Hay un poema después de la muerte del poeta Omar Lara (1941-2021) —Responso se titula el poema— escrito por el poeta chileno Naín Nómez [1]. Escrito en estilo conversacional. Estilo de larga tradición tanto en la poesía Latinoamérica como en la poesía anglosajona (norteamericana principalmente) como Hojas de hierba de Walt Whitman (se ha dicho que tiene tres aspectos fundamentales: creación de un protagonista colectivo; el poeta habla de una historia reciente o pasada; uso del verso libre). E incluiría a dos poetas de mi preferencia: Raymond Carver y a Charles Bukowski. También la poesía conversacional la encontramos en poesía europea (española, la francesa, la portuguesa, etc.) La poesía conversacional se puede decir que viene desde los mismos orígenes de la poesía oral. De ese rapsoda que contaba a la tribu sucesos de otros lugares o de otra gente o inventaba historias entendibles porque al ser humano siempre, desde sus orígenes, le ha gustado que le cuenten historias, y más aún si están llenas de imaginación.
En América Latina quizás los más destacados poetas que a su vez ejercieron influencia en muchos otros desde 1950 son Nicanor Parra (Autorretrato, entre otros poemas). Ernesto Cardenal que se puede decir que toda su poesía es conversacional para hablar de sucesos históricos u otros (la conquista española, la dictadura de Somoza, asuntos negativos de una sociedad de consumo capitalista, el amor, etc.). Los poetas que comienzan a publicar en los 60, 70, 80 no dejan de ser conversacionales e incluyendo asuntos políticos contingentes. Desde la revolución cubana surge una importante poesía conversacional entre jóvenes poetas adaptándose a esos tiempos y participando en los cambios que quería hacer aquella revolución[2].
Los mejores poemas conversacionales no cayeron en la poesía panfletaria. Ese límite que divide la poesía conversacional y la poesía política, esta última por lo general destinada a los que piensan como el poeta-autor. Una poesía puramente partidista. Los artistas cubanos comprometidos con esa revolución plantearon inmediatamente que la revolución debía exterminar el individualismo y al artista alejado de la multitud (o el pueblo). No mejor ejemplo que el famoso filme dirigido por Gutiérrez Alea, Memorias del subdesarrollo (Cuba, 1968) cuyo personaje principal (Sergio) se ve distanciado de la gente. En la nueva Cuba es un desorientado, un ser solitario que solo observa pero no participa, un pequeño burgués individualista. Termina por irse del país porque no encaja en la supuesta nueva sociedad que se está construyendo. En la visión que dio el Che Guevara, Sergio no es ni nunca será “un hombre nuevo”. O sea es lo mismo que diría Fidel Castro en “Palabras a los intelectuales”, en reunión con artistas y escritores en la Biblioteca Nacional en junio de 1961. Allí dijo la famosa frase que aún sigue vigente en Cuba “Con la revolución todo, contra la revolución ningún derecho”.
Quiero decir que esa poesía conversacional cubana, en su mayoría, seguía los postulados de la revolución si se leen esos poemas antologados por el poeta español José Agustín Goytisolo en 1970 (citado en nota 2). Goytisolo durante el franquismo era de izquierdas y se encontraba cercano al Partido Comunista español (PCE). Fue un gran admirador de esa nueva revolución. Por eso en su antología todos los allí seleccionados eran pro-revolución. No había cabida para el poeta ¨burgués¨ ni escritores parecidos al personaje Sergio de la película de Gutiérrez Alea. “Aquí esto no regresa más al pasado”, se decía allá en Cuba desde Fidel para abajo (lo mismo se planteaba en el filme Memorias…)[3].
