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Falso testimonio
( Santiago: Beuvedráis Editores, 2005)

Juan Espinoza Ale

 

BEN ONÍ

Alguna vez este reflejo tuvo nombre
y fue Tomás: el testigo
de cómo les clavaron a tus hijos los huesos a la carne
con un abrazo tan inútil a la luz de estas palabras
como el saldo de sus lágrimas aún sin mutilar.

Mi dios fue una vez más eso que brilla
aquello contenido por las grietas en tus manos
el seno de una joven poco a poco entumecido
mientras los hombres volvían a sus casas
ofreciéndonos muñecas por los muertos
para olvidar que negociaron el silencio junto al hambre:
el perdón en cada línea acuchillada en la pared.

El día en que se llevaron a los niños
las horas fueron ríos de mujeres enlutadas.

 


KERIGMA

Cuando ya había pasado lo peor
alguien ofrece un segundo nacimiento,
incapaz de resistirlo comenzamos a vivir de nuevo
la condena que nos une por alianza con el padre.

Comenzamos a vivir por La Palabra
escondidos bajo el sol que daba tiempo para todo,
recibimos el alma, la palabra alma
como un alimento imposible de tragar:
un mismo cuerpo tantas veces consagrado
al cariño de una madre sonriente
a un amor tan digno de escupírsele a la cara:
los huesos saltaron de la infancia a la vejez
con un segundo nacimiento pero una sola muerte
amarrada a mi cintura
escrita con vergüenza en el ombligo:
las palabras más hermosas no hablaron con verdad
ni la palabra luz pudo partirnos la cabeza.

 


ANUNCIACIÓN DE TOMÁS

Todas las noches ocurre lo mismo:
me duermo en el intento de olvidar
cómo nuestro pecho se abrió a la misma hora
en que las líneas de una mano se quedaron en tu rostro,
y mis ojos, ocultos por la duda
anticipaban el inicio del otoño en nuestra casa.

En todos mis sueños ocurre lo mismo:
un niño me despierta a media noche
con sus manos apretadas y los ojos fijos en mi frente
me despierta, se hace parte de mis dedos
cada día más abajo en lo profundo: mi señor, mi dios
dije alguna vez mientras mordía tu cabello
congelado, como estatua de yeso escondida en un cajón.

Despierta, madre mía,
y ayúdame a contar los pasos de la extinción sobre tu cuerpo,
en espera de un anuncio que no me atrevo a descifrar:
creí que tu herida sería suficiente
y me ocupé de repartirla por el mundo.

 


LUZ DE FONDO

Por fin aquella espada atravesó tu corazón
y los descalzos que se agolpan a estas horas pueden declararte reina,
dirán que estabas bella hasta el último respiro
abandonado ya el peso de tanta piedad entre las manos, lo siento
no pude esperar hasta bañarte los cabellos
tu belleza me confunde al igual que la esperanza
ahora recostada, por extraña razón, con luz de fondo:
yo debí ser ese manto rojo sobre tu vientre hinchado
la fe que no querías al final de los pasillos
pero he llegado tarde
cuando estabas ya preñada por la muerte.

¿Me dejarás sentir tu aliento a través de las cortinas
hoy, que estás ahogada por nuestras propias oraciones
o seré yo quien exhale este lamento mientras besan tu retrato?
María
toda la fe del mundo
si sólo se tratara de María.

 


FALSO TESTIMONIO
(Para tiempos de cosecha)


Ahora hermano que has entrado aquí
te contaré todo lo que desde el comienzo he pretendido
a partir de este momento vas a ser mi confesor, y tu visita
el perdón de mis pecados.

Te enseñaré a mirar la cara de los que no están pero no se han ido
que mi dios se entrega en nuestra mesa como una anciana
... .. .. . devorada por sus gatos
te diré cómo quise retardar de alguna forma tu llegada:
hermana, esto va a dolernos por igual a los dos.

(…)

Supongamos que se te caen los dientes
y aún así parece que sonríes
tuerces la cabeza en señal de compasión
frente al espejo lustras tus encías con la lengua, supongamos, o los dedos
imitando el sonido de tus dientes al caer
supongamos que a partir de mañana saldrás por los caminos
sembrando la mentira, supongamos, la más bella mentira
y se te caen los dientes y la cara de vergüenza
supongamos por un segundo que te creo
y me siento a esperar el tiempo de cosecha
supongamos que mientras espero me pongo a enumerar los males
... .. .. de este mundo
supongamos que has sembrado la más cruel de tus mentiras.

