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POESÍA Y REFLEXIÓN EN EDUARDO ANGUITA (1)

Ismael Gavilán
Valparaíso, otoño de 2005.



En el poeta Eduardo Anguita es posible hallar una teorización de primer orden que permite dilucidar sus especulaciones en torno a la poesía, el lenguaje, la realidad y la imagen de poeta que propicia. Pero a diferencia de autores como Lihn o Huidobro cuyas reflexiones al respecto han encontrado un escenario de adecuada recepción, la teorización de Anguita no ha sido atendida debidamente y en la bibliografía que es dable consultar, escasea cualquier aproximación crítica a su teoría poética que no se reduzca a comentarios o exégesis de algunos de sus poemas(2). Es interés del presente trabajo ofrecer las características principales de este proyecto poético para situar con adecuación al interior de él, el concepto de creación, con las implicancias diferenciadoras que necesitan ser esclarecidas en relación al proyecto creacionista de Vicente Huidobro.

Efectuando un escrutinio necesario que no se asume como definitivo, los textos que contribuyen a elaborar con relativa sistematicidad el proyecto poético de Anguita y que pueden considerarse significativos, son los siguientes: la poética de presentación a la selección de poemas incluida en la Antología de poesía chilena nueva de 1935(3), el breve ensayo de presentación La poesía escrito en 1940 y que sirve de introducción al poema Definición y pérdida de la persona contenido en la antología Trece poetas chilenos de Hugo Zambelli de 1948(4) , la introducción a la Antología de Vicente Huidobro de 1945(5) , el artículo David o una moral poética aparecido en la Revista Pomaire en 1957(6) y la conferencia Rimbaud pecador de 1954 publicada posteriormente, corregida y aumentada, como separata de la revista Atenea de la Universidad de Concepción en 1962(7)

Se puede advertir que en Anguita, este conjunto de textos, no otorgan una articulación teórica que pueda ser catalogada de definitiva en su temporalidad. Ello, por cuanto las reflexiones que poseen y que posibilitan su significancia de comprensión, se encuentran referidas a la propia experiencia escritural del poeta. Por lo tanto, no es posible ver en estos textos el intento de una teoría a priori desde la cual se pudiera enmarcar su productividad poética de forma categórica y unilateral. Se trata más bien de otra cosa: de un conjunto de reflexiones en torno a la poesía, el poema y el poeta que se hallan estrechamente vinculadas al vaivén experiencial y temporal que corre paralelo al ejercicio poético y del cual pueden ser consideradas no sólo su reflejo, sino su complemento de necesaria aclaración mutua(8). En este sentido, puede establecerse un itinerario que dé cuenta de los distintos modos de aprehensión del fenómeno poético que efectúa Anguita, itinerario que ciertamente es tentativo y provisorio y que obedece más a una ordenación operacional que a una conclusión de carácter definitorio y definitivo.

Es posible encontrase en primer término con la poética de presentación a la selección de poemas para la Antología de poesía chilena nueva de 1935 y de la cual Anguita es el coautor. Este texto, escrito en 1934 por un joven poeta de veinte años, puede ser abordado como el primer enfrentamiento del autor de El poliedro y el mar con las propuestas creacionistas de Huidobro que posee, ya tempranamente, un eficaz afán de diferenciación. Ante la obra de los poetas consagrados que agrupa la Antología, Anguita no refiere en su explicación a una obra poética todavía por hacer(9), sino a una caracterización de la poesía contemporánea(10) :

"Una explicación de mi poesía, para el que entra por primera vez en la poesía nueva, es no sólo difícil, sino imposible, ya que, agregado a los naturales obstáculos, está el de no poder analizar una obra que, como la mía, está en camino de realizarse y tomar su expresión verdadera. Es más útil decir algo sobre la poesía contemporánea en general, pues dentro de esta época hay algo firme y universal, que se repite en todos los artistas actuales (...)"

Más allá de corroborar el espíritu epocal en torno a ese universalismo cosmopolita de vanguardia que Anguita supone como comprendido, en tanto generalidad cultural para dar cuenta de la poesía contemporánea, lo que llama la atención es la idea o noción de dificultad que enuncia, ya que es un término que no sólo le sirve para excusar su ausencia pública de obra, sino que permite adentrarse en una consideración global en torno al fenómeno poético y que se encuentra marcado por un rechazo a la clarificación explicativa(11) :

"Explicar una cosa es poder desentrañar toda su naturaleza y todo su sentido. Si aún, a pesar de todo el progreso científico, ello no se ha logrado con el mundo exterior, ¿cómo podría lograrse dentro de un terreno que está hecho de tan múltiples materiales y matices? Porque la poesía está formada de todo lo que el mundo, y siempre algo más, la palabra y el infinito valor del lenguaje (sintaxis, sonido, ritmo, construcción exterior del poema, etc) La poesía es algo de ADENTRO y de AFUERA. Y en el espacio que va de lo soñado a lo realizado, se mueve todo su ser con una extensa escala de valoraciones (...)"

Puede apreciarse por un lado el distanciamiento crítico respecto al afán de fundar en presupuestos cientificistas cualquier comprensión del hecho poético, y por otro, la voluntad de fijar en el lenguaje la particularidad de la poesía que, a su vez, se origina en un ADENTRO, palabra que entreabre singulares apreciaciones, entre las más evidentes, aquella que desea otorgar legitimidad a la idea de subjetividad. Dejando en suspenso estas observaciones, ellas son ampliadas con otras que reivindican para la poesía una categoría de conocimiento(12) :

"(...) La poesía no puede ser considerada como un entretenimiento más o menos útil al espíritu (...) Es el ser que reclama su posición central, y por tanto, la perfecta conciencia de todos los fenómenos del mundo. Es, pues, un esfuerzo de CONOCIMIENTO, más que de AFECTIVIDAD (...)"

Si la poesía es asumida como conocimiento, entonces no se encuentra prohijada por la ciencia, sino que ella misma se convierte en su propia matriz de comprensión de la realidad. Asimismo, se despacha cualquier confusión entre lo poético y una emocionalidad directa. Según este texto del joven Anguita, el ser humano conoce a través de la ciencia y a través del arte. Y no deja de ser sorprendente que incluya en la última categoría tanto a la religión como al mito, estableciendo con ello una radical reivindicación de un espectro de la realidad que el creacionismo huidobriano había relegado de su fundamento(13) :

"(...) Este esfuerzo por conocer, del hombre, se manifiesta en dos situaciones: 1° ciencia (conocer causas y leyes de los fenómenos cosmológicos); 2° arte (utilización de esas leyes, que el artista conoce sin la necesidad de la ciencia, para crear un mundo propio). Y como manifestación artística debemos considerar las religiones y los mitos, nacidos por dos razones: misterio del mundo que la ciencia no explica, y, pavor e ignorancia del hombre ante él"

Pareciera ser que Anguita alienta una idea de religión de arte, por cuanto la comprensión del fenómeno religioso y mítico, sólo es entendible por una razón de índole estética, cuya ley profunda es la capacidad creativa que posee el ser humano para dar sentido y forma a sus necesidades vitales y existenciales(14) :

"(...) Quien negara que las creaciones míticas -ídolos y dioses, leyendas, etc- son una necesidad vital, caería en el riesgo de considerar arbitrario todo lo que el hombre ha inventado"

Por ello, la clave para dar cuenta de estos últimos fragmentos citados es la palabra misterio, palabra que se hermana a la noción de dificultad enunciada anteriormente. Tales términos encierran todo un concepto, el de la incomprensibilidad inmediata de lo poético y, por ende, lo inapropiado de cualquier explicación cientificista o racional que pretenda articular su totalidad y sentido último y que, por tanto, evalúan la creación y lo creado desde su perspectiva de significado(15):

"(...) La última y más importante, desde el punto de vista práctico, conclusión a que llegamos es que nadie, de buenas a primeras, comprenderá la poesía (...) comprender lógicamente la poesía, no lo logrará nadie jamás. Por otra parte, el explicar un poema no significa avanzar ni un paso, pues casi todo lo poético propiamente tal, es justamente lo que se escapa de la lógica corriente con que apreciamos el mundo real."

Si este afán de dar cuenta de la poesía como conocimiento desemboca en su incomprensibilidad inmediata, ello también se encuentra relacionado a la concepción de poema que articula Anguita. Concepción de la que se desprende su especial recepción del creacionismo huidobriano en lo que respecta a considerar el poema como un objeto creado sujeto a la conciencia(16) :

"(...) Un poema debe parecerse a sí mismo (...) Sólo podemos asegurar (...) cuándo un poema se parece o no a sí mismo, es decir, cuándo está libre o no de materiales extraños. Nadie que no sea el poeta logrará fijar la forma precisa que deba tomar la obra (...) cada poema exige una construcción especial, propia. La perfecta construcción coloca esa unidad que determina la elección y selección de materiales, al servicio de la cosa creada, que sin ella, sencillamente se derrumbaría y destruiría por sí sola ante los ojos del que advierte y presencia (...) lo aparentemente arbitrario del poema cogido, no aceptará la intromisión o el cambio de alguna de sus partículas, porque en él cada célula responde a una necesidad orgánica; y lo inventado, lo CREADO (distinto del mundo real) se sujeta en medio de las cosas de la naturaleza (...)"