El 1971 el poeta cubano Heberto Padilla (1932-2000), dio lugar al famoso “caso Padilla”. Estas fechas corresponden también al llamado “quinquenio gris” donde se persiguió y censuró a muchos escritores y artista[4]. Padilla tuvo que pagar la osadía de pensar distinto y se le hizo un juicio por su libro de poemas Fuera del juego (1968) considerado anti revolucionario aunque el jurado que le dio el premio dijo que era un poemario comprometido con la revolución. Padilla tuvo que hacer una auto confesión al más estilo estalinista en marzo de 1971 por haber traicionado a la revolución. Este caso está muy bien documentado y analizado produciendo un quiebre con la revolución o cuestionamiento de algunos escritores e intelectuales tanto latinoamericanos como norteamericanos y europeos respecto a la libertad artística coartada por el régimen comunista cubano. Las Palabras a los intelectuales de Fidel Castro en 1961 seguían plenamente vigentes.
En abril de 2023 se publicó en el Twitter de Luis Martínez quien dirige la importante revista chilena de literatura en internet (www.letras.mysite) un documento que no se conocía de una gran cantidad de escritores chilenos que manifestaron en marzo de 1971 su repudio al poeta Padilla por ser antirrevolucionario y confesándose que era un agente de la CIA. Dentro de ellos destacaban: Juvencio Valle, Carlos Droguett, Antonio Skármeta, Gonzalo Rojas, pintores como José Balmes, Guillermo Núñez y 73 otros intelectuales chilenos. Con esta información quiero decir que la mayoría de la intelectualidad, escritores y artistas chilenos, que apoyaban el programa de la Unidad Popular y eran fervientes discípulos del presidente Allende, no podían renegar de la revolución cubana. Siempre he creído que esa situación en muchos jóvenes escritores e intelectuales chilenos de entonces quedaron marcados para siempre con la imagen de un presidente que quería hacer una sociedad más justa y, por otro lado, un régimen (cubano) que había siempre que defender. En teoría eso era cierto, lo de hacer una sociedad más justa, pero Allende lo comenzó a hacer a través de decretos sin pasar por la aprobación del Congreso chileno. Tal así, que el Congreso en su mayoría declaró en agosto de 1973 al gobierno de Allende inconstitucional. Desde el golpe militar emergió inmediatamente una única interpretación hecha por la izquierda chilena que se difundió (hasta ahora) de que el derrocamiento de Allende se debió a una sola interpretación como escribió Patricio Aylwin.
“En el mundo se imponía una imagen distorsionada de la realidad creada por la izquierda: la de un gobierno democrático que, presidido por Salvador Allende, había intentado hacer una revolución socialista por los medios de la democracia y había sido derrocado por las fuerzas reaccionarias, apoyadas por el imperialismo norteamericano y por una parte de la Democracia Cristiana.” (ver Patricio Aylwin, La experiencia política de la Unidad Popular, 1973-1976. Edición formato digital 2023). (El subrayado es nuestro)
El mes de marzo de 2023 se hizo público, por primera vez, en las redes sociales la autoacusación que se infringió el propio Padilla bajo la presión de la seguridad cubana auto culpándose de traidor a la revolución. Esta autoacusación fue grabada por las cámaras del ICAIC el mismo día de la auto confesión, marzo 1971, que se hizo a puertas cerradas en un salón de UNEAC y se guardaron en archivos y nunca más se supo hasta 2022-2023 donde salió a la luz. Aun nadie sabe cómo pudieron ser sacados de los archivos secretos que guardaba el ICAIC. Es una auto confesión ordenada por el régimen al puro estilo estalinista. Esos escritores chilenos en ese documento publicado por Luis Martínez (www.letras.mysite.com) donde en 1971 firmaron 73 escritores e intelectuales chilenos (ver arriba), muestra que la intelectualidad y escritores latinoamericanos de los 60-70 en su mayoría creían que Cuba era la inspiración para todos los pueblos de América Latina. La mayoría de los escritores viejos y jóvenes en esos años nos tragábamos lo que decían los escritores mayores y dirigentes, y presidentes de partidos. A nadie se le ocurría cuestionar los regímenes socialistas que existían en el mundo en esas décadas. Menos a Cuba (si en ese tiempo hubiera existido Google, otra habría sido nuestra historia).
