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Un astro umbrío en el pérfido día brillante
del narrador y poeta Juan Chapple

El Periodista, 27 de febrero de 2014


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Este libro es un potente poemario sobre Chile, pero también sobre el continente americano y el mundo. El dominio de los monitores se ha enseñoreado en las vidas de los sujetos como con-consumidores: la fe en los anuncios, la oracionalidad frente a las marcas y los dispositivos audiovisuales han hecho de esta ciudad chilena, que podría ser muchas ciudades, una congregación de muchedumbres facturadas para el consumo y fracturadas por él también.   

Un vagabundo, y el chico que come basura, se dan cita en un tiempo que podría ser el mañana; un tiempo que se parece demasiado al ahora, en busca del perdido astro que podría constituirse en un signo de identidad, de memoria, la palabra y la boca, es decir, el refugio del sujeto frente al estallido de la bala y la luminiscencia del dios del dinero.     

Claramente, el contexto es la guerra, pero una confeccionada solo por armas de destrucción física sino mental, una guerra de exterminio del sujeto, de exterminio de un país, para dar paso un territorio de con-consumidores sumidos en la corrosiva omnipresencia de la publicidad, el alocado consumo y la venta de sangre e identidad.

Un futuro que es ahora en un libro que se deja leer como poemario, pero también como relato profundo de un Chile del siglo XXI, que dialoga al mismo tiempo con la tradición poética y literaria chilena.

 

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FRAGMENTOS DE Un astro umbrío…

Mientras la noche se ennegrece, una más grande y poderosa enmascara a la primera, una noche pavorosa se abate en las calles de Chile, donde el robot inmisericorde y sangriento hunde sus garras metálicas en la cordillera, en la profundidad del mar, en los bosques; en lo profundo de cada mísero ser hunde la zarpa metálica, en la hora paulatina donde perdemos los ojos y nos convertimos en un solo y húmedo can mojado por las nieblas de acero…  
 
Hace unos años conocí a un chico que comía basura y una sonrisa con dientes agudos salía de su boca. Al verme, el chico dejó el tarro de porquería y se abalanzó sobre mí con manos rapaces. El chico no era más que un hueso mal formado y un poco de pellejo, y todo su hueso y su pellejo roedor cayó sobre mí. Parecía un personaje escapado de alguna sociedad subterránea, olvidada y pestilente, y creí que mordería mi cara, pero con labios voraces, rechinando los dientes filosos, susurró al borde de mi oreja derecha, avanzando su voz como al filo del precipicio:
 
Dios comerá tu lengua,
estás mirando a Dios,
y en toda su magnanimidad te da dos minutos de ventaja…

 

 

 

En el año 2500 y POLVO
al fondo de mi patio
en el lugar de honor de la chatarra
existe un dispositivo de imágenes
donde llora gente de mentira
donde se reúnen parientes de mentira
donde los presidentes
de mentira
prometen
educación, educación, educación
y donde los hijos de los hijos urbanos
son habitados por sueños de muerte

 

El presente es un gastado monitor
que emite sombras, esperanzas de infantes lisiados
imagen de algún año nuevo e infinitas muertes:


Es el cuchillo por decreto enterrado
es el lápiz y la mano,
el timbre, la pistola y la bota,
es tu madre y la mía,
que lucharon y cayeron
en el año del soldado 1500 y POLVO
 

¿Cuántas veces son cuántas veces muerte?
 
le pregunto al tipo
con yelmo de la segunda división blindada
al del estetoscopio de huesos
al de la chequera de piel de hombre
al coleccionista de orejas Ona
y la bala se detiene a milímetros de mi rostro

 

Pero tan graves y serios no vamos a ser,
a hacer desmanes con la lengua
como con la calle
como con toda la imbecilidad de la democrática máquina
en el año 26 del siglo de acero de Rokha dijera
 
Antes de la estrepitosa caída de cualquier bolsa
antes de echar en saco roto el wall y la street
de todos los míseros deseos
antes que la wall se nos volviera street
y toda street, wall para urbanos residentes
 
 
Streetwalls nos sostienen y detienen
en nuestra fútil radiológica privacía
 
privados de pan de carne adentro
         privados
de la duda crematoria
urbanos
final
teledirigidos
y radiantes
residimos

Habitados por un beso horripilante que ha
llagado nuestra piel
igualmente rogamos
por ese beso en cada esquina
 
Y así caemos en la ruina del día
en la mina inmunda
que cautela el excelso centinela
para empezar otro y otro sol
 
 
Por eso por esto por eso
no hay precio para aquella para aquel
que cava buscando su muerto
¡esa es la hora!
ya no hablemos de la noche del día
si no de esa hora umbría
en que cada cual enfrenta su calavera

 

 

 

Video del libro

 

 

NOTA BIOBILIOGRÁFICA DEL AUTOR

Juan Chapple (Santiago de Chile, 1972), es periodista de profesión (Universidad de Chile) y Magister en Literatura Chilena e Latinoamericana (U. de Chile). 
 
