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Pablo de Rokha
CANTO DEL MACHO ANCIANO Y OTROS POEMAS
Colección Nuestros Poetas. Editorial Biblioteca Nueva. Madrid. 2003.


Por Julio Espinosa Guerra
APARECIDO EN “LA ESTAFETA DEL VIENTO” Nº 4, DE CASA DE AMÉRICA, 2003

 

Cuando el año 1961 Hans Magnus Enzensberger hablaba de “un idioma universal de la poesía moderna” y sentaba la tesis de un conocimiento casi inmediato de las obras de los diferentes autores en países geográficamente lejanos a ellos, gracias a una comunicación que permitía el libre flujo del conocimiento, el poeta Carlos Díaz Loyola, que había nacido en Chile el 17 de octubre de 1894 y era más conocido como Pablo de Rokha, publicaba el libro “Acero de invierno”, donde se incluía el poema largo que da título a esta antología. En esa fecha aún era un desconocido en España, a pesar de que para entonces su primer libro, “Versos de Infancia”, cumplía cuarenta y cinco años de aparecido y la mayor parte de su aporte poético ya estaba realizado.

Muchos años demoró en llegar a las bibliotecas españolas el nombre de Pablo de Rokha. Sólo a comienzos de los noventa y debido a los quinientos años de la llegada de los españoles al continente americano, vio la luz otra antología en la Editorial Visor, que hoy sigue a la venta, no debido a la mala calidad del poeta ni de los poemas seleccionados, sino al desconocimiento endémico que existe tanto en lo referente a la obra como a la personalidad del autor.

Luis-Íñigo Madrigal se ha atrevido a editar una nueva antología diez años después y ha contado para ello con el académico y poeta chileno Naín Nómez, especialista en la obra de de Rokha, quien ha realizado una selección excelente, además de aportar una introducción lúcida, que constituye una buena puerta para que el lector español por fin tome nota de un autor incluso olvidado por años en su propio país, pero que indudablemente realizó un aporte importante para el desarrollo de la poesía chilena.

La poesía de de Rokha se caracteriza desde su inicio por la utilización de un lenguaje arrollador, poblado de adjetivaciones, autosatisfecho de sí mismo, que en ningún momento busca la contención ni la necesita. Es, por esencia, el estallido, la floración del lenguaje. Debido a esto, desde un comienzo se le criticó, achacándosele una verborrea que para muchos mataba al texto, especialmente cuando el modernismo primero y la sombra de Huidobro y Neruda, ambos con una utilización mucho más parca del lenguaje, después, marcaban la correcta forma de hacer poesía en el país.

Pero si bien de Rokha es el lenguaje excesivo, también es el primer vanguardista chileno. El mismo Naín Nómez va más lejos, señalando que se trata del primer antipoeta y no es ningún estudio posmodernista el que lo avala, sino la propia obra del autor. Cuando Nicanor Parra aún no pensaba sus “Poemas y antipoemas”, Pablo de Rokha ya contaba con una obra donde el lenguaje de la modernidad, el futurismo, la urbe y del mismo campo chileno era desdoblado, sublimado –estéticamente hablando– e instalado en el poema, no como apéndice forzoso y gratuito, sino como esencialidad misma.

Si Pablo Neruda era el poeta total, Pablo de Rokha era el poeta totalizante. Su voz desmesurada quería poblarlo todo. Pensaba de Rokha que a través de la poesía se podía llegar a todas partes, pero al mismo tiempo sabía que era imposible, aunque nunca dejó de proclamar que mediante sus textos deseaba cambiar el destino de su época. Es por eso que toda su obra se mueve dentro de la contradicción placer – angustia, debido a que nunca dejó de creer que mediante el lenguaje podía lograr la caída del lenguaje mismo y de la particular realidad a la que ese lenguaje nos tenía sometidos.

Pablo de Rokha en sus textos le canta a todo: política, mujer, campo, ciudad, hombre, tristeza, muerte y vida, pero es primordial en su obra el canto al lenguaje y, por ende, a la imposibilidad del mismo. Ya en “Ecuación (canto a la fórmula estética)”, libro del año 29, lo demuestra en el décimo quinto fragmento: “Es menester hacer océanos, no fotografiando océanos, no, es menester hacer océanos con el rumor del calzón femenino, con esos recuerdos de tamaño azul-azul, con el enorme elemento de agua que canta en la garganta de los niños chiquititos y en la línea agrícola, y aun con la gran ola oscura de aquel dios jodido de adentro; es menester hacer, poder hacer una niña de pueblo con una violeta y una aceituna una tonada; es menester hacer la ciudad imperial hoy con la trepidación de la gramática, aquella cosa inmensa y mecánica, dinámica, difícil, que es, ¡por Dios!, el lenguaje colocándose” (p. 127 – 128).

Es importante señalar que Pablo de Rokha no repite fórmulas probadas. Desde su primer libro, “Versos de infancia” (1916) y, especialmente, con “Gemidos” (1922), rompe con los movimientos de moda, como el modernismo o el naturalismo. Esta filiación tan temprana a la vanguardia, que sólo Huidobro había reflejado el año 1918 con “Ecuatorial” y Girondo – otro gran desconocido hasta hace poco – con “Veinte poemas para ser leídos en el tranvía”, lo llevan a ser descalificado por la crítica de la época y “Gemidos” no llega a vender más de una docena de ejemplares. Hoy, con la perspectiva que da el tiempo, extraña que una obra mayor, aparecida el mismo año que “Desolación” de Gabriela Mistral y sólo dos antes que “Veinte poemas de amor y una canción desesperada”, de Neruda, no haya sido valorada sólo por no comprenderse su aporte o alejarse de la “norma literaria” de la época.

“Canto del macho anciano y otros poemas” viene a hacerle justicia a un nombre olvidado de la poesía hispanoamericana, que ha estado a la sombra debido, principalmente, a sus propios enfrentamientos con Neruda, que silenció su nombre tanto fuera como dentro del país.

Esta antología abarca una parte importante de la obra de de Rokha, poniendo especial énfasis en cuatro de sus grandes libros: “Escritura de Raimundo Contreras” (1929), “Jesucristo” (1933), “Carta magna del continente” (1949) y “Acero de invierno” (1961).

Del primero se rescatan dos poemas impregnados de la estética rokhiana, donde esencialmente resaltan un lenguaje que canta a lo popular como señal de identidad y la utilización de un personaje que puede ser tanto su heterónimo como un arquetipo de lo que de Rokha desea sea la cultura popular, además de un tono épico y gozador del mundo, por sobre su coyuntura. Con este libro termina de asentar la propuesta trazada en “Gemidos”, “Cosmogonía” y “U”.

En “Matemáticas del espíritu”, poema perteneciente a “Jesucristo” y del cual se recogen fragmentos, resalta el tono político y contestatario frente a la injusticia social, además de una serie de referencias tanto religiosas como del mito grecolatino. De Rokha utiliza como pretexto la temática religiosa para ahondar en la problemática que enfrentan la realidad frente a la conciencia.

De “Carta magna del continente” se rescata el poema largo “Epopeya de las comidas y las bebidas de Chile”, poema notable que canta a lo popular, con un lenguaje lleno de referencias culinarias, gozoso de su creación, puesto que de Rokha sabe que mediante su escritura está dotando de “existencia” y “mitología” el saber culinario tradicional. Es este texto un antecedente indudable de la obra de Nicanor Parra.

Pero sin duda, si no el mejor, sí el más avasallante Pablo de Rokha se nos presenta en el poema que le da título al libro, perteneciente a “Acero de invierno”. “Canto del macho anciano” no es ya canto, sino desgarro. Las imágenes tremendistas parecen que se acomodan bien al sentimiento del autor. En él se abandona al dolor, a la rabia, la impotencia y la injusticia, sin dejar nunca de lado su veta original y de plasmar ya no el sentimiento, sino una realidad trágica que lo perseguía y que lo llevó a sobrevivir a su mujer y cuatro de sus hijos.

El año 1965, a los 71 años, se le otorga el Premio Nacional de Literatura a la totalidad de su obra. Del que dirá que le llegó demasiado tarde. Sólo tres años después se suicida con el mismo Revólver Smith and Wesson con que uno de sus hijos se había quitado la vida poco antes. De él nos quedó su vida y su obra, inseparables, y la aspiración de reflejar a través del lenguaje la realidad en la que vivió y la utopía, a la que nunca dejó de aspirar.

 

Pablo de Rokha en Memoria Chilena (archivos pdf):

Los Gemidos
(47.2 Mb)

Morfología del espanto (15.2 Mb)

Epopeya de las comidas y las bebidas de Chile o,
(Ensueño del infierno) ; Canto del macho anciano
(4.6 Mb)


 

 

 

 

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Pablo de Rokha: Canto del macho anciano y otros poemas.
Por Julio Espinosa Guerra.
Aparecido en "La estafeta del viento" N°4
Casa de América, 2003.