La intelectualidad de izquierda manipuló muy bien o nos vendió a muchas generaciones de que el socialismo real era el único modelo donde el pueblo sería finalmente feliz. Sesenta años después (1960-2023) la historia dijo otra cosa. Pero, por otro lado, toda la intelectualidad durante esas décadas creía con mucha conciencia y quizás de buena fe que ese era el único modelo alternativo para derrumbar el capitalismo, causa de toda la desigualdad en América Latina como lo dijo Fidel Castro en La Segunda Declaración de la Habana el 4 de febrero de 1962 cuyo invitado especial fue Salvador Allende, quien en ese 1962 era senador de la República de Chile, y ocho años más tarde sería presidente. También es importante leer el discurso de Roberto Bolaño al recibir el premio “Rómulo Gallegos” por su novela Los detectives salvajes en 1999. Se le ha llamado Discurso de Caracas(Venezuela), quizá sea uno de los discursos más notables escrito por un escritor que también pertenece a esa generación de jóvenes que querían darlo todo por una nueva sociedad bajo la dirección de partidos de izquierda. Ver Letras Libres, 10, octubre 1999. También véase, “Roberto Bolaño, anticomunista” (Javier Campos, “Roberto Bolaño, anticomunista”, www.letras.mysite.com ).
La conclusión que uno saca es que aun los que en los años 70 tenían 25 años, jóvenes escritores-as, la mayoría apoyando al gobierno de Allende, los que se creían marxista leninistas, con el tiempo, 51 años después, muchos siguen (otros no como el que esto escribe) con ese virus incrustado. Un virus nostálgico que no quieren exterminarlo de su corazón ni de sus mentes. Esa izquierda dura sigue creyendo que el gobierno de Allende es imposible cuestionarlo a pesar de la caída de todo el bloque comunista a partir de 1989 con el desplome de El Muro de Berlín, y como efecto dominó todo el este comunista. Ese proyecto populista no funcionó para decirlo claramente (ahí está la actual Cuba, un país destruido y en la completa miseria).
La poesía llamada testimonial que aparece en Chile, inmediatamente después del golpe militar, es conversacional/testimonial y política. Es claro en esa poesía es denunciatoria e ideológica en caso de Chile desde 1973. Se denuncia los estragos que produjo la intervención militar en el país. Menciono algunos. El canta autor Víctor Jara (1932-1973) es el primer poeta asesinado por la dictadura militar el 15 de septiembre de 1973 quien escribe antes de ser asesinado el poema “Somos cinco mil” poema que logra ser sacado del Estadio Chile. Tejas verdes (diario de un campo de concentración en Chile), de Hernán Valdés (1934-2023) publicado en 1974 en su exilio en España, es el primer testimonio personal del autor que cuenta el arresto desde el día 11 de septiembre de él y de muchos que fueron llevados al campo de concentración llamado Tejas Verdes. Otro poeta es José Ángel Cuevas (1944) del cual se ha dicho: “Su poesía ha sido leída como una crónica de los acontecimientos sucedidos en Chile durante el último medio siglo”. La mayoría de sus libros es dar cuenta en un estilo conversacional la situación chilena bajo la dictadura militar. Cuevas nunca salió de Chile durante los años que duró la dictadura. Otros nombres que caben en la tendencia testimonial son Rodrigo Lira (1949-1981), Aristóteles España (1955-2011), etc. (ver arriba nota 2)
II
Y aquí llegamos al poema muy conversacional de Naín Nómez que cuenta desde un futuro (el hoy 2021) hechos ocurridos hace 48 años. En general el responso es una oración que se reza por algún difunto. En este caso no es una oración religiosa sino recordar a alguien que se ha muerto. Principalmente una persona, en este poema, que era apreciada por el hablante lírico pero nunca tuvieron la oportunidad de conocerse personalmente. Y aun menos cuando ocurre la dictadura militar chilena. Artistas, escritores, políticos, etc., deben salir del país (al exilio) desparramándose por muchos países. El lugar de origen, su país, su ciudad, ya no existe[5].
