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Nuevas estéticas artísticas que surgen del estallido social (octubre 2019)

Por Javier Campos



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El sábado 27 de agosto se llevó a cabo una manifestación del apruebo en Valparaíso. Esto fue antes del plebiscito del próximo 4 de septiembre que decidirá si la nueva constitución elaborada durante un año por 154 personas, elegidas democráticamente, se aprobará o rechazará.

En ese acto hubo una performance artística o acción de arte por un grupo llamado Las Indetectables.  Grupo que usa un mensaje artísticamente iconoclasta que quiere subvertir, a través de actos dramáticos, situaciones sociales que no están de acuerdo con su visión ideológica. Es una estética subversiva post comunista de la que hablaremos más adelante basándonos en cambios históricos que ha experimentado el mundo tras la caída del socialismo real a partir de 1989 (ver Laje et al).

La performance se puede resumir así según algunos periódicos. Durante la tarde-noche del sábado 27 de agosto se realizó una actividad en la Plaza La Victoria de la ciudad de Valparaíso donde el grupo artístico —Las indetectables— simuló un aborto utilizando el emblema nacional. El colectivo perteneciente a las diversidades sexuales y de género, simuló arriba del escenario un aborto, donde una de sus integrantes sacó una bandera chilena desde el ano de otra mujer, señalando que “abortar Chile significa abortar lo que nos enseñaron, lo bueno, lo malo, lo bello. Abortar el macho interior, abortar la policía, abortar la dictadura sexual. Abortar el viejo Chile”. 

La irreverencia artística, sea en acciones teatrales públicas, en escultura, en pintura, en poesía, etc. contra una tradición política, social y cultural que  se aborrece, ha ocurrido desde hace muchas décadas. La disidencia artista contra lo establecido tiene siglos de existencia. Quizás sea el surrealismo de fin del siglo 19 y comienzos del 20 donde se manifestaron con gran fuerza y aún se sigue usando aquel movimiento como referencia en artistas, principalmente jóvenes. Quisiera mencionar un ejemplo entre mucho cómo fue el arte cinematográfico iconoclasta que inicia Luis Buñuel con sus film Un perro andaluz (1929), y La edad de oro (1930). El primer filme fue un conjunto de sueños que coleccionaron Salvador Dalí y Luís Buñuel, amigos de juventud con 26 años Dalí y 30 años Buñuel. Ahí allí un Buñuel iconoclasta y con fuerte crítica burlona a la religión católica principalmente junto a ideas que bucean en el subconsciente misterioso del personaje hombre con mucha carga sexual erótica. Pero será la segunda película de 1930 donde Buñuel producirá un escándalo de gran magnitud. Seis días estuvo en el cine Studio 28, hasta que fue prohibida por la policía, debido a las presiones de ciertos grupos de extrema derecha. Dicha prohibición duró hasta 1980 en Nueva York y 1981 en París.

La crítica ha dicho de La Edad de Oro lo siguiente que en general casi todas coinciden en su análisis: El filme es surrealista no sólo en la forma externa, en las diferentes escenas, en las imágenes impactantes que sobresaltan a los espectadores o en las arriesgadas asociaciones y metáforas. Es, además y esencialmente, una manifestación surrealista en su contenido, en el fondo, en la medida en que relata una historia de amor pasional que trata de romper las barreras que se le imponen, los límites. Asimismo, hay un trasfondo de rebelión, revolución y cuestionamiento de las normas morales y sociales muy evidente.

Se le puede considerar como una metáfora del propio grupo surrealista, de su manera de entender la vida y las relaciones humanas, de la necesidad de ser coherente con los principios morales propios, pese a las normas de conducta convencionales: la jerarquía civil, el clero, las normas de conducta, el poder de la aristocracia, la buena educación, el equilibrio, la mesura de los instintos propios, el autocontrol y el predominio de lo racional sobre lo inconsciente, en todos los aspectos de la vida del ser humano. Las dos temáticas principales de La Edad de Oro son el amor y el deseo y, por otra parte, los intentos de estos amantes de volver a la edad de oro, es decir, de terminar con la sociedad burguesa asentada sobre los pilares tradicionales de la jerarquía social y el clero y que impide al individuo ser sí mismo. Cargada de sensualidad y frustración, la concentración de metáforas, símbolos surrealistas y asociaciones que aparecen en La edad de oro disparan de lleno ante la decadencia de la Iglesia, (la recreación metafórica de Jesucristo en una orgia sexual resulta una crítica feroz), la represión sexual o la absurdez, conceptos completamente revolucionarios y atrevidos para la década en la que apareció el largometraje.