(…)

Cercado por los muros de todo lo ya dicho
en tu nombre, ordeno uno a uno
los argumentos que me esfuerzo en olvidar
pues sería fácil reemplazarte por la imagen
que mis hermanos han hecho de ti:
el único amor del cual escojo hacerme hijo.

Tarde y todo, aquí me tienes
para decirte que sólo estás dormida
que las hojas en tus manos son y no son el anuncio de tu muerte
aquí estoy
como si pudiera borrar con mi llegada la culpa y la sentencia
y pedirte que no les hagas caso
sólo estás dormida
yo voy a ser de nuevo el ángel
y estas hojas otra vez los días que te faltan
no me puedes haber dejado solo
te voy a echar tanto de menos:
eres hermosa, vas a vivir
eres hermosa…

(…)

Soy testigo
de que la culpa no se rasga como el fruto
que compartir un destino es irse a la huesera tomados de la mano
con todo lo que me cuesta salir a la calle
en días calurosos cuando sofoca hasta el sonido de los árboles
moviéndose al compás de los vehículos
todo lo que me cuesta soportar el ruido de la carne en la mañana:
filas inmensas metales brillantes como uñas de algo en la oscuridad
todo lo que duele caminar por una calle
por columnas repletas con nombres embutidos de ojos parpadeando
como última señal en la ventana de los túneles:
el mundo es un cajón con flores
y relleno de cenizas.

(…)

Y si de tanto pensar en ti
me olvido de estrechar con devoción la mano de mi prójimo
y no tengo el valor para decirle: hoy te quiero hablar de la esperanza
de cómo brilla cada día la belleza en este mundo
bajo los puentes en un sótano fiscal
de qué manera corre en fuga y brilla por pasillos apestados con enfermos:

En el cariño de los perros que se lamen las heridas:
un niño le saca los piojos a su hermano
y lo esconde de los hombres con boca y orejas de chacales.
En el beso más ardiente
las manos de mediocres empleados que fornican
entre archivos polvorientos donde se contabiliza la tristeza.
En la voz del moribundo
que reza por los que agonizan a su lado, en los ojos
de esa enferma que recuerda su cruz y me sonríe.

(…)

¿Me atreveré a conversar con los vecinos?
¿Daré consejos a los jóvenes, dulces a los niños, amor a mi compañera?
porque estoy sinceramente cansado
del despertador de lamentarme por las grietas en la espalda
de escribir cartas que son siempre despedidas
del teléfono y mensajes cariñosos después de la señal
de películas malas cansado de taparme los poros con frituras
cansado de hablar sobre la vida
las promociones del mercado enumeraciones propias y ajenas
que quieran venderme hasta los dientes
mujeres derrotadas calculadoras ingenuas brillantes y falsas como árboles
... .. .. de navidad
¿Me atreveré a luchar por alguna
a ser digno de su cuerpo
penetrarla con rabia y prolongar en ella el sentido de la vida
o vengarme en ella por una suma de desgracias, me atreveré
a llegar cansado del trabajo de las cuentas a ver televisión con un cuerpo
... .. .. enfriándose a mi lado, me atreveré
a adornar mi soledad con figuritas de madera o porcelana
regar el pasto, cortarme el pelo y salir con un par de hijos en los brazos
como prueba del amor sobre la tierra?

(…)

Las satisfacciones son muchas por un tiempo, tú lo sabes
esas dulzuras, pequeños tesoros escondidos que el mundo fecunda
... .. .. esperando tu llegada:
la sonrisa de una muchacha, cómo caes de sus ojos a sus piernas
mientras se baja de la micro,
esa amabilidad injusta de algún empleado obligado a practicarla
el beso al aire del obrero
que pone tus pechos más firmes y tu trasero más redondo
esa risa de los niños
que unida a la de otros resulta insoportable
cuando mandas despótico y obedeces servil, ahí
en ese punto exacto entre La Humillación y tu humillación, ahí estoy
... .. .. poniendo el dedo, ahí soy testigo
de las pequeñas cosas que te provocan un placer malsano
ahí cuando castras a tus hijos con ternura
y amamantas en secreto a tu vecino
cuando llevas el mundo entero entre las piernas como una ramera dolorosa
en ese punto en donde todo tiene una explicación completamente
... .. .. razonable
ahí estoy, en este punto
escupiéndote a la cara y abrazándote.