Me interesan los 13 primeros versos o líneas del poema. El poema no lleva ninguna puntuación y lo transcribo tal cual fue publicado en 2024 en la revista mencionada. El poema está escrito desde el hoy, luego del fallecimiento del Poeta Omar Lara (1941-2021). Pero también se habla sobre sucesos que ocurrieron hace 48 años (como el llamado exilio) donde ha pasado un tiempo suficiente para repensar (no revisar) lo que éramos en 1973 cuando se tenía 32 años (caso de Omar Lara) u otros que eran más jóvenes. El hablante hace una reflexión como si aun estuviéramos en 1973 y sugiere el poema que el tiempo transcurrido ha congelado el pasado. Nada ha cambiado desde entonces ni menos nuestra utopía. Un poema puramente nostálgico. Pero mucho ha cambiado por cierto en 48 años en el planeta, pero mentalmente muy poco para el hablante porque mantiene la nostalgia (que no queremos que se extinga) de que un mundo distinto, la utopía socialista, iba a ser posible).
Durante muchos años no nos cruzamos
Eras como un fantasma junto a otros fantasmas
que deambulaban por el mundo después del holocausto
en lugares de nombres impronunciables como Vladivostok Eugene Poitiers o
Kazakstan aunque yo mismo
no lo hacía nada de mal viviendo en Ottawa
pero Bucarest sonaba a Danza Húngara
a exilio auténtico
bastante lejos de las playas del sur de California
o la atracción decimonónica de la Tour Eiffel
Todo eso para decir que ni en los sesenta ni en los setenta
nos avistamos de ninguna manera
Éramos una generación diezmada…
¿Por qué algunos seres humanos (sean artistas o no) mantienen su pasado como un gran referente nostálgico del cual es difícil desprenderse? Esto cubre ciertos sucesos que han sido vividos con gran intensidad y mentalmente nos ha dejado una huella muy profunda fuese negativa o positiva. Algunos superan aquello, otros vuelven a esa nostalgia porque les permite una tranquilidad mental. Para otros es un peso muy grande que puede transformarse en una tragedia. Otros no quieren que esa nostalgia cambie, tiene que ser lo que fue. No se admite que sea cuestionada, debe quedar intacta, debe desde un futuro donde han pasado de 48 años, recordarse sin modificaciones. El artista recurre mucho a su propio pasado para crear algo pero la diferencia es que esos recursos del pasado en algunos artistas le sirven para ficcionalizarlos. Para recrearlos. Cuando eso ocurre estamos a una obra que tiene mucho más valor que solo describirla como se vivió en ese pasado (de 1973 por ejemplo). Una obra artística es valiosa cuando no se describe lo que se ve o se vio sino imaginar lo que se ve y se vio. Vivir solo de la nostalgia es congelar nuestras vidas. Se pierde la capacidad de interpretar la vida y los sucesos históricos.
Hablemos ahora de cómo se ha tratado la nostalgia en productos artísticos. Recuerdo en un encuentro de literatura chilena en otro país, un conjunto de música chilena comenzó a interpretar “El pueblo unido, jamás será vencido”, canción o himno de la Unidad Popular durante Allende. Vi a muchos emocionarse, caérseles las lágrimas y cantar con el puño izquierdo en alto. En un encuentro Internacional de Poesía de Medellín, Colombia, el poeta ruso Yevgeny Yevtushenko leyó uno de sus poemas más famosos, “Adiós bandera roja nuestra”. Es un poema de nostalgia por aquella bandera roja soviética, pero que en nombre de ellas se cometieron los más terribles crímenes del comunismo soviético como deportación de miles al Gulag por pensar distinto. Una poeta cubana que estaba allí y venía de Cuba, lloraba al escuchar ese poema. Aquí hay dos maneras de tratar o interpretar la nostalgia como creo que queda muy claro. El poema “Recado” está más cerca del primer ejemplo (esa canción) que del poema de Yevtushenko. El poeta ruso vivió el periodo soviético, y tenía simpatía por buscar un mundo mejor pero no podía no denunciar que ese régimen coartó la libertad de expresión, la libertad de leer lo que quisieras, viajar donde se te diera la gana. Un régimen que torturaba fusilaba, enviaba al exilio o eran fusilados cualquiera que fuera disidente. Yevtushenko a pesar de su amor al socialismo no renunció a callar ni a denunciar o a leer de otra manera la historia de su país. A repensar la historia. Para contar algo personal, fui amigo por 10 años de Yevtushenko y traduje desde inglés al español cerca de 50 poemas. Muchas conversaciones en ese tiempo. Creo me leí casi todos sus poemas. La impresión más grande fue que él NO se quedó en la pura nostalgia de los primeros años de la revolución. Repensó poéticamente esa nostalgia suya y su poesía llegó a tener otra dimensión.
