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Ante “Cuarteles de invierno”. Un acercamiento a la poesía de Jorge Etcheverry

José Carlos Sánchez-Lara

 

Uno pudiera haber dicho: El poema “Cuarteles de Invierno” de Jorge Etcheverry es el testamento de una generación que se repliega. Pero uno intuye, dicha reflexión es totalmente errática. Uno, entonces, se prepara un buen café, desconecta el teléfono, comienza a leerlo, despaciosa-mente.

Y al cabo, ¿qué encuentra uno?

Cada nueva observación se debate entre la Poética y la posibilidad de generar un excedente ficcional a partir (a través) del propio texto. Y así, como cada poema es variación de un poema anterior o posterior, su análisis conceptual presupone una variación del imaginario que lo hizo posible. Si todo poema es in-explicable, intentar una elucidación concreta del propósito de su autor, nos obliga a zambullirnos “detrás”, “debajo”, de ese material, cuya composición reclama un entendimiento que lo haga al menos asequible. Uno entonces percibe que hay dos momentos, o tipos de lectura (eso ya lo descubrió Cortázar): aquel primer enfrentamiento con un texto x, que es disfrute estético; y otro que “obliga” a “poner-en-claro”, corroborar lo que se lee, lo que se digiere. Se trata de un proceso interactivo. Lo que por su parte, no añade nada nuevo a lo que uno en principio pretendió dilucidar.

Entonces ¿por qué está uno frente a CUARTELES DE INVIERNO, si cada poema es su propia explicación? Quizás porque uno se siente deudor de un texto formidable.

Intentemos lo que en principio uno pretendió. Esta vez poniendo “garra”, concentrando lo que teósofos llaman “tercer ojo”; o ejerciendo una lectura del ensimismamiento que nos permita acceder a su verdad, su topo-grafía. Que lo escrito y lo observado sean uno. O al menos de ser factible, se conviertan si no en la mismidad del texto, en puente mental; consigan reducir el tramo que separa al poema de su observador.

Uno, entonces, ante “CUARTELES DE INVIERNO”, se aventura y dice:

– Este modelo escritural no tiene precedente o al menos remite a una percepción no-poética, dentro del poema. Lo que existe en el centro del poema no es, necesariamente, la tradición de la poesía en nuestra lengua.

Como en “LOS PARAISOS ARTIFICIALES’ de Charles Baudelaire. O en los “CUADERNOS DE RODEZ’ de Antonin Artaud. Como en “LA ESCRITURA DEL DESASTRE’ de Maurice Blanchot. La poeticidad de ‘CUARTELES DE INVIERNO” es poeticidad “amenazada”. Radica en el despliegue de una narratividad colindante con el ensayo, la psicología, y la sociología, que desintegra lo poético-mismo a favor del crecimiento estructural, versicular.

Diríase también que: en los mejores textos de Jorge Etcheverry, la poesía toma la forma del cristal que la contiene. O como sabía el viejo Arreola: “Toda belleza es formal”.

Pero, ¿qué está diciendo uno? O uno confiesa no saber lo que está diciendo, o asegura que:

– Cada bloque textual avanza aquí como archivos de una filmoteca, mostrando los estratos mentales de un autor (¿de una generación?) que regresó del infierno.

Dicho escritor parece ironizar dolorosa-mente sobre un entorno que: padece un largo y exhaustivo gripe moral. Su escritura tiene el gesto del exilio, la tranquilidad corrosiva de quien se asoma a un balcón y entre el viento gélido y la luz pesada, pronostica, recuerda.

“(…) no nos queda mucho por hacer fuera de emitir fragmentos de prognosis de la POLITICA MUNDIAL (…) Yo creo que nuestra palabra ha llevado a una fermentación de los cuatro costados del mundo de una manera oblicua (…) que nuestros infinitos sueños de justicia y venganza mancharon de muy diversa manera el mosaico de las antesalas de cien distintos PALACIOS PRESIDENCIALES (…)”

Porque ¿no es este Etcheverry, como otros muchos, un sobreviviente de? Sometida a un largo proceso de desolación, de acumulación, su escritura pareciera retomar algo mucho tiempo masticado, callado, u hostigado. Sale a la luz, se muestra, está. Dicha regurgitación, o vómito. Y he aquí que “ello” se ofrece, como oposición a lo antedicho: pues no es Jorge Etcheverry un simple regresante (sic) del holocausto latinoamericano, si no la conciencia de dicho holocausto encarnada en un poeta, en el-hombre-que-define. Arturo Rimbaud “vio” el mundo desde un granero. El poeta chileno Jorge E., tiene en la diáspora su granero, su punto de control.

Y aunque uno sabe (o imagina) que el lenguaje de la poesía pareciera dialogar con nadie, uno escucha “aquí” ese dialogo, esa tentativa que tras la desesperación, se aquieta y nos formula. Porque la poesía aunque puede caer en el vacío de la multitud e incluso intimidarla, también a veces consigue un golpe de sazén que nos alumbra.