Si bien esto último se vincula estrechamente a las concepciones huidobrianas del poema como objeto creado(17), es necesario comprender que las definiciones de Anguita acerca del poema se relacionan, necesariamente, a la idea de creación que articula como autoclarificación de su propia concepción de poesía, estableciendo un matiz diferenciador(18):

"(...) Por eso crear, además de las facultades innatas del artista, exige una disciplina de artesano, consciente, inteligente de su obra. La locura más locura es justamente la que más necesita una perfecta construcción, de modo que alegar que el arte actual se toca con ella, es sencillamente hacer un elogio doble a los numerosos poetas contemporáneos. Elogio como creador y como constructor. (Imaginación e inteligencia)

Crear no es sólo establecer arbitrariedades, sino construir un edificio constante de ellas, con leyes uniformes y regulares, propias; arbitrariedades de tal modo RELACIONADAS, que conformen una sola verdad, o varias verdades, evidentes, aunque relativas."

A su vez, aquí es posible advertir en la ecuación imaginación-inteligencia, llevada a cabo por Anguita, una lectura apropiativa de la noción huidobriana de superconciencia(19), que en el poeta de Venus en el pudridero, significa una personal aprehensión de la misma(20).

Como puede verse en este texto primigenio de 1934, la voluntad diferenciadora de Anguita se hace presente desde el primer instante al reivindicar una noción de misterio para la poesía y por ende, para la idea de creación que propicia.

Con relativa posterioridad, se pueden considerar dos textos "paralelos" en la configuración de este proyecto poético, como es por un lado el breve ensayo de presentación titulado La poesía, que data de 1940 y que sirve de introducción al poema Definición y pérdida de la persona contenido en la antología Trece poetas chilenos de Hugo Zambelli que fue publicada en 1948 y, por otro, la introducción a la Antología de Vicente Huidobro publicada en 1945 titulada Vicente Huidobro, el creador y que Anguita escribió en 1943. Ambos textos es posible verlos en una tensión dialéctica, en cuanto son complementos diferenciadores. El texto de 1940, La poesía, establece una visión propia y autónoma del acontecer poético, poseyendo sus peculiares particularidades especulativas. En contraste, el texto de 1943 Vicente Huidobro, el creador, no sólo puede ser leído como una instancia fervorosa de un amigo en vistas a una futura publicación de divulgación, ni tampoco como exclusivo relato testimonial de la recepción del poeta de Altazor por parte de un juventud entusiasta, como ejemplo y conducta, sino que a la luz del texto de 1940, puede ser interpretado como un distanciamiento del Creacionismo huidobriano al considerar como histórico su desarrollo.

En su densa brevedad, el texto La poesía, propone una noción de poesía y poeta que se ha distanciado de las concepciones aceptadas y comunes del Creacionismo, aunque rearticulando desde un prisma peculiarísimo el concepto de creación. En relación al texto de 1935 es posible ver también diferencias, como por ejemplo, una disminución entorno a las apreciaciones del poema como objeto creado.

Ambas nociones (poesía y poeta) se encuentran estrechamente relacionadas en una trama de difícil acceso y que suponen una especulación de alto vuelo, más allá de la mera autoexplicación para un texto antológico.

Comienza caracterizando al poeta(21):

"El poeta es un individuo que opera en cierta forma, y su actividad vidente se ejercita en cierta manera de la que no participan ni la investigación científica ni la reflexión filosófica. De ese ejercicio, nace la poesía escrita, fenómeno que para ser bien comprendido debe ser analizado como tal, es decir como un dato dado (...)"

Queda establecida con claridad la diferencia del quehacer poético frente a la ciencia y a la filosofía, queriendo restituir para sí mismo, en el accionar del sujeto, su propia autonomía que es designada como videncia. Esta palabra trae una serie de asociaciones de primer orden al relacionarla con la figura de poeta que propone J.A. Rimbaud en la Carta del vidente(22) y que es primordial para comprender el desarrollo del pensamiento poético de Anguita. Con posterioridad, el poeta chileno dedicará un sendo ensayo donde clarifica sus posiciones teórico-vitales frente a los postulados del poeta francés, pero por el momento es preciso dejar en suspenso esta observación para establecer otras características del presente texto. Llama asimismo también la atención el lazo que surge entre el ejercicio vidente y la escritura, asociación que es otorgada como un dato dado y que, ciertamente, constituye una particular forma de caracterizar dicho ejercicio. Esto no es sino comprendido en la idea de poesía que presenta el texto(23) :

"(...) La poesía cabe dentro del esquema del amor. Su función fundamental es un acto de caridad por el cual intentamos reconciliar al mundo en su original armonía, en su unidad perdida por el primer pecado"

Tal caracterización resulta a todas luces, ajena a primera vista a lo que establece por un lado, el Creacionismo y, por otro, el propio Anguita en su texto de 1935. Aquí no está presente la rotundidad huidobriana que solicita para la Poesía la apropiación del concepto de creación de modo privativo, ni tampoco el afán de situar a la Poesía como una dificultad que conlleva la incomprensibilidad en pos del misterio. Aquí se hace presente una noción cristiana de conceptos (amor, acto de caridad, primer pecado) que permiten articular una idea de poesía de sutil configuración, idea donde el acto de caridad implica un acercamiento que da cuenta de la unidad que el mundo, la realidad consigo misma, ha perdido a raíz del primer pecado, es decir, por la tentación del conocimiento que se describe en el Génesis y que llevó a Adán y Eva querer compararse con Dios. Por lo tanto, es posible interpretar que la Poesía cierra el círculo iniciado en el destierro del Edén, ya que al proponerse como conocimiento reúne la dispersión causada por el pecado. Esa dispersión, que puede ser leída como la fragmentación del sujeto en la Modernidad y que la vanguardia intentó llevar a término en el afán de aunar vida y arte, se condice con el propósito de Anguita al denominar reconciliación el gesto que pretende recuperar precisamente esa unidad perdida. De ahí entonces que pueda comprenderse la definición de imagen poética que otorga(24):

"(...) Es útil que recordemos en este instante la definición de imagen poética: relación entre dos o más realidades lejanas"

Ciertamente, aquí Anguita reitera un concepto caro a la vanguardia y a Huidobro, al constatar a la imagen poética como la aproximación entre lejanías en apariencia indisolubles. Sin embargo, el poeta de La visita al manifestarlo en el contexto que se está viendo, muestra el desplazamiento desde una concepción profana de imagen a una concepción sagrada de la misma, invirtiendo, paradójicamente, la comprensión secularizada que la vanguardia y Huidobro otorgaron al concepto. La imagen como acto de caridad implica aunar en un solo crisol la relación múltiple de las cosas. De ahí se desprende la caracterización redentora del poeta(25):

"(...) Tal vez tengamos una misión redentora con respecto a las cosas; tal vez debamos levantar al mundo hacia Dios así como Cristo lo hizo con nosotros. Espiritualizarlo."

Pero no se ha de creer que esta espiritualización se origina en el mundo de las abstracciones vacías. Todo lo contrario; según Anguita la poesía(26):

"(...) establece el reino del hombre, el reino de su existencia. Allí donde es más poderoso porque se basa exclusivamente en sus sensaciones, allí concurren por igual sujeto y objeto (...) a la poesía le interesa, no esas abstracciones últimas, sino ese justo medio de la EXISTENCIA, donde las cosas se comportan como lo que aparecen para nosotros (...) uno de los papeles de la poesía, sea buscar, conjurar, producir estas singularidades, donde el mundo nos habla directamente y donde se nos presenta con su máxima riqueza. Lo importante poéticamente no es disociar los cuerpos, sino asociar para producirlos (...) La poesía describe lo singular, lo particular, lo único. La imagen, por ejemplo, relaciona sólo ciertas cualidades de dos o más objetos o conceptos: no los compara en su totalidad "

Este virtual afianzamiento de la poesía en la singularidad de la existencia y que establece con justeza su presencia en el "reino del hombre", sólo es posible que adquiera relevancia significativa a través de los objetos que conforman dicho "reino". Y aquí se encuentra la radical interpretación que Anguita hace de la realidad, al constatarla como un hecho lingüístico ya que los "objetos" que configuran esa "singularidad" son las palabras(27) :