En los años 60, 70 los dirigentes de izquierda no nos explicaban qué ocurría en la URSS ni menos en Cuba ni menos por qué había un Muro en Berlín. O no lo sabían o seguían las órdenes del partido de no hablar de aquello. Pero lo más triste es que aun a sus 75 años o más, aquellos que eran entusiastas jóvenes de izquierda, sigan creyendo en los mismos congelados análisis sin repensar que la rueda de la historia avanza.
El verso “éramos una generación diezmada”, aparte de la idea de cortar de cuajo a una generación es históricamente bien discutible el término (¿realmente era una generación? ¿qué es una generación en caso chileno durante la dictadura?) es históricamente bien discutible. Ese nombre no se sabe quién lo inventó, quizás fuera otro poeta de los que salieron al exilio. Era para poner una marca de fuego para decir que el escritor o artista había sido expulsado por un régimen militar represivo. Tan lejos de parecerse a esas generaciones de artistas soviéticos que sí fueron a parar al Gulag o a campos de concentración soviéticos, fusilados y torturados por pensar distinto. Gente joven que desaparecieron en esos campos de concentración soviéticos.
Hay tres versos que hacen referencia al exilio. Ya se dijo que son los exiliados (los escritores) a los que se refiere en este poema. Han marchado al exilio muchos escritores y han dejado atrás un país semejante al holocausto nazi. Eso lo sugiere claramente el poema. No interesa discutir aquí si ese término es el exacto para describir lo que hizo la dictadura chilena. Por lo menos hasta ahora no hay ningún trabajo histórico serio que use aquel término para describir la brutal represión de la dictadura militar.
Durante muchos años no nos cruzamos
Eras como un fantasma junto a otros fantasmas
que deambulaban por el mundo después del holocausto
Otros versos que me parecen interesantes discutir son:
pero Bucarest sonaba a Danza Húngara
a exilio auténtico
bastante lejos de las playas del sur de California
o la atracción decimonónica de la Tour Eiffel
Omar Lara estuvo unos meses en la cárcel luego del 11 de septiembre de 1973. En 1974 se fue como exiliado a Perú y en 1975 se fue de exiliado a Rumania, especialmente en Bucarest. Estuvo en Rumania cinco años (1975-1981). Allí estudió en la Universidad de Bucarest graduándose en la Facultad de Lenguas Romances. El poema de Nómez dice “pero Bucarest sonaba a Danza Húngara/ a exilio autentico/ bastante lejos de las playas de sur de California/ o la atracción decimonónica de la Tour Eiffel ¨. Estos versos resultan como un juicio sobre los que se iban a distintos lugares durante su exilio. ¿Quiere decir que irse Rumania era mucho más auténtico? (“exilio autentico”). En el otro verso previo menciona “Danza Húngara” que hace un símil con “exilio autentico”, exilio muy distinto a los que se fueron Estados Unidos o a Francia o a Canadá. Hay muchas danzas húngaras, la más conocida y siempre interpretada es la danza húngara número 5, pero la característica de la danza húngara es ser una danza alegre. ¿Qué están diciendo esos versos? ¿Quiere decir que Rumania fue el mejor país de exilio para los que vivieron fuera de Chile? Y aquí que estos versos esconden lo que realmente ocurría en el país donde pasó cinco años el poeta Omar Lara. El hablante lírico pasa de largo sin ver lo que sucedía en Rumania. Lara, como dijimos, vivió cinco años en Rumania bajo un dictador comunista que gobernó desde 1967 a 1989 y que hacía lo mismo (o peor) que el dictador Pinochet en Chile. Ningún artista podría desentenderse de lo que ocurría diariamente en ese país. ¿Lara no escuchó voces de disidencia entre los estudiantes cuando ya había un fuerte rechazo a la dictadura que terminaría en 1989?[6].
