Todos tenemos una historia que nadie conoce / la que sucede al interior / de las paredes de nuestro cuerpo (Pág 15) con estos versos de la poeta Soledad Murúa me adentro en la lectura del libro Hielo Amor en cuyo recorrido se vislumbran las primeras imágenes de un amor idílico, sublime, que parecía imperecedero, siempre dispuesto a redescubrirse tras los misterios que envuelve la magia de los cuerpos que se descubren, a partir de sensaciones, búsquedas, encuentros y desencuentros propios del ser, aquellos que se ocultan en esa historia que nadie conoce y que sin embargo trasciende en los cuerpos, las voces y los sentidos.
El amor ha sido un tópico recurrente en la literatura universal, es uno de los sentimientos más profundos del ser humano, emana épocas, individualidades, tiempo y espacio. Mediante la experiencia amorosa somos capaces de proyectarnos en otros seres humanos. García Márquez decía que el amor es un sentimiento capaz de resistir la prueba del tiempo.
María Soledad Murúa Muñoz
En el libro Hielo Amor, nos damos cuenta que ese sentimiento sublime, inmaculado, es destruido por otros, quienes instalan en nuestro país una muerte colectiva mediante la barbarie del golpe de Estado. En esos tiempos aciagos de la dictadura militar el amor es aniquilado porque también se derrumba la imagen del ser colectivo, aquel que habita más allá de nosotros y que se instala en los anhelos de la esperanza, los ideales y las utopías; todos estos sueños fueron fraccionados, derrumbándose como pájaros a quienes se les han arrebatado sus alas. La poeta nos dice: Somos polvo que viaja /agua proveniente de un manantial/pájaros astrales/ que el viento cósmico lleva por sus pasillo. (Pág. 18)
Julia Kristeva en su libro Historias de amor nos dice que: Ser psicoanalista es saber que todas las historias acaban hablando de amor. La autora señala que, la queja que me confían los que balbucean a mi lado siempre tiene su origen en una falta de amor presente o pasado, real o imaginaria. Y sólo puedo entenderla si yo misma me sitúo en ese punto de infinito, dolor o arrebato. Con mi desfallecimiento, el otro compone el sentido de su aventura. Agrega que nuestra sociedad no tiene ya código amoroso. En cada relato privado, íntimo, inconfesable, buscamos descifrar los meandros de ese mal que tiene una relación tan extraña con las palabras. Idealización, estremecimiento, exaltación, pasión; deseo de fusión, de catástrofe mortal tendida hacia la inmortalidad, el amor es la figura de las contradicciones insolubles, el laboratorio de nuestro destino. ¿Filosofía, religión, poesía, novela? Historias de amor, de Platón a santo Tomás, de Romeo y Julieta a Don Juan, de los trovadores a Stendhal, de la madona de Baudelaire a Bataille. Las grandes elaboraciones simbólicas no dicen nada que no se escuche en la sombra, cada día. Estar psíquicamente en vida significa estar enamorado, en análisis o presa de la literatura. Como si toda la historia humana no fuera más que una inmensa y permanente transferencia”. Soledad Murúa nos dice: “Este mundo se hizo mi mundo /y yo fui hija de sus entrañas” (Pág. 19).
Las experiencias vividas por miles de compatriotas tras el golpe cívico militar sin duda marcaron sus vidas para siempre, nadie podía mantenerse indiferente ante los hechos de persecución y muerte a los cuales fueron sometidos. Es así como la dictadura acarreó un sin número de situaciones que hacen que nuestras vidas se bifurquen, se fragmenten, confrontando dos opuestos que dividen nuestro ser, incluso desde la primera infancia. La autora señala en uno de sus poemas, Cito: La niñez también fue/ bombardeo a la moneda /allanamientos detenciones torturas/desapariciones muertes/ La niñez fue dictadura/ abandono tristeza y frío. (Pág. 21)
De esta forma la belleza del amor da paso al oscurantismo y la ausencia de sentidos. La muerte es el discurso de la barbarie, el golpe más sangriento a las ideas, a lo poético, a la interrupción violenta de la vida. La literatura comenzaba a dar cuenta de esos flagelos, apartándose del concepto más clásico de la muerte, incluso al ser contemplada como un aprendizaje para la vida.
