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Cuando el “Che” Guevara manejaba una motocicleta


Por Javier Campos
www.elmostrador.cl, Marzo 2005

 


Ha tenido mucha popularidad mediática la reciente película “Diarios de una moticicleta” basada sobre el diario real de Ernesto Guevara de la Cerna (1923, Rosario, Argentina) cuando tenia 28 años. El diario aquel lo escribió Guevara en un viaje con su amigo Alberto Granado quienes salieron en 1951 en una vieja moto -Modelo Norton de 500 cc de cilindrada- a recorrer por siete meses parte de América del Sur. Es decir desde Buenos Aires a la Patagonia, de allí pasarían hacia el sur de Chile (Peulla, Temuco, Lautaro, Los Ángeles), siguiendo hacia el norte de Chile (Santiago, Valparaíso, Antofagasta, Baquedano, Chuquicamata, Iquique, Arica). De Chile continuarán a dedo hacia Perú. La moto en tanto se había quedado en las ruinas para siempre el 18 de febrero de 1952 en Temuco.

Pero será en Perú donde más tiempo estarían los dos: Tacna, Tarata, Puno, Juliaca, Siciani, Cuzco, Machu Picchu , Abancay, Lima, Iquitos, navegan por el amazonas rumbo al Leprosorio San Pablo. De allí a bordo de la balsa "Mambo-Tango" que les regalaron en ese Leprosorio van por el Amazonas hacia Colombia y terminan el viaje en Venezuela. El diario cubre desde la salida de Córdoba, el 29 de diciembre de 1951 rumbo al sur argentino, hasta cuando terminan el viaje el 26 de julio de 1952 en Caracas (nota 1).

Es notable que sólo 4 años más tarde, ni el mismo joven Guevara lo imaginaba, pero aquel viaje fue determinante en el fututo que abrazaría. Porque el 25 de noviembre de 1955 zarpa en el yate “Granma” con Fidel Castro desde México y otro grupo que no llegaba a cien para convertirse en el legendario “Che” Guevara, desembarcando en Cuba e iniciar una lucha de guerrilla contra el gobierno corrupto y represivo de Fulgencio Batista.

Es interesante que en los momento que Ernesto Guevara y su amigo preparan el viaje iniciático para conocer la otra América Latina y producir un tremendo cambio en ambos, pero más fuerte en Guevara, el joven cineasta argentino Fernando Birri (1925) estudiaba allá lejos, en Roma, pero con la cabeza puesta en las mismas inquietudes de Guevara y Granado por conocer la “otra” América Latina. Birri será uno de los iniciadores del cine documental, o padre del Nuevo Cine latinoamericano que nació a imitación del Neorrealismo Italiano en sus comienzos. Birri lo había estudiado en Roma a mediados de los 50 junto al famoso guionista del neorrealismo Cesare Zavattini. Por tanto el primer documental en América Latina que tendrá toda la influencia del neorrealismo italiano, cine para mostrar la verdad circundante, será “Tire die” [sobre niños pobres que corren cerca del tren pidiendo dinero a los pasajeros y gritándoles ¨Tire die¨o tire diez centavos] que Fernando Birri comenzó en 1956 y terminó en 1958.

Pero ya el director español Luis Buñuel en 1950, en su periodo mexicano, también era otro primer precursor del “Nuevo Cine Nuevo latinoamericano”, el que también “descubriría América Latina”. En ese mismo año de 1950 cuando Buñel comienza su film “Los olvidados” también quedará en la historia fílmica latinoamericana como otro precursor junto a Birri. Su film por primera vez habla despiadadamente -y con su dosis “ surrealista buñueliana”- de niños abandonados como perros en los barrios marginales de Ciudad de México.

El mismo año 1951 Alberto Granado y Ernesto Guevara planean seriamente sobre un mapa recorrer por siete meses el continente. Querían ver lo que no les contaron los planes de estudios de los gobiernos de turno, haciéndoles tragar en cambio lo que ocurría en Roma antigua, Grecia, o la historia de las revoluciones europeas y norteamericana pero jamás las viejas civilizaciones prehispánicas, o como vivían ahora los mapuches, los aimaras, los mineros, los campesinos, la mujeres, los ancianos, etc.