En esos cinco años el poeta no quiso ver, oír, ni escribir viviendo bajo otro dictador tan brutal como el dictador chileno. Rumania era un régimen inhumano y represivo. Instauró un riguroso culto a la personalidad y al nacionalismo. Es eso lo que a mí me llama la atención de que ningún escritor chileno ni poeta ni critico se haya referido a esos cinco años de Lara viviendo bajo una dictadura comunista. Dictador que fue fusilado junto a su esposa el 25 de diciembre de 1989. Ningún país comunista, el pueblo realmente, dio un castigo semejante a ningún alto dirigente comunista en ningún país bajo la órbita de la URSS. Parecido a lo que hicieron con Mussolini en Italia el 28 de abril de 1945. Fue ejecutado por un grupo de partisanos junto a su amante Clara Petacci. Luego su cuerpo fue colgado junto al de Clara boca abajo en un tablado en la vía pública de Milán. En el poema Responso el hablante lírico ni hace mención ni directa e indirectamente a una Rumania gobernada por un dictador comunista. Debo destacar al escritor chileno Carlos Cerda quien vivió en la RDA y escribió la novela Morir en Berlín (1993) da cuenta de la falta de libertad en ese paraíso socialista donde muchos chilenos vivieron como exiliados en la RDA Como escritor Carlos Cerda no cerró los ojos como la indiferencia y el silencio que adoptó el poeta Omar Lara sobre Rumania[7]
III
En 1973 éramos jóvenes y la única información era la que daba la izquierda (si hubiera existido Google o las redes sociales, como dije, otra había sido esa historia). Una sola verdad recurría y circulaba por la izquierda y su intelectualidad y creadores: la sociedad socialista es la superación del capitalismo porque será una sociedad más igualitaria. Por otro lado ni sabíamos nada de lo que ocurría en los países socialista y por qué la instalación del Muro de Berlín. Se nos inventaba otra historia y no la verdadera. Recuerdo amigos que decía: el artista debe estar comprometido. Esto quería decir, comprometido con la verdad marxista-leninista. Los demás análisis capitalistas de la sociedad, la economía, la política, la cultura, el arte y literatura no sirven. Estamos tirando a la basura el destartalado edifico capitalista (era otra de las consignas de ese período). Muchos de los escritores e intelectuales jóvenes de ese entonces algunos eran fervientes militantes, otros simpatizantes. Con el paso de los años, con los cambios profundos en la historia del comunismo mundial y de la historia de nuestro mundo desde la caída de El Muro de Berlín, la Globalización, el desarrollo galopante del mundo digital, muchos cambiamos repensando lo que una vez creímos como la utopía de un mundo mejor que era ofrecido por el marxismo-leninismo. Pero no fue así.
_________________________________ NOTAS
[1]. Responso, por Naín Nómez, publicado en Revista WD 40. Pg. 67, Número 8. Valparaíso, invierno 2024. Esta revista está en Internet y se puede acceder libremente.