"(...) A través de los objetos (palabras), el poeta traza su melodía significativa. Así se conoce el hombre a sí mismo: así conoce su verbo singular y propio. Comparo los objetos, las palabras, a una trama vasta e indiferenciada en la que el poeta dibuja su melodía. El poeta nada sabe de esa trama, ni tan siquiera los puntos que toca e ilumina, pero en el conjunto de uniones y relaciones, en el trazo ondulante de su vuelo, expresa y conoce un sentimiento primordial de su ser. Sin este trabajo, el mundo no sería más que un cuento contado por un idiota lleno de sonido y de furia pero absolutamente exento de significado"

En el fondo, lo que está haciendo Anguita, es situar el hecho poético en una trama que bien puede ser identificada y caracterizada como lenguaje, trama de la que el poeta "nada sabe". Acaso sea esto una readecuación de la noción de misterio que se señalaba en el texto de 1935 y entonces el poeta que "dibuja su melodía" articula una significación relevante que otorgaría sentido al mundo. Tal otorgamiento por parte del poeta, implica una comparación con la divinidad que, a diferencia de lo postulado en el Creacionismo huidobriano, no se configura para enfrentarse a ella con el deseo de consolidar un gesto autónomo que la relegue al silencio inexpresivo o a la insignificancia, sino para asumirla comprensivamente en sus mecanismos de articulación en la semejanza facilitada por la conciencia retórica de su esencia. Señala Anguita al respecto(28):

"(...) Precedidos por el desconocimiento total que caracteriza al acto poético en el momento inmediatamente anterior a la inspiración, dotados de una ceguera mágica, nos erguimos dispuestos a otorgar un sentido al mundo. Al borde de la nada, a semejanza del Verbo divino, el verbo poético ordena"

Esto trae como consecuencia lo que podría denominarse "la acción participativa en el acto creador" y que puede apreciarse en la interpretación que Anguita efectúa de la noción de videncia como un acto de voluntad(29) :

"(...) La videncia poética es vehemente y voluntariosa "Creo a fin de conocer" (San Agustín) (...) Aquí el hombre reconoce que no puede colocarse en plan de espectador "imparcial", y tomando responsabilidad de su papel activo, se decide a modificar esa masa obscura que le rodea: a medida que la modifica y conforma, la conoce según y en cuanto la modifica voluntariosamente"

Esta modificación voluntariosa que va implícita en el acto creativo desemboca necesariamente en algo caro para Anguita: en una conducta. En este sentido el poeta de El poliedro y el mar obedece a la caracterización propia de la Generación del 38: la transformación de la realidad. Y resulta precisamente significativo que tal transformación, que conlleva el considerar la videncia poética como un paso hacia la asunción de una conducta, se efectúe desde la Poesía asumida como lenguaje, ese "reino del hombre" que, hoy por hoy, carece de sentido(30) :

"Hoy más que nunca las formas culturales: costumbres, vestidos, alimentos, trabajos, utensilios, casas, carecen de sentido. La tensión que las hizo nacer no nos corresponde, ya se ha extinguido. Son formas vacías que, con su caparazón muerto, están obstaculizando la verdadera vida: la vida que es una aventura, un riesgo, una creación: la vida que es todo lo contrario de lo que hacen estas imbéciles masas desvoluntariadas, inertes y livianas porque el viento de la rutina las conduce. La VIDA en su más rica acepción, quiere nuevamente proyectarse y CREAR un mundo a su imagen y semejanza. Pero, para ello, hay que desconocerlo todo, olvidarlo todo. Así la poesía, hoy día adopta un papel esencialmente destructivo; quiere llegar al fondo (...)"

Por ello hacia el final del texto se manifiesta que el punto más importante es derivar hacia una conducta en lo que Anguita denomina poesía práctica para superar la videncia y que quedó esbozado en el movimiento DAVID que el autor postuló hacia 1938, habiendo sobrevivido sólo como proyecto(31):

"(...) Se trata ahora de derivar una conducta. Considero insuficiente la sola videncia. Se ve no por ver solamente, sino para actuar(...) En aquel movimiento poético que esbocé el año 38, "David", postulé la necesidad de una poesía práctica. Dije que había que pasar de la videncia (poesía) a la potencia (poesía práctica), de allí al acto (liturgia), y del acto al estado (tragedia). Entonces, sucesivamente, el poeta pasará a llamarse hechicero, sacerdote y héroe (...)"

La peculiaridad del proyecto "David" será comentado cuando se aborde el artículo de 1957, pero es indudable que Anguita al dar cuenta de una proposición como ésta, se encuentra totalmente imbuido en el espíritu de la época; el de la Generación del 38. Por ello es necesario leer las proposiciones de "David" a la par de los proyectos de Mandrágora, El verdadero cuento en Chile y los poetas de la claridad. Esta lectura comparativa queda pendiente, pudiéndose llevar a cabo un trabajo exclusivo para dilucidar sus concordancias y diferencias. En lo concerniente al presente trabajo, es importante apreciar que las propuestas de Anguita concluyen con una marcada diferenciación de sus reflexiones ante lo que el surrealismo y el existencialismo francés proponían hacia los mismos años, diferenciación que se encuentra caracterizada por el diálogo que, en una época desacralizada, deben poseer la Religión y la Poesía; sólo llegando a la plena hermandad de ambas, será posible la reconciliación final del sujeto para dar cuenta de una "nueva vida", después de haber otorgado sentido al mundo. Así, Anguita ve su propuesta como una puerta abierta a la esperanza, negándose a concebir su proyecto como inconcluso(32):

"(...) Que este desborde del pensamiento hacia la vida es una necesidad, y un sentimiento incubado silenciosamente en el corazón de todos, lo demuestra la boga que tuvo el surrealismo y, ahora, el existencialismo francés, escuelas que se atrevieron a invadir la vida práctica. "David" está, cronológicamente, entre ambos (...) Y, por lo demás, mientras el Existencialismo cierra todas las puertas, "David" abre una: aquella donde la poesía es capaz de dar un sentido al mundo y, con ello, un sentido a la existencia. Allí, Poesía y Religión se darán la mano"

Como se señalaba anteriormente, este texto entra en diálogo con otro, algo posterior; la introducción a la Antología de Vicente Huidobro que se publicó en editorial Zig-Zag en 1945 y que estuvo a cargo del poeta de La visita y que se titula Vicente Huidobro, el creador. Éste es un texto que se relaciona dialécticamente con el texto de 1940, ya que en él se puede vislumbrar no sólo el testimonio fervoroso de un poeta amigo que reflexiona ante la obra de otro, mayor y de talento indesmentible, sino que también revela un distanciamiento crítico respecto a los postulados creacionistas. Aquel distanciamiento, que hace que este texto posea un valor primordial a la hora de puntualizar los postulados de Anguita frente a los del poeta de Ecuatorial, se traduce bajo el rótulo de Gran Pecado(33) :

"(...) La primera inocencia huidobriana se perdió en el instante mismo en que el poeta tomó conciencia de ella, y, con mucha razón, cuanto que trató de enfrentarla a Dios en calidad de virtud por sí misma divina: claro está que tomó otro nombre, cual fue el de "virtud creadora" (...) Ya se advierte la imagen creada con el ánimo expreso de oponer al mundo "real" otro que sea obra del hombre mediante sus propios medios. Tanto se hace notar esta posición extrema del orgullo huidobriano que hemos formulado, que no titubeamos en asimilarlo a la etapa máxima del antropocentrismo ateo, en cuya historia aquel grito de Voltaire con motivo del terremoto de Lisboa ("protesto por este desacato de la Naturaleza"; aún escribían -¡oh contradictoria desesperación!- naturaleza con mayúscula), señala el máximo de soberbia antropocentrista (...)"

Se puede vislumbrar que el gran pecado que Anguita ve en el proyecto poético de Huidobro, es el orgullo de plantearse frente a Dios como creador, producto de una autoconciencia que le ha hecho perder la inocencia primordial. Sin dejar de admirarlo, el poeta de La visita efectúa su crítica en el centro mismo del Creacionismo, es decir, en lo que respecta a la valoración metafísica del proceso creativo. Huidobro, sin embargo, bajo la impresión de alta receptividad de los postulados de R W Emerson, confió plenamente en la autonomía del sujeto como ente creador, confianza que se afianzó a su vez al asimilar y aprehender la instancia que la vanguardia parisina propició, estimulando asimismo, esa búsqueda de lo "nuevo" en la oportunidad única que la técnica y la ciencia ofrecían como referentes de esa estética de la "sorpresa". Anguita no, no tiene esa confianza ante el espectáculo que concibe la desacralización del ejercicio creativo y no puede otorgarle valor sólo como una versión de un acto estético por más que se sienta partícipe de la aventura de la vanguardia o que incluso adopte su retórica (como sucede en el caso de su movimiento "David"). Para Anguita, el amor, fundamental para comprender la mismidad de la poesía, no se halla presente en el creacionismo huidobriano(34) :

"(...) Es que Huidobro no ama al mundo como es: primero lo limpió con sus sentidos de niño; luego, al propio mundo creado por él en su poesía, NO le insufló amor: como un padre que sólo se contentara con procrear hijos y no les diera sustento: quedando en última instancia, con un solo resultado, que parece ser la esencia de su poética: el acto de crear, el ejercicio desesperado de inventar, de probarse y contemplarse a sí mismo en la virtud creadora. Con esto, la obra creada, como resultado, logra un aspecto verdaderamente demoníaco: pues, maravillosa de inventiva, de cantidad y diversidad de hallazgos, carece de afección amorosa, lo que la hace aparecer tan rica y pobre, tan grandiosa y desamparada, a la vez, del amor de Dios (...)"