Finalmente, la película se convierte en símbolo de muchas generaciones de autores enfadados, a menudo obligados a usar el modelo de Buñuel y Dalí para decir cosas que de otro modo habrían sido difíciles de explicar. Además, están presentes en La edad de oro todos los elementos queridos por el director español: conflicto burgués, instinto de la muerte y profanación de los valores.

Este análisis de uno de los primeros filmes contestatarios surrealista de 1930 no suele ser tan diferente en su propósito y ensamblaje artístico de lo que hicieron en Valparaíso 92 años después del film de Buñuel ni de otros tipos de performances, producción literaria, afiches, rayados en las murallas de la ciudad de Santiago que surgen desde el mismo octubre de 2019.

En el pasado chileno, principalmente durante la dictadura de Pinochet, también hubo acciones de arte público con las mismas actitudes contestatarias. Por ejemplo, lo que hizo el grupo Colectivo de Acciones de Arte en Santiago de Chile, entre 1979 y 1985, integrado por Lotty Rosenfeld, Juan Castillo, Fernando Balcells, Raúl Zurita y Diamela Eltit. El poeta Zurita en un acto público se vierte ácido en el rostro (que luego se dijo que no era realmente ácido). También se menciona de una masturbación publica que no fue cierta. En todo caso fueron acciones de arte contestatario contra el régimen, metáfora de las torturas y asesinados por el régimen en caso de verter ácido en sus mejillas. Fue allí también que la joven chilena Diamela Eltit se dio a conocer bajo la dictadura de Pinochet como parte también de ese colectivo. Sucedió aquel día de 1979 en que, armada con un trapo y un balde, se dedicó a lavar una calle de Santiago célebre por sus prostíbulos. Con CADA, Diamela Eltit hizo historia del conceptual latinoamericano junto a los arriba mencionados. El grupo logró colar con el lenguaje del vídeo y la performance la contestación en mitad de la dictadura de Pinochet como parte de lo que la crítica Nelly Richard bautizó como la Escena de avanzada. 

Pero interesa analizar no solo el parecido con el surrealismo que en lo artístico se reiteran en las acciones de arte contestatario cuyas expresiones metafóricas son denuncias ante lo que se considera caduco política, social y culturalmente. Pero a su vez cada contexto en particular explica claramente esas acciones según la época en que se realizaron. Los filmes de Buñuel, por ejemplo, así como el arte contestatario surrealista se explica en su contexto. Igual las acciones de arte de CADA que ocurrieron durante la dictadura militar. De modo distinto se deben analizar las  acciones ocurridas desde el estallido social en  Chile a partir de octubre de 2019. Y de esta última hay varios intentos de explicarla como lo ha hecho un documento de la Universidad de Chile (Los Futuros Imaginados), y las ideas que ha desarrollado la académica y crítica chilena Patrícia Espinosa en dos artículos.

Sobre el libro Los futuros imaginados debe ser el primer libro, dividido en tres secciones (La historia en entredicho, Posiciones artísticas en la intérprete y Voces, comunidades, esperanzas. Opiniones y diálogos), que reúne una serie de artículos teorizando sobre nuevas manifestaciones artísticas que surgen con el estallido social. En su presentación hay una postura rupturista con el arte que se produce en Chile en un “encierro” que creo viene a ser el punto central del libro   “… ( analizar) la creación artística en su relación a la emergencia de conflictos en la sociedad, también respecto de la importancia de los discursos disidentes y disruptivos en un país que margina a comunidades como las y los creadores de pueblos originarios, resta importancia a las mujeres artistas, o relega a los jóvenes a lugares secundarios o anecdóticos de los debates públicos de alcance nacional. Con las puertas cerradas de los museos, se consolidan y diversifican lugares del arte como la intervención urbana, el concierto masivo improvisado (se trate de anónimos desde un balcón frente al Parque Forestal, como de artistas desde las escaleras de la Biblioteca Nacional entonando “El baile de los que sobran”, uno de los himnos de Los Prisioneros de la banda sonora del octubre chileno) y claro, el eterno retorno del arte contemporáneo a la performance, la cual tiene expresiones muy vigorosas como el trabajo de colectivos feministas como la Yeguada Latinoamericana y Lastesis. El baile tradicional, la lógica del pasacalle, la murga, la procesión, se reivindican, se recuperan y resignifican de la cultura tradicional que lucha por reposicionarse desde hace unos años para superar la caricatura del huaso chileno y el ataque del modelo neoliberal a la pluridentidad que recorre el territorio.” Podríamos decir con seguridad que los muchos autores del libro mencionado arriba, la performance  de Valparaíso el 27 de agosto, la justificarían dentro de las teorizaciones  que han hecho del arte nuevo que debe salir del encierro burgués y de la lógica neoliberal ( véase más abajo lo que entiende Patrícia Espinosa por la lógica neoliberal de la literatura chilena). El libro tiene una declaración sobre la concepción del arte que quieren eliminar. Dice “el arte en su diferentes formas se desarrollaron al servicio de poderes económicos y simbólicos tales como la realeza, la iglesia y la burguesía los cuales bajo la dirección de la academia dictaron los códigos y legitimaban las obras.”  

