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"Restaurant Chile" de José Angel Cuevas
Voz de nostalgia y dignidad


Por Gustavo González
(IPS), mayo de 2005.


SANTIAGO, may (IPS) - "Restaurant Chile" es el último libro de José Ángel Cuevas, una antología de su mejor producción de 26 años que lo legitiman como un "ave rara", un poeta de la nostalgia, la memoria y la dignidad, que desde la ironía y la rabia se define como un marginal en la feria de vanidades de la literatura del país.

Nacido en 1945, Cuevas se formó en las letras y la política en los años 60, iluminado por la poética del movimiento "beatnik", la nueva canción latinoamericana, el rock, la irrupción de los hippies y por las luchas sociales que fueron el preámbulo del triunfo electoral en 1970 de la "vía chilena al socialismo" con Salvador Allende y la Unidad Popular (UP).

Desde las aulas del Instituto Pedagógico de la Universidad de Chile, donde se graduó como profesor de Filosofía, y las filas de la Juventud Comunista, el poeta que hoy tiene 59 años fue protagonista de un vasto fenómeno cultural como miembro de colectivos de jóvenes creadores que lidiaban con las letras y la música.

Como dijo el joven poeta Jaime Pinos en el lanzamiento de "Restaurant Chile" el 23 de abril, Cuevas perteneció a la generación de miles y miles de jóvenes "marchando tras el sueño del asalto al cielo (...) tras el sueño dorado de la revolución. Miles y miles, sin saberlo, marchando directo hacia el despeñadero".

Un despeñadero que tomó forma con el golpe de Estado del 11 de septiembre de 1973, inicio de la dictadura de 17 años del general Augusto Pinochet.

Según Pinos, el poeta Cuevas es un referente ineludible para entender la vida bajo la dictadura, en un Chile convertido en un país ocupado, donde se trivializaron el mal y la traición y la supervivencia cotidiana pasó a ser un gesto heroico.

"Justo comenzaba a atar mis propios cabos sueltos/ cuando vino el Golpe/ una mano dura/ tapándome la luna/ y el sol./ Todo se detuvo/ me deprimí", reza uno de los poemas de Cuevas que se remontan a esa época, caracterizada por un masivo exilio de intelectuales del cual no participó el autor de "Restaurant Chile".

"Todos mis amigos se fueron, los del Pedagógico, los poetas 'underground' y, en especial, esa vida libre, poderosa. ¡Destrozada! Es más, mucho más que la UP. ¿Por qué no me fui? Debía haberme ido, tenía más derechos que otros, pienso a veces, arrepentido", reflexionó en un artículo publicado en enero de 2002 en la revista La Calabaza del Diablo.

Fue uno de los tantos perseguidos por la dictadura, que le arrebató su vivienda en Ñuñoa, un municipio de clase media alta de Santiago y lo despidió de su trabajo como profesor de Filosofía en un liceo estatal.

"Me fui a vivir en un costado de la población (barriada marginal) San Gregorio. Allí viví entre gente que comía perro asado cerca de un canal lleno de guarenes (ratas de alcantarilla). El año 1975, sentado en ese canal, tomé la determinación definitiva de empezar de nuevo, la dictadura ya no sería corta. Me resolví a 'escribir' como una salida ética a mi vida", cuenta el poeta.

Pero no se resolvió a publicar sino hasta mayo de 1979, empujado paradójicamente por la Dirección de Inteligencia Nacional (DINA), la policía secreta de la dictadura de Pinochet.

Agentes de la DINA lo detuvieron y lo conminaron a colaborar con la represión, haciendo un contacto con gente del Movimiento de Izquierda Revolucionaria (MIR), partido con el que no tenía en rigor vínculos políticos.

Cuevas estaba solo. Se veía convertido en delator. Desesperado, juntó poemas que tenía escrito y los llevó a una imprenta donde le hicieron un libro de rústica encuadernación, que le sirvió para inscribirse como miembro de la Sociedad de Escritores de Chile (SECH), uno de los pocos espacios de libertad que sobrevivieron en los 17 años de dictadura.