Esta toma de posición revela la lúcida actitud de Anguita y sirve, por lo menos, para apreciar tanto su ejercicio poético y sus reflexiones como verdaderamente autónomas y diferenciadas de lo que postula el Creacionismo. De aquel modo, Anguita realiza una lectura crítica de las falencias que cree vislumbrar en el proyecto poético huidobriano y se percata que su eventual superación, consistiría, no en su negación, sino en su ampliación comprensiva(35). Esto puede apreciarse en dos instancias, por un lado el propósito que encierra el proyecto de Anguita de proyectarse hacia la vida a través de la acción para no quedar encerrado en el solipsismo del objeto creado (instancia que queda bosquejada en la configuración del movimiento "David" y que es analogable a los movimientos de vanguardia contemporáneos) y por otro, la personal asunción del concepto de creación bajo el alero de presupuestos metafísicos de primer orden, como puede ser la aceptación de la idea de Dios. Por ello, el próximo paso es otorgar una visión general del movimiento "David" para posteriormente apreciar cómo el proyecto poético de Anguita dialoga con los postulados de J.A. Rimbaud, el ícono paradigmático de la vanguardia poética del siglo XX.

En un par de artículos del libro La belleza de pensar, Anguita efectuó una mirada retrospectiva de lo que fue el Movimiento David(36) :

"David existió efectivamente y no es fantasmal como creen ciertos historiadores de nuestra literatura. Incluso en la revista VEA (de allá por 1939 o 40), que era un buen magazine pero no cubría lo propiamente literario, publiqué algunos artículos. Más tarde, en 1948, en la antología de Hugo Zambelli Trece poetas chilenos (Valparaíso), junto a un poema, aparece un resumen de lo que yo llamé David (...) Igualmente en la revista Pomaire, junio a julio de 1957, apareció otro manifiesto (...) Obviamente, ninguno de mis amigos quiso embarcarse en una tempestad moral deliberada para transmutar todos los valores (...)"

Otro testimonio algo más detallado se puede hallar en Páginas de la memoria que en el artículo titulado "El programa de David" otorga pormenores de esta tentativa de Anguita de conformar un movimiento vanguardista(37):

"(...) "David" fue formulado por mí en 1938, y, en lo tocante a lo literario, cuantitativamente no es mucho lo que aportó (...) En la década del 40 al 50, en varias ocasiones, expliqué sucintamente, todo el programa "David" y por qué no llegamos a acuerdo en aquella búsqueda de una nueva moral ("moral poética" como la califiqué) (...) "David", como movimiento conductual que quiso ser, me parece hoy una herejía: antisocial, anticristiana, antihumana. En lo que respecta a literatura, me sirvió para escribir algunos poemas y, desde luego, el "método" mismo. Los posibles integrantes, por una u otra causa, se negaron a constituir "la secta". Sí. Porque la habíamos concebido como secta, cuya actividad inicial estaría dirigida a destruir toda moral. Esto habría comportado actos licenciosos y delictuosos...a los que, de verdad, no nos atrevimos (...) Una tarde, pasados 8 años de esas formulaciones, llegó a mi casa José Echeverría Yánez. Me proponía comenzar "David" secuestrando a don N.N, connotado magnate chileno. Razón: su avaricia. José Edwards Echenique (que era conmigo el núcleo rector del posible "David") rechazó la idea, por estimarla determinada por un criterio ético. Lo que todavía me asombra es que Echeverría me hubiera afirmado que contaba con gente dispuesta a todo. Por suerte, "David" no realizó nada semejante. Decididamente, no estábamos hechos para el terrorismo"

Tales antecedentes permiten colegir que el propósito de Anguita en la efervescencia del 38 era crear un movimiento vanguardista con todos los detalles pertinentes: manifiestos, acciones, publicaciones, un programa conductual, un "método de conocimiento", etc. Sin embargo, como lo señalan sus propios artículos retrospectivos, ello no fue posible, al parecer por una falta de compromiso genuino de parte de los eventuales integrantes del movimiento o por simple indecisión ante tamaña empresa(38). Como contrapunto a Mandrágora, no deja de ser interesante la especulación en torno a la configuración del Movimiento David, siendo que Anguita era amigo de varios miembros del grupo surrealista, especialmente Braulio Arenas(39). No obstante ello, la diferencia queda inmediatamente estipulada, al menos de modo retrospectivo, al considerar Anguita a "David", superior al surrealismo criollo(40).

Entre todas estas referencias, el texto publicado en la revista Pomaire en 1957, titulado David o una moral poética(41) es el que prodiga sistemáticamente un programa articulado como manifiesto y viene a ser una especie de homenaje postrero a una iniciativa que no cristalizó a su debido tiempo. Para cuando este texto se publicó, Anguita se hallaba asentado ideológica y confesionalmente en el cristianismo católico, por tanto, tal como indica la breve introducción(42):

"(...) David terminó para mí y algunos otros, en la ortodoxia católica. Por respeto a ese final, revelo aquello, no sin el ánimo de extremar muchas de sus postulaciones, revisar otras y desechar definitivamente las superfluas (...)"

Desde ahí, el objetivo de "David" queda establecido con claridad desde el inicio(43):

"David se propone, mediante un trabajo convulsivo de vaciar la realidad, primero, y, luego, mediante la progresiva proyección voluntariosa de la visión sobre el vacío, crear el estilo de objetos y de actos que funcionen orgánicamente, a semejanza del hombre, y en cuyo espacio y eternidad esté el hombre mismo incorporado y proyectado permanentemente tanto en su consumación como en su acrecentamiento"

A partir de tales presupuestos, pueden vislumbrarse varias características importantes del intento de Anguita, en primer lugar el afán destructivo de la negación, propio de todo proceder vanguardista(44):

"(...) todo artista en el instante primero de la inspiración, pasa por un "estado en blanco", en el que las convenciones lógicas y de toda especie caen estrepitosamente derrumbadas. El mundo se nos aparece falso, ajeno y fantasmal, carente de sentido. Sin esta destrucción previa, ¿cómo podríamos erigir el nuestro?"

Rimbaud, Nietzsche y Hesse son los "ángeles" tutelares de "David", el primero con su ejemplo de videncia que a través del "desarreglo de todos los sentidos" atestigua la voluntad de una rebelión de índole moral; el segundo con un dictum que señala la libertad a seguir: "Nada es verdadero; todo está permitido"; el tercero, otorgando el requerimiento de destruir para fundar: "Para nacer, hay que destruir un mundo"(45)

Este vaciamiento de categorías y de descendimiento a lo más primigenio del ser y la conciencia implicaba una actitud de lúcida aceptación y búsqueda moral(46):

"(...) Entiéndase bien que lo que nosotros buscábamos era una moral pura, absolutamente exenta de mentira y de temor, para lo cual se impone un profundo análisis, un tocar fondo en nuestros actos (...)"

A partir de esa actitud, la Poesía debía ser asumida de otro modo, más allá de cualquier esteticismo, convirtiéndose en un punto de partida de la comprensión del nuevo estado anímico-moral del sujeto que debía desembocar en una síntesis entre la voluntad arbitraria y la Necesidad a que somete el mundo de la lógica. La Poesía se habrá convertido entonces en un instrumento(47):

"(...) Nosotros queríamos una moral. Queríamos mucho más que servirnos de la poesía actuante como instrumento catártico. Debía venir después la síntesis (...) entre mi voluntad, arbitraria y esa Necesidad -arbitraria también aunque de otro modo opuesto- a que me somete el mundo de la lógica"

A partir de la Poesía que es, según Anguita, "el ejemplo precioso de un tipo de conocimiento voluntarioso"(48) queda establecida la noción de que la actividad humana es creación, ya que el modelo que asume posee la más amplia libertad(49):

"(...) no hay actividad humana alguna que, como la Poesía (tomo este vocablo en su amplia acepción de Creación) dé al hombre la facultad sin límites de fantasear: ¡Sólo en ella el hombre puede todo lo que quiere!"

