanas de llegar muere mi madre.
—¿Es efectivo que se hizo cinéfilo?
—Es cierto. Me ganaba la vida vendiendo diarios y me alcanzaba para comer y para ir al cine.
—"La Reina Isabel cantaba rancheras" lo lanzó a la fama.
—Absolutamente. Fue como un mazazo que recibí en la vida. Un cambio radical. Esa novela me hizo conocido en todo el mundo.
—Le ha permitido una vida plena...
—Soy el mismo de siempre. Vivo en la Antofagasta que me vio crecer, en la casa de toda la vida. La vida me "dio una vuelta de carnero" y me he convertido en el hombre más feliz del mundo. Hago lo que me gusta, vivo de eso y lo gozo. No he cambiado mi forma de vivir ni mis amigos, pero me siento más seguro de mí mismo, ya no tengo que preocuparme de que no voy a tener pan para mis hijos mañana.
—¿Le costó escribir "La muerte es una vieja historia"?
—El proceso de escritura demoró alrededor de cinco o seis años. Pero en el intertanto escribí Historia de Amor con hombre bailando y El vendedor de Pájaros. Recuerdo que empecé a escribir La Reina Isabel cantaba rancheras cuando trabajaba en la mina y me demoré cuatro años en escribirla, porque tenía poco tiempo para dedicarme al oficio de escritor... Es lo que le pasa a la mayoría de los escritores que tienen que trabajar en otra cosa para poder sobrevivir. Ahora tengo todo el tiempo del mundo para escribir.
—¿Tiene cercanía con la novela negra?
—No tengo mayor predilección por la novela negra y las encontraba todas iguales. Siendo joven hice un curso por correspondencia para investigador privado.
—¿Vendrán nuevas novelas policiales?
—Cuando terminé La muerte es una vieja historia, se me ocurrió la idea de un nuevo libro. En el último capítulo aparece una ancianita en la oficina del Tira Gutiérrez para encargar un caso, y ése es el que vamos a investigar en la segunda parte. Y perfectamente puede haber una tercera parte...
—Es un escritor muy leído.
—Tengo la suerte de tener un nicho de lectores en todo Chile y en algunos lugares del mundo. Eso me emociona profundamente, porque es el reconocimiento a un oficio.