Fue a la SECH en busca de un respaldo y, para su fortuna, los agentes de la DINA no volvieron a buscarlo, mientras el libro que armó como su salvavidas era publicado ese mismo año bajo el título "Efectos personales y dominios públicos”.

Esa publicación significó el comienzo de una prolífica creación poética, que sumaría, entre otros textos, "Introducción a Santiago" (1982), "Contravidas" (1983), "Canciones rock para chilenos" (1987), "Adiós muchedumbres" (1989), "Treinta poemas del ex poeta José Ángel Cuevas" (1992), "Proyecto de país" (1994) y "Poesía de la Comisión Liquidadora" (1997).

A esos títulos poéticos se suman "Maxim, carta a los viejos rockeros" (2000), "Destruir en nuestro corazón la lógica del sistema" (2001) y "1973" (2003), antes de la antología "Restaurant Chile".

Cuevas tiene igualmente obras en prosa, entre las que se destaca "Diario de la ciudad ardiente" (1998) y últimamente incursionó en el cine, como coautor con Álvaro Monge del video-documental "Ningún libro de historia hablará de nosotros", acerca de la clandestinidad de militantes comunistas de base durante la dictadura.

En agosto de 2004, el poeta publicó una carta pública para defenderse de ataques anónimos con que se pretendió desacreditar el hecho de que un grupo de intelectuales y académicos, sin consultarlo, propusiera su nombre para el Premio Nacional de Literatura.

"Recién supe que me habían presentado (al premio). Sé que es un gesto de validación. Pero no quiero aparecer como oficial. Soy un marginal. Si alguna vez me premian desearía que fuera el pueblo, los trabajadores, un premio de mi generación, etcétera, nada más", dijo.

"He luchado contra el poder ilegítimo, por mantener y preservar una vida ética, limpia. Repudio el lobby, lo denuncié. No vivo en ningún barrio alto, me quedé aquí entre los basurales de Puente Alto (municipio de los extramuros de Santiago)", escribió.

En la misma carta pública, el poeta puntualizó que vive de una pensión indemnizatoria que el Estado le concedió por haber sido despedido de su trabajo como profesor y que asciende apenas a unos 200 dólares al mes.

Para la periodista Ximena Duarte, Cuevas "viene a poner muchos puntos sobre las íes, a plantearnos la historia poética de los que se quedaron en Chile, los y las que no regresaron con grados académicos ni puestos en el gobierno, aquellos que no pertenecieron nunca a la 'whiskerda' (los izquierdistas que beben whisky)".

Ignacio Valente, el más connotado de los críticos literarios conservadores de Chile elogió en 1987 "la voz sencilla, siempre minúscula, levemente irónica, modestamente individual de este poeta que refiere una tragedia sin tonos trágicos, que no asume el acento de la ideología o del tiempo futuro, que simplemente cuenta su pequeña historia".

Una pequeña historia que es del poeta y de todos sus compañeros de ruta, como lo expresa el Poema 212, uno de los más conmovedores de su libro "1973":

"Un gran saludo a mi generación en Titho Tello
Salido recién del Hospital Siquiátrico de Santiago
dueño de un alto índice de alcohol
en todo el cuerpo
sin neuronas casi
repitiendo a borbotones la línea del comité central
derrotado y demolido
Titho lleva un pedazo de Soviet en su hígado
y mucho de clase obrera en restaurantes
y sucuchos de expendio sin patente
sin dientes sin zapatos
se ha inmolado como un mártir
que creyó toda esa posibilidad de vivir
y tener su poco de poder.
Nadie lo toma en cuenta
ni le hace caso
le dicen Borrachoff
en el barrio cuando pasa.
Archívese, comuníquese y publíquese”.

 

 


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"Restaurant Chile" de José Angel Cuevas. Voz de nostalgia y dignidad.
Por Gustavo González.
Fuente: (IPS), mayo de 2005.