Ernesto Guevara, por otro lado, en 1955, cuando Fernando Birri está arreglando su modesto equipo de filmación para producur el clásico documental “Tire Die” , donde mostró visualmente en América Latina lo que el joven Guevara ya en en 1951 había visto, asombrándose por la explotación social abierta de la clase obrera y los marginados; el joven argentino se convertía ese 1955 en el “Che”. Se embarcaba en el yate “Granma” (literalmente y utópicamente) en noviembre de ese año con un fusil en la mano para cambiar de raíz lo que Luis Buñuel y Fernando Birri mostraban sólo en imágenes, por primera vez, sobre las injusticias del continente.

Al “Che”, aquel viaje inciático, el viaje de aprendizaje que es tan universsal en muchas obras literarias, le había transformado inmensamente. Especialmente en su viaje por el norte de Chile, por las salitreras y ver de primera mano el trato inhumano de las Compañías Mineras del Cobre en manos norteamericanas contra los trabajadores. Pero más en Perú cuando vió la explotación y miseria del indígena. Fue alli también que un amigo –el doctor Hugo Pesce- médico militante del Partido Comunista y fundador del Centro para leprosos en Huando, le regaló unos libros de Carlos Mariátegui. Para el joven Guevara el aprendizaje del viaje fundía práctica y teoría.

Cuatro años después, en noviembre de 1951, el “Che” partía hacia Cuba en una endeble enmbarcación para cambiar las cosas. Empezando por botar al dictador Batista, enfrentarse y vencer al imperialismo norteamericano, causante del deterioro social de un continenete explotado por sus propias transnacionales. Y segundo, establecer una sociedad más justa en tierra cubana a partir del triunfo el primero de enero de 1959 de la revolución cubana

Algo similar, pero a la inversa, décadas después, especialmente desde 1991 con el desplome de la ex-URSS y el Este europeo, se llamarían “balsas” a una pequeña embarcación hecha con lo que se encuentre a mano pero que flote. Con ellas los “balseros” emprenderían (y emprenden hasta el momento en que escribo esta columna) otro viaje. No iniciático, sino hacia otra vida mejor que la vivida bajo la “revolución” cubana. ¿Por qué no considerar el viaje de “los balseros” también un viaje al revés del sueño del Che que éste comenzó en ese viaje en motocicleta en 1951 y que sería tan profundo en su vida siguiente?

El viaje de Guevara, que bellamente muestra el film reciente, con actuaciones convincentes, con deseos de cambiar realmente las cosas en ese contexto de los 50-60-70 en America Latina, es sin duda el deseo de una juventud que en esas décadas, alimentada por la revolución rusa, por la penetración de compañias norteamericanas, imposiciones de dictadores títeres en América Central y el Caribe, novelas indigenistas, el pensamiento de Mariátegui, etc, esos jóvenes en distintas áreas y distintas partes del continente querían realmente oponerse a la imagen prefabricada, de cartón, de escenas bellas y exóticas de America Latina que nos daba el cine aquel de Hollywood. Había que ponerle atajo para siempre. Había que ver con otros ojos América Latina. Había realmente que “descubrirla” y “cambiarla” porque la inmensa humanidad desposeída decía “basta ya”.

Pero tambien había que ir hacia la acción. Hacer algo. Transformar de raíz el orden establecido. Incluso entrar en la guerrilla revolucionaria y dejar atrás “nuestra vida pequeño burguesa” . Había que hacer la revolución porque ella sería la sociedad que cambiaría todas las injusticias y traería la libertad y felicidad humana a esa “inmensa humanidad desposeída”. Ese fue el viaje iniciativo verdadero, auténtico, de tanta juventud en esas décadas que tanta influencia tendría en los jóvenes de los 60 (yo me incluyo) y los 70. ¿Pero después que pasó?