[2]. A comienzo de los 70 recuerdo que algunos leíamos una antología de poesía cubana que mucha influencia tuvo entre muchos jóvenes poetas de la década del 70 porque eran poetas jóvenes cubanos que un estilo conversacional estaban testimoniando aquella experiencia cubana de un modo “comprometido”. Era la Nueva poesía cubana: Antología poética editada por José Agustín Goytisolo (1928-1999), publicada en 1970. Yo recuerdo que fue Gonzalo Millán (1947-2006) quien me la prestó y la leí deslumbrado. Luego pasó de mano en mano. Muchos de los poetas cubanos que allí escribían querían unir “amor y proceso revolucionario” y aquello era algo novedoso, especialmente para los más jóvenes poetas que nos sentíamos interpretados por los discursos de Salvador Allende. Y más cuando Fiel Castro recorrió Chile de norte a sur desde el 10 de noviembre de 1971 hasta el 4 de diciembre de ese mismo año (desde Iquique hasta Punta Arenas). Recuerdo que en noviembre de 1971, yo entre miles de estudiantes, estábamos petrificados escuchando -Fidel Castro muy cerca mío- a ese gigante barbudo vestido con uniforme de guerrillero en el campus de la Universidad de Concepción. Todos maravillados cuando explicaba por qué Cuba se había hecho socialista y era un “territorio libre de América Latina”. Dijo, “Estados Unidos no nos acepta que hayamos construido en sus propias narices un país socialista e independiente” dijo al finalizar su discurso y los miles de estudiantes saltamos como un resorte a aplaudir y ovacionar a ese gigante. Fidel Castro venía a Chile con el propósito de consolidar el gobierno de Salvador Allende. Ver Javier Campos. http://letras.mysite.com/jcam020923.html, “Memoria de un escritor joven (2 de septiembre de 1973).”
[3] Interesante es lo siguiente. Alea en 1968 hace un film desmontando el individualismo desde la nueva perspectiva ideológica de la revolución cubana (cuyo vocero siempre fue Fidel Castro, quien siempre tenía la última palabra en lo que debía ser la revolución o la nueva sociedad socialista cubana). Pero 25 años después, en 1993, Alea hace una nueva película Fresa y Chocolate (1993), contradiciendo lo que se había planteado en Memoria del subdesarrollo (1968). El personaje de la película de 1993, Diego, es un homosexual que finalmente se debe ir de Cuna (no lo expulsa la revolución) porque no le permiten ser el mismo, no aceptan su individualidad ni su homosexualidad que es denigrada por el partido comunista cubano. Él quiere hacer cosas, que le respeten su individualidad y no que le imponga ni el partido ni una ideología (comunista en este caso) lo que debe pensar y crear artísticamente (al amigo de Diego le prohíben que presente públicamente unas esculturas de tema religioso). En la película Memorias del subdesarrollo personas como Sergio no sirven en una revolución socialista., pero en Fresa y Chocolate, Diego, en la nueva visión de Gutiérrez Alea, es un ser que debe ser aceptado en una sociedad socialista.
[4]. “Intelectuales difieren respecto al debate sobre el ‘quinquenio gris’, Revista Cuba Encuentro, 6 de febrero de 2007.
[5]. Creo que hay que repensar el término exilio para caso de Chile. La Real Academia da una definición corta y precisa: “expatriado que es desterrado de su país de origen por razones política.” Muchos escritores u otros que no lo eran no fueron todos propiamente exiliados. No fueron estrictamente perseguidos políticos, ni fueron torturados ni estuvieron en cárceles. Simplemente aprovecharon la posibilidad de salir. Unos porque no tenían trabajo y fueron expulsados por sospechas que eran de izquierda. Omar Lara se puede considerar u verdadero exiliado político. Pasó unos meses encarcelado hasta 1974 y de allí partió a Perú. De allí exiliado a Rumania donde estuvo 5 años desde 1975 a 1981. (ya hablaremos de eso en siguientes páginas). Otros se hicieron llamar exiliados para recibir buenas ayudas del país a donde llegaron. La palabra exiliono le parecía muy apropiada el crítico Martin Cerda (1930-1991). El prefería usar el término “la extranjería”. Este término lo usó por primera vez en la presentación de un libro en la SECH en junio de 1987 al presentar un poemario de un escritor que vivía fuera de Chile y había publicado un libro