El artículo publicado en diciembre de 2019 por Patrícia Espinosa a dos meses del estallido social complementa las ideas del libro Los futuros Imaginados, o se alimenta de él  como referente principal para su artículo, pues el libro fue fruto de un seminario que se hizo en octubre de 2019, los mismos días del estallido.  

El artículo de Espinosa se centra exclusivamente en la producción literaria chilena neoliberal para contra ponerla a la literatura que se produce (o produciría) post estallido de octubre de 2019. Queda claro ya que la primera es una literatura negativa sin ningún valor ideológico y que la literatura nueva, para Espinosa, que surgiría con el estallido social a partir de octubre de 2019 sería una literatura más valiosa.

Según Espinosa desde los años 1990 a 2000 comienza “la estética neoliberal en la literatura chilena” que incluye a la narrativa y a la poesía (Espinosa no menciona en ninguna parte de su artículo qué obras por ejemplo caben dentro de esta estética). Y estás serían sus características tanto para la producción narrativa (ficción) como  para la poesía.  La voz de esa narrativa, así como el hablante lírico en poesía, es una voz individualista, ensimismada, concentrada únicamente en su individualidad. El otro o la otredad o lo exterior es solo una escenografía. No tienen sensibilidad para pensar en los otros. El personaje principal carece de memoria histórica salvo para su drama familiar o sentimental. No hay proyecto colectivo. La ciudad es amenazante, es un obstáculo para el narrador o hablante lírico narciso. Solo una voz predomina y es una voz burguesa. Son narradores y hablantes con necesidades materiales resueltas. No aparece el sujeto popular, los migrantes, los pueblos originarios, los trabajadores explotados, los enfermos sin atención médica, ni los ancianos pobres. El personaje de la narrativa y también el hablante lírico de la estética neoliberal no tienen refugio en ninguna utopía por tanto son unos desencantados cínicos e indiferentes. No cuestionan la explotación ni las diferencias de clases sociales. Los personajes se mueven en un orden social que no se cuestionan por eso sus historias son sobre el mismo protagonista, con historias minimas donde narradores y especialmente poetas, no se preocupan de nada, excepto de su yo. Toda la literatura chilena a partir de los 90 se produce bajo la influencia de las lógicas neoliberales. Esta literatura no vio las demandas colectivas del pueblo por eso tampoco vio venir el estallido social de octubre de 2019.

Para Espinosa estas lógicas neoliberales son la mercantilización de la cultura. Esto, dice ella, se ve claramente en el interior de las historias de los textos. La nueva narrativa, por ejemplo, fue producto para el mercado global. Es una literatura que niega el contexto latinoamericano. Usan un español neutro que es fácil tanto para el lector global como fácil de traducir a otras lenguas. Además, esa literatura excluye toda problemática social. Aun desde los 90 hasta ahora se sigue publicando mucha literatura dentro de la lógica neoliberal. Mucha narrativa se acopla a los discursos oficiales. Esta narrativa y poesía es una estética de la derrota y es lo que prefigura el estallido social de octubre de 2019. Porque esta literatura no vio las demandas colectivas del pueblo por eso tampoco vio venir el estallido social de octubre de 2019, afirma Espinosa. Solo en el año 2000 la narrativa cambia un poco hacia la historia. Se publican memorias y se retoma la dictadura desde el punto de vista de los hijos.

Ahora las únicas que se salvan, según Espinosa,  es la narrativa escrita por mujeres y por homosexuales desde los 90,  y en obras de la memoria donde hay algunos gestos anti hegemónicos pero no son totalmente subversivos. La escritura de mujeres en narrativa y poesía es la más valiosa porque privilegian a la mujer en su dimensión política. Denuncian el patriarcado y la subordinación de la mujer además han revolucionado el lenguaje. Con el estallido social, concluye Espinosa se supo que los chilenos sí sabíamos leer y sabíamos hablar porque se había creado ese mito que éramos analfabetos. Entiendo que por esa razón que da Espinosa justificaría las múltiples acciones de arte, y el rayado de casi todas las murallas del país con muchas frases anti sistema neoliberal. Incluida las murallas de los museos y las de  la Biblioteca Nacional en la capital.

El artículo termina con una pregunta que ella se hace —¿Cómo debe ser la literatura que viene?  pero que es a su vez la respuesta de que a partir del estallido de octubre 2019 la literatura debe ser otra. Y por supuesto la verdadera literatura no debe seguir la estética neoliberal como la explicó más arriba.