Juan es coautor del diaporama Hablas en Pena, para el desarrollo del cual obtuvo una beca FUDE en la misma universidad.
 
En el año 2005 publica su primer libro Vertederos, un texto barroco que conservando una identidad eminentemente narrativa, sin embargo, llevaba alojado en su adn los gérmenes de un vínculo poético insoslayable. El debut literario de Chapple concitó variados elogios de la crítica especializada chilena.   
 
En 2014 acaba de publicar su segundo libro, Un astro umbrío en el pérfido día brillante. Se trata de un poemario sobre Chile (y también sobre el continente y el mundo de hoy y del futuro), que, inversamente respecto al libro anterior, conserva a ratos también cierta "contaminación" narrativa. 

Juan fue Finalista del concurso de cuentos Stella Corvalán de la ciudad de Talca, en su versión 2013-2014, con su cuento “Pies”. El cuento será publicado en una antología de los mejores relatos seleccionados en dicho concurso de próxima aparición.

 

 

 

 



Libro anterior: Vertederos (La calabaza del diablo, 2005)

“El vertedero es la estación de servicio de la imaginación”
                                                             Vertederos

En esta, su primera novela publicada, Chapple construye un relato alucinatorio y violento de sangre, tinieblas y espectros. Una novela sobre una ciudad fantasmagórica, a la vez muy real e imaginada, reconocible y extraña, recorrida por  voces borradas e invisibles de sujetos errantes, seres arrojados al borde de la moribundez o que se desplazan derechamente al otro lado de los vivos.
 
Desde la primera imagen, en que un sujeto es acosado, perseguido, por la inminencia de una bala, hasta el impacto certero de ésta en el centro de uno de sus ojos, acontecimiento que sucede en la azotea del edificio en construcción más alto de la ciudad –La citi del Chili-, el relato de un tiempo tenebroso despliega las furibundas preguntas por la identidad, el recuerdo, los fragmentos del amor, la traición, la huida y el poder. 
 
A partir de aquella bisagra, en que la muerte es siempre una pregunta reactivada por la narración poseída del protagonista, famélicas memorias se dan cita en un escenario fin o principios de siglo -de algún siglo-, para comparecer desde territorios y seres (familias, vagabundos, muertos) del margen social, espacial y psicológico, es decir, desde los vertederos citadinos, colectivos y personales, hacia una pregunta por lo convivencial en una urbe endemoniada, solitaria y lúgubre.       
 
Novela de la transmutación, novela de la historia, novela del desastre ciudadano, así como relato del páramo y el residuo, en Vertederos se articula una feroz querella de ultratumba, como texto latinoamericano del barroco. Un texto barroco del desastre y la ruina, sin duda, pero también de la recomposición, del viaje y la cultura.       
 
Construida de modo muy fragmentario, a través de relatos que de alguna manera se entrecruzan, y mezclando una propuesta narrativa de corte fantástico con crudos relatos callejeros, y otros muy íntimos, Vertederos es una novela polifónica que también involucra una propuesta poética como centro de sus preocupaciones literarias y mezcla al mejor Carlos Droguett con el más oscuro Edgar Allan Poe. 

 

 


Video realizado por el audiovisualista Patricio Oyarzún y el escritor chileno Juan Chapple, autor del libro Vertederos.

 

 

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Se ha dicho...

¿Por qué leer?
Por el original retrato que hace de la ciudad, una ciudad baleada, atemorizante y convertida en desierto(...) Porque su lectura permite indagar en zonas espesas, oscuras, y a observarnos como sujetos frágiles, desechables, dentro de una ciudad que se transforma en una trampa.

El Mercurio, Actividad cultural

 
La virtud esencial de su propuesta, que se agradece: el intento por cogerle el pulso e inventar los decorados de nuestras pesadillas futuras.

El Mercurio, Revista de Libros



 


 

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Un astro umbrío en el pérfido día brillante del narrador y poeta Juan Chapple.
El Periodista, 27 de febrero de 2014