Ahora en este milenio, el Che sigue teniendo una inmensa vigencia, pero mediática. Sólo en Cuba a través de una prensa, radio y TV controlada por el gobierno parece que es aún el Ernesto Guevara cuando salió en moto a conocer America del Sur y luego se embarca en el “Granma” y lucha en Sierra Maestra y llega victorioso con su boina negra y una estrella que parecía anunciar el futuro del “hombre nuevo” del que escribirá luego. Sólo allí sigue siendo el guerrillero heroico que decidió irse a luchar al Congo y luego a Bolivia por los pobres del mundo pero sin ningún apoyo masivo de esos pueblos para decir la verdad. El morirá luchando hasta el fin con una arma en la mano por lo que creía correcto pero que nunca funcionó: la lucha guerrillera para cambiar la sociedad. Ni Nicaragua con los sandinistas ni la extensa lucha guerrillera en algunos países de America Central en los 70 y 80 mostró la eficacia del foco guerrillero como sabemos.

La imagen actual de el “Che” es una imagen exageradamente romántica a parte de reflejar la decadencia de una forma de lucha y una ideología que se cayó a pedazos a partir de la destrucción del Muro de Berlin en 1989. Por más camiseta con la imagen del Che que se venda en los malls del planeta o fotografías de aquel rostro romántico con la boina negra que le tomó el fotografo cubano Alberto Korda el 5 de marzo de 1960 servirán sólo para esconder un proyecto fracasado por cambiar las injusticias. En Cuba se ve aún esa imagen en letreros pegados a edificios (“Sé como el Che”) que se desmoronan o que se encuentra continuamente solitarios en las carreteras de la isla mientras la gente los mira sin importancia.

Hay que reconocer que es hermoso ver ese film porque millones de jóvenes de ese tiempo pensaron que la revolución era la única solución para cambiar las injusticias y la inmensa división entre pobres y ricos. También el film proyecta que los sueños de la gente joven por cambiar esas injusticias aún son válidos no importa el tiempo que les toque vivir. Incluso en estos tiempos pero que dentro del actual contexto global resulta impensable que un proyecto parecido a “crear uno, dos o tres Viet-Nam” (palabras de el “Che” y que ahora en 2005 el dirigente cocalero de Bolivia, Evo Morales, quiere actualizar en su país) sirva para algo.

Es que toda nueva utopia –creo que uno podría sacar esa conclusión del film sobre la juventud de Ernesto Guevara- tiene que enfrentarse siempre a nuevos contextos. De seguro en estos momentos hay gente joven que viaja a dedo recorriendo América Latina o en una moto más moderna para enterarse de que las injusticias continuan porque el continente de 512 millones de habitantes (según reciente informe de la CEPAL 2004) tiene 224 millones que viven con dos dólares al día junto a 98 millones de indigentes

El sueño de cambiar el mundo, donde los oprimidos vivan mejor, es también otra conclusión del film mencionado que parece ser universal porque muchos jóvenes –sea en cualquier parte del mundo donde nazcan- que han visto la película o leído el diario de viaje de Ernesto Guevara se sienten identificados con el personaje principal. Pero la cuestión hoy es pensar lo siguiente: ¿cuáles serán los medios tanto prácticos como ideológicos en este Tercer Milenio para permitir que se logre resolver en América Latina las injusticias que experimentó el joven Ernesto Guevara durante siete meses, -entre 1951 y 1952, mientras manejaba una motocicleta por América del Sur? .

 

*Javier Campos es poeta, escritor, academico chileno. Reside en EE.UU.

(1) Referencia: Mi primer gran viaje- de la Argentina a Venezuela en motocicleta, por Ernesto Che Guevara (Buenos Aires: Planeta 1997). Sobre este libro se basó el film “Diarios de una motocicleta” (2003)


 

 


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Cuando el "Che" Guevara manejaba una motocicleta.
Por Javier Campos.
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