en la editorial del poeta Omar Lara que ya había regresado a vivir definitivamente a Chile. No he consultado lo que escribió desde 1987 hasta su muerte Martin Cerda y no sé si en alguna parte vuelve a usar ese término. El término “Exilio” dice la RAE, como dijimos arriba, es un “expatriado, generalmente por motivos políticos”. “Extranjería” es “la condición de extranjero en otro país que debe seguir las normas y leyes para extranjeros”. Entonces Cerda está diciendo que no todos los escritores que salieron de Chile a vivir a otro país durante la dictadura militar hay que llamarlo “expatriados políticos”. Lo cual fue cierto. La reciente expulsión (febrero de 2023) y la quita de nacionalidad de los escritores nicaragüense Sergio Ramírez y Gioconda Belli por Daniel Ortega sería estrictamente ser enviado al exilio por razones políticas. Recuerdo que el escritor chileno Enrique Valdés que por los 80 se fue a estudiar un doctorado a una universidad de Estados Unidos, luego de un año de vivir Valdés en EE. UU., el crítico chileno Juan Epple lo puso como escritor chileno en el exilio en una antología o en un ensayo que Epple escribió. Por eso la producción en “la extranjería” propuesta por Martin Cerda me parece más adecuada mirado desde ahora de 2024. Hernán Valdés, autor de Tejas verdes (1974), mencionado en este artículo, es un exiliado político, por ejemplo. En este trabajo cuando se menciona “exilio” significará “extranjería” como se ha desarrollado en esta nota. Recomiendo ver el filme de Raúl Ruiz de 1975, un filme franco-chileno, Diálogos de exiliados (está en youtube). Tiene un corte satírico con elementos documentales. Este filme produjo mucha molestia por presentar con ironía el tema del exilio chileno. Este filme produjo una reacción y rechazo a Raúl Ruiz por hacer este film que el exilio chileno consideró un insulto porque dijeron que los retrató de manera muy crítica y poco amistosa. Hay humor sarcástico. Presentó de manera mordaz eso de que no aprendieran la lengua del nuevo país, e incapaces de integrarse a la nueva sociedad, además del choque cultural que parecían no salir de allí o no solucionarlo.
[6]. Es bueno leer este artículo para ver la brutal represión comunista en Rumania. El articulo detalla el cansancio del pueblo ante esa dictadura que cae un mes después de la caída de El Muro de Berlín. El 25 de diciembre de 1989 Nicolae Ceausescu y su esposa fueron fusilados.
[7]. Carlos Cerda, Morir en Berlín, 1993, novela. Un breve resumen. A pesar de que la RDA es desde la perspectiva del exilio un lugar de salvación, Carlos Cerda lo ficcionaliza como lugar de la desesperanza y la falta de expectativa, donde “se había decretado la eterna continuidad de lo mismo”, un “buque fantasma” parecido al de “El holandés errante” en el que nadie esperaba el menor cambio, condiciones que fueron apagando el necesario vigor del proceso autor representativo de los personajes. El impacto de la vivencia de ese territorio se radicaliza porque fue un destino impuesto, “porque así lo determinó el partido”, factor que les ha confirmado a los desterrados que tienen nulas posibilidades de gestión del entorno, lo que genera en ellos frustración y desasimiento, emociones que en las antípodas del apego al lugar minan el sentido de pertenencia o identificación, y afectan la seguridad y el bienestar psicológico. La novela también revela una perturbadora coerción de los derechos sobre el espacio en la RDA, con restricciones de acceso y salida. Lorena solicita a la Oficina las visas que necesita para irse a México con sus hijos, pero don Carlos se ofusca porque en su carta ella “sugiere que aquí estamos esclavizados” y porque la chilenische Patriotin se niega a entender que en el territorio de acogida no puede decidir libremente los asuntos que le competen. El conflicto entre el dirigente y la mujer crece porque ella “se atreve a formular acusaciones contra un estado amigo, lo que dada nuestra condición no corresponde”.
www.letras.mysite.com: Página chilena al servicio de la cultura
dirigida por Luis Martinez Solorza. e-mail: letras.s5.com@gmail.com Exilio en Rumania
(a propósito de un poema dedicado a Omar Lara, Responso)
Por Javier Campos
Publicado en ALTAZOR, octubre 2024