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Las incorrecciones de Juan Cameron

Por Pedro Pablo Guerrero
Publicado en Revista de Libros de El Mercurio. 18 de marzo de 2018


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Sus cuatro últimos volúmenes hablan del buen momento que está viviendo Juan Cameron (Valparaíso, 1947), autor de una treintena de poemarios, algunos de los cuales han merecido reconocimientos en nuestro país y el extranjero, incluido el Premio Revista de Libros 1996, que lo decidió a regresar a Chile desde Suecia, país al que se había ido en 1987. El año pasado se publicaron La pasión según Dick Tracy (RIL); DeCámeron (Selected poems), en Libros del cardo; la plaquette bilingüe Una raya más al tigre/Una striscia in piú alla tigre (Mago/Casa Bermeja) y Antología, coeditada en Argentina por la Universidad Nacional de Córdoba y la Universidad Autónoma de Entre Ríos.

El primero de los títulos mencionados es su más reciente libro de creación. Reúne poemas escritos entre 2012 y 2016. La división en tres partes de La pasión según Dick Tracy es temática, señala Cameron. "La primera sección son poemas del lar", donde están la figura del puerto, de calle Cochrane y la casa familiar, y la visión de la partida y el regreso. "Cuadernos y otras" habla de mujeres, desde distintas miradas y experiencias. "La tercera parte es una visión de los otros, incluido el suscrito. Son nueve poemas en cada sección. Estoy jugando con la magia de ese número, que me atrae mucho", indica el autor.

El popular detective de historietas creado por Chester Gould en 1931 -con su pionero reloj pulsera que a la vez funciona como radio- es para Cameron una figura inolvidable. En el poema "Muerte y resurrección de Dick Tracy", es atropellado en Manhattan, pero su alma reaparece en un Ipod. El poeta explica: "El nariz de pico de ave, el trazador o husmeador, con todas las connotaciones posibles incluso del término dick en inglés, representa las imágenes de mi infancia, ese recuerdo del padre que yo quiero hacer crecer como las sandías de Paine en mi memoria; pero es escaso. Dick Tracy, como esa imagen pretérita, muere de pena, por andar en busca de ese amor perdido; está viejo, lo ha superado la técnica. Pero esa misma técnica puede reconstruir su alma, hacer que reaparezca, ya sea como imagen o simple sonido, con los aparatos o devices existentes o por existir en esta posmodernidad mecánica".

Dick Tracy y Sandokán, recuerda Cameron, pueblan la niñez de los 50. "Con mis hermanas nos disputábamos el suplemento dominical del diario La Unión, donde aparecía la tira cómica. Lo mismo hacíamos determinados miércoles, cuando, en el expreso de las 3, 'La serpiente de oro', llegaba a la Estación de Viña del Mar un nuevo título de Sandokán, editado por Pacífico, y mi padre lo iba a buscar a la librería del lugar. Hay mucha lectura en mi infancia. Debo hacer leído la primera parte de El Quijote a los 9 años".

En DeCámeron aparece "Recuerdo de mi padre", un poema en que el autor evoca un episodio de 1957, cuando tenía diez años, y él lo llevó a ver el paso del Sputnik en el cielo nocturno de Valparaíso. "Es una imagen hermosa de mi padre, con quien yo tuve pésimas relaciones siempre", admite Cameron. "Sin embargo, cuando los viejos se mueren, uno se queda off side. No me dio la oportunidad de ponerme en la buena. Murió cuando yo estaba fuera de Chile".

DeCámeron es una antología personal, de Cameron, de ahí el título del libro y el juego de palabras que establece con el clásico de Bocaccio, aunque su tono es mucho más elegiaco que erótico, sobre todo por la cantidad de amigos muertos que aparecen en sus páginas: Aristóteles España, Mauricio Barrientos, León Ocqueteaux... Poemas desde el andén (Editorial UV, 2016), la antología precedente de Juan Cameron, recogía, completos, sus libros Perro de circo (1979) y Cámara oscura (1985), más una selección de poemas tomados de otras obras. "Las antologías suelen ocultar los textos que a mí más me gustan, los que yo considero más fuertes, que son más poesía que recursos", dice Cameron. Acá decidió, en cambio, escoger aquellos que le gusta leer en recitales de poesía. "Traté de evitar una cuestión en la que me es muy fácil caer: el sentimentalismo. Entonces los que elijo son los textos más duros, o los que a mí me parecen más duros", dice.

Respecto del subtítulo, (Selected poems), admite que es una burla a cierta crítica literaria. El guiño evidente a Juan Luis Martínez, revela Cameron, es en realidad invención suya. "Ese guiño lo inventé yo. Soy yo el que le envié una carta el año 74, desde Buenos Aires. Le puse: 'Señor Juan Luis Martínez', y luego hice entre paréntesis y lo taché, como nos habían enseñado en Bachillerato cuando uno se equivoca en algo o no es válido. Luego le puse abajo: "Juan de Dios Martínez, camino a Concón...". Al tiempo me contesta en una carta, que se me perdió desgraciadamente, donde me agradece, porque me dice que Juan de Dios Martínez era su abuelo. Yo no lo sabía. Eran simplemente bromas que nos hacíamos. A mí me da mucha risa, porque después hay todas unas teorías estrambóticas acerca de la significación de este signo, ¿no? Es una joda. Con Juan Luis todo era joda. Son soberanas estupideces, te lo digo de corazón".

A propósito del poema "Selfies", ¿es lector de Jacques Rancière? "Apenas y a duras penas me leí, completo, El maestro ignorante" , responde Cameron. "A veces leo teoría, a veces, filosofía. Es por sentirme más culto o inteligente, no sé. En verdad, de todo rescato temas y a veces hasta aprendo algo. Pero, al final, creo hacerlo por curiosidad intelectual, por enterarme de qué hablan en el ágora".

Está belicosa el ágora últimamente, ¿no? Se le ve muy polémico en las redes sociales.
— Umberto Eco lo dice: las redes sociales le dan acceso a la plaza pública a toda la gallada, sin distinguir nivel educacional, ni de información, ni de criterio, ni nada. Desgraciadamente, cuando uno habla ahí, habla en voz alta. Te escuchan todos y se mete cualquiera. Cuando me contestan, yo no replico, no me interesa. Solo quiero poner los puntos sobre las íes. Puede parecer muy pedante, pero dan ganas de decirles: 'mire, no estoy discutiendo, le estoy enseñando'. Tengo poca paciencia; al final he optado por no meterme en estas discusiones públicas, porque me doy cuenta de que me desgasto, y no tiene sentido.

"Habría sido un buen comisario político", declara el autor en el poema "Autorretrato bajo sospecha". Cameron replica: "Es una provocación. Me gusta molestar. Es que el chileno es tan delicado, se siente por todo. Me gusta mucho el cinismo en ese caso: 'mire, no sería mala idea esto del estalinismo'. A la gente se le cae el pelo. Épater le bourgeois. Con eso epato hasta a los izquierdistas. Yo soy política, estética y socialmente incorrecto".

Cuando escribió "Despedida del bufón de la corte", ¿pensó en alguien en especial?
— No, no es necesario. El oficio de bufón es histórico y tiene plena vigencia en la poesía chilena. Pero ese bufón en especial soy yo. Es que soy muy poco profesional en ese cargo y terminaré enfrentándome al mayor poder del reino. Perder la cabeza no es difícil ahora, y no precisamente por una mujer.



 

 

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