Esa voluntad apetece y confirma el deseo y por lo tanto se podría aseverar que el conocimiento de la Realidad se logra cuando "la manchamos y tomamos con nuestras manos para hacerla nuestra"(50) . Anguita quiere diferenciar el conocimiento nacido de la voluntad que posee a la Poesía como modelo creativo, de la ciencia, oponiéndole a esta última dos de las más fuertes manifestaciones en que encarna esa voluntad: evidentemente, la Poesía, pero también , la Religión(51). Por ello no es de sorprender que la reivindicación de esta última, signifique otorgar sentido desde una conducta humana de raigambre inmemorial(52) :

"(...) Allí están los mitos y la primitiva ciencia de los albores de la historia, las religiones como una prolongación de la tensión, la angustia y el anhelo humanos. Porque entonces lo que el hombre pensaba o realizaba era su deseo. El síntoma era símbolo, el sueño era acto, el creador se confundía con sus obras y jamás se desdobló en viciosa ubicación de objeto y no de sujeto. Creer es querer, y querer es conocer.(...)"

Anguita solicita un nuevo mito, un mito creado por los seres humanos(53):

"(...) Es preciso el mito nuevamente, pero el mito creado por nosotros"

Crear el mito, es crear conductas y un estilo; maneras de vivir, de relación social, viviendas, actos y objetos, como una proyección de la mismidad del ser humano. Sólo a partir de ahí será posible conferir sentido al mundo exterior que, cuando se logre, permitirá al hombre poseer un "gran poder"(54). Por ello la imagen poética servirá de nexo relacionante entre los fenómenos del mundo. Se habrá logrado entonces "un intenso e infatigable trabajo por la Unidad de la creación"(55). Por eso, al seguir la "ruta" de "David", el ser humano habrá logrado un ascenso desde la Poesía a la Tragedia para lograr su más amplia y profunda conciencia de sí, lo que trae como resultado, la abolición del azar y las plena responsabilidad de todo acontecer(56) :

"(...) Siguiendo la ruta David, el hombre ascenderá: de la Poesía a la Poesía Práctica, de ésta a la Liturgia, y de la Liturgia a la Tragedia.
Poesía es el ejercicio de la videncia interna a fin de hacerla externa (mediante el lenguaje verbal, plástico, musical, etc)
Poesía Práctica es el ejercicio de la poesía (ver definición anterior) para transformarla en vivencia.
Liturgia es el ejercicio de la Poesía Práctica para transformarla en actos.
Tragedia es un estado resultante de la comprensión real del Yo y el No-Yo mediante esta progresiva proyección voluntariosa (...)
Según esta escala, el hombre será, sucesivamente, Poeta, Hechicero, Sacerdote y Héroe (...) Abolición del azar. Somos responsables de todo. Estamos al centro de una inmensa red comunicante"

Se puede apreciar claramente con lo expresado aquí, que Anguita hacia mediados de la década del 50, había ya formulado su proyecto poético, logrando una individualización que se enraizaba en una aceptación del catolicismo como sustento ideológico-poético(57). En ese sentido es posible entender el último texto que puede considerarse clave para ver la articulación de este proyecto y que es el extenso y minucioso ensayo Rimbaud pecador(58) y que constituye un diálogo contrastante con la figura y obra del poeta de Charleville.

El origen del texto se remonta a 1954 y como apunta Anguita en la entrevista a Juan Andrés Piña(59):

"(...) En 1954 me junté con Neruda en Isla Negra -yo arrendé una casa ahí ese verano- y él me propuso que ambos le hiciéramos un homenaje al centenario del nacimiento de Rimbaud, que se iba a celebrar el 20 de octubre de ese año. Ese día se iba a efectuar un acto, y Neruda me pedía que yo escribiera algo como católico. Le dije que por supuesto, que no iba a renegar de mi religión en ese momento. Él, a su vez, lo haría como comunista. Entonces yo escribí una cosa que salió muy larga, un estudio con ochenta y tantas notas con letra pequeña, que efectivamente leí ese año en la Universidad de Chile y que después repetí como conferencia en México, en febrero de 1956. Rimbaud pecador fue publicado después en una separata de la revista Atenea, de la Universidad de Concepción (...)"

Publicado en la revista Atenea de la Universidad de Concepción en 1962, Rimbaud pecador puede ser considerado no sólo un homenaje para una celebración de centenario, sino algo mucho más decisivo: una verdadera autoaclaración de principios poéticos -principios que, como se ha visto, se hallaban plenamente esclarecidos como sistema poético en el momento de la publicación del texto- frente a uno de los íconos máximos de la poesía de la Modernidad. Puede verse el texto de Anguita entonces como una toma de posición como lo fue el texto de 1943 frente a Huidobro. Y como si de un eco se tratase, ya desde el título, Anguita deja vislumbrar una posición de lectura crítica que se afianza en la palabra pecado. ¿Ante qué o cual instancia?. Dice el texto a su inicio a modo de tesis(60):

"(...) Rimbaud fue incapaz de derivar una conducta, una moral propia, desde la fuente de su visión poética, que, sin embargo, le proponía un mundo diferente al de todos los días"

El tema tan preciado para Anguita, el de una conducta derivada del ejercicio poético, es fundamental para comprender sus observaciones, comentarios y críticas a la vida y obra de Rimbaud. Paradigmáticamente, éste encarna la intensa autenticidad de la aventura poética, la experiencia límite de la Poesía con la Vida y con la Creación. Tal como señala, emitir un juicio en torno a él y su obra, significa enjuiciar la razón de ser de la Poesía misma(61) :

"(...) Rimbaud encarnó de manera tan pura, con pasión tan vehemente, con rigor tan implacable lo que todo poeta genuino siente en su experiencia poética de la vida, que juzgarlo a él es juzgar a la Poesía entera. La fuente y la naturaleza de su aventura espiritual fue la Poesía. Su pecado fue la Poesía en el más auténtico significado del vocablo. Por eso, al querer enjuiciar a Rimbaud, pretendo enjuiciar, junto con él, a la Poesía en sí. Enjuiciar la legitimidad del ejercicio poético (...)"

Esto obliga a Anguita a clarificar una vez más lo que para él consiste la Poesía(62):

"(...) La Poesía -hablo del Arte en general- es la actividad intelectual humana que con mayor fuerza se cimenta en esta facultad nominativa y creadora [la otorgada por Dios al hombre en el Génesis] (...) Según la Poesía, el hombre da una ordenación determinada al mundo -hasta ese momento, caos-, lo nombra con tales y cuales palabras, con tales y cuales colores, subraya atributos, desestima otros. Y vemos, asombrados, aparecer ante nosotros, a través de las obras poéticas de las generaciones, una realidad singularísima, siempre distinta y nunca terminada de crear, nunca definitiva. Sólo que en ella -al revés de lo que muestran o deben mostrar la ciencia y la filosofía-, hay una fusión, una alianza, un acorde entre aquel impasible, extraño e inhumano Objetivo, y este ser que es el hombre, con deseos, con temores, con preferencias, con apetitos inmortales: en una palabra, con voluntad"

Entre los valores que posee la Poesía, la libertad es fundamental, pues conlleva una "pasión" por vincular objetos y atributos al parecer lejanos. Como manifestaba en el texto de 1940, ese impulso nace del Amor que insta hacia la Unidad original(63):

"(...) La verdadera libertad reside en poder. No es libre aquel que no puede todo lo que quiere (...) en la poesía, como tal vez en ninguna otra operación humana, el hombre puede todo lo que quiere. Puede crear; expresar, por lo menos, ese nuevo orden, esa creación de su voluntad (...) ¿Qué significa esta extraña y tan característica pasión de la poesía por vincular objetos y atributos aparentemente tan distantes? (...) En una palabra: Amor. Es el impulso por reunir a los seres de la Creación (...) descubriendo sus semejanzas. La poesía los convoca al conjuro de la Unidad original que en ellos descubre, y al agruparlos los hace cantar al mismo ritmo, en sinfónica convivencia (...)"