El analista argentino Mauricio  Lanje en su libro El libro negro de la nueva izquierda ( Ideología de género o subversión cultural) ofrece una explicación mucho más amplia sobre los orígenes de estos movimientos artísticos anti sistema (principalmente anti capitalismo neoliberal, contra la lógica neoliberal, estética neoliberal de la literatura, performances públicas, rayados donde las paredes de la ciudad se ven como un gran papel en blanco para escribir frases  anti hegemónicas) que aparecen cuando cae todo el campo socialista a partir de 1989 y el  marxismo leninismo no sirve para explicar la nueva realidad global poscomunista. Entonces comenzarán a surgir una diversidad de colectivos en la sociedad civil que necesitan ser atendidos en esta sociedad post comunista o globalizada y dominada por la cultura digital, la lógica neoliberal, las cuales, según la nueva izquierda postcomunista,  tiene mucha efectividad y poder. Por ellas ahora se organizan colectivos diversos como distintas culturas homosexuales, transgéneros, ecologistas con diferentes agendas. La performance del 27 de agosto en Valparaíso se puede explicar perfectamente por lo que escribe Lanje.

Finalmente es interesante que tanto los de Apruebo como del Rechazo condenaron por igual esta performance ocurrida en Valparaíso como pornográfica  jamás vista en la sociedad chilena,etc. En el programa que se puede ver en internet, Sin Filtros, del domingo 28, ambos grupos, Apruebo y Rechazo, condenaron allí en términos muy fuertes ese acto artístico.  Pero fue una condena principalmente de carácter político y para nada ningún integrante hizo un análisis cultural como hemos tratado de mostrar aquí en este breve artículo. Esto quiere decir que los políticos poco interés tienen en reflexionar sobre las manifestaciones artísticas nuevas que se les escapan o les son incomprensibles. Y esto no quiere decir que cualquier acción de arte público es necesariamente una obra de arte. Ahora, ¿qué es y cómo se define lo que es una obra de arte en el contexto del estallido social hasta ahora?   ¿O según los nuevos análisis (Los futuros imaginados, Patricia Espinosa, etc.) ese concepto de arte pre-estallido de octubre 2019 es ya es un concepto caduco y hay que buscar otro?

 

 

 

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Biografía consultada

“Aquí, Chile: literatura neoliberal y literatura post estallido, 2019”
https://palabrapublica.uchile.cl/legacy/2019/12/18/aqui-chile-literatura-neoliberal-y-literatura-post-estallido/

Buñuel, Luís. Mi último suspiro. Ed. Plaza y Jané, 1982.

Campos, Javier. “Generaciones poéticas versus escenas poéticas en tiempos del capitalismo digital”, diciembre 2020
https://www.revistaaltazor.cl/javier-campos-3/

Espinosa, Patrícia. “Épica y resistencia popular «Plaza de la Dignidad», de Carmen Berenguer.”   http://letras.mysite.com/cber271221.html

Laje, Mauricio et al. El libro negro de la nueva izquierda (Ideología de género o subversión cultural).  Unión Editorial | Centro de Estudios LIBRE, 2018

“Los Futuros Imaginados. Libro publicado por Vicerrectoria de la Universidad de Chile, 2019, reproducido en pdf en internet 
https://libros.uchile.cl/files/presses/1/monographs/

 





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Javier Campos. Es narrador, poeta, ensayista, profesor emérito por la Universidad jesuita de Fairfield, Connecticut. Vive en Spring Hill, Florida. Recientes libros publicados: El bailador de tango (novela, Casasola editor, Washington, 2018), El tango en el Río de La Plata (ensayo, Editorial Corregidor, Buenos Aires, 2019), La isla del fin del mundo (novela, Mago editores, Chile, 2020), Los gatos no viven en el tejado y otros poemas de amor (poesía, Mago editores, Chile, 2020). Fui dueño de tu encanto, cuentos, Editorial MAGO, Chile, junio 2022. Fue traductor de la poesía del poeta ruso Yevgeny Yevtushenko (ediciones de Nicaragua, Colombia, Chile, Perú, Cuba, Rusia, España).  La revista Review Literature and Arts of the Americas, 104, julio de 2022, Manhattan, New York, dedicó una sección a la poesía de Javier Campos en traducción al inglés (Irene Hodgson, Nick Hill y Jessica Treat traductores).  La editorial española Valparaiso, publica este septiembre  de 2022 su último libro de poesía Las sombras del amor.  Poesía publicada en revista Altazor  https://www.revistaaltazor.cl/javier-campos-2/ Recientemente, https://www.revistaaltazor.cl/javier-campos-4/Cuento publicado en revista Caratula de su libro Fui dueño de tu encanto, que dirige el escritor nicaragüense,  Sergio Ramírez. http://www.caratula.net/ficcion-domingo-de-milonga/




 



 

 

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