Y uno asegura que acontece “aquí”. O porque a uno le gusta comprobar que ciertas voces pueden conseguirlo. ¿Poesía aún? Poesía aún. Mostrar, desde la apacibilidad, otras maneras de contar el crimen (entendido también como la falta de visión, de comprensión, de las cosas sucedidas. Lo acontecido en provincia América. Pólipo físico y virtual que llevamos dentro. Lo acontecido en provincia Mundo). Mostrar la continuidad (resistencia) civil desde el observatorio del poema:

“Las nuevas hordas arden compactas en movimientos guerrilleros vastísimos, desconocidos por mi generación. Multiplicase la destrucción material y humana en las filas del enemigo. Mira: las cohortes se ciernen nutridas como el trigo, de una estación a otra. Florecen de la noche a la mañana como flores de muchos pétalos”

Pero uno se cansa de dar vueltas en torno a ‘CUARTELES DE INVIERNO’ sin elaborar un discurso ‘luminoso’, diríase francés. Y como sucede en toda observación, se paraliza. Porque los datos expuestos no muestran fehacientemente lo sucedido en el poema, si quiera se aproximan, o guardan relación con el conjunto.

Y aún así, uno asevera, uno se atreve a aseverar que este poema también es un vector político. No de manera panfletaria. Si no al modo de regulador, scanner, o radar poético (profético) de un afuera donde “estallan las bombas en los aeropuertos como el pentecostal aquejado por lenguas azota su cráneo contra el piso”. Y todos estos sismos (esquizoculturales, sociales) los registra desde su punto de control. Y lo que registra, diríase: subyace. No lo escrito claramente, es lo que fue dicho. Se descubre más. Quien mueve y dispone los fragmentos (polaroides del terror) que el poeta traduce, expone, corrobora. Quien establece la anormalidad como standard o medida de las cosas. Quien consigue que la libertad siga pospuesta, por urgencias marginales.

Debajo de un orbe casi-muerto por voluntad del caos y malas políticas Etcheverry emite sus señales. En su escritura no hay teatralidad. No hay teatralidad bajo los túneles, bajo los cuarteles. Y eso lo percibe uno.


* * *


José C. Sánchez Lara (Cuba, 1969), poeta y narrador. Con un libro de poesía publicado [REGIONES, premio Nogueras, 2004], varios de sus textos han sido recogidos en revistas universitarias norteamericanas [ver Rio Grande Review, The University of Texas at El Paso, volumen 25 Spring 2005] y cubanas [ver Azoteas 2003]. Actualmente radica en USA. sume una escritura del conflicto, dentro del lenguaje y los afueras posibles que cercan al poeta contemporáneo. En su poesía el dolor está camuflado por una ironía seca, o casi expresionista. Cualquier suceso de la literatura o la propia oralidad, le resulta elemento válido conque engrosar este discurso en ocasiones sórdido, acusador, chocante, aunque tangencialmente sentido, humano. Este texto sobre Jorge Etcheverry integrará en su momento el cuaderno LA ESCRITURA AMORDAZADA (ficción crítica).

 



Cuarteles de invierno

Jorge Etcheverry

Extraña guerra amigo-
"No la quise yo"
(de la película Johnny el bastardo)

Hemos visto multiplicarse nuestra especie en estos últimos veinte años. Aunque reconozco que no nos queda mucho por hacer fuera de emitir fragmentos de prognosis de la POLÍTICA MUNDIAL. Alejados de las jornadas agotadoras por problemas de salud (y de vejez). De los amplios frentes encendidos

-Dejemos a las generaciones jóvenes el campo. Refugiémonos junto a nuestros hijos. Refugiémonos junto a nuestros hijos. Sean bienvenidos a esta casa los jóvenes en busca de consejo, estratégico y personal

-Recuerda las décadas pasadas. La escasez de cuadros que nos hacía ostentar rasgos tan marcadamente individuales. Recuerda la repetición de las mismas caras en las reuniones. El cuidado en la planificación de entradas y gastos, efectos y desastres

-Las nuevas hordas arden compactas en movimientos guerrilleros vastísimos, desconocidos por mi generación. Multiplícase la destrucción material y humana en las filas del enemigo. Mira: las cohortes se ciernen nutridas como el trigo, de una estación a otra. Florecen de la noche a la mañana como flores de muchos pétalos

"Yo creo que nuestra palabra ha llevado a una fermentación de los cuatro costados del mundo de una manera oblicua. Yo creo que nuestros infinitos sueños de justicia y venganza mancharon de muy diversa manera el mosaico de las antesalas de cien distintos PALACIOS PRESIDENCIALES. Estallan las bombas en los aeropuertos como el pentecostal aquejado por lenguas azota su cráneo contra el piso. Ya no hay lugar para las noticias desalentadoras incluso en los diarios enemigos. Limpiemos nuestros anteojos empañados por la congelación de la atmósfera. Tratemos de volver las páginas con nuestras manos progresivamente más torpes. Superemos nuestro mareo cuando nos adelantamos por las cuatro esquinas de las ciudades. Moviendo nuestras piernas pesadas. Verificando nuestra capacidad para aportar nuestro GRANITO DE ARENA"

 

 
 

 

 

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