Cervantes por ejemplo en El Quijote de la Mancha trata la vida como un trance hasta la muerte, siendo la proximidad de la muerte la responsable de la lucidez del hidalgo. La autora nos dice, cito: El festejo de tu sangre con mi sangre /el amor/ es la gran anestesia/ al dolor de la existencia/ que se acaba a cada segundo/ mientras se acumula la muerte. (Pág. 36)
Es indudable que el golpe de Estado en Chile marcó un antes y un después en la literatura chilena, provocando una diáspora de autores que se vieron obligados a enfrentar el exilio, las y los autores que se quedaron en el país escribieron bajo censura. Estas dos realidades hicieron abordar temas tales como: la violencia, la pérdida, el caos existencial; de esta forma, la literatura en general fue un espacio de resistencia y memoria. La dictadura no pudo acallar un discurso literario subyacente que se iba instalando en la memoria emotiva de nuestros compatriotas y el mundo. Visto en esa perspectiva podemos señalar con mucha fuerza que la literatura como otras áreas artísticas construyeron un manantial de luz allí donde la gran noche de nuestra historia quiso impregnar de odio las palabras, sin embargo, la poesía continúa escribiéndose más allá de las palabras. Cito: Humedeces mi cuerpo /con sudor y lágrimas/ cada cierto tiempo/ regresas a mi cuerpo a morir (Pág. 55)
Los misterios de la poesía son infinitos, tal como nos dijo en una ocasión García Lorca, cito: “Una gran sensación de anécdota, un agudo ambiente dramático y nadie sabe lo que pasa ni aun yo, porque el misterio poético es también misterio para el hombre que lo comunica, pero que muchas veces lo ignora”. (García Lorca, 2015, vol. II, p. 84)
Nuestra relación personal con la muerte va generalmente unida a nuestras propias experiencias, a la pérdida de seres con quienes estrechamos lazos de amistad, compañerismo o familiar, sin duda la muerte está inserta en la vida misma y por ello habita en la poesía desde siempre. Esto nos lleva a sostener que comprender la muerte de alguna manera significa acercarnos y comprender mejor la vida misma, siendo éstos los grandes temas de la literatura universal. La autora nos dice: Mientras llega la muerte/ voy sembrando tréboles de cuatro hojas/ a la orilla del mundo/ y los seres luminosos me acompañan (Pág. 62)
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María Soledad Murúa (Santiago de Chile, 1963) @soledad.murua es una Poeta Chilena, Educadora de Párvulos de la Universidad de La Serena y Magíster en Gestión Educacional de la Universidad Andrés Bello y de la Universidad Europea. Durante su época de estudios universitarios en Chile mezcla su interés por la educación y paralelamente participa en el movimiento estudiantil contra la dictadura militar, vivencias que marcarán tanto su vida como su creación poética.
Entre 1982 y 1983 vive en Suiza, donde realiza estudios de francés, primero en el Instituto Richelieu y posteriormente en la Universidad de Lausanne, esto la acerca
mucho más al mundo literario y es en esta misma universidad donde colabora escribiendo para revistas informales, de resistencia, de exiliados políticos latinoamericanos.
Hablar de la obra de la poeta chilena María Soledad Murúa, es hacer una referencia a lo mejor de la tradición poética latinoamericana. Una confluencia donde, desde
Mistral a Elvira Hernández, su tono, profundidad y desgarro hacen cargo en los versos de María Soledad, de una mirada que se bifurca entre la búsqueda de un pasado doloroso y la reserva ante una realidad presente a ratos conmovedora, por momentos extasiada, pero en ambas descritas con la claridad de una construcción poética de una autora que comprende perfectamente los avatares de su escritura.
Su obra muchas veces nos enfrenta ante la fragmentación de una realidad violenta y a la vez emotiva. Una obra
compleja que construye un puente entre el compromiso político en tiempos de dictadura, con un llamado de advertencia para que el terror no vuelva a explotar en nuestros rostros nuevamente.
Discurso poético donde el necesario
ejercicio de la construcción de una memoria colectiva, se entremezclan con la vivencia en primera persona.
Entre sus publicaciones a la fecha se destacan, “Heridas”
(2017), “Cicatrices de Papel” (2021), “Sinfonía de Sueño y
Muerte” (2022) y “Arrullo” (2023), "Hielo amor" (2025).
Leer la obra de María Soledad Murúa nos invita a recordar los sufrimientos del pasado, reflexionar sobre la memoria y resistir el olvido.
Rony Núñez Mesquida,
Cronista del diario Le Monde Diplomatique