Para Anguita queda claro que la Poesía tiene un poder de síntesis que permite aunar dolor y goce, bien y mal, por cuanto los peores sentimientos y las escenas más crueles con la Poesía adquieren rango de Belleza, que para el autor de La visita equivale a la Bondad(64). Según Anguita, Rimbaud, de estos "privilegios" privativos de la Poesía, extrajo su soberbia(65) que se traduce en un rechazo a la Belleza y por ende al Bien. El estar consciente de aquella equivalencia y que, a partir de ahí, el poeta de Charleville articule un sistema de conocimiento, la "videncia poética", que se enfrenta orgullosamente, en la instrumentalización del mal, a la idea de Divinidad o Bien representada en el hecho mismo de la Creación, constituye para Anguita la experiencia máxima de la poesía moderna como pecado(66) :

"(...) Injuria a la Belleza ¿Cómo? Disiente. Protesta. Se rebela. La niega. La hiere (...) Sin embargo, aquella negación no puede considerarse todavía un pecado. A no ser que, lúcidamente, se asimile la idea de Belleza a la idea de Bien, a la de Amor, a la de Justicia. El granuja vagabundo no sabe nada de eso; por eso no peca. Rimbaud, sí, porque es absolutamente consciente de la equivalencia (...) "un largo, inmenso y razonado desarreglo de todos los sentidos" ¿Se trata de un tipo de experimentaciones sensoriales, útiles a la poesía? No. El desarreglo alcanza a lo moral (...) "Me armé contra la justicia", dice inmediatamente después de haber declarado que encontró amarga la Belleza, y que la injurió. La justicia, en su más lato sentido, es el orden de la creación; lo que es justo; lo contrario de monstruoso"

Por ello es posible advertir que, para Anguita, Rimbaud alienta un afán de conocimiento que, al estar fundado en la videncia, no se proyecta en la voluntad hacia la vida, ya que su propuesta carece de la instancia primordial de asociación y plenitud: el Amor(67):

"(...) Quiere ver. Coge la fruta -no del Árbol de la Vida, que ya la tenía a su arbitrio-, como de la fruta que le ha de otorgar el conocimiento (...) Rimbaud quiere hacer de la poesía un medio de conocimiento. Y para lograrlo, primero disintió, desobedeció: es una repetición del pecado de Adán. La tentación fue la promesa de que sería sabio (...) Ve. Aceptemos que ve. Y todo lo que ve -aunque falsificado por las artes hechiceras de su método- podría ser verdadero. Sólo que (...) él no está allí, no participa activamente. Ha quedado al margen; en una palabra: no hay amor (...) Su orgullo lo expulsó (...)"

Lo que anhelaba Rimbaud, según Anguita, era haber creado la posibilidad del Paraíso donde se halla el festín de la Poesía, pero al percatarse que eso no era posible, articuló su sistema de conocimiento para, en un acto de orgullo, oponerse a ese festín del cual él sólo era invitado, pero no creador(68) :

"(...) Rimbaud vio el Paraíso, describió el festín. Su poesía refleja casi todo el esplendor de la fiesta; la libertad, la desenfrenada subjetividad, el goce dionisíaco de aquella irradian a través de sus visiones.¿Por qué huyó de todo eso? Por que él no era autor del festín, sino sólo un invitado. Orgullo. Y así es como vemos que, en gran porción de su obra, y en todo el lineamiento de su método y de su ética, para sentirse autor, falsifica, inventa. Y, por supuesto -tal es la necesidad del pecador-, predica un mundo de odio, hechicería, miseria, infelicidad: todo lo contrario de lo que él quería, pero que rechazaba por no ser su obra (...)"

Estas observaciones críticas le permiten a Anguita tomar posición ante Rimbaud como representante y encarnación de la aventura poética moderna, el cual, según el poeta de El poliedro y el mar, fue incapaz de derivar hacia una conducta al quedar deslumbrado por el efecto embriagador de su sistema de conocimiento. Por ello al concluir su texto, Anguita propone, tomando y subvirtiendo un término de indudable ironía rimbaudiana, que el momento de los poetas como videntes ha concluido, abriéndose la instancia de que sean funcionarios(69):

"(...) La lección fluye sola, y yo no tengo derecho a ocultarla. Parte de ella está constituida por su caída, parte por su despertar. Él había acusado, en su Carta del Vidente, a los poetas más célebres de ser meros "funcionarios", no "creadores". Pues bien: ha llegado el momento de desmentirlo. Lo que ha habido a millares han sido "creadores", "autores", "inventores" de fantasmagorías. Funcionarios, muy pocos (...) Esto es lo que hay que proclamar: ¡la poesía funcionaria! Una poesía al servicio de la Verdad, de la Bondad y del Amor (...) Una poesía, digo, en que el hombre ponga de su parte todos esos valores, y no lo deje todo a "la part de Dieu" (...)"

Una actitud semejante exige al poeta moderno, según Anguita, un coraje para dar cuenta de una humildad vigilante, pero también de un valor para encontrarse frente al mundo en espera de la resurrección (70):

"(...) Tengamos el coraje de sacrificar los cánticos y escribir una humilde, una vigilante poesía funcionaria, de la que muy pocos, como no sean santos, han sido antorchas.
Frente al escándalo del mundo, vivamos, poetas modernos ( es decir, cristianos), vivamos nuestra noche de Abisinia. Sólo después, "a la aurora (...) entraremos en las espléndidas ciudades". Sólo después nos será "legítimo poseer la Verdad en un alma y un cuerpo". Sólo después, resucitar, "revestidos nuestros huesos de un nuevo cuerpo amoroso". Cantaremos, entonces:
" Elle est retrouvée.
Quoit?- L´eternité"

Como se ha podido apreciar, el esfuerzo de Anguita es su autodefinición frente a Rimbaud, cosa que implica, a semejanza del texto de 1943 ante Huidobro, criticar la autosuficiencia del artificio poético como instancia inmanente de conocimiento. Ello, a su vez, significa reconocer una opción metafísica que valide la posibilidad de la creación ya del mundo como la imaginativa, es decir, la poética-artística.

Las reflexiones que se articulan en esta serie de textos, marcan la distancia y la lectura reinterpretativa que efectúa Anguita respecto del Creacionismo en lo fundamental y de Rimbaud como manera representativa de la poesía moderna. Esa distancia se encuentra matizada por una comprensión metafísica de la idea de creación que Anguita reivindica ya como misterio en la poética de presentación a la antología de 1935, ya como explícita aceptación de la idea de Dios como creador a partir del texto La poesía de 1940. Pero también es posible constatar que desde el principio de sus especulaciones y reflexiones poético-estéticas hace de la creación un hecho lingüístico, reflexión que se profundiza y asienta en los textos posteriores (el Verbo divino es el referente del verbo poético, por tanto es acción creadora como puede colegirse de los textos de 1940, como de la introducción a la antología de Huidobro de 1945, como asimismo de David o una moral poética de 1957) Que la idea de creación se acepte de aquel modo, implica reconocerla como parte esencial de aquella comprensión metafísica que se anunciaba anteriormente, comprensión que conlleva a una validación retórica de la misma y que se condice, por lo tanto, con el significado profundo que posee(71), como se puede apreciar al examinarse a la luz de su origen judeo-greco-latino. Esto, a su vez, permite vislumbrar otra característica que posibilita advertir una diferenciación del proyecto de Anguita del de Huidobro y que, tiene que ver, con la sospecha y rechazo por cualquier afán de fundar el quehacer poético en conceptos de índole cientificista o técnico(72). Asimismo, Anguita asume la noción de poema creado de Huidobro y el rol primordial del poeta como creador, pero afianzando ese poder, no contra la divinidad, sino en concordancia subalterna a ella. Por otro lado, Anguita efectúa una peculiar apropiación del concepto de imagen que no se desentiende de sus versiones vanguardistas, pero centrándola en sus reflexiones con una terminología cristiana que subvierte la iconoclastia moderna. Estas observaciones son las que permitirían interpretar la lectura que Anguita hace de las propuestas de Huidobro en términos de Tésera como indica Harold Bloom en La angustia de las influencias(73). Efectivamente, Anguita lleva a cabo una mala lectura de las propuestas de Huidobro y la vanguardia, por cuanto le es preciso como efebo despejar un espacio imaginativo para su autodefinición poética. Por ello, al hacer una revisión del concepto de creación, lo retrotrae a su significado original que implica, necesariamente, una consideración metafísica del mismo. Ahí radica lo esencial de esta mala lectura que, en cuanto Tésera, se efectúa del creacionismo: completa al poeta "precursor" (Huidobro), conservando sus términos (el concepto de creación y objeto creado), pero logrando otro significado, como si el poeta "precursor" no hubiese ido demasiado lejos. Eso significaría, si se sigue la pauta esbozada anteriormente y que propicia la teoría de Bloom, que Huidobro no fue más allá de una articulación inmanente del concepto de creación al no cristalizarse como acción en el mundo o para decirlo con términos de Anguita, como proyección voluntariosa. Por ello, Anguita al proponer una noción trascendente del concepto (trascendentalismo en dos aspectos: en relación a la proyección voluntariosa recién enunciada que implica ir desde la poesía hacia la vida -cumpliendo el afán de toda vanguardia y por ende, siendo fiel a los postulados generacionales a los cuales puede ser circunscrito- como por el peso que hace sentir en el proceso creador mismo de la idea de Dios) lo ampliaría y completaría y por tanto, se individualizaría como poeta poseedor de un proyecto diferente y no subalterno al que propone el poeta de Altazor(74).

En el desarrollo de esta reflexión poética, los textos examinados son centrales, no sólo porque consolidan un pensamiento en torno al quehacer poético con vigorosa individualidad, sino porque presentan la versión teórica del mismo que también encarnará en obra, para ser más precisos, en los poemas que a partir de Definición y pérdida de la persona, conforman el corpus principal de la obra de Anguita: El poliedro y el mar, La visita, Venus en el Pudridero, Liturgia, poemas con los cuales, los textos revisados, dialogan fecundamente desde el concepto de creación.

 




NOTAS

(1) El presente ensayo forma parte de un trabajo de mayor envergadura en preparación por el autor, una monografía acerca de la obra del poeta de Venus en el Pudridero titulada provisionalmente Pensamiento y creación por el lenguaje: un acercamiento a la obra de Eduardo Anguita.

(2)Algunas excepciones son el artículo de Pedro Lastra, "Eduardo Anguita en la poesía chilena" prólogo a la segunda edición de Poesía Entera, ed Universitaria, Stgo de Chile, 1994, pp 15-28, incluido ahora en Leído y anotado, ed LOM, Stgo de Chile, 2000, pp 41-52; el artículo de Cristián Warnken "Eduardo Anguita en la generación del 38" publicado originalmente en Estudios Públicos n° 52, 1993 y posteriormente como Post Scriptum en Poesía Entera, ed cit, pp 207- 220 y el artículo de Andrés Morales "La obra ética de Eduardo Anguita" prólogo a Anguitología, ed Universitaria, Stgo de Chile, 1999, pp15-23, incluido posteriormente en De palabra y obra, ed RIL, Stgo de Chile, 2003, pp 39-48. Si bien es cierto el valioso aporte que efectúan estos autores con los textos mencionados al estudio de la poesía de Anguita, su visión de conjunto no realiza un escrutinio detenido en los detalles de su teoría poética, lo cual no desmerece en absoluto el esfuerzo de valorar una obra que no ha contado con las apreciaciones críticas de rigor.

(3) Anguita, E: "La poesía", poética de presentación que antecede la selección de poemas incluidos en la Antología de poesía chilena nueva, 1° ed Zig-Zag, Stgo de Chile, 1935, 2° ed LOM, Stgo de Chile, 2001, pp 313-318. Todas las referencias relacionadas a este texto son de la 2° edición.

(4) Anguita, E: "La poesía", ensayo de presentación que antecede al poema Definición y pérdida de la persona incluido en la antología de Hugo Zambelli, Trece poetas chilenos, Imprenta Roma, Valparaíso, 1948. Este ensayo junto al poema fueron escritos originariamente en 1940. Es posible encontrar ese texto en la Antología de la poesía chilena contemporánea de Alfonso Calderón, ed Universitaria, Stgo de Chile, 1971, pp 291-295 y que servirá de referencia para este trabajo.

(5) Anguita, E: "Vicente Huidobro, el creador", introducción a la Antología de Vicente Huidobro, selección y notas por Eduardo Anguita, ed Zig-Zag, Stgo de Chile, 1945. Texto recopilado ahora en Vicente Huidobro y el creacionismo, colección El Escritor y la Crítica, ed Taurus, Madrid, 1975, edición a cargo de René de Costa, pp 333- 348.

(6) Anguita, E: "David o una moral poética" en revista Pomaire, 1957. Ahora en Anguitología, ed cit, pp 161-166.

(7) Anguita, E: "Rimbaud pecador" conferencia dictada en la Universidad de Chile en 1954 y en Ciudad de México, México en 1956. Editada como separata de la revista Atenea de la Universidad de Concepción, Concepción, 1962. Ahora en Anguitología, ed cit, pp 176-212.

(8) En este sentido, al igual que Huidobro y otros poetas chilenos contemporáneos (Enrique Lihn o Jorge Teillier, por ejemplo), Anguita obedece a la categoría de poetas críticos que tan certeramente caracteriza Octavio Paz en Los hijos del limo, ed Seix-Barral, Barcelona, 1998, p. 91 y sgts y que va desde Baudelaire hacia delante y cuya principal característica es la reflexión autoconsciente en torno a las posibilidades de la poesía en cuanto conocimiento o indagación en la realidad y el lenguaje, propiedad privativa de todo poeta que se sitúa en la Modernidad.

(9) El primer libro de Anguita se titula Inseguridad del hombre y data de 1950 bajo el sello David. No es un libro de poemas, sino de cuentos. Con anterioridad, Anguita sólo ha publicado sus poemas en antologías (como la de 1935 o la llevada a cabo por Hugo Zambelli en 1948) . De 1951 es su primer libro de poemas: Anguita: 5 poemas, ed David, Stgo de Chile.

(10) Anguita, E: "La poesía" en Antología de poesía chilena nueva, ed cit, p 313

(11)Ibid, p 313-314

(12) Ibid, p 316

(13) Ibid, p 316-317. Huidobro relega la comprensión de lo religioso-mítico de su espectro de comprensión poética al reivindicar la plena autonomía del poeta como sujeto creador a instancias, sobretodo de la lectura que efectúa del pensador norteamericano Ralph W. Emerson. La presencia e influencia de este autor en la configuración del naciente creacionismo ha sido rastreada en detalle por Mireya Camurati en Poesía y poética de Vicente Huidobro, Fndo García Cambeiro, Bs Aires, 1980, pp14-34. Será justamente la lectura de Emerson la que posibilitará la articulación del concepto de poeta como creador autónomo. Frente a la crisis espiritual de 1914, donde Huidobro renuncia a la fe católica de sus padres, la figura del pensador norteamericano adquiere rasgos no sólo de consolación anímica, sino una reconciliación del poeta con una idea antimetafísica del proceso artístico.

(14) Ibid, p316. Las cursivas son nuestras.

(15) Ibid, p 317

(16) Ibid, p 314-315

(17) Al respecto ver el ensayo El creacionismo en Obra Selecta de Vicente Huidobro, ed Ayacucho, Caracas, 1989, pp 307 y sgts donde Huidobro otorga la teorización de aquel concepto.

(18) Ibid, p 314-315

(19) Al respecto ver el ensayo Manifiesto de manifiestos en Obra Selecta, ed cit, p 320 y sgts, donde Huidobro aclara este punto.

(20) Evidentemente Anguita conoce Manifestes de Huidobro tal como se evidencia en varios pasajes del presente texto, por ejemplo en las páginas 314 y 317.

(21) Anguita, E: "La poesía" en Antología de la poesía chilena contemporánea de Alfonso Calderón, ed cit, p 291.

(22) La efigie de poeta que propicia Rimbaud en el texto denominado Carta del vidente corresponde a un sujeto poseedor de una visión, más allá de lo evidente, del acontecer futuro, donde la poesía es una posibilidad de llegar a lo incógnito, lo desconocido, es decir, al conocimiento de la totalidad aún no adquirida como proceso racional de sentido. Esto se logra a través de un largo y razonado desarreglo de todos los sentidos, una invitación para establecer una "conducta poética" , que implica una transformación del sujeto, transformación que implica un ejercicio conductual que revindica el Mal. Al respecto vid Estructura de la lírica moderna de Hugo Friedrich, ed Seix -Barral, Barcelona, 1959, pp 87-146; C.M Bowra La herencia del simbolismo, ed Losada, Buenos Aires, 1951, pp 7-25; Albert Beguin, El alma romántica y el sueño, ed Fondo de Cultura Económica, México, 1996, pp 462-470; como asimismo las visiones generales de Marcel Raymond en De Baudelaire al surrealismo, ed Fondo de Cultura Económica, México, 1997; Michael Hamburger en La verdad en la poesía: tensiones en la poesía moderna desde Baudelaire hasta nuestros días, ed Fondo de Cultura Económica, México, 1995; J.M Cohen en Poesía de nuestro tiempo ed Fondo de Cultura Económica, México, 1963, entre otros.

(23) Anguita, E: "La poesía", op cit, p 291

(24) Ibid, p 291

(25) Ibid, p 291

(26) Ibid, p 291-292

(27) Ibid, p 292

(28) Ibid, p 293

(29) Ibid, p 293

(30) Ibid, p 294

(31) Ibid, p 295

(32) Ibid, p 295

(33) Anguita, E: "Vicente Huidobro, el creador" en Vicente Huidobro y el creacionismo, ed cit, pp 339-340

(34) Ibid, p 345

(35) En esta ampliación comprensiva es en donde puede detectarse con mayor prontitud la lectura diferenciada que Anguita hace de Huidobro; se corrige la idea de creación, postulando una diferenciación que quede sustentada en la comprensión "verdadera" de su articulación.

(36) Anguita, E: "El Movimiento David" y "El Movimiento David (II)" en La belleza de pensar, ed Universitaria, Stgo de Chile, 1988, pp130-131 y pp132-133, respectivamente.