(…)

Cuando llevas la enfermedad del lupanar hasta tu casa
y tus hijos no lo saben
porque eres la mejor mamá del mundo
porque eres el mejor papá del mundo
y nadie tiene que enterarse cuánto odias saludar por las mañanas
ni que alguien te encerraba por las noches
y escuchabas gritos golpes platos rotos
y llorabas como ahora, sola o solo con vergüenza.

Cuando llevas la comida del mercado hasta tu casa
y eres buena porque la comida es buena
y eres bueno porque no le debes nada a nadie
en silencio piensas que alguien debería darte una medalla
por soportar de pie y con los ojos cerrados
todo el peso de tu mundo:
eres bueno porque la comida es buena
eres todo lo bueno que la comida puede ser.

(…)

Pero la dulzura se apaga
y te vas a quedar con lo que puedas apretar en una mano:
el nombre de la mujer amada
esa foto del novio que al final nunca te quiso
la que pones en tu pecho como si él fuera tu insignia o tú fueras
... .. .. su currículum
un cheque, porque trabajas en un banco en una financiera porque
... .. .. ya sólo sonríes al cliente
porque la plata no es tuya porque intuyes que tu vida tiene un fondo
... .. .. muy dudoso,
tus monedas para llegar a casa, cuando es tarde, y llueve
y lo sabes: alguien te espera
la rabia cuando hablas con tu esposo y él sólo te dice sí con la cabeza
y mira como a través de ti, pero tú sigues hablando, sigues ahí,
... .. .. en ese punto
cuando quieres que alguien te fornique con violencia
cuando darías tu vida porque ella se callara y desnuda te pidiera más
más de eso que te sobra y no conoces
eso que ignoras y yo puedo ver en ti, brillando.

(…)

Escuchas gritos golpes platos rotos
alguien pide ayuda al lado de tu casa
te escondes con ese orgullo de estar vivo con tus pies sobre los otros
te escondes orgulloso debajo de tu cama
tantos años que ya eres una cosa negra, durmiéndose ahí abajo
un fantasma para niños asustado por la sombra en la cortina.

Alguien que conoces grita
alguien que conoces golpea
hace temblar la madera alguien que conoces salta encima de tu cama
... .. .. todavía
alguien con nombre y apellido
alguien hace veinte o treinta años.

(…)

(¡Una vida hombre! una vida en serio. con antejardín. un par de hijos o mascotas. una vida para el orgullo familiar. con vecinos. carne asada los fines de semana. sopaipillas cuando llueve. frutas frescas cuando hace calor. con dinero para una vejez sin humillaciones. algunos hobbies. un par de vicios socialmente aceptados. una vida en serio. alguien útil en una isla desierta).

(…)

Hermano. te espera todo el tiempo del mundo bajo el sol. y en ese tiempo hay despertares tristes. cuando las pesadillas son sueños hermosos. en que la mujer amada vuelve. los paisajes se repiten. y tus ojos son los ojos de un anciano. ciego de promesas.

Despertares tristes. por sueños en que le encuentras a la pena más sentido. y no hay ganas de echar nada a perder. tan tristes. que te quitan el impulso de las lágrimas. sueños que son de uno. y en ellos. los hijos de otros. las cosas de otros. los deseos de otros son de uno. y uno es feliz. y te despiertas con un sabor amargo en la garganta.

Hay días bajo el sol. mi hermano. en que todo es un solo desierto. de corazones duros como piedras. y la palabra dios es una piedra. y la palabra madre es una piedra. pero hay piedras que traen ríos dentro. y en mi casa las piedras son vertientes. y puedes visitarla cuando quieras.

Hay días para todo. hermano. días en que los dueños de la tierra atravesarán tu corazón. días con campanas sin badajo. en que las estatuas son tragamonedas. para hacer volar gorriones y castillos. con arena. 12 gorriones. 7 castillos. hay días en el mundo. en que los niños crecen al amparo de fantasmas. y la mitad del mundo engaña. y la otra se desvela por justificarlo.

Hay despertares horrorosos. pero no quería decirte nada de eso.
Yo quería hablar de la esperanza. y de lo solos que nos vamos a quedar.




 

 

 

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Poesía de Juan Espinoza Ale.
Santiago: Beuvedráis Editores, 2005.