(37) Anguita, E: "El programa de David" en Páginas de la memoria, ed RIL, Stgo e Chile, 2002, pp 55-57

(38) Andrés Morales señala al respecto en "La obra ética de Eduardo Anguita", prólogo a Anguitología, ed cit, p 18: "Aunque el movimiento David -iniciado hacia 1938- puede leerse como un intento de Eduardo Anguita por crear una nueva vanguardia, no es posible hablar con propiedad de una escuela o una corriente estético-literaria que haya prosperado. Si bien se trata de un intento por integrar desde la poesía una postura moral y hacer de la escritura una práctica que apunta a establecer primero una ruptura con lo anterior y luego una propuesta que se acerca claramente más a lo filosófico y a lo religioso que a lo puramente estético, David ha de considerarse como una búsqueda más que como un hallazgo"

(39) La relación de Anguita con el surrealismo es de distancia y crítica. Más allá de la amistad personal con algunos miembros de Mandrágora, Anguita mantuvo una actitud semejante a la de Huidobro respecto al programa surrealista. Su diferencia estriba en una aproximación a la noción de Inconsciente que Anguita aceptaba como propio del desenvolvimiento vanguardista, pero sin caer en una consideración del punto capital del programa surrealista: la idea de azar y la noción de escritura automática. Vid "Eduardo Anguita, poesía y hechicería" en Conversaciones con la poesía chilena de Juan Andrés Piña, ed Pehuén, Stgo de Chile, 1990, pp 67-68 y pp 77-78.

(40) Vid la entrevista "Eduardo Anguita: poesía y hechicería" en Conversaciones con la poesía chilena de Juan Andrés Piña, ed cit, pp 68-69

(41) Anguita, E: "David o una moral poética" en Anguitología, ed cit, pp 161-166

(42) Ibid, p 161

(43) Ibid, p 161

(44) Ibid, p 161

(45) Ibid, pp 161-162

(46) Ibid, p163

(47) Ibid, p163

(48) Ibid, p163

(49) Ibid, p163

(50) Ibid, pp 163-164

(51) Ibid, p164

(52) Ibid, p164

(53) Ibid, p164

(54) Ibid, p164

(55) Ibid, p165

(56) Ibid, p165

(57) En la entrevista con Piña, Anguita señala lo siguiente: "Hubo una época, en mi juventud, en que creí tener vocación sacerdotal, pero se me pasó. Mucho más adelante me fui a un monasterio, pensando estar una semana para hacer meditación, pero al segundo día ya no puede más y me fui para la casa. Yo me descristianicé bastante cuando empezó mi amistad con Huidobro, quien no era creyente. Ahí me hice ateo y pasé unos cinco años de descreimiento absoluto. Volví a creer cuando Huidobro murió, en enero de 1948. Ahí empecé a ir a misa y a comulgar muy seguido (...) En todo caso, ni en mi época de ateísmo dejé de hacer algo: la oración. Este es el vínculo que me ha preservado de muchas cosas. Yo rezo nominativamente por mis amigos. A los muertos también. Y rezo por mis tres hijas (...) al tomar uno conciencia de sí mismo, se da cuenta que no está solo. "Estoy solo conmigo, o sea, yo además soy otro" se da cuenta uno. Y para mí, este otro es Dios. Yo siento que la soledad me entrega la "circunvalación" como diría Karl Jaspers. Dios me circunvala. Y siento la existencia de Dios" . "Eduardo Anguita, poesía y hechicería" en Conversaciones con la poesía chilena, ed cit, pp 80-82

(58) Anguita, E: "Rimbaud pecador" en Anguitología, ed cit, pp 176-212

(59) Piña, Juan Andrés: "Eduardo Anguita, poesía y hechicería" en Conversaciones con la poesía chilena, ed cit, p 74

(60) Anguita, E: "Rimbaud pecador", op cit, p176

(61) Ibid, p177

(62) Ibid, p178

(63) Ibid, p 179-180

(64) Ibid, p 180

(65) Ibid, p 180

(66) Ibid, p 188

(67) Ibid, p 191-192

(68) Ibid, p 197

(69) Ibid, p 212

(70) Ibid, p 212

(71) El concepto de creación se origina en Occidente al menos en la confluencia de tres tradiciones: la judía, la griega y la latina. George Steiner señala al respecto: "(...) una triple etimología complica el léxico. En la Torá el vocabulario relativo a la creación, al acto de moldear (en el torno del alfarero), de causar el ser es crucial. En griego, la esfera connotativa y denotativa de poieo y su desiderativo poieseo es excepcionalmente densa. Abarca la inmediatez de la acción y la causalidad compleja, la fabricación material y las licencias poéticas. Gran parte de esta constelación de sentidos aún no ha sido comprendida en su totalidad. La creatio latina se basa en la biología y la política: en el acto de engendrar niños y de nombrar a un magistrado (...)". Gramáticas de la creación, ed Siruela, Madrid, 2002, pp 30-31.

(72)Al respecto, Pedro Lastra y Enrique Lihn han efectuado una esclarecedora opinión que amplía y complementa lo enunciado en estas líneas: "(...) el sistema de preferencias elaborado por Anguita se contraponía al mismo tiempo al de Huidobro y al del surrealismo, pero con esta singularidad: que tal contraposición no lo llevó nunca a desatender las formas de producción verbal de esas instancias que lo prohijaron. Nuestra observación pudo resumirse así: "Ha creado la encrucijada en que se ha puesto, poniendo a prueba en ella su indudable capacidad de imitación diferencial. Donde las vanguardias, y en particular Huidobro, postulan una competitividad con la máquina como ícono de lo moderno en la perspectiva de un materialismo dialéctico que se compadece con la imagen romántica del suplantador de Dios -capaz de crear en la poesía un mundo nuevo-, Anguita se inclina desde una suerte de religión del arte a un arte religioso más y más ortodoxo" . "Eduardo Anguita en la poesía chilena" prólogo a la segunda edición de Poesía entera, ed cit, p 18. Vid asimismo, Lihn, Enrique: "Lectura de ciertos poemas chilenos" en El circo en llamas, ed LOM, Stgo de Chile, 1997, pp 211-212.

(73) La angustia de las influencias de Harold Bloom, ed Monte Ávila, Caracas, 1991. Vid principalmente p 13 y sgts y p 61 y sgts.

(74) "En la escritura de Anguita (...) radica en una visión del mundo, contrapuesta a la de la mayoría de los poetas de vanguardia. Esa visión esencialista, espiritualista, finalmente católica, que persiste en asimilarse al modus vivendi y al modus operandi del vanguardismo, resulta algo así como una secuencia inconsecuente de y con la ideología que genera y que sustenta al vanguardismo: donde éste quiere vino nuevo en odres nuevos, Anguita reclama vino viejo en odres nuevos (...)" Lihn, Enrique; Lastra, Pedro: "Lectura de ciertos poemas chilenos" en El circo en llamas, ed cit, p 211. Tal vez a esta cita, como contraste de perspectiva, sea dable parafrasear una reflexión que sustenta a modo de tesis Octavio Paz en Los hijos del limo, ed cit, p 62 : "La historia de la poesía moderna es la historia de las oscilaciones entre estos dos extremos: la tentación revolucionaria y la tentación religiosa" . Justamente, en la Modernidad, las autonomizaciones de la vida son asumidas a su vez como abstracción y alineación respecto a la totalidad que representa una eticidad. Antaño fue la religión la que aglutinó esa totalidad, pero en los procesos de Ilustración llevados a cabo por la razón crítica aquel "soporte" fue destruido. La autonomía del arte es una consecuencia de ello y hacia su desmantelamiento apuntó el esfuerzo vanguardista, en su afán de reunir arte y vida. En ese sentido, lo que manifiesta Paz, puede ser visto como un intento de mostrar los derroteros hacia los cuales deseaba sustraerse el discurso poético moderno como posibilidad de transformación vital: o la revolución o la religión. Por ello, respecto a lo último, el gesto moderno de reivindicar una "mitología" nacida de su propio seno, pero alimentada de imágenes religiosas en descomposición o reinterpretando las de la religión predominante de occidente (el cristianismo) ofrece una perspectiva de sentido a la cual puede vincularse el esfuerzo poético de Anguita. "Cada poeta inventa su propia mitología y cada una de esas mitologías es una mezcla de creencias dispares, mitos desenterrados y obsesiones personales" Paz, op cit, p73. Por ello, es posible entrever que sería un tanto arriesgado aseverar unilateralmente que Anguita es un poeta católico. Tal vez, aquel "catolicismo" sea más heterodoxo de lo que pueda apreciarse a primera vista, pues siempre tendrá que vincularse con las tensiones propias del discurso poético. Sin negar la autenticidad personal de las manifestaciones de fe de Anguita, queda bastante por rastrear acerca de la interpretación que del cristianismo católico efectúa la poesía del autor de Venus en el pudridero. Quizás una visión sincrética como la propiciada por los románticos alemanes (Novalis, Schlegel, por ejemplo) donde poesía, pensamiento y catolicismo configuran un singular modo de concebir al ser humano, la religión y la poesía. Pero eso es labor para un trabajo futuro que necesitaría plantearse a modo de tesis.


 

 

 

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Poesía y Reflexión en Eduardo Anguita.
Por Ismael Gavilán.
Valparaíso